jueves, 19 de mayo de 2011
Un refugio seguro
«¡El granero estaba ardiendo! Con la energía de la desesperación, el granjero combatía el incendio que acababa de iniciarse. El establo, el gallinero y la casa misma estaban amenazados por las llamas.
Bomberos y voluntarios consiguieron finalmente dominar el fuego. El granjero, preocupado por sus animales, recorrió su hacienda: estaban a salvo, ¡qué alivio! ¿Pero dónde se hallaba la gallina blanca con sus ocho pollitos? ¡Ah! Ahí estaba muerta con las plumas chamuscadas. El granjero levantó sus alas inertes y ocho pollitos se escaparon piando. Entonces comprendió que al ver el peligro, la gallina había reunido su pollada bajo sus alas. Ella habría podido correr fuera del alcance de las llamas, pero sus pollitos no tenían la agilidad necesaria. Para salvarlos, ella perdió la vida».
Jesucristo, el Hijo de Dios, dio su vida para salvar otras vidas. A fin de evitarnos el fuego de la ira de Dios, cargó con el juicio debido a nuestros pecados; en la cruz dio su vida en nuestro lugar. Mucho más allá de una sencilla protección, Él da una nueva vida a todos los que creen en Él. Salvado por la eternidad, el creyente conoce un refugio frente a los múltiples peligros de la vida; es lo que la Biblia llama “las alas” del Dios Todopoderoso. A causa de sus pecados toda persona está expuesta a soportar el juicio divino. ¿Quién se atrevería a rechazar el seguro refugio que Dios ofrece gratuitamente?
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