miércoles, 9 de enero de 2013

Tesoros de David, Salmos 46, Charles Spungeon



Título: «Al músico principal». Al que podía cantar otros Salmos, también podía confiársele esta noble oda. Los coritos pueden ser dejados para los músicos comunes, pero el artista más hábil de Israel es el que se ha de encargar de la ejecución de este canto, con las voces más armoniosas y la música más selecta.
Tema: Suceda lo que suceda, el pueblo de Dios es dichoso y está seguro; ésta es la doctrina del Salmo, y para ayudar a nuestra memoria podría ser llamado «El Cántico de la Santa Confianza», si no fuera que por el amor del gran reformador a este himno conmovedor probablemente seguirá recordándose como el Salmo de Lutero. C. H. S.
Cantamos este Salmo en alabanza a Dios porque Dios está con nosotros y poderosa y milagrosamente preserva y defiende a su Iglesia; a su Palabra contra todos los espíritus fanáticos, contra las puertas del infierno, contra el odio implacable del diablo y contra todos los asaltos del mundo, la carne y el pecado.

Martin Lutero
Lutero y sus compañeros, con su osadía frente al peligro y la muerte en defensa de la causa de la verdad, pasaron momentos en que sus sentimientos eran semejantes a los del divino cantor, que dijo: «¿Por qué estás abatida, oh alma mía?» Pero en estas horas el reformador denodado decía alegremente a su amigo Melanchthon: «Ven, Felipe, cantemos el Salmo cuarenta y seis»; y 10 cantaban en la propia versión de Lutero:
Castillo fuerte es nuestro Dios,
Defensa y buen escudo,
Con su poder nos librará
En este trance agudo.
Aun si están demonios mil
Prontos a devorarnos,
No temeremos, porque Dios
Sabrá aún prosperarnos.
—S. W. CHRISTOPHERS en
Los himnos y sus escritores

Vers. 1. Dios es nuestro amparo y fortaleza. No en nuestros ejércitos o nuestras fortalezas. Israel se gloriaba en Jehová, el único Dios vivo y verdadero. Los otros se jactaban de sus castillos inexpugnables, colocados en peñascos inaccesibles y reforzados con puertas de hierro, pero Dios es un refugio mucho mejor de la tribulación que todos éstos; y cuando llega el momento de llevar
la guerra a los territorios enemigos, el Señor pone á su pueblo en mejores condiciones que todo el valor de las legiones o la fuerza de los carros y los caballos.
«El es mi refugio y fortaleza.» No olvidemos el hecho de que Dios es nuestro refugio tanto ahora mismo, en este presente momento, como lo era cuando David escribió estas palabras. Dios solo es nuestro todo. Todos los demás refugios son refugios de mentiras; toda otra fuerza es debilidad, porque el poder pertenece a Dios; pero como Dios es suficiente en todo, nuestra defensa y poder están a la altura de todas las situaciones apuradas. C. H. S.
Empieza abrupta pero noblemente; podéis confiar en quien queráis y en lo que os plazca, pero Dios (Elohim) es nuestro refugio y fortaleza. Nuestra ayuda presente. Una ayuda que es poderosa y efectiva en los apuros y dificultades, Las palabras son muy enfáticas: «ezrah betsaroth nimtsa meod»: «El se ha demostrado una ayuda extrema o superlativa en las dificultades.» Esto hemos
hallado en El, y por tanto celebramos su alabanza. Adam Clarke

Vers. 2. Por tanto, no temeremos. ¡Con Dios a nuestro lado sería irracional temer! Allí donde está El hay todo el poder y todo el amor; ¿por qué, pues, hemos de temblar? C. H. S.
Aunque la tierra sea removida. John Wesley predicó en Hyde-Park con ocasión del terremoto que se sintió en Londres el 8 de marzo de 1750, y repitió estas palabras.
Y se traspasen los montes al corazón del mar. Aunque suceda lo peor, el hijo de Dios nunca debe perder su confianza; como Dios permanece fiel, no hay peligro para su causa o su pueblo.
Cuando los elementos se fundan por el calor, y los cielos y la tierra desaparezcan en la conflagración final, con serenidad contemplaremos «el naufragio de la materia y el estallido de los mundos», porque incluso entonces nuestro refugio nos preservará de todo mal, nuestra fuerza nos preparará para todo bien.

Vers. 4. Hay un río. La gracia divina fluye suavemente, fertilizando, un río que nunca mengua en caudal, que da refrigerio y consolación a los creyentes.
Cuyas corrientes -en sus varias influencias, porque hay muchas- alegran la ciudad de Dios, al asegurar a los ciudadanos que el Señor de Sión de modo infalible va a suplir todas sus necesidades. Las corrientes no son efímeras, como el Cherit; ni fangosas, como el Nilo; ni torrenciales, como el Kishon; ni traidoras, como los arroyos engañosos de Job; ni son aguas de «ningún valor»: como las de Jericó, son claras, frescas, abundantes, y alegran.
El gran temor de una ciudad oriental en tiempo de guerra era que su provisión de agua fuera cortada durante un sitio; si ésta era segura, la ciudad podía resistir ataques durante un período indefinido. En este versículo, Jerusalén, que representa la ciudad de Dios, se nos dice que está aprovisionada de agua, para mostrar el hecho de que en las temporadas de prueba la gracia que se
les dará les permitirá resistir hasta el fin. C. H. S.
¿Cuál es el río que alegra la ciudad de Dios? La respuesta es: Dios mismo es el río, según el versículo siguiente: «Dios está en medio de ella.»

1. Dios, el Padre, es el río: «Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua» (Jeremías 2:13).
2. Dios, el Hijo, es el río, la fuente de salvación: «En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia» (Zacarías 13:1).
3. Dios, el Espíritu, es el río: «El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva» (Juan 7:38). «El que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en una fuente de agua que salta para vida eterna» (Juan 4:14).
¿Cuáles son las corrientes de este río? Respuesta: las perfecciones de Dios, la plenitud de Cristo, las operaciones del Espíritu, y éstos corren en el cauce del pacto de la promesa. Ralph Erskine

La ciudad. La iglesia de Dios es como una ciudad:
1) Porque una ciudad es un lugar de seguridad.
2) Un lugar de sociedad; lo que uno necesita, el otro se lo proporciona; tienen interrelación mutuamente.
3) Un lugar de unidad, para que la gente viva allí en paz y concordia.
4) Un lugar de comercio y transacciones. Aquí hay el mercado de la gracia gratuita: «Venid, todo el que tenga sed...» Aquí hay la perla de gran precio que está a la venta.
5) Un lugar de libertad; libertad de la culpa del pecado, de la ira de Dios, de la maldición de la ley, del presente mundo malo, de la esclavitud de Satanás, etc., etc.
6) Un lugar de orden y regularidad; tenía sus leyes y ordenanzas.
7) Un lugar de reposo confortable en que vivir, y esto en oposición a la soledad y el desierto.
8) Un lugar de privilegios.
9) Un lugar de pompa y esplendor; allí está el rey, la corte, el trono.
10) Un lugar de placer y de hermosura (Salmo 48:2). Ralph Erskine
El santuario de las moradas del Altísimo. El ser un templo para el Espíritu Santo es la porción deleitosa de cada santo; el ser un templo vivo para el Señor nuestro Dios es también el alto honor de la iglesia en su capacidad corporativa. No tenemos un gran Dios en la naturaleza y un Dios pequeño en la gracia, no; la iglesia contiene una revelación tan clara y convincente de Dios como las obras de la naturaleza, y aún más asombrosa, en la gloria excelente que brilla entre los
querubines, que están sobre el propiciatorio, que es el centro y punto de reunión del pueblo del Dios vivo. C. H. S.

Vers. 5. Dios está en medio de ella. Su ayuda es, pues, segura y cercana. Si está sitiada, entonces El mismo está sitiado con ella, y podemos estar seguros que El se abrirá paso entre sus adversarios. Cuán cerca está el Señor de las angustias de los santos residiendo, como reside, en medio de ellos! C. H. S.
La iglesia se extiende porque su Dios está en medio de ella. Cuando en algún tiempo ha olvidado su dependencia de la intercesión invisible de su Cabeza, y la energía de la gracia de su Espíritu, como Sansón, se ha visto privada del cabello de su gran fuerza y ha pasado a ser el hazmerreír de los filisteos. William Binnie D. D.
Los enemigos de la iglesia pueden agitarla como las olas a un corcho, pero no pueden estrellarla contra las rocas. Puede mojarse en el agua como una pluma, pero no se hundirá como un plomo.
El que es un pozo de agua dentro de ella para guardarla de desmayar, también se verá que es un muro de fuego a su alrededor para impedir que caiga. Puede ser probada, pero nunca destruida.
Su fundamento es la Roca de los Siglos, y su defensa los brazos eternos. William Secker
Cuando los papistas se engallaban, y Melanchthon, a veces, tenía miedo que la recién nacida Reforma fuera sofocada sin remisión, Lutero acostumbraba a consolarle con estas palabras: «Si perecemos, Cristo ha de caer también ("El está entre nosotros"), y si ha de ser así, que sea; yo prefiero perecer con Cristo, que es el gran soberano del mundo, que prosperar con el César.» John Collings
Dios la ayudará al clarear la mañana. El Señor se levantará pronto. Nosotros somos tardíos en recibirle, pero El nunca lo es en ayudamos. La impaciencia se queja de las demoras divinas, pero en realidad el Señor no tarda respecto a su promesa. La prisa del hombre es a veces locura, pero las dilaciones aparentes de Dios siempre son sabias, y cuando se ven debidamente, no son demoras en absoluto. C. H. S.
Por tanto, nota que todas las grandes liberaciones obradas en la Santa Escritura lo fueron tan temprano que se puede decir que ocurrieron en medio de la noche. Así Gedeón, con sus cántaros y antorchas contra los madianitas; así Saúl cuando salió contra Nahás, el amonita; lo mismo Josué cuando fue en socorro de Gibeón; lo mismo Sansón cuando se llevó en triunfo las puertas de Gaza; como los reyes asociados bajo la guía de Eliseo, en su expedición contra los moabitas, en que ellos, siguiendo las órdenes de Dios, llenaron el terreno de zanjas, y el reflejo del sol en las aguas engañó a los moabitas, que creyeron era sangre y los atrajo a su destrucción. Michael Ayguan
Al clarear la mañana. La restauración de los judíos será uno de los primeros sucesos que ocurrirán en el segundo adviento. Será realizada al clarear la mañana de aquel día, «cuando el Sol de justicia se levantará y en sus alas traerá salud.» Samuel Horsley

Vers. 6. Braman las naciones. Las naciones estaban en furioso tumulto; estaban congregadas contra la ciudad del Señor como lobos hambrientos para atacar a su presa; espumando y rugiendo como mar embravecido.

Se tambalean los reinos. Una confusión general se apoderó de la sociedad; los invasores estaban agitando en sus dominios y azuzando a la población para lanzarse a la guerra; y desolaban los otros territorios en su marcha devastadora hacia Jerusalén. Las coronas caían de las cabezas reales, los tronos antiguos se tambaleaban como árboles sacudidos por la tempestad, poderosos imperios eran descuajados como pinos por la borrasca; todo estaba en confusión, y el desmayo se había apoderado de los que no conocían al Señor.
Lanza El su voz, y se derrite la tierra. ¡Qué poderosa es la palabra de Dios! ¡Qué potente es el Verbo encarnado! ¡Oh, si esta palabra viniera de la gloria excelente ahora mismo, para derretir todos los corazones en amor a Jesús y poner término para siempre a todas las persecuciones, guerras y rebeliones de los hombres! C. H. S.

Vers. 7. Nuestro refugio. «Los conejos son animales débiles, pero tienen sus madrigueras en las rocas». Están seguros en las rocas si pueden llegar allí, aunque sean muy débiles ellos mismos.
Así la iglesia, aunque perseguida por sus enemigos sanguinarios, y aunque débil de por si, con todo, bajo el ala del Dios de Jacob no teme nada, porque está segura. El es nuestro refugio.
Sería valorar en poco a Dios si temiéramos a las criaturas cuando Él está con nosotros. Antígono, cuando oyó que sus soldados estaban considerando cuántos eran sus enemigos, se puso en medio de ellos y les preguntó: «¿Y cuántos contáis a mi lado?» John Strickland

Vers. 8. Venid, ved las obras de Jehová. Haríamos bien en notar también cuidadosamente los tratos providenciales de nuestro Dios del pacto y percibir rápidamente su mano en las batallas de su iglesia. Siempre que leemos historia, tendría que ser con este versículo sonando en nuestros oídos. Deberíamos leer el periódico con el mismo espíritu, para ver en qué forma la Cabeza de la iglesia rige a las naciones para el bien de su pueblo, como José gobernó a Egipto por amor a Israel. C. H. S.
Dios quiere que sus obras sean bien observadas, y especialmente cuando ha obrado alguna gran liberación en favor de su pueblo. De entre todas las cosas, no puede tolerar que se le olvide. John Trapp
Que ha puesto asolamiento en la tierra. El destruye a los destructores, deja desolados a los desoladores. ¡Qué bien queda demostrado este versículo! Las ciudades en ruina de Asiria, Babilonia, Petra, Basan, Canaán son nuestros instructores, y en tablas de piedra quedan registradas las obras del Señor. En cada lugar en que su causa y corona han sido menospreciadas ha seguido invariablemente la ruina; el pecado ha sido una plaga para las naciones y ha
convertido sus palacios en montones de ruinas. C. H. S.
Aquí se nos invita primero a una vista trágica. Somos llevados a la cámara de muerte para ver el rostro espectral de muertes y desolaciones por todo el mundo, no siendo posible que haya nada más horrible o espantoso. Se nos llama a ver montones de cadáveres; en canastas de cabezas, como se le mostró a Jehú; un espectáculo lastimoso, pero necesario.
Ved, pues, qué desolaciones ha hecho el Señor en la tierra. Desolaciones por medio de guerras; ¡cuántos campos han sido empapados de sangre y abonados por los cadáveres; cuántos millones de hombres han sido cortados, en todas las edades, a filo de espada!

Desolaciones por hambre, en que los hombres se han visto forzados a hacer de sus cuerpos el sepulcro de otros hombres, y madres que han devorado a sus hijos. Desolaciones de plagas y pestilencias, que han barrido a centenares de millares en una sola ciudad, según nos cuenta la historia. Joseph Hall

Vers. 9. Y quema los carros en el fuego. ¡Qué gloriosa será la victoria definitiva de Jesús en el día de su aparición, cuando todos sus enemigos morderán el polvo!
Vers. 10. Estad quietos, y conoced que yo soy Dios. Retirad las manos, enemigos. ¡Sentaos y esperad con paciencia, creyentes! ¡Reconoced que Jehová es Dios, vosotros los que sentís los terrores de su ira! Adoradle, y sólo a El, vosotros los que participáis de la protección de su gracia. Como nadie puede proclamar dignamente su naturaleza, que «el silencio exprese su alabanza». Las jactancias de los inicuos y los tímidos presentimientos de los santos ciertamente
deben cesar a la vista de lo que el Señor ha hecho en edades pasadas. C. H. S.
Como si el Señor hubiera dicho: «Ni una palabra, no intentéis replicar; veáis lo que veáis, quedaos quietos, callad; sabed que yo soy Dios y no doy cuenta de ninguno de mis actos.» Joseph CARRIL

Muchos altercan con Dios y no consideran el riesgo que ello supone. Cuidado, porque es espantoso altercar con Dios. ¿Quién puede decirle: «¿Qué haces tú?» Aarón fue prudente cuando, al ver que Dios hizo que el fuego destruyera a sus hijos, no dijo una palabra. Así pues, mientras llevamos el yugo, «sentémonos solos y callemos; pongamos la boca en el polvo, por si aún hay esperanza» (Lamentaciones 3:28, 29).
Como sabemos, las murmuraciones de los hijos de Israelíes costaron muy caras. Estate quieto, esto es, vigila, no murmures contra mí dice el Señor-. Dios no da cuenta de sus cosas porque puede haber muchas cosas que no comprendemos; y, por ello, podemos pensar que es mejor quererlas, y mucho más, por el crédito de Dios y de la iglesia.

Repito: Dios no da cuenta de sus actos a nadie. Por tanto, abstengámonos de sacar conclusiones precipitadas. Sermón de Richard Cameron predicado tres días antes de su muerte en Airsmoss La razón por la que el pecador presuntuoso no tiene miedo, y el alma ansiosa tanto, es el no hacerse cargo de que Dios es tan grande; por tanto, para curar a uno y otro, la consideración seria de Dios bajo esa noción es la debida: Estad quietos, y sabed que yo soy Jehová; como si hubiera
dicho: «Sabed, inicuos, que Yo soy Dios, que puedo vengarme cuando me plazca de vosotros, y cesad de provocarme con vuestros pecados, para vuestra propia confusión; y además sabed, almas temblorosas, que Yo soy Dios; y por tanto puedo perdonar los mayores pecados, y cesad de deshonrarme con vuestros pensamientos de incredulidad.» Willliam Gurnall
La sola consideración de que Dios es Dios, es suficiente para acallar todas las objeciones a su soberanía. Jonathan Edward

Vers. 11. Jehová de los ejércitos está con nosotros. A Mr. Wesley, el martes, apenas se le podía entender con dificultad aunque intentó hablar varias veces.
Al fin, con toda la fuerza que le quedaba exclamó: «Lo mejor de todo es que Dios está con nosotros.»
Luego, levantando la mano y moviéndola en triunfo, exclamó de modo conmovedor: «Lo mejor de todo es que Dios está con nosotros.» Estas palabras parecen expresar los rasgos principales de toda su vida. Dios había estado con él desde la primera infancia; su providencia le había guiado a lo largo de sus múltiples peregrinajes en la vida; y ahora, cuando estaba a punto de entrar en el
«valle de la sombra de muerte», la misma mano le sostenía. De Wesley y sus coadjutores, por el Rev. W. C. Larrabee, A. M.

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