lunes, 20 de febrero de 2012
Cerrar, abrir, salir y entrar
Quien se niega a los cambios se niega a la vida misma, alguien dijo “si quieres un lugar sin cambios ve a un cementerio”.
Los cambios deben ser algo normal en nuestro existir. En la medida que avanzamos en las diferentes etapas de la vida enfrentamos situaciones de salir de un estado para entrar a otro, cerrar una etapa para luego abrir otra.
Hay cuatro acciones que son las que mejor representan los cambios en nuestras vidas, cerrar, abrir, salir y entrar, en estas actividades podriamos resumir como se dan a lugar los cambios.
La primera experiencia de cambio en nuestra existencia la tenemos en nuestro nacimiento, salimos del útero de nuestra madre y entramos al mundo, luego salimos de la infancia y entramos en a la adolescencia y así sucesivamente, cerramos etapas y abrimos otras nuevas.
Desde el comienzo de nuestras vidas como cristianos estamos llamados al cambio. El arrepentimiento es el primero de ellos, metanoia en griego se traduce como arrepentimiento y significa cambio de manera de pensar. La palabra evangelio quiere decir buenas noticias, esto representa que cuando nosotros recibimos el mensaje del evangelio hemos aceptado las “buenas noticias” que cancelaron las “malas noticias” de condenación y muerte que había sobre nosotros, llevándonos experimentar un cambio de vida.
Ahora bien es preciso que sepamos qué, como cerremos una etapa determinará como comencemos la próxima.
La manera en que cerremos lo viejo marcará positiva o negativamente lo nuevo, porque lo que traemos de lo anterior se verá reflejado en lo nuevo, si salimos con el alma herida, a menos que sea sanado, entraremos a lo nuevo con las mismas heridas. Si salimos con amargura, rencor, discordia, falta de perdón, derrota, eso afectará lo nuevo.
No se trata de tapar el agujero que dejo un clavo con otro clavo, así no funciona, eso solo nos hace acumular dolor en nuestro corazón.
Es por eso que solo hay una manera efectiva de cerrar y abrir, de salir y entrar, en sanidad y liberación, es a través de Cristo. Solo por medio de nuestro Señor podemos cerrar un capítulo de nuestra vida sin que este sea reabierto a causa de las heridas que aún no están sanadas.
¿Qué situación en tu vida necesitas cerrar hoy?, una relación amorosa, la pérdida de una posición dentro del ministerio, un empleo, la decepción de un amigo.
Jesús es el único que “…cierra y ninguno abre, el que abre y ninguno cierra” (Apocalipsis 3:7), solo Él puede cerrar esa etapa de tu vida de forma definitiva y que nadie la pueda volver abrir, ni si quiera tu mismo. Y solo Él puede abrir lo nuevo en tu ser, en sanidad sin que nadie lo pueda cerrar.
Hoy es el día para cerrar y abrir, en el nombre de Jesús.
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