Un buen testimonio
Leer | Hechos 8.26-40
Algunos cristianos han adoptado una definición limitada de la palabra testimonio. Hablar de Jesús es mucho más que contar nuestra historia de conversión, o lo que ha hecho Dios en nuestra vida, aunque estas cosas son importantes. Tenemos que estar preparados para dar respuesta a los no creyentes en cuanto a su necesidad espiritual, aunque nuestra historia sea muy diferente.
El encuentro de Felipe con el eunuco etíope puede enseñarnos mucho. Mientras que los jóvenes israelitas tenían quienes les instruían en la fe, un converso extranjero normalmente tenía que arreglárselas por sí solo para discernir el significado de las Escrituras. De allí la pregunta: “¿Entiendes lo que lees?” Felipe demostró que entendía el inconveniente del etíope. Esa pregunta le permitió descubrir que el hombre tenía sed genuina de la verdad de Dios, pero que no sabía del Mesías.
Felipe utilizó esa información para ajustar el testimonio del evangelio a la medida de aquel oyente. Pensemos en lo confundido que pudo haber quedado el etíope si Felipe le hubiera contado solamente la historia de su conversión. El evangelista evitó sabiamente toda información irrelevante; en vez de eso, utilizó el poder de la Palabra de Dios para conducir al hombre a Jesucristo.
El testimonio de Felipe comenzó con el pasaje que estaba leyendo el etíope. Habló de manera efectiva al interés espiritual del hombre, al mismo tiempo que le respondió específicamente su pregunta en cuanto a Isaías 53. Nosotros, también, debemos ser sensibles a las preocupaciones de no creyentes, para que podamos explicarles cómo se ocupará Dios de sus necesidades.
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