jueves, 31 de marzo de 2011

TESOROS DE DAVID "SALMO 14" Charles Spurgeon


Como este Salmo no tiene ningún título específico, sugerimos, como un apoyo para la memoria, que se le llame «Con referencia al ateísmo práctico». C. H. S.
Hay una marca peculiar puesta sobre este Salmo, en el hecho de que se halla dos veces en el libro de los Salmos. El Salmo catorce y el Salmo cincuenta y tres son iguales, con la alteración de una o dos expresiones, a lo máximo. John Owen
Vers. 1. El necio. El ateo es el necio de modo preeminente y un necio de modo universal, en todos los aspectos. No negaría a Dios si no fuera un necio por naturaleza, y habiendo negado a Dios, no es de extrañar que se convierta en un necio en la práctica. El pecado es siempre una locura; pero es el colmo del pecado, y la locura mayor imaginable, el atacar la misma existencia del Altísimo. Un necio los hace a centenares, y un blasfemo locuaz esparce sus horribles doctrinas como un leproso esparce la plaga.
Ainsworth, en sus Anotaciones, nos dice que la palabra usada aquí es Nabal, que tiene el significado de desmayar, morir, decaer, como la hoja o la flor marchita; es un título que se da al necio en el sentido de que ha perdido el jugo y savia de la sabiduría, la razón, la sinceridad y la piedad. Trapp acierta cuando le llama «un individuo sin savia, el esqueleto de un hombre, un sepulcro ambulante de sí mismo, en quien toda religión y recta razón se han marchitado, secado y decaído». Algunos lo traducen como «apóstata», y otros como «desgraciado». Con qué sinceridad deberíamos evitar la aparición de duda en cuanto a la presencia, actividad, poder y amor de Dios, porque esta desconfianza es de la naturaleza de la locura, y ¿quién hay entre nosotros que quiera ser equiparado al necio del texto? Con todo, no olvidemos que todos los hombres que no han sido regenerados son más o menos este tipo de necios. C. H. S.
«El necio», un término de la Escritura que significa un malvado, es usado también por los filósofos paganos para significar una persona viciosa, mala. Significa también la extinción de la vida en el hombre, los animales y las plantas; así se usa la palabra en Isaías 40:7, «la flor se marchita»; en Isaías 28:1, una planta que ha perdido todo el jugo que la hace preciosa y útil. Así, un necio es el que ha perdido su sabiduría y sus nociones rectas de Dios y de las cosas divinas que fueron comunicadas al hombre con ocasión de la creación; un muerto en pecado, si bien uno
que no está tan desprovisto de facultades racionales como de la gracia de estas facultades; uno que posee razón, pero que abusa de su razón. Stephen Charnock
Dijo el necio en su corazón: No hay Dios. ¡Qué terrible es la corrupción que hace que toda la raza adopte como deseo de su corazón este «¡no hay Dios!» C. H. S.

Los demonios creen y reconocen cuatro artículos de nuestra fe (Mateo 8:29):
1) Reconocen a Dios;
2) reconocen a Cristo;
3) el día del juicio;
4) que serán atormentados allí; de modo que el que no cree que hay Dios es más vil que el diablo.
El negar que haya Dios es una clase de ateísmo que no se halla en el infierno.
En la tierra hay muchos ateos.
En el infierno, ninguno.
—T. Brooks
Sería preferible que un hombre creyera que él mismo no existe, y que él no es un ser, a que no crea que hay Dios; porque él puede dejar de ser, y hubo un tiempo en que no era, y será cambiado de lo que es, y en muchos períodos de su vida no sabe lo que es; y esto ocurre cada noche mientras duerme; pero ninguna de estas cosas pueden ocurrir a Dios; y si este hombre no lo sabe, es un necio.
En la aflicción, el ateo tiene que ser la más desgraciada y solitaria de todas las criaturas. Hace unos treinta años estaba en un barco con una de estas criaturas ponzoñosas, cuando se levantó una terrible borrasca. El fue el que se asustó más. Con el barco dando tumbos, cayó de rodillas ante el capellán y confesó que había sido un ateo ruin y que había negado al Ser supremo desde que tenía uso de razón.
El buen hombre quedó anonadado, y corrió pronto la voz de que en el barco había un ateo, en la cubierta superior. Varios de los marineros comunes, que no habían oído nunca la palabra antes, pensaron que se trataba de algún pez extraño; pero se quedaron aún más sorprendidos cuando vieron que era un hombre y oyeron de su propia boca «que nunca había creído hasta aquel día que hubiera Dios».
Mientras se hallaba postrado en las agonías de la confesión, uno de los sencillos marineros susurró al contramaestre «si no harían bien echándolo por la borda». Pero ya estábamos a la vista del puerto, cuando de repente el viento amainó y el penitente, relapsado, pidió a todos los que habían estado presentes que eran caballeros, que no dijeran nada a nadie de lo que había pasado.
Al cabo de un par de días de haber desembarcado, uno de los de la compañía empezó a
chancearse de él por su devoción cuando estaba a bordo, si bien él lo negó con tanto hincapié que se hacía evidente que uno de los dos estaba mintiendo. La cosa terminó en un duelo. El ateo fue herido y empezó a manar sangre en abundancia, con lo cual volvió a ser un buen cristiano como cuando estaba en el mar, hasta que se hizo evidente que la herida no era mortal. Actualmente es incluso famoso, y escribe folletos en contra de las opiniones de los que aceptan la existencia de las hadas. Joseph Addison en El hablador.
La lechuza del ateísmo,
Volando con sigilosas alas por la luna,
Deja caer sus mortecinos párpados,
Las cierra bien, y ulula:
¿Dónde se halla este glorioso sol de que os jactáis?
—Samuel Taylor Coleridge
Así que el texto nos presenta estos tres puntos: ¿Qué es?: Un necio. ¿Qué dice?: No hay Dios.
Ahora añade: En su corazón. No es el necio natural, sino moral, este necio del que habla David, la persona malvada, carente de gracia, pues éste es el sentido del término original. ¿Qué ha hecho este necio? Sin duda nada; sólo ha dicho. ¿Qué es lo que ha dicho? Nada tampoco; sólo ha pensado; porque decir en el corazón es sólo pensar. Richard Clerke (uno de los traductores de la Biblia inglesa).
No hay quien haga el bien. Excepto allí donde reina la gracia, no hay quien haga el bien; no hay bien alguno; la humanidad, caída y degradada, es un desierto sin un oasis, una noche sin una estrella, un estercolero sin una joya, un infierno sin fondo. C. H. S.
Vers. 3. A una se han corrompido. La única razón por la que no vemos más claramente esta corrupción es porque estamos acostumbrados a ella, tal como el que trabaja diariamente en un ambiente apestoso deja de percibir el hedor en medio del cual se encuentra. C. H. S.
No queda nada ya, para días futuros,
Que se pueda añadir a la lista de crímenes;
Los hijos, resignados, deben sentir deseos
Que no pueden ser peores que los de sus padres.
EI vicio ha alcanzado su cenit.
—Juvenal. Sátira 1
El texto lo ha dicho positivamente. Lo repite negativamente: No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. El Espíritu Santo no está contento con decir todos y conjuntamente, sino que añade estos negativos: «no», «ninguno», «ni siquiera uno».
Vers. 4. Que devoran a mi pueblo como si comiesen pan. Como las carpas en una laguna se comen a los peces más pequeños, y las águilas hacen presa de otros pájaros, y los lobos descuartizan las ovejas del prado, lo mismo los pecadores, de modo natural, y siguiendo su curso, persiguen, calumnian y se mofan de los seguidores del Señor Jesús. C. H. S.
Los malvados corren el riesgo de condenar sus propias almas con tal que puedan usar la daga sobre los que son la niña del ojo de Dios. Lewis Stuckey
Cuando halles una serpiente sin colmillos o un leopardo sin manchas, puedes esperar hallar un mundo malvado sin odio a los santos. Si el mundo aborreció a Cristo, no es de extrañar que nos aborrezca a nosotros. «El mundo me aborreció a mí antes que os aborreciera a vosotros» (Juan 15:18). ¿Por qué ha de aborrecer alguien a, Cristo? Esta paloma bienaventurada carecía de hiel;
esta rosa de Saron exhalaba suave perfume; pero esto muestra la bajeza del mundo, que es un mundo que odia a Cristo y desgarra a los santos. Thomas Watson
Vers. 6. De los planes del desvalido hacéis burla vosotros, pero Jehová es su esperanza. Esto ilustra dulcemente el cuidado que tiene Dios de sus pobres, no meramente los pobres de espíritu, sino literalmente, los pobres y humildes, los oprimidos y los ultrajados Es este carácter de Dios el que se halla delineado de modo conspicuo en su Palabra. Podemos ir a los Vedas de los hindúes, al Corán de los mahometanos, considerar la legislación de los griegos, el código de los romanos, y aun el Talmud de los judíos, el más amargo de todos; pero en ninguna línea o en
ninguna página hallaremos rastro de la ternura, compasión, simpatía por las injusticias, opresiones, aflicciones y tribulaciones de los pobres de Dios que se muestra de manera constante en casi cada página de la Biblia cristiana. Barón Bouchier
El sabio confía en su sabiduría, el fuerte en su fortaleza, el rico en sus riquezas; pero, para ellos, el confiar en Dios es la mayor necedad del mundo. John Owen
Vers. 7. ¡Oh, quién nos diese que de Sión saliera la salvación de Israel! Cuando Jehová haga volver a los cautivos de su pueblo, se gozará Jacob y se alegrará Israel. Es natural esta conclusión para la plegaria, porque ¿qué podría convencer de modo más efectivo a los ateos, derribar a los perseguidores, detener el pecado, asegurar la piedad sino la aparición manifiesta de la gran salvación de Israel? La venida del Mesías ha sido el deseo de los fieles en todas las edades, y aunque El ya ha venido como ofrenda por el pecado para expiar nuestra iniquidad, esperamos que venga por segunda vez, sin ofrenda para el pecado, para salvación. C. H. S.
La aflicción es como si dijéramos la salsa de la oración, como el hambre lo es para el pecado.
Verdaderamente la oración es, en general, insulsa para el que no está afligido, y muchos de ellos no oran verdaderamente, sino más bien falsifican una oración de rutina, una oración por la costumbre. Wolfgang Musculus
La cautividad es la de nuestras almas a la ley de la concupiscencia, de nuestros cuerpos a la ley de la muerte; la cautividad de nuestros sentidos al temor; cautividad, la conclusión de la cual está expresada con tanta hermosura por uno de nuestros mayores poetas, a saber, Giles Fletcher, en su Cristo triunfa sobre la muerte:
Ahora no cuelga pena alguna de su frente;
Ni palidez de enfermedad hay en su rostro;
La edad no pone hebras de plata en su cabello;
Ni desnudez ni pobreza dañan al cuerpo;
Ni el temor de la muerte anula el goce de la vida;
No hay pesadillas vanas que causen desazón;
No hay pérdida, dolor, cambio ni espera
Que altere ahora el suave deslizarse de sus horas.
Citado por John Mason Neale

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