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martes, 22 de julio de 2025

Cuando nos sintamos inferiores

Cuando nos sintamos inferiores
Efesios 2.10

Muchos cristianos luchan con un paralizante sentimiento de inferioridad. Tal sentimiento es un obstáculo para mantener buenas relaciones y satisfacción verdadera. Pero afortunadamente hay esperanza para el creyente, pues los sentimientos de inferioridad pueden ser sanados.

Después de ser salvo, el primer paso para la sanidad es que tenga de sí el mismo concepto que tiene el Creador de usted. Efesios 2.10 dice claramente que usted es hechura de Él —Dios está trabajando en usted, y Él no hace nada que no sea de calidad. De hecho, la palabra hechura significa aquí “obra maestra”. ¿Permitiría Él que su obra maestra resultara siendo algo inferior? ¡Por supuesto que no! Su obra en usted es perfecta. Puede que usted constantemente se sienta que no está a la a la altura de las personas que le rodean. Y claro que no es así, pues Dios le ha creado para ser diferente a los demás. Usted es único; no hay nadie con quien pueda compararse. Dios le está formando para un propósito distinto al de cualquier otra persona.

Otro paso en el proceso de sanidad implica entender lo que Dios espera de usted. Muchos creyentes se fijan metas más altas que las que Dios ha escogido, pues creen que ya están listos para cumplirlas. Dios quiere, por supuesto, que crezcamos al máximo, pero no espera que eso suceda de la noche a la mañana.

Nuestro Creador conoce cada una de nuestras debilidades, y es supremamente paciente con nosotros. Cuando caemos, Él espera que vengamos a Él para ser limpiados y seguir adelante. Cada uno de nosotros es un “proyecto en desarrollo”, y a su debido tiempo el Señor perfeccionará su obra maestra.

martes, 12 de noviembre de 2024

Dios es nuestro Padre amoroso

Dios es nuestro Padre amoroso
Lucas 15.11-24

La humanidad tiende a proyectar su propia conducta en Dios. Piense en cómo muchas personas dan por hecho que tenemos que negociar, suplicar o esforzarnos para ganarnos el favor del Señor. Cuando en realidad, así como lo aprendió el hijo pródigo, el amor del Padre es incondicional.

El joven descarriado volvió al hogar, sin esperar ser amado como antes; la única esperanza que tenía era un lugar entre los sirvientes de la familia.

Imagínese el recibimiento entusiasta de su padre.
Las acciones del joven no merecían una demostración de amor, pero el tema de la parábola de Jesús es el de un Padre que ama incondicionalmente.

Un amor basado en la conducta mantendría a las personas preguntándose: ¿He hecho lo suficiente? Por el contrario, Dios le ama simplemente por ser usted quien es, y Él no espera nada a cambio. Piense en cómo fue la vida del hijo pródigo después de la fiesta de bienvenida. No se alojó entre los sirvientes, ni tuvo que trabajar como ellos. Fue restituido a su lugar como el hijo de un hombre rico, con todos los privilegios que eso suponía. De la misma manera, los creyentes son los hijos del Señor (2 Co 6.18). Cuando Dios los mira, no se centra en sus fracasos, faltas o pecados del pasado. Ve a los herederos de su reino que lo aman y desean pasar la eternidad en su presencia.

No importa cuán lejos podamos desviarnos de la perfecta voluntad de Dios, siempre somos bienvenidos al regresar. La Biblia enseña que el amor de Dios no puede perderse, a pesar de nuestro pecado o de nuestras malas decisiones. Los brazos de nuestro Padre están siempre abiertos.

lunes, 14 de octubre de 2024

La plenitud de Dios en usted

La plenitud de Dios en usted
Efesios 3.14-21

¿Se ha preguntado alguna vez si está “completo”? Todos tenemos dificultades en la vida que podrían hacernos sentir vacíos, pero el apóstol Pablo dice que podemos estar “llenos de la plenitud de Dios” (Ef 3.19). ¿Cómo es esa plenitud?

Una persona llena, por lo general, está satisfecha con la vida. Se siente amada por los demás, y puede dar amor. Los problemas y las dificultades no la derriban, porque puede soportarlos con confianza en Dios. No es quejosa ni se apresura a culpar a los demás.

Tiene una mente protegida por una actitud positiva, ya que sabe que el Señor hará que todo nos ayude a bien (Ro 8.28).

Ser cristiano no nos hace sentir completos de manera automática. La llenura viene solo cuando experimentamos el amor de Dios. Por muchos años, había estado seguro teológicamente de que el Señor me amaba. Incluso, lo predicaba, pero en realidad no lo sentía. Solo después de analizar mi vida, y de comenzar a hacer frente a los hechos que habían fracturado mi alma en la niñez, comencé a experimentar el amor de Dios de una manera personal. Tan pronto como sentí la seguridad de su amor por mí, descubrí el gozo inmenso de andar en obediencia a su voluntad. La razón fue que sabía que podía confiar en que Él cubriría todas mis necesidades en su tiempo y a su manera.

¿Siente el amor del Señor, o piensa que eso solo es algo bíblico? Si anhela sentirse lleno en la vida, la clave es experimentar de verdad una relación estrecha con Jesucristo.

Esto será posible solo cuando esté dispuesto a dejar que el Señor escudriñe su corazón. Él le revelará lo que está impidiéndole aceptar su amor.

miércoles, 28 de agosto de 2024

El milagro de la gracia


El milagro de la gracia


Romanos 5.15-17

Pablo escribió extensamente acerca de la gracia, el favor de Dios dado a quienes no lo merecen. A todos los lugares que iba, hablaba del evangelio de la gracia (Hch 20.24). Pablo conocía por experiencia personal el poder que tiene el pecado para controlar y también la libertad que se logra por fe en Cristo. Se describió como el peor de los pecadores, porque persiguió y encarceló a muchos creyentes antes de su experiencia de conversión (1 Ti 1.15).

Después que aceptamos la muerte de Cristo a nuestro favor, el castigo por nuestro pecado se considera pagado y su poder sobre nosotros destruido. Nos volvemos vivos espiritualmente por el Espíritu Santo que habita en nosotros.

Además, se nos da una nueva familia y un propósito para vivir. La Biblia compara nuestra experiencia de conversión con un trasplante de corazón (Ez 36.26,2 Co 5.17), un cambio de ciudadanía (Fil 3.20), y la mudanza a una nueva patria (Col 1.13).

Pablo exhorta a todos los creyentes a perseverar en la gracia de Dios (Hch 13.43; Ef 2.8). Así como tuvimos que confiar en la muerte vicaria de Cristo para nuestra salvación, debemos tener una vida de dependencia de Él. Es nuestra fe, expresada a través de la obediencia, lo que agrada a Dios (He 11.6).

La gracia es la fuerza más poderosa y más transformadora que hay en el mundo. Dios ofrece su amor incondicional a toda persona que recibe a su Hijo. Desde el momento en que somos salvos, nuestra vida es puesta sobre la Roca inamovible que es Cristo (1 Co 10.4), y su favor nos es impartido.

martes, 27 de agosto de 2024

La gracia: Nuestra segunda oportunidad


La gracia: Nuestra segunda oportunidad


Romanos 5.1-6

La Escritura pinta un panorama sombrío de la humanidad: está muerta en pecados, bajo la ira de Dios y sujeta a la separación eterna de Él (Ef 2. 1-3). Pero, por medio de la cruz de Cristo, el Señor nos da una segunda oportunidad de tener una relación estrecha con Él.

Cuando ponemos nuestra fe en Cristo, Él derrama su amor incondicional —su gracia— sobre nosotros.

Por su gracia, hemos sido justificados por fe. La justificación es la declaración de Dios de que no somos culpables ante sus ojos. Cuando recibimos la salvación, la muerte de Jesús en la cruz es contada como pago por nuestros pecados. Toda nuestra desobediencia —pasada, presente y futura— es totalmente perdonada.

El medio para obtener esta gracia es fe genuina en Jesucristo. ¿Cómo es esta fe? Es la fe que acepta el veredicto del Señor de que somos pecadores; de que no podemos salvarnos a nosotros mismos, y de que necesitamos un Salvador. Es una fe que cree que Jesús pagó por nuestros pecados con su muerte; que Dios aceptó su pago a nuestro favor, y que somos perdonados y hechos miembros de su familia. Si tenemos fe genuina, le daremos nuestra lealtad y le serviremos de corazón.

La gracia también nos da paz con el Señor. Antes de ser salva, la persona era su enemiga y estaba bajo sentencia de muerte eterna. Pero, después de poner su fe en Cristo, es adoptada en la familia de Dios y tiene su favor para siempre.

Por gracia se nos ha dado una segunda oportunidad.

En vez del castigo eterno que merecíamos, hemos recibido aceptación por la fe en Cristo (Ro 15.7) y hechos miembros de la familia de Dios (Ro 8.15).

martes, 24 de enero de 2023

Cómo reaccionamos ante las tormentas


 Cómo reaccionamos ante las tormentas 

 

2 Crónicas 20.12 


Si usted ha experimentado una tormenta con otras personas, sabe que no todo el mundo reacciona de la misma manera. 

Imagínese una fiesta en el patio de una casa donde todos los invitados se están divirtiendo, pero después el viento comienza a soplar con fuerza. La temperatura baja, el cielo se oscurece y el olor a lluvia se siente en el aire. Todo el mundo corre para meterse a la casa. Y justo cuando la última persona entra, los cielos se desatan. En el interior de la casa, la gente se apiña formando grupos.

Un grupo está junto a la ventana, dando gritos de asombro y admiración por los truenos y los relámpagos. En un sofá, otros se abrazan o se cubren los oídos; en otro grupo, algunos saltan y se estremecen con cada trueno. Pero en otro grupo están conversando y parecen completamente ajenos al clima.

¿No es esta una imagen de las diferentes maneras de reaccionar ante las tormentas de la vida? 


Cuando se trata de las perturbaciones que enfrentamos, nuestras reacciones pueden tener un impacto significativo más adelante. Algunas personas lo hacen de buena manera y salen fortalecidas, mientras que otras quedan destrozadas por el problema. 


Lo que explica la diferencia en cuanto a nuestra reacción es la visión que tenemos de Dios. Si lo vemos como nuestro amoroso Padre celestial, entenderemos que Él tiene el mejor plan para nuestra vida, aunque el camino sea a través de aguas turbulentas. Pero si consideramos a Dios un obstáculo para los objetivos que nos hemos fijado, perderemos sus bendiciones. 


Las tormentas son inevitables en la vida. Cuando nos llegue una, lo más sabio que podemos hacer es clamar al Señor. 

 

Cómo demostrar amor ágape

 


Cómo demostrar amor ágape 

 

1 Corintios 13 

 

El amor divino nos capacita para reaccionar con calma ante las dificultades, demostrar paciencia y sacrificarnos sin quejarnos. Demostramos el amor de Dios cuando podemos: 


Perdonar a los demás. En Lucas 15.13-14, el hijo pródigo desperdició su dinero viviendo de manera desenfrenada, lo que hizo que descubriera la naturaleza destructiva del pecado. Cuando regresó, su padre lo perdonó por completo. El amor hizo posible borrar el pasado (Sal 103.12). 


Actuar con generosidad. El hijo, que había estado alimentando cerdos, llegó a la casa del padre con pocas esperanzas. El padre lo recibió con calidez y lo vistió con las mejores ropas. El amor divino, que no guarda registro de errores, le permitió al padre demostrar gracia al hijo. 


Servir con alegría. ¡Qué celebración hizo el padre por el regreso del hijo pródigo! Su alegría por el regreso a casa de su hijo perdido se desbordó a otros. El amor se expresa con el servicio jubiloso a los demás. 


Restaurar a quienes caen. El que había abandonado a su padre y despilfarrado su herencia, recibió de nuevo todos sus derechos como hijo. 

Cuando nos complicamos la vida, nuestro Padre celestial espera con paciencia que volvamos a Él. Dios acepta nuestro arrepentimiento, se regocija por nuestro regreso y restablece nuestra relación con Él. El hermano mayor de esta parábola no entendió la situación por su actitud legalista (1 Jn 1.8).

No reconoció sus errores, ni las muchas veces que su padre le había mostrado amor y perdón. 

Dios nos llama a tener un estilo de vida de amor ágape. ¿A quién pudiera ofrecer el amor que perdona, restaura y sirve con generosidad y alegría? 

 

El poder del amor

 


El poder del amor 

 

Lucas 15.11-32 

 

En el tiempo de Jesús, se utilizaban tres palabras griegas para expresar “amor”:

eros (intimidad física),

filia (amistad) y

ágape (el fruto producido por el Espíritu Santo, como aparece en Gálatas 5.22-23).

Nuestro Padre celestial cuida de nosotros con amor ágape, y para llevarnos a una relación correcta con Él, sacrificó a su Hijo (1 Jn 4.10). 

La parábola del hijo pródigo nos da un buen ejemplo de este tipo de amor. El ágape es evidente en nuestra vida cuando: 


Reaccionamos serenamente ante las dificultades. Frente a la prematura exigencia del hijo de su parte de la herencia, el padre no respondió con palabras de enojo.

Aunque debió haber sufrido, calló y no tomó represalias. Con serenidad podía pensar más claramente y optó por amar a su hijo (1 Co 13.4, 5). 


Renunciamos sin quejarnos. Aunque sabía que su hijo estaba tomando un rumbo desastroso, el padre satisfizo la petición. Al hacerlo, optó por el camino del amor, dirigiendo sus esfuerzos a la preservación de su relación. 


Esperamos con paciencia. Por el profundo amor que sentía por su hijo, permitió que éste se marchara y se mantuviera alejado. ¡Qué dolor debió haber sentido el padre! Sin embargo, se mantuvo esperanzado, y esperó que el joven reconociera que el pecado no da buenos resultados.

Esta paciente respuesta es posible solo por medio del amor ágape (1 Co 13.4). 

La obra del Espíritu Santo en nuestra vida nos capacita para demostrar entrega abnegada en favor del bien de otra persona. De esa manera, nos convertimos en personas que reaccionan con calma, paciencia y sin quejarse. ¿Qué clase de impresión da usted a los demás? ¿Humana o divina? 

 

viernes, 6 de mayo de 2022

Para experimentar el amor de Dios

 


Para experimentar el amor de Dios


Efesios 3.14-19


La Biblia dice que Dios nos ama, y la cruz es prueba de ello. Por desgracia, esta es una verdad intelectual, no experimental para muchos creyentes. El problema no es con el Señor, sino con la incapacidad de las personas de reconocer ese amor.


Un obstáculo puede ser la inclinación a medir el amor divino por las circunstancias de la vida. Cuando el Señor permite el dolor y las tragedias, algunos piensan que es insensible. La antigua pregunta se convierte entonces en muy personal: “¿Cómo puede un Dios de amor dejar que yo o las personas que amo suframos?” Nunca entenderemos plenamente sus caminos, pero sí podemos saber que su compasión y su cuidado son más grandes que todo el sufrimiento del mundo, y que en el cumplimiento del tiempo lo arreglará todo.


Un sentimiento de desmerecimiento personal puede también impedir la aceptación del amor de Dios. El concentrarse en pecados del pasado y en los fracasos morales, o compararse con otros, producirá sentimientos de culpa y desaliento. Satanás se especializa en fomentar estos pensamientos y sentimientos autocondenatorios. El Señor nunca dice: “Límpiate primero, y después te amaré”. Recuerde que el amor divino está basado en el carácter de Dios, no en nuestros méritos. El origen de todos los obstáculos para experimentar el amor de Dios es la incredulidad. Cuando negamos su interés y preocupación por nosotros, dudamos de la verdad de la Biblia


El Señor quiere que cada uno de nosotros experimente su gran amor. Cuando surjan las dudas, confíe en la verdad de la Palabra de Dios. Él le ama.


Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe,


Av. Fermín Errea 1386

Mar del Plata - Argentina


Telegram: t.me/pasosdefeargentina