martes, 26 de marzo de 2013

Tesoros de David, Salmos 48 de Charles Spungeon


Salmos 48
Título: «Cántico y Salmo de los hijos de Coré». Un cántico de gozo y un Salmo de reverencia.
¡Ay!, no todo cántico es un Salmo, porque no todos los poetas han nacido del cielo, y no todo Salmo es un cántico, porque al acudir delante de Dios hemos de expresar confesiones penosas lo mismo que alabanzas exultantes.
gún su-ceso de la historia judía. Su autor y fecha son desconocidos. Registra la retirada de ciertos reyes confederados de Jerusalén, cuando les falló el coraje antes de dar un golpe.
 
Ver. 1. Grande es Jehová. Hasta, qué punto es grande, nadie puede concebirlo; pero podemos ver que El es grande en la liberación de su pueblo, grande en la estimación de los que son librados, y grande en los corazones de sus enemigos, a quienes desparramó con sus propios temores. En vez del grito de Efeso: «Grande es Diana», damos un testimonio razonable, demostrable y evidente por sí mismo: «Grande es Jehová.» C. H. S.
Mayor (Job 33:12); el mayor (Salmo 95:3). La misma grandeza (Salmo 95:3). Un grado que está
más alto que el superlativo. John Trapp

Vers. 2. El gozo de toda la tierra, es el monte de Sión. Jerusalén era la estrella del mundo; toda luz existente en la tierra la habían pedido prestada de los oráculos preservados en Israel. C. H. S.
Cuando estuve aquella mañana en la cumbre del Olivete y miré hacia abajo a la ciudad coronada por alturas almenadas y rodeada de fosos y barrancos oscuros, exclamé involuntariamente:
Hermoso por su situación, el gozo de toda la tierra, es el monte de Sión, a los lados del norte, la ciudad del gran Rey. Y, al mirar, los rayos rojos del sol del orto formaban un halo alrededor de la cima del castillo de David; luego teñían de oro los minaretes, y doraban la cúpula de cada mezquita e iglesia, y al final, bañados en una luz rubicunda, los terrados de la ciudad, y la hierba y el follaje, las cúpulas, pavimentos y los muros colosales de la Haram. Ningún humano podría sentirse decepcionado al ver por primera vez a Jerusalén desde el Olivete. J. L. Porter

Vers. 5. Y apenas la vieron, se maravillaron. Llegaron, miraron, pero no conquistaron. No hubo veni, vidi, vici para ellos. Tan pronto como percibieron que el Señor estaba en la Santa Ciudad se alejaron. Antes que el Señor entrara a golpes con ellos, se desmayaron y se dieron a la fuga. C. H. S.
 
Vers. 5, 6. Los potentados del mundo vieron los milagros de los apóstoles, el valor y constancia de los mártires y el incremento diario en la iglesia, a pesar de todas sus persecuciones; contemplaron con asombro el rápido progreso de la fe por todo el Imperio Romano; llamaron a sus dioses, pero sus dioses no les dieron ayuda alguna; la idolatría había expirado al pie de la cruz victoriosa. George Horne

Vers. 7. Con el viento solano quiebras tú las naves de Tarsis. Herejías especulativas, que pretendían traernos riquezas lejanas, están asaltando constantemente a la iglesia, pero el aliento del Señor las empuja pronto a su destrucción. La iglesia, muchas veces, confía en exceso en la sabiduría de los hombres, y estas ayudas humanas pronto naufragan; con todo, la iglesia misma está segura bajo el cuidado de su Dios y Rey.
 
Vers. 9. Nos acordamos. Los santos son hombres reflexivos; no permiten que las maravillas de Dios pasen delante de sus ojos y se deslían en el olvido, sino que meditan profundamente en ellas.
De tu misericordia, oh Dios. ¡Qué tema tan deleitoso! Las mentes devotas nunca se cansan de un tema tan divino.
En medio de tu templo. Los recuerdos de la misericordia deben asociarse con la continuidad de la alabanza. Junto a la mesa del pan de la proposición que conmemora su abundancia ha de haber el altar del incienso que denota nuestra alabanza.

Vers. 10. Conforme a tu nombre, oh Dios, así es tu loor hasta los confines de la tierra. Gran fama pertenece a su gran Nombre. La gloria de las proezas de Jehová traspasa los límites de la tierra; los ángeles las contemplan con asombro, y de cada estrella inteligencias contentas proclaman su fama más allá de los confines de la tierra.
Si los hombres se callan, los bosques, los mares y las montañas, con todas sus tribus incontables y todos los espíritus invisibles que andan por ellas, están llenos de la alabanza divina. Así como en una concha podemos escuchar los murmullos del mar, también en las órbitas de la creación podemos oír las alabanzas de Dios.
De justicia está llena tu diestra. Tu cetro y tu espada, tu gobierno y tu venganza son todos ellos justos. Tu mano nunca está vacía, sino llena de energía, abundancia y equidad. Ningún santo ni pecador hallará al Señor con las manos vacías. En uno y otro caso El tratará con justicia suma: al uno, por medio de Jesús, será justo perdonándole; al otro, condenándole.
 
Vers. 13. Considerad atentamente su antemuro. La seguridad del pueblo de Dios no es una doctrina que haya que guardar al fondo. Se puede enseñar en primer plano, y con frecuencia hay que ponderarla. Sólo los corazones bajos creerán que esta verdad gloriosa es perjudicial. Los hijos de perdición hacen una piedra de tropiezo incluso del mismo Señor Jesús; ¿es de extrañar que tergiversen la verdad de Dios con respecto a la perseverancia final de sus santos? C. H. S.

Vers. 14. Así es Dios, nuestro Dios eternamente y para siempre. ¡Qué porción, pues, es la del creyente! El dueño de la tierra no puede decir de sus campos: «Estos campos son míos para siempre.» El rey no puede decir de su trono: «Este trono es mío para siempre.» Estas posesiones serán entregadas a otros dueños; estos posesores se mezclarán con el polvo, e incluso la tumba que ellos mismos ocuparán no será suya mucho tiempo.
Pero la felicidad singular y suprema de todo cristiano es decir, o tener el derecho a decir: «Este Dios glorioso con todas sus perfecciones divinas es mi Dios para siempre, y aun en la muerte no me separaré de su amor.» George Burder
Dios no sólo es una porción satisfactoria que llena cada resquicio de tu alma con luz de gozo y consuelo; y una porción universal; no la salud, o la riqueza, los amigos o los honores, la libertad o la vida, la casa, la esposa, el hijo, el perdón o la paz, la gloria, la tierra, el cielo, sino todos ellos, e infinitamente más; pues también Él es tu porción eterna. Este Dios será tu Dios para siempre y eternamente. ¡Oh dulces palabras, para siempre! Tú eres la corona de la corona de los santos, y la gloria de su gloria. George Swinnock

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