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viernes, 8 de febrero de 2013

¿CONFÍAS EN EL EQUILIBRISTA?




El gran equilibrista había tendido una cuerda desde un borde al otro de un acantilado. El se aprestaba a hacer su demostración y la multitud, situada abajo, esperaba ansiosa.

-¿Creen que puedo cruzar al otro lado caminando por la cuerda?

- preguntó el artista.

-¡Sí!- contestó la multitud.

Y allá fue el hombre llegando a la orilla opuesta en medio de los aplausos y el bullicio.

-¿Creen que puedo cruzar al otro lado llevando una carretilla?-

-¡Sí!- se escuchó nuevamente.

-Ahora: ¿Creen que puedo cruzar llevando una persona en la carretilla?- preguntó.

-¡Sí! nuevamente fue la respuesta.

Entonces el artista dijo: -¿Quién es voluntario para subir a la carretilla?.

Se hizo un silencio total. Todos se estremecieron. Todos temieron. Todos creían siempre y cuando no estuviera en juego su seguridad personal. En realidad no creían. No confiaban en él.

Entonces, de la multitud surgió un niño, que rápidamente corrió y subió a la carretilla.

Ambos el equilibrista y el niño llegaron sin demora al otro lado, corriendo por la cuerda. Ese niño era el hijo del artista, que confiaba con todo su corazón en su papá.

¿Cuántas veces nosotros decimos que creemos pero no es así. Pensamos que Cristo es el Salvador del Mundo pero no creo que sea mi Salvador. Creemos que Él libró a otros pero no creo que me librará a mí. Creo que sanó a otros pero no creo que me sanará a mí. No me atrevo a emprender alguna tarea difícil, porque creo que no me sostendrá.


¡Ojalá nuestra fe sea como la de ese niño!

martes, 13 de septiembre de 2011

Paz en la tormenta

Una mujer atrapada en una espantosa tormenta, en medio del Océano Atlántico, tuvo a todos los niños pequeños entretenidos con historias de la Biblia, evitando así que tuviesen miedo. Al llegar a la seguridad del puerto, el capitán de la nave se aproximó a la mujer, a la cual había estado observando en medio del temporal. Le preguntó: "¿Cómo fue capaz de mantener la calma cuando todos a su alrededor temían que el barco se hundiera en la tormenta?" Cuando ella alzó los ojos, él vio en ellos la misma paz que había mantenido durante toda la travesía. "Yo tengo dos hijas", explicó la mujer cristiana. "Una vive en Nueva York. La otra vive en el cielo. Yo sabía que iba a ver a una de ellas al cabo de algunas horas."

martes, 26 de abril de 2011

La mano del Maestro


En Florencia, Italia, un grupo de artistas consideraba un enorme bloque de un muy hermoso mármol de cuatro metros de altura, que por desdicha había sido esculpido por la mano de un escultor torpe. «No se puede sacar nada de esto», pensaban ellos. Pero cierta mañana un joven erigió un vallado alrededor del bloque abandonado. Durante cuatro años (1501-1504) se oyó el ruido del cincel labrando el mármol. Cuando las tablas fueron derribadas, los florentinos maravillados pudieron contemplar la magnífica estatua del David de Miguel Ángel, que aún hoy es una joya de la ciudad. De un bloque frío y deforme, bajo el cincel del maestro, había brotado una hermosa obra maestra.

Son numerosos los que dicen: «He estropeado mi vida. No queda nada de mis esfuerzos y esperanzas». «¡No desesperes! Dame tu vida atormentada y miserable, dice Jesucristo, yo la transformaré para la gloria de Dios».

Si usted abandona su voluntad a la Suya, él hará algo hermoso con su vida. Quizás empiece por levantar un vallado entre usted y lo que ha amado hasta ahora, lo cual constituye un obstáculo para el trabajo que él debe hacer. Quizás haga un corte profundo en sus planes y en su corazón, porque quiere reproducir en usted su propia imagen moral. Él trabaja “hasta que Cristo sea formado en vosotros” (Gálatas 4:19). Sí, el Señor sabe transformar en obra maestra lo que nosotros hemos estropeado.