martes, 13 de septiembre de 2011
Salmo 28, Tesoros de David: Charles Spurgeon
Decían los antiguos que hay una espina en el pecho del ruiseñor que le hace cantar. Las aflicciones de David dan elocuencia a su santo Salterio. C. H. S.
Vers. 1. A Ti clamaré, oh Jehová. Roca mía. Será en vano clamar a las rocas en el día del juicio, pero nuestra Roca escucha nuestros clamores. C. H. S.
Es de la mayor importancia que tengamos un objeto definido en que fijar nuestros pensamientos.
«Invócame, y te responderé, y te mostraré grandes proezas que tú no sabes.» Uno que le está mirando desde arriba le escucha, se prepara para contestarle. Querido lector, en tiempo de tribulación no desvaríes, que tus pensamientos no vayan de un lado a otro buscando un punto en que fijarse. «A Ti clamaré...» Feliz el hombre que siente y sabe que cuando llega la tribulación no tiene que estar perplejo y confuso por el golpe, por fuerte que sea. PHILIP BENNETT POWER
Roca mía. «Cristo en su persona, Cristo en el amor de su corazón y Cristo en el poder de su brazo es la Roca sobre la cual reposamos.» K. ARVINE
No te desentiendas de mí. Su silencio llena de temor al ansioso suplicante. ¡Qué caso tan terrible sería si el Señor se quedara para siempre silencioso ante nuestas oraciones! C. H. S.
¿Qué deseamos que nos diga Dios? Queremos que nos haga saber que nos escucha; queremos oírle que nos habla de modo claro a nosotros, tal como sabemos que nosotros le hemos hablado.
«Se nos dice» -dijo Rutherford sobre la demora del Salvador en contestar la petición de la mujer sirofenicia- «"que Él no le contestó una palabra"», pero no se nos dice que "Él no oyó una palabra". Cristo escuchaba, aunque con frecuencia no diera respuesta. El que no responda es una respuesta, y nos dice "Sigue orando, sigue y clama, porque el Señor mantiene la puerta cerrada",
no para que te quedes fuera, sino para que llames, y llames más, y entonces se te abrirá.» PHEUP BENNETT POWER
Para que no sea yo. . . semejante a los que descienden al sepulcro. Con horror secreto oigo que algunos blasfeman los dones inefables de tu gracia, y ridiculizan la fe y el fervor de los fieles, como si fuera imbecilidad mental. Temo que insensiblemente yo mismo me engañe hasta disfrazar mi timidez culpable con el nombre de prudencia. Sé que es imposible agradar a la vez al mundo corrupto y al Dios santo, y, con todo, estoy perdiendo de vista esta verdad.
Fortaléceme, oh Señor, contra estos descensos tan perjudiciales para tu gloria, tan fatales para la fidelidad debida a Ti. JEAN MASSILLON
Vers. 2. Oye la voz de mis ruegos. Una oración silenciosa puede hablar con voz más alta que los gritos de los sacerdotes que se esforzaban por despertar a Baal con sus gritos. C. H. S.
Cuando alzo mis manos hacia tu santo templo. Extendemos nuestras manos vacías porque somos mendigos; las levantamos porque buscamos provisiones celestiales; las elevamos hacia el propiciatorio de Jesús. C. H. S.
Vers. 3. No me arrebates juntamente con los malos. Éstos serán arrastrados al infierno, como leños echados al fuego, como haces en una hoguera. David teme que sea atado en un haz y arrastrado a su perdición.
Los cuales hablan paz con sus prójimos, pero la maldad está en su corazón. Palabras blandas, untuosas por el amor fingido. Sería mejor estar encerrado en un pozo con serpientes que obligado a vivir entre mentirosos. C. H. S.
El amor fingido es peor que el odio; la amistad falsificada es peor una mentira. THOMAS WATSON
Vers. 4. Lector infiel, ¿cuál será tu destino cuando el Señor te juzgue? Nuestros «intentos» son considerados como si fueran «actos»; los juzga tanto la voluntad como el hecho, y castiga o recompensa en consecuencia conforme a sus obras. C. H. S.
Es indudable que si la carne nos impulsa a vengarnos, el deseo es malo a la vista de Dios. Él prohíbe las imprecaciones de mal sobre nuestros enemigos como venganza. El santo profeta no se siente inflamado aquí, por su aflicción personal, a invocar la destrucción de sus enemigos, sino que poniendo a un lado el deseo de la carne, enjuicia la cosa en sus propios méritos. Antes que un hombre pueda clamar pidiendo venganza, pues, contra los malvados, primero tiene que desembarazarse de todos los sentimientos impropios en su propia mente, algo que sucedía incluso a los discípulos de Cristo. En resumen, David, estando libre de malas pasiones, ruega
aquí, no en favor de su propia causa, sino por ser la causa de Dios. JUAN CALVINO
Gran Dios, Tú desde el principio te has venido ocupando solamente de la salvación de los hombres. La misma benevolencia hacia la humanidad requiere tus truenos contra estos corruptores de la sociedad. Sus labores incesantemente alejan a los hombres de Ti, Dios mío, y en justo pago Tú les apartarás de Ti para siempre y tendrán la desoladora consolación de ser ellos mismos así por toda la eternidad. ¡Espantosa necesidad la de odiarte a Ti para siempre! JEAN MASSILLON
Dales conforme a sus obras. Medita en la justicia de Dios, que no es sólo su voluntad el castigar el pecado, sino que es también su naturaleza. Dios no puede por menos que aborrecer el pecado, porque es santo; y no puede por menos que castigarlo. Dios no puede renunciar a su propia naturaleza para satisfacer nuestros caprichos. CHRISTOPHER FOWLER
David ora contra sus enemigos, siendo guiado por el Espíritu infalible de la profecía, viendo a estos hombres como los enemigos de Cristo, y de su pueblo, en todas las edades. DAVID DICKSON
Dales su merecido... Él los destruirá. Por tanto, si los verbos en todos estos pasajes fueran traducidos en futuro, se vería claramente que son, precisamente, profecías de los juicios divinos que ya han sido ejecutados contra los judíos. GEORGE HORNE
Vers. 6. Bendito sea Jehová. Nuestro Salmo ha sido una oración hasta este punto, y ahora se transforma en alabanza. Los que oran bien, pronto van a alabar bien: la oración y la alabanza son los dos labios del alma; dos altares; dos de los lirios de Salomón. C. H. S.
Vers. 7. Jehová es mi fortaleza y mi escudo. Si se le añade fortaleza, en caso de que la carga se duplique, la fortaleza se triplica, y la carga no será más pesada, sino más liviana. Si no podemos llevar la carga con nuestra propia fuerza, ¿por qué no hemos de poderla llevar con la fuerza de Jesucristo? ¿Podemos tener la fortaleza de Jesucristo? Sí, esta misma fortaleza nos es entregada por la fe y, por tanto, la fortaleza de Cristo es nuestra, que ha pasado a nosotros. ISAAC AMBROSE Por lo que exulta de gozo mi corazón,, y con mi cántico le alabaré. Alabemos al Señor y regocijémonos en El. Es bueno que seamos más como la alondra y menos como el cuervo. Cuando Dios nos bendice, nosotros deberíamos alabarle con todo nuestro corazón. C. H. S.
Vers. 8. Jehová es la fortaleza de su pueblo. No la mía solamente, sino la fortaleza de cada creyente. Porque estamos seguros que hay bastante para todos y para cada uno. MATTHEW HENRY
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