miércoles, 26 de septiembre de 2012

Tesoros de David, Salmos 44 de Charles Spungeon


Salmos 44

Título: «Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré». El título es similar al del Salmo cuarenta y dos, y aunque esto no es prueba de que sea por el mismo autor, lo hace muy probable.

No hay que buscar otro escritor para ninguno de los Salmos cuando David es suficiente, y por tanto nos resistimos a adscribir este canto sagrado a otro que no sea el gran Salmista, por más que no sepamos a qué período de su vida pueda corresponder. Las últimas líneas presentan mucha semejanza con los famosos versos de Milton sobre la matanza
San Ambrosio observa que en Salmos anteriores hemos visto una profecía de la pasión resurrección y ascensión de Cristo, y de la venida del Espíritu Santo, y que aquí se nos enseña que hemos de estar preparados para luchar y sufrir para que aquellas cosas nos sean provechosas.

La voluntad humana debe obrar conjuntamente con la gracia divina. Christopher Wordsword 

Vers. 1. Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído. El oír con los oídos nos afecta de modo más sensible que el leer con los ojos; debemos tener esto en cuenta y aprovechar toda oportunidad posible para proclamar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo de viva voz, puesto que es el modo de comunicación más efectivo.

Nuestros padres nos han contado. Cuando los padres tienen la lengua trabada para hablar religiosamente a sus hijos. ¿es necesario extrañarnos de que los corazones de los hijos queden trabados por el pecado? la conversación religiosa no tiene por qué ser aburrida; en realidad no puede serlo, como en este caso, si trata más de hechos que de opiniones. C. H. S.

La obra que hiciste. ¿Por qué sólo la obra en singular, cuando hay tantas, innumerables, liberaciones que han sido obradas por El, desde el pasaje del mar Rojo a la destrucción de los ciento ochenta y cinco mil en el campo de los asirios? Porque todo esto no son más que tipos de la gran obra que procede de la mano del Señor, en que Satanás es vencido, la muerte destruida y el reino de los cielos abierto a todos los creyentes. AMBROSIO 
En tanto que los cánticos de otras naciones exaltan el heroísmo de sus antepasados, los cánticos de Israel celebran las obras de Dios. Augustus F. Tholuck

Vers. 2. Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos. ¡Qué hermosa es la misericordia cuando se halla al lado de la justicia'. ¡Los rayos esplendorosos de la estrella de la gracia en medio de la noche de la ira! Es un pensamiento solemne el de que la grandeza del amor divino tenga su contrapartida en la grandeza de su indignación.

Vers. 3. Porque no se apoderaron de la tierra por su espada. El pasaje se puede considerar como una hermosa parábola de la obra de la salvación; los hombres no son salvados sin oración, arrepentimiento, etc., pero ninguna de estas cosas salva al hombre; la salvación es totalmente del Señor. Canaán no fue conquistada sin los ejércitos de Israel, pero es también cierto que no fue conquistada por ellos; el Señor fue el conquistador, y el pueblo no fue sino un instrumento en sus manos.

Vers. 5. Contigo embestíamos a nuestros enemigos; en tu nombre hollábamos a nuestros adversarios. Observa bien que todas las conquistas de estos creyentes se dice que fueron hechas «por Ti», «en tu nombre»; no olvidemos esto nunca, para que no emprendamos una campaña por nuestra cuenta y fallemos ignominiosamente. Por otra parte, no caigamos en el pecado igualmente peligroso de la desconfianza, porque el Señor puede poner al más débil de nosotros a la altura de las circunstancias.

Vers. 6. No estaba mi confianza en mi arco, ni mi espada me hizo vencedor. Brazo de carne, ¿cómo te atreves a confiar en ti? ¿Cómo me atrevo a acarrear sobre mí la maldición de los que confían en el hombre? C. H. S.

Cuanta menos confianza tenemos en nosotros mismos o en cualquier otro, aparte de Dios, más evidencia tenemos de la sinceridad de nuestra fe en Dios. David Dickson

Vers. 8. En Dios nos gloriábamos todo el día. ¡Qué bendito gloriarse es éste! Es el único gloriarse que es aceptable. Todo maná producía gusanos y hedía si se dejaba, excepto el que era colocado delante del Señor; y todo gloriarse es aborrecible excepto el gloriarse en el Señor, que es elogioso y agradable.

Vers. 11. Nos has esparcido entre las naciones. Todo esto es adscrito al Señor como permitido por El, y aun designado por su decreto. Es apropiado seguir nuestras penas hasta la mano de Dios, porque sin duda vienen de allí. C. H. S.

Vers. 12. Has vendido a tu pueblo de balde. Refiriéndose al sitio de Jerusalén por Tito, Eusebio dice: «Muchos fueron vendidos por poca cantidad; había muchos para vender, pero pocos para comprar.»

Vers. 13. Por escarnio y por burla de los que nos rodean. El ser un escarnio de fuertes y débiles, superiores, iguales e inferiores es difícil de sobrellevar. Los dientes del escarnio penetran hasta los huesos.

Vers. 14. Nos pusiste por proverbio entre las naciones; todas al vernos menean la cabeza. El mundo no conoce su nobleza y no tiene vista para la verdadera excelencia; halló una cruz para el Maestro y no se puede esperar que conceda coronas a sus discípulos.

Vers. 17. Todo esto nos ha sobrevenido, y no nos habíamos olvidado de Ti. Cuando en medio de nuestras aflicciones podemos mantenernos adheridos a Dios en obediencia amorosa las cosas van bien. La verdadera fidelidad puede resistir un trato duro. Los que siguen a Dios por lo que sacan de ello, van a dejarle cuando se agita la persecución, pero no el creyente sincero; éste no olvidará a su Dios aunque venga lo peor de lo peor. C. H. S.

Eusebio, narrando las crueldades infligidas por el tirano oriental Maximino a los cristianos, dice: «Prevaleció contra toda clase de personas, con la excepción de los cristianos, que despreciaban la muerte y despreciaban su tiranía.» 
Los hombres sufrieron ser quemados, decapitados, crucificados, ser devorados por fieras, ahogados en el mar, tullidos y asados sus miembros, ensangrentados, que les sacaran los ojos y magullaran todo el cuerpo; además, hambre y cárceles; en una palabra, sufrieron toda clase de tormento por el servicio de Dios, antes que abandonar la adoración a Dios y abrazar el culto a los ídolos.» 
Las mujeres, asimismo, no fueron inferiores a los hombres en el poder de la Palabra de Dios, y se revistieron de valor, por lo que algunas sufrieron las torturas con los hombres y alcanzaron las mismas cumbres de valor.» De La Historia Eclesiástica de Eusebio Pánfilo

Vers. 17-19. Ni la persecución de los hombres ni la mano disciplinante de Dios hacían ceder a los santos de antaño. Los creyentes se asemejan a la luna en que ésta surge del eclipse al seguir en movimiento, y no cesa de brillar porque los perros ladren al verla. ¿Cesaremos en nuestra profesión porque otros no cesan en su persecución? Killiam Secker

Vers. 18. No se ha vuelto atrás nuestro corazón. La piedad sincera ha pasado a ser un motivo de ridículo para el ingenio fanfarrón de este mundo ateo que se pavonea. John Flavel

Nuestro entendimiento y nuestra mente son idénticos a lo que eran en un día de verano, por más que ahora nos hallemos en medio de una borrasca de invierno; aunque ahora nos veamos afligidos, zarandeados, fracturados y perseguidos, a pesar de ello nuestro corazón no se ha echado atrás; nuestra mente, voluntad, afectos y conciencia, nuestra alma toda, es la misma hoy que antes. Thomas Brooks

Vers. 19. Para que nos quebrantases en el lugar de chacales. El mantenerse fiel a un Dios que nos disciplina, aun cuando los golpes desbaratan nuestros goces y los esparcen, es ser tales que el Señor se deleita en nosotros. Es mejor ser quebrantado por Dios que separado de Dios.

Vers. 20. Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios. Esto sería el primer paso hacia la apostasía; los hombres primero olvidan lo verdadero, y luego adoran lo falso. C. H. S.

Vers. 21. Porque Él conoce los secretos del corazón. Un hombre piadoso no se atreve a pecar secretamente. Sabe que Dios ve en secreto. Como Dios no puede ser engañado por nuestra sutileza, tampoco puede ser puesto a un lado con nuestro sigilo. Thomas Watson

Vers. 22. Pero por tu causa nos matan cada día, etc. Corremos por el bosque y nos cazan con perros. Se nos llevan atados de pies y manos como corderos que no abren su boca. Nos acusan de ser personas sediciosas y herejes. Somos llevados como ovejas al matadero. Muchos están oprimidos y amarrados, y su cuerpo desfallece. Algunos se han desmoronado por el sufrimiento y mueren sin culpa alguna.

Aquí vemos la paciencia de los santos sobre la tierra. Liemos de ser probados por el sufrimiento aquí. A los fieles les han colgado de árboles, estrangulado, descuartizado, ahogado abierta y secretamente. No sólo los hombres, sino también las mujeres y doncellas han dado testimonio de la verdad: que Jesucristo es la verdad y el único camino a la vida eterna. De Un martirologio de las iglesias de Cristo, comúnmente llamadas Bautistas, editado por E. B. Underhill

Somos contados como ovejas para el matadero. De Piamonte y Smithfield, de la matanza de san Bartolomé y las persecuciones de Claverhouse, esta apelación asciende a los cielos, en tanto que las almas bajo el altar siguen clamando venganza. No siempre clamará la iglesia de esta manera, porque su oprobio será recompensado, y su triunfo es seguro. C. H. S.

Vers. 23. Despierta; ¿por qué duermes, Señor? Y Salmo 121:4: «He aquí, no dormirá ni se adormecerá el que guarda a Israel.» Si Dios no está durmiendo, ¿por qué la iglesia le llama tantas veces para que se despierte? Si ha de ser despertado del sueño, ¿por qué dice el Salmista que nunca duerme? ¿No vemos aquí una contradicción?

Respuesta: Una cosa es que la iglesia afligida clame en el ardor de sus sufrimientos, y otra lo que el Espíritu de la verdad dice para el consuelo de los santos. Lo mejor que pueden hacer los santos y mártires durante la tormenta es ir a Dios, como hizo Pedro en el mar (cuando Cristo dormía a la popa de la barca), con tanta insistencia en la oración como si el Señor no sintiera más su agonía

que Jonás la angustia de los marineros a punto de perecer en el mar agitado, hasta que le dijeron: «¿Qué haces aquí, dormilón? ¡Despiértate!» Los santos tienen tanta familiaridad con Dios en la oración que parece corno si El estuviera al lado de su cama. William Streat

No nos deseches para siempre. Al pensar lo que los santos han sufrido de sus altivos enemigos, nos unimos con el bardo del Paraíso a la voz del clamor del mártir: 
Venga, ¡oh Señor!, a tus santos diezmados,
Sus huesos esparcidos por los Alpes;
Los que guardaron pura la fe antigua,
Cuando nuestros antepasados adoraban
Leños y piedras. Sí, no los olvides,
Porque en tu libro se hallan registrados
Sus gemidos, y eran tus ovejas.
                                                  —MILTON en Matanza en el Piamonte

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