La oración: Un privilegio extraordinario
sábado, 14 de octubre de 2017
La oración: Un privilegio extraordinario
La oración: Un privilegio extraordinario
viernes, 13 de octubre de 2017
Un modelo para la oración
Un modelo para la oración
Leer | Colosenses 1.10b-14
Sigamos utilizando la oración de Pablo por los colosenses como modelo. Ayer estudiamos sus primeras dos peticiones —que entendieran la voluntad de Dios, y que vivieran dignamente para Él. Ahora consideraremos las otras cuatro. Que:
• Llevaran fruto en toda buena obra (v. 10). El Señor desea que nuestras acciones lo glorifiquen. Parece ser que todos estamos muy ocupados, pero ¿tienen valor eterno lo que hacemos?
• Crecieran en el conocimiento de Dios (v. 10). Hay mucha información bíblica disponible en libros, predicaciones e Internet. Pero el apóstol no estaba sugiriendo que los creyentes conocieran hechos en cuanto a Cristo. Habla de un conocimiento espiritual, no intelectual.
• Fueran fortalecidos con el poder de Dios (v. 11). Somos débiles cuando nos apoyamos en nuestras propias fuerzas. A veces, es necesario que el Señor nos ponga de rodillas para que le entreguemos el control y confiemos en su poder. Mantener la confianza y el enfoque en medio de las dificultades requiere un poder más allá de nuestras fuerzas.
• Se mantuvieran agradecidos (v. 12). Cuando entendemos de dónde provienen todas las cosas buenas, podemos vivir con gratitud. El contentamiento y el gozo tienen su origen en un corazón agradecido, no en las circunstancias.
Por el trajín del mundo de hoy, la oración muchas veces es dejada fuera de nuestra agenda. Pero la comunión con el Señor es vital para tener una buena relación con Él. Recuerde que orar por nuestros seres queridos ante el trono de Dios es mucho más importante que otras tareas que parecen más apremiantes.
jueves, 12 de octubre de 2017
El modelo de oración poderosa
El modelo de oración poderosa
Leer | Colosenses 1.9, 10A
Orar de manera efectiva no es algo que sabemos hacer de manera natural; para la mayoría de los creyentes es algo que necesitamos aprender. De hecho, uno de los discípulos que caminó con el Señor Jesús le pidió ayuda en cuanto a este asunto (Lc 11.1).
A menudo escuchamos peticiones centradas en bendiciones, salud y protección. Y aunque está bien orar por cosas como esas, hay otra manera más poderosa, de orar: utilizando la Sagrada Escritura para hablar con el Padre celestial.
El apóstol Pablo es el autor del pasaje de hoy. Nos muestra las peticiones específicas que trajo al Señor en cuanto a la iglesia en Colosas. Ellas también se aplican a nosotros en la actualidad. Enfoquémonos en las dos primeras peticiones hoy, y en las cuatro restantes el fin de semana.
Pablo rogó a Dios que los cristianos de Colosas . . .
• Entendieran el plan de Dios para sus vidas. Aunque el Señor normalmente no revela todo de inmediato, dará a quienes le buscan suficiente información para que confíen en Él y obedezcan su dirección.
• Anduvieran de una manera digna de Cristo y agradable a Él. Pablo anhelaba ver que las vidas de los colosenses fueran personas con su verdadera identidad espiritual (Gá 5.22, 23).
Uno de los regalos más grandes que podemos dar es orar por una persona. Y no hay una manera más poderosa de hacerlo que con las palabras de la Sagrada Escritura. Colosenses 1.9-14 es un bello ejemplo de un pasaje de cómo orar por nuestros seres queridos y por nosotros mismos ante el trono de Dios.
Templo Cristiano Pasos de Fe
miércoles, 11 de octubre de 2017
¿Dónde estás?
¿Dónde estás?
Leer | Génesis 3.7-13
Después de desobedecer a Dios, Adán y Eva se encontraron en una situación terrible. Su primera reacción fue ocultar la verdad en vez de reconocer lo que habían hecho. Las hojas de higuera no pueden jamás ocultar la raíz del pecado (Gn 3.7); pero incluso hoy, tenemos la misma actitud. En lugar de reconocer y confesar el pecado, buscamos esconderlo.
La segunda respuesta de Adán y Eva fue evitar a Dios. Ellos sabían que habían desobedecido, pero en vez de venir al Señor para restablecer su relación, se escondieron de Él por temor (v. 8). ¿Alguna vez ha evitado orar o leer la Biblia por estar luchando con sentimientos de culpa?
Una tercera reacción fue tratar de evitar la responsabilidad personal, echando la culpa a otros (vv. 12, 13). No obstante, cada uno de nosotros es responsable ante Dios por sus acciones, independientemente de las circunstancias o de quién esté involucrado.
Pero, a pesar del pecado de Adán y Eva y de sus maneras escurridizas de manejarlo, el Señor los buscó (v. 9). Nuestro pecado nunca es demasiado grande como para mantener lejos a Dios; Él nos llama todavía y pregunta: “¿Dónde estás?” Él sabe lo que hemos hecho y por qué, pero nos hace esa pregunta para que nos demos cuenta de nuestra condición.
Nunca permita que la culpa o la vergüenza le mantengan alejado del Señor. Él busca a quienes han convertido sus vidas en un caos, y les habla por medio de su Palabra, de su Espíritu Santo y de su pueblo. El perdón y la reconciliación con Dios aguardan a todos los que estén dispuestos a escuchar, reconocer su pecado y arrepentirse.
martes, 10 de octubre de 2017
Dios perdona nuestro pecado
Dios perdona nuestro pecado
Leer | Efesios 1.3-8
La Biblia es un manual de instrucciones con la ruta a nuestro hogar eterno. Pero los viajeros deben leer y seguir las indicaciones. Algunas personas creen que irán al cielo por su moralidad, sus prácticas religiosas, o incluso por su creencia de que Dios existe. Sin embargo, nada de eso garantiza la salvación.
El único camino que lleva al hogar eterno del Señor es la fe en Jesucristo (Jn 14.6). Así que la Biblia nos da tres indicadores a lo largo de la ruta:
Indicador No. 1: Soy pecador. Todos hemos pecado (Is 53.6; Ro 3.23). Pero solamente alguien que esté bajo el poder de convicción de pecado del Espíritu Santo reconoce que el pecado es lo que le separa de Dios (Jn 9.31).
Indicador No. 2: Jesús es perfecto. El sacrificio perfecto de Cristo en la cruz es lo que atraviesa el abismo entre el Padre celestial y su creación. Nuestro Salvador pagó la deuda por el pecado pasado, presente y futuro.
Indicador No. 3: Necesito a Jesús. El momento decisivo en el viaje es el punto donde el viajero cree que Jesús es quien dijo ser. La fe tiene que estar acompañada por el arrepentimiento —dar la espalda a los antiguos pecados. El peregrino recibe una naturaleza nueva, y es acogido en la familia de Dios (2 Co 5.17; Jn 1.12).
¿Está usted en el camino para descubrir al Señor? He aquí un atisbo a lo que está delante de usted si persevera hasta el final: La redención (Ro 3.24), la vida eterna (Jn 3.15), y la grandiosa aventura de caminar con Jesucristo. Confíe en el Salvador, y dele gracias por su misericordia y por su gracia.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe
lunes, 9 de octubre de 2017
El riesgo de obedecer a Dios
El riesgo de obedecer a Dios
Leer | Lucas 5.1-11
Nadie podría haber sido más sorprendido por la orden del Maestro que Pedro. Después de trabajar arduamente toda la noche, ni él ni los otros pescadores tenían el fruto de sus esfuerzos. Estaban cansados y desanimados; la última cosa que querían hacer era lanzar otra vez las redes en otro intento inútil por atrapar unos pocos peces. ¿Qué podía estar pensando Jesús? ¿Qué propósito podía haber tenido al pedirles que salieran a pescar otra vez?
Poco tiempo después, cuando las abultadas redes eran arrastradas a la playa, estos hombres comenzaron a entender un principio eterno del que muchas personas no se han dado cuenta todavía: Dios nunca nos pedirá que hagamos algo, a menos que tenga un propósito específico y soberano para ello (Jer 29.11). La orden de Jesús debió haberles parecido innecesaria, por no decir disparatada. Después de todo, estos hombres eran expertos en la pesca; sin embargo, todavía les faltaba aprender que sin la intervención sobrenatural de Dios todopoderoso, nuestro esfuerzo es en vano.
Pedro y sus hombres nunca podrían haber imaginado qué clase de recompensa les esperaba por su obediencia. Lo que buscaban y deseaban más que nada era precisamente lo que Dios le dio: redes repletas de peces. La diferencia era que la segunda salida a pescar fue hecha a la manera de Dios y en el tiempo de Dios.
Por tanto, confíe en los planes de Dios para usted. Nunca conocerá la recompensa hasta que esté dispuesto a correr el riesgo —cuanto mayor es el riesgo, mayor es la recompensa.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe
sábado, 7 de octubre de 2017
Fe y obediencia
Fe y obediencia
Leer | 1 Reyes 18.1-15
Piense en la fe y la obediencia como compañeras de viaje que se dirigen al mismo destino, es decir, agradar y dar gloria al Señor. Usted no puede tener una sin la otra. Crecen simultáneamente al practicarse, pero se marchitarán si se descuidan.
Elías era un hombre con ambas cualidades. Le creía a Dios, y siempre respondía con obediencia. Cuando el Señor le dijo que se presentara ante el rey Acab, no dejó que el temor lo detuviera. Había aprendido que el Padre celestial era fiel y digno de confianza.
El temor pone trabas a la fe cuando comenzamos a dudar de que el plan de Dios sea realmente el mejor. Si permitimos que la preocupación gane terreno en nuestra mente, nos negaremos a hacer lo que diga el Señor. Al rechazar el camino de la fe y la obediencia estamos en realidad eligiendo la senda de la incredulidad y el pecado.
A Satanás le encanta que sintamos temor y desobedezcamos, para que así no recorramos el camino que Dios ha ideado para nosotros. No podemos creer que el Señor hará cosas grandes en un aspecto de nuestra vida si estamos permitiendo que haya pecado en otro. ¿Dónde ha flaqueado usted? ¿Le ha dado terreno al pecado? ¿Está negándose a obedecer algo que Dios dice en su Palabra?
La fe grande comienza con pasos pequeños. Si usted decide obedecer la Palabra de Dios, comenzará un ciclo cada vez mayor de fe y obediencia. No deje que el temor o el pecado le roben la gran aventura que el Señor ha planificado para su vida. ¿Quién puede elegir mejor el camino correcto —usted o Dios?
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe
viernes, 6 de octubre de 2017
Preparación para un mayor servicio
Preparación para un mayor servicio
Leer | 1 Reyes 17.1-24
En Lucas 17.5, los apóstoles le pidieron a Cristo que aumentara su fe. El Señor les dijo que si tenían fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrían hacer cosas grandes. Sin embargo, recordemos que Dios no aumenta nuestra fe de manera instantánea.
Elías, por ejemplo, estaba en un programa de desarrollo de la fe. El Señor probó su confianza y obediencia cuando, en el arroyo de Querit, el profeta tuvo que depender de Dios para su supervivencia. Luego, en Sarepta, confió en que el Señor proveería tanto para él como para una viuda, a la que después le serviría por medio de la resucitación de su hijo.
Cada acto de fe en Dios y cada paso de obediencia resultaban en más oportunidades para Elías de servir al Señor y a otros. Resucitar muertos pudo parecer lo más importante de su ministerio, sin embargo, después de esto venía la oportunidad de influenciar a toda una nación para Dios. Elías estaba a punto de enfrentar la mayor batalla espiritual de su vida (1 R 18); todas sus demostraciones anteriores de fe y obediencia fueron la manera del Señor de prepararlo.
Dios quiere que cada uno de nosotros ejerza influencia en su reino. Él sabe qué desafíos presentarnos para poder confiarnos tareas aun mayores.
El Señor proveerá oportunidades para que usted le crea a Él y responda en obediencia. Estas situaciones son las que llamamos “problemas”. Comience a ver cada dificultad como una oportunidad creada por Dios específicamente con el fin de aumentar su fe, y de esa manera hacer grandes cosas en usted y por medio de usted.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe
jueves, 5 de octubre de 2017
Una raíz amarga
Una raíz amarga
Leer | Hebreos 12.15
Ayer llegamos a la conclusión de que la amargura es un veneno que preparamos para otra persona, pero que terminamos tomándolo nosotros. Hoy pensaremos en otra ilustración útil que nos ayudará a entender Los efectos negativos del resentimiento.
Hebreos 12.15 se refiere a la amargura como una “raíz”. Piense en esto. ¿Dónde se encuentran las raíces? Por debajo de la superficie succionando los nutrientes del terreno que está a su alrededor. Cada vez que vemos una planta, una flor o un árbol podemos estar seguros de que por debajo se encuentra una raíz que está absorbiendo vida de la tierra y enviándola a la planta.
¿Puede usted ver el paralelismo que hay entre esta ilustración y su vida espiritual? Quizás usted tenga una raíz de amargura que prácticamente sea invisible a cualquiera que pase a su lado. ¿Significa, entonces, que es inofensiva? ¡Por supuesto que no! Por el contrario, puede tener la seguridad de que la raíz está haciendo su trabajo —robándole su vida y utilizándola para alimentar una hierba mala de odio, impaciencia e insatisfacción.
Una raíz de amargura nunca producirá frutos saludables. Si la raíz es mala es absurdo esperar fruto bueno en lugar de mala hierba.
Sin embargo, podemos alegrarnos pues existe una medicina para este serio problema. Todo lo que necesitamos para matar la mala hierba es desenterrarla y deshacerse de la raíz. Saque la fuente de su resentimiento del lugar donde esté oculta. Reconózcala, y entréguela a Dios, quien sabe cómo cultivar el corazón.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe
miércoles, 4 de octubre de 2017
Veneno amargo
Veneno amargo
Leer | Efesios 4.31, 32
Imagine a un científico triste, deprimido y encorvado en su laboratorio. Sus ojos están entrecerrados y sus labios fruncidos. Sus dedos están añadiendo una pizca de esto y un poquito de aquello al líquido verde en el tubo de ensayo que tiene en frente. Sus pensamientos son una mezcolanza de recuerdos; su corazón, un añejo mosaico de odio por un agravio que sucedió hace mucho tiempo. Está pensando en la persona que le hirió, mientras prepara un veneno para el ofensor.
Parece el extracto de una película antigua, ¿verdad? Pero es aquí donde la escena cambia de dirección. Imagine a ese mismo científico dando un suspiro de alivio cuando se endereza, maravillado del líquido de venganza que ha creado. Entonces dice: “Esto le enseñará” —y se bebe el veneno.
Ese es un giro sorpresivo que no esperaríamos en una película. Sin embargo, hay una buena posibilidad de que usted haya hecho esto mismo en un momento u otro.
La amargura es una toxina que preparamos para otra persona, pero después nos la bebemos nosotros mismos. Es una dosis concentrada de veneno emocional, a menudo un veneno que preparamos cuidadosamente y desarrollamos a lo largo de años. Cuando reaccionamos a la mala acción de alguien replegándonos y dando rienda suelta a fantasías de venganza y hostilidad, estamos envenenando lentamente nuestro corazón y nuestra mente.
Pídale a Dios que le muestre cualquier señal de veneno que haya en su ser. Dígale después que le ayude a administrar una dosis del antídoto: el perdón.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe
martes, 3 de octubre de 2017
En medio de las pruebas
En medio de las pruebas
Leer | Génesis 39.6-20
La esclavitud de José duró trece años, y fue de mal en peor. Perdió su posición privilegiada en la casa de Potifar, y fue echado en prisión cuando la esposa de su amo lo acusó injustamente. Su esperanza de salir de la cárcel murió cuando el servidor del rey olvidó la promesa que le había hecho (Gn 40.14, 23). El futuro se veía sombrío.
A pesar de la evidencia de las circunstancias, Dios estaba llevando a cabo su plan para bendecir a José y ayudar a su familia. José era la persona que Él había designado para salvarlos del hambre que vendría. Para lograrlo, José tuvo que aprender el idioma y familiarizarse con la cultura de Egipto, desarrollar habilidades de liderazgo y madurar espiritualmente. El plan del Señor logró todo esto.
José aprendió dos lecciones útiles. Primero, el Señor es un fiel compañero que utiliza nuestras aflicciones para prepararnos para su obra. Cuando llegó el momento, José estaba plenamente capacitado para convertirse en el segundo en autoridad, después de Faraón; el rey egipcio declaró incluso que la presencia de Dios estaba con José (41.38).
Segundo, cuando el Señor logra sus propósitos, la dificultad terminará. En el momento elegido por Dios, José fue liberado de la cárcel, recompensado con un alto cargo y reconciliado con sus hermanos. Es decir, fue bendecido grandemente por vivir en el centro de la voluntad del Padre celestial.
La adversidad puede ser dolorosa, pero el Señor la utiliza para llevar adelante sus propósitos y prepararnos para su plan, e incluso Jesús sufrió para cumplir con el propósito redentor de Dios (Mt 16.21).
lunes, 2 de octubre de 2017
Cómo caminar por los valles de oscuridad
Cómo caminar por los valles de oscuridad
Leer | Génesis 37.18-28
Cuando era adolescente, José lo perdió casi todo: su familia, hogar y libertad. ¡Qué desconcertado debió haberse sentido por el odio de sus hermanos y por esas pérdidas tan aplastantes! Pero lo que nunca perdió fue su fe en Dios.
La vida es así a veces para cada uno de nosotros. Los cambios repentinos en la salud o en las finanzas, la muerte inesperada de un ser querido, o la deslealtad de un buen amigo puede llevarnos a un tiempo de oscuridad. No entendemos por qué el Señor ha permitido la prueba o dejado que el dolor siga. José probablemente se preguntaba lo mismo, pero supo aferrarse a su fe. Incluso como esclavo en una tierra extranjera experimentó la bendición de la presencia de Dios. Y al reconocer que el Señor estaba con este joven cautivo, su amo egipcio se mostró favorable a él (Gn 39.2, 3).
La clave para caminar por los valles de oscuridad —tiempos cuando la vida parece estar desmoronándose y el futuro se ve lúgubre— es aceptar la realidad de la presencia del Señor con nosotros. En el momento en que una persona acepta a Cristo como salvador, el Espíritu Santo viene a vivir dentro de ella y la sella como propiedad de Dios para siempre. Gracias al Espíritu Santo que mora en nosotros, nunca prescindimos de la ayuda de Dios. Ninguna circunstancia, sufrimiento o pérdida puede separarnos de Él o de su amor (Ro 8.35, 38, 39).
Tome unos minutos cada día para reflexionar en la promesa que nos hizo Jesús de que estaría con nosotros siempre (Mt 28.20). Tal verdad se arraigara en lo profundo de su alma y le sostendrá en los momentos difíciles.
sábado, 30 de septiembre de 2017
El servidor José
El servidor José
Leer | Génesis 37.1-17
La historia de José es una de mis favoritas de la Biblia. Lo menciono con frecuencia porque hay mucho que aprender de este exitoso joven. Efectivamente, su juventud es una lección importante en sí misma, y el pasaje de hoy revela dos de sus cualidades de carácter que debemos tratar de emular.
Primero, demostró un espíritu de servicio a temprana edad. En cada conversación de José con su padre o con sus amos, él encarnaba la imagen misma del respeto y la disciplina. El joven nunca actuó en contra de quienes tenían autoridad sobre él; por el contrario, se afanaba continuamente por servir a los demás.
Vale la pena señalar que José tenía alrededor de 17 años de edad en Génesis 37. La adolescencia es un tiempo en que los jóvenes de cualquier época son propensos a la venganza y al egoísmo. Sin embargo, es claro que este joven fue enseñado desde temprana edad a servir a los demás.
Segundo, José entendió a edad temprana que Dios controlaba su vida. ¿De qué otra manera puede explicarse su incesante búsqueda de la excelencia? A pesar de todo lo que le sucedía, José recordaba las visiones divinas que el Padre celestial había puesto en su corazón en sus años de adolescencia (Gn 37.5-9). Estaba convencido de que había un plan para su vida, y de que, de alguna manera, en algún momento, Dios le revelaría cuál era.
Ya sea que usted tenga 17 ó 77 años de edad, las lecciones de la vida de José son valiosas. Nunca es demasiado tarde para aprender el arte de servir o de reconocer el plan perfecto de Dios. Mejor aun, nunca es demasiado tarde para ayudar a alguien a descubrir estas cosas.
viernes, 29 de septiembre de 2017
Los resultados de la inseguridad
Los resultados de la inseguridad
Leer | Salmo 143.8
Ya hemos identificado algunas de nuestras inseguridades. Ahora, necesitamos dirigir nuestra atención a sus efectos.
Para empezar, las personas inseguras tienen dificultades para establecer relaciones buenas y duraderas. Simplemente no son capaces de entender cómo pudieran añadir valor a la vida de alguien. Esto es una tragedia, porque cada uno de nosotros necesita tener amistades que nos ayuden a crecer.
Asimismo, las personas inseguras son vistas a menudo como orgullosas y presumidas. La falta de confianza en sí mismas puede hacer que se distancien de los demás, lo que puede confundirse fácilmente con arrogancia. Pueden, por ello, dar la impresión de que simplemente no quieren estar con las demás personas.
Además, la inseguridad lleva con frecuencia a la indecisión y al temor. Las personas pueden estar tan intimidadas por sus dudas que les resulte imposible tomar decisiones. Se preguntan: ¿Y si cometo un error? Bueno, ¿qué puede pasar? Cometer errores es una de las mejores maneras de aprender cómo hacer algo correctamente. No tenga temor de intentarlo. Incluso, si no tiene éxito, al menos puede descansar en el hecho de que hizo lo más que pudo.
Al cabo de un tiempo, las personas inseguras generalmente se exasperan y comienzan a molestarse por el éxito y la felicidad de los demás. No permita que esa calamidad afecte sus relaciones. Ore por la capacidad de reconocer sus inseguridades, y luego dé un paso hacia la libertad pidiendo al Señor que las sane.
jueves, 28 de septiembre de 2017
Identifique su inseguridad
Identifique su inseguridad
Leer | Salmo 139.13-26
Examinemos algunas de las afirmaciones que ciertas personas se hacen con frecuencia. Al leer cada una de ellas, pregúntese: ¿Pienso así?
• ¿Para qué molestarme en intentarlo? Nunca lo haré bien.
• Todo el mundo me está observando, esperando que haga el ridículo.
• Soy un fracasado.
• Soy una persona fea.
• Nunca puedo ganar. No soy más que un perdedor.
• No importa lo mucho que me esfuerce en mi trabajo, nadie lo reconoce.
• Soy incompetente en todo. Nada me sale bien.
• Nadie podría hablar bien de mí.
• Tuve un fracaso, así que no importa lo que haga, seguiré siendo un fracasado el resto de mi vida.
• Es imposible que la gente piense bien de mí, que me respeten o acepten.
• No merezco que me traten bien.
• No encajo aquí ni en ningún otro lugar.
• Todo el mundo se ve feliz, menos yo.
• Soy una persona incompleta, y no hay nada que pueda hacer para cambiar.
• Mejor no digo nada, después de todo, ¿por qué va a interesarse alguien en escuchar mi opinión?
• Las personas son amable solo cuando quieren algo de mí.
¿Son ciertas para usted algunas de las afirmaciones anteriores? Piense sinceramente en las que captaron su atención. Luego, lleve estas inseguridades específicas al Señor, y permita que Él le muestre su verdad en cuanto a cada aspecto. Dios quiere liberarle de cualquier cosa que estorbe su crecimiento espiritual y le robe el gozo y la paz que Él tiene para usted.
miércoles, 27 de septiembre de 2017
El Ayudador en el estudio de la Biblia
El Ayudador en el estudio de la Biblia
Leer | 1 Corintios 2.12-16
La Biblia es la revelación de la verdad de Dios, y está concebida para su uso regular por todo creyente. La presencia interior del Espíritu Santo es una necesidad, ya que es Él quien aclara el significado de la Palabra de Dios. El Espíritu Santo ilumina la mente de cada persona que busca realmente conocer a Dios.
Cuando leemos la Biblia, el Ayudador abre nuestro entendimiento para que conozcamos el verdadero significado del texto, de modo que podamos comprender sus implicaciones. Nunca podremos dejar de necesitarlo. Incluso un creyente con años de experiencia en el estudio de la Palabra, requiere de tanta revelación como un niño espiritual que acaba de recibir a Cristo. Recientemente, tuve motivos para recordar este hecho al leer un pasaje que había visto a menudo en mis estudios. Por primera vez, mi alma se abrió del todo a estos versículos, la verdad entró como un torbellino y me sentí revitalizado. Captar una nueva verdad nos anima a poner en práctica lo que hemos aprendido. Luego, cuando integramos esa verdad a nuestra vida, el Espíritu de Dios nos revela otra para hacernos cada vez más como nuestro Salvador.
Conocer a Dios y conformarse a la imagen de Jesucristo, son las más altas aspiraciones de la vida cristiana, y podemos lograr estos objetivos solo si conocemos y ponemos en práctica los principios bíblicos con un corazón limpio. Si queremos que el Espíritu Santo nos revele el significado de la Escritura, debemos pedirle primero que nos muestre nuestro pecado. Cuando nos arrepentimos de la falta que nos hace recordar a nuestro Ayudador, nuestro corazón se abre a su iluminación.
martes, 26 de septiembre de 2017
El Ayudador en la oración
El Ayudador en la oración
Leer | Romanos 8.26, 27
La mayoría de las personas sienten que no saben orar correctamente. Inclusive el apóstol Pablo reconoció que a veces no sabía cómo pedir como debía. En el diálogo sobrenatural entre Dios y los creyentes, el Espíritu Santo actúa como un vehículo para nuestra comunicación, poniendo nuestras necesidades y nuestros deseos delante del Padre.
Las personas hacemos nuestras peticiones con un conocimiento muy limitado del futuro y de lo que realmente es mejor para nosotros. En consecuencia, surgen circunstancias que nos llevan a preguntarnos cómo debemos orar. Si lo único que sabemos decir es: Señor, ¿cuál es tu voluntad?”, el Espíritu Santo, que conoce los planes del Padre celestial para nosotros, le hablará a Él de nuestra necesidad.
Nuestro Padre celestial no oculta su voluntad de nosotros. Él desea darnos toda la información necesaria para que tomemos decisiones correctas y seamos conformados a la imagen de su Hijo. Así como el Espíritu Santo lleva nuestras necesidades a Dios, también nos indica cuál es la voluntad del Padre para nosotros.
Algunas personas encuentran intimidante el poder de la oración. A veces, dejan de orar antes de recibir una respuesta por temor a haber estado pidiendo mal. Sin embargo, la naturaleza divina del Espíritu Santo nos impide ir delante del Padre con una petición que está fuera de su plan. En vez de eso, interviene para hacer la petición correcta. También inculca en nosotros la necesidad de ajustar nuestros deseos. Por tanto, podemos orar en cada situación, sabiendo que el Espíritu Santo es nuestro Ayudador.
lunes, 25 de septiembre de 2017
Un Ayudador para todas las ocasiones
Un Ayudador para todas las ocasiones
Leer | Juan 14.16-18
¿Ha deseado usted alguna vez tener una línea telefónica de emergencia que suene en el cielo? La verdad es que tenemos algo mucho mejor: el Espíritu Santo vive en nosotros para ayudarnos.
La noche antes de su crucifixión, el Señor Jesús dijo a sus discípulos que estaba a punto de partir. La noticia probablemente los entristeció, a pesar de que no era la primera vez que había hablado de su muerte. Pero el Señor afirmó que les enviaría otro Consolador o Ayudador. La palabra griega traducida como “otro” implica que el nuevo Ayudador sería como el anterior —en otras palabras, un ser divino con acceso al Padre celestial. Tal como lo prometió, el Espíritu de Dios vino a morar en cada persona que recibe a Jesucristo como Salvador (Hch 2.1-4).
Nuestro Ayudador tiene un papel distintivo dentro de la Trinidad. El Padre reina sobre todo, en tanto que el Hijo está a su diestra intercediendo por los creyentes. Mientras tanto, el Espíritu Santo nos capacita para llevar a cabo la obra que Dios ha dispuesto que hagamos.
El Padre celestial sabía que no podíamos obedecerle sin ayuda; es por eso que Jesús dijo a los discípulos que permanecieran en Jerusalén hasta después de la llegada del Espíritu Santo. Sea lo que sea que estemos llamados a hacer en nuestra obediencia diaria, o en nuestra responsabilidad para toda la vida, nuestro Ayudador nos brinda dirección, y nos da fuerzas y aliento.
El Espíritu Santo es parte de nosotros, más que nuestros huesos y nuestra sangre. Somos privilegiados por tener un Ayudador divino que nos guía en el camino de la voluntad de Dios.
viernes, 22 de septiembre de 2017
Dios sabe lo que usted necesita
Dios sabe lo que usted necesita
Leer | Juan 4.1-16
Una de las razones por la que a veces se debilita nuestra fe es porque tenemos una perspectiva de Dios limitada. Lo cual tiene sentido, pues el Señor es muy grande. Entonces, ¿cómo podemos realmente tener una idea exacta de su forma de ser, de su manera de actuar o de lo que piensa en cuanto a nosotros?
Puesto que el Señor sabía que necesitaríamos entenderlo, nuestro Padre celestial se reveló a sí mismo por medio de su Hijo. Así pues, “aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Jn 1.14). Cuanto más lleguemos a conocer a Jesús, más entenderemos al Padre (14.9).
Cuando observamos la manera en que el Señor Jesús trataba a las personas que estaban a su alrededor, vemos una buena ilustración en cuanto al amor de Dios. Piense en la mujer junto al pozo, en el pasaje bíblico de hoy. Esta era una persona que había sido marginada por la sociedad. El hecho de que viniera a sacar agua durante el calor del día (4.6) —una hora en que nadie más estaría en ese lugar— indica que la exclusión por parte de la gente del pueblo era real, y que ella sentía la necesidad de mantenerse aislada.
Pero ¿qué hizo el Señor? Le demostró que la amaba, la aceptó y le dio lo que nadie más le daría: atención y respeto. Al igual que lo hace con nosotros, pues no quiere que nos sintamos abrumados por la culpa, la vergüenza y la tristeza. Tampoco quiere que vivamos aislados. Por el contrario, nos llama a ser participantes activos en su reino.
¿Se ha aislado usted de quienes le rodean? Tome la mano de su Salvador hoy, y comience a experimentar el gozo de ser aceptado por Él.
jueves, 21 de septiembre de 2017
Vivos en Cristo
Vivos en Cristo
Leer | 1 Corintios 15.22
Puesto que el apóstol Pablo reconocía las limitaciones del entendimiento humano, utilizaba metáforas para explicar conceptos espirituales. En varias de sus epístolas escribió acerca de estar “vivos en Cristo”. Señalaba que antes de que el Señor nos salvara estábamos muertos espiritualmente. Pero una vez que recibimos a Jesús como nuestro Salvador, pasamos a estar vivos en Él (Ro 6.11).
Pablo quería que entendiéramos que tenemos una nueva libertad, una nueva naturaleza y un nuevo patrón de conducta. Para ejemplificarlo, escogió las imágenes de la circuncisión y el bautismo (Col 2.9-17), los cuales proporcionan un punto de partida para que comprendamos la verdad fundamental de la gloria de estar vivos en el Señor.
Si utilizamos el razonamiento humano para comprender una verdad espiritual como ésta, seremos confundidos. Solo por medio de la enseñanza del Espíritu Santo podemos comenzar a comprender todo su significado. Además, la Palabra de Dios viva debe ser experimentada. Podemos conocer el hecho de que Jesús nos ha dado una nueva naturaleza, pero solo cuando experimentemos esta nueva naturaleza y la libertad que ella da, descubrimos realmente el significado bíblico de haber sido “vivificados”.
Piense en el bautismo y la circuncisión. Haga a un lado la lógica humana y confíe en el Espíritu Santo para entenderlo. Acepte que usted es una nueva creación —que la vieja naturaleza ha desaparecido y ha sido sustituida por la nueva (2 Co 5.17). El gozo espiritual llenará su ser cuando experimente la verdad de estar plenamente vivo en Cristo.
miércoles, 20 de septiembre de 2017
El llamado a la santidad
El llamado a la santidad
Leer | 1 Pedro 1:13−2.3
Los creyentes somos llamados a ser un pueblo santo. Santidad significa ser apartados por Dios para sus propósitos. Este proceso de santificación comienza cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Salvador personal, y continúa por el resto de nuestras vidas.
El Espíritu Santo hace que nuestra voluntad y nuestros anhelos estén en armonía con los suyos. Al someternos a su dirección, comenzaremos a desear lo que Él desea. Con su guía, decidiremos consagrar nuestra conducta, nuestra conversación y nuestro carácter a Dios solamente. El Espíritu nos enseña cómo hacer de la santidad un modo de vida, en vez de verla como algo inalcanzable. Dios nos ha colocado donde vivimos y trabajamos, no para aislarnos sino para reflejar quién es Cristo mientras nos relacionamos con otras personas. Si estamos en el proceso de ser conformados a la semejanza del Señor Jesús, entonces cuanto más vivamos y maduremos espiritualmente, más podrán los demás reconocer al Salvador en nosotros. Nuestros corazones deben volverse más suaves, y desear amar y servir más a otros.
Si somos embajadores de Cristo, entonces nuestras vidas deben ser santas; de lo contrario, lo estamos representando mal. Si somos el cuerpo de Cristo, entonces nuestras manos son sus manos; nuestros ojos, sus ojos; y nuestros pies, sus pies. Cuando permitimos que Jesús hable, ame y sirva por medio de nosotros, los demás se verán impulsados a preguntar por qué tenemos vidas tan vibrantes. Todos los seguidores de Cristo son llamados a ser santos. Responder a este llamado cada día, es hacer nuestra la Gran Comisión.
martes, 19 de septiembre de 2017
Prepare su corazón con ayuno
Prepare su corazón con ayuno
Leer | Mateo 13.1-23
En la parábola del sembrador, Jesús enseña que se necesita un buen suelo para producir una cosecha abundante. Advierte contra plantar semillas en pedregales, y habla también de lo peligrosos que son los espinos que ahogan las plantas. Aplica directamente la parábola a nuestra vida espiritual, explicando que la semilla es la Verdad de Dios; es solamente en el suelo de un corazón fiel y devoto que se recibe la Palabra y se produce la abundante cosecha espiritual. De hecho, dice que el suelo que está preparado para recibir lo que se siembra, puede producir 30, 60 ó 100 veces lo que se siembra.
Muchas personas dan testimonio de que Dios ha usado el ayuno bíblico para preparar sus corazones para recibir su verdad. Eso los ha preparado para la siembra de la Palabra, y por medio de eso, recibir mayor comprensión y dirección (Ro 10.17). Durante las horas de ayuno, se apartan de las preocupaciones terrenales y pasan su tiempo concentradas en las cosas celestiales. Fue entonces que Dios les mostró las rocas y gruesas raíces que han enredado sus corazones e impedido su crecimiento espiritual. Por medio de su Espíritu, Él también les dio el valor de confesar y arrepentirse, y las fuerzas para obedecer.
¿Cuál es la condición del suelo de su corazón? ¿Cuánta “preparación” hay que hacerle para que usted pueda recibir una mayor siembra de la Palabra? Dios desea quitar las rocas y las malezas que hay en nuestras vidas, y eliminar cualquier suelo duro; el ayuno bíblico nos prepara para tal siembra. Dios está llamando a su pueblo a consagrarse a Él. ¿No le gustaría venir ante Él para que le prepare?
lunes, 18 de septiembre de 2017
El ayuno bíblico
El ayuno bíblico
Leer | Salmo 42.1-2
“Mi amor...” La única respuesta que provoca esto es un distraído “Aja” acompañado por el sonido producido al pasar las hojas del periódico. “¿Puedo hablar contigo?” Una vez más la respuesta es “Aja”, seguida de un silencio. Luego se oyen unos pasos que se alejan. ¿Alguna vez experimentó usted algo parecido?
Todos hemos sido culpables de desatender a las personas que amamos. Es tanto lo que clama por nuestra atención, que a veces rehuimos el esfuerzo de invertir en una relación. Lo triste es que podemos hacer lo mismo con Dios. Pero no queremos eso, ¿verdad?
El ayuno bíblico es una manera de ayudarnos a re-enfocarnos en nuestra relación con Dios. El ayuno nos prepara para concentrarnos en Él. Es una oportunidad para poner de lado otras cosas, a fin de buscar su rostro y escuchar su voz. Es un tiempo de preparación que nos lleva a fijar nuestra atención en la voluntad y en los propósitos del Señor para nosotros.
Hay quienes nunca han probado el ayuno porque les parece demasiado extraño. No saben por dónde empezar a buscar o cuándo encontrar el tiempo para hacerlo. Pero si ven el ayuno como una experiencia de fe que agudiza nuestra visión espiritual, que acrecienta nuestro deseo de Dios, y que nos lleva a comprender mejor su dirección —desearan probarlo.
¿Anhela conocer mejor a Dios? ¿Necesita conocer su voluntad? El ayuno bíblico es una disciplina espiritual que le ayudará a tener un oído más agudo, una mente más clara, y unos ojos firmemente fijados en el Señor y en sus planes. ¿Qué tal si descubre esto por sí mismo?
sábado, 16 de septiembre de 2017
Jesús: El único camino al cielo
Jesús: El único camino al cielo
Leer | JUAN 10.1-11
Aunque el mundo tiene muchas religiones, solo hay un camino para llegar al cielo. Jesús dice claramente: “Nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn 14.6). Para enfatizar este punto, Él usó varias descripciones metafóricas, llamándose a sí mismo: el pan de vida, la puerta, el buen pastor, y el camino (6.51; 10.9, 11; 14.6).
Dios no espera que usted cumpla con algún tipo de ritual para hacer de Jesús el Señor de su vida —puede utilizar las palabras que quiera. Pero algunos elementos bíblicos son esenciales cuando se inicia una relación con Él:
• Confiese su pecado y reconozca su necesidad de un Salvador (1 Jn 1.9).
• Ponga su fe en Cristo como el único Salvador, reconociendo que Él murió por sus pecados, fue sepultado, y resucitó tres días después (Jn 3.16; 1 Co 15.3, 4.).
• Crea que sus pecados son perdonados, y que su nombre está escrito en el libro de la vida del Cordero (1 Jn 5.11-13).
• Ponga su fe en Cristo como el único Salvador, reconociendo que Él murió por sus pecados, fue sepultado, y resucitó tres días después (Jn 3.16; 1 Co 15.3, 4.).
• Crea que sus pecados son perdonados, y que su nombre está escrito en el libro de la vida del Cordero (1 Jn 5.11-13).
Cada persona tiene que tomar una decisión. La muerte es inevitable, pero podemos decidir entre ir al tormento eterno o a la hermosura eterna de la presencia de Dios.
Permítame ser muy claro, lo que una persona piense acerca del cielo y el infierno no influirá en Dios en lo más mínimo. Las personas no serán juzgadas por su punto de vista, sino por la verdad de la Palabra de Dios.
El "paquete de beneficios" de Dios
El “paquete de beneficios” de Dios
Leer | 2 Timoteo 3.14-17
Este mundo ofrece planes financieros, programas para perder peso, y una multitud de otras oportunidades que aseguran rendir resultados beneficiosos. Pero nada es más provechoso para nosotros que las Sagradas Escrituras.
Los planes de Dios no se limitan a la salvación. Su objetivo es que usted sea transformado conforme a la imagen de su Hijo, y la herramienta que utiliza para lograr su propósito es la Biblia. El pasaje de hoy esboza su programa de conjunto para su transformación espiritual.
El fundamento es la enseñanza de las verdades básicas de la Biblia. Estas doctrinas sobre el carácter y la obra de Dios son un ancla para nuestras almas en las tormentas de la vida, y nos protegen del engaño. Puesto que todos somos pecadores, la perfección es imposible. Pero cuando la Biblia nos reprende, somos redargüidos por los pecados que cometimos.
Después de esto viene la corrección. El Señor nunca nos redarguye y nos deja en el caos que hemos hecho. Nos da lo que necesitamos para arreglar las cosas.
El último paso es la instrucción en la justicia. Piense en esto como un curso privado de discipulado con la Palabra de Dios. Si obedecemos la instrucción y la disciplina de la Biblia, creceremos en obediencia y santidad, y con el tiempo necesitaremos menos corrección.
La plena participación del paquete de beneficio de Dios implica tres pasos: Leer la Biblia cada día; creer todo lo que Dios señala en su Palabra —no solamente las partes que nos resulten gratas (He 4.2); y hacer lo que Él dice. De esa manera, usted estará equipado para cumplir el propósito que Dios tiene para usted.
jueves, 14 de septiembre de 2017
Nuestro fundamento firme
Nuestro fundamento firme
Leer | Efesios 2.1-9
Lo que creemos determina la manera en que actuamos. Para conducirnos de una manera agradable a Dios, tenemos que abrazar la verdad bíblica. Por tanto, echemos un vistazo a algunos elementos básicos de la fe:
• La relación del hombre con Dios se interrumpió. Cuando Adán y Eva se rebelaron, su naturaleza se volvió corrupta y apartada de Dios. Esa naturaleza “carnal” fue transmitida a todas las generaciones posteriores, separando al hombre del Padre celestial (Ro 5.12). Abandonados a nuestra propia suerte, no podemos reparar nuestras faltas por el pecado, ni cambiar nuestra naturaleza.
• La salvación se obtiene solo por medio de Cristo (Hch 4.12). La justicia de Dios exigía un castigo por el pecado, pero solamente un sacrificio perfecto podría satisfacerla. Jesús, que vivió sin cometer pecado, era el único calificado. Él llevó nuestros pecados y murió en nuestro lugar para que pudiéramos ser perdonados y adoptados en la familia de Dios. Cuando lo recibimos como Salvador, se nos da una nueva naturaleza, y nos es adjudicada la justicia de Cristo (Fil 3.9; 2 Co 5.17).
• La iglesia —el cuerpo de Cristo— está constituida por creyentes de todo el mundo(1 Co 12.13). Todos los cristianos tienen el mandamiento de adorar al Señor, cuidar unos de otros y tener parte en el trabajo de extender el evangelio. A los seguidores del Señor se les ha dado también dones espirituales que deben utilizar para edificar a otros creyentes.
Si estas verdades son la base de nuestra perspectiva de la vida, creceremos en la gracia y el conocimiento de Jesucristo.
miércoles, 13 de septiembre de 2017
Un Dios de amor
Un Dios de amor
Leer | Efesios 3.17-19
El amor de Dios no se basa en nuestra manera de ser ni en nuestros logros. Sabemos esto por la promesa de Juan 3.16, y por su acción al enviar a Jesús a morir en nuestro lugar (1 Jn 4.10).
La manera como el Salvador actúa con las personas, nos demuestra la profundidad del amor de Dios. Judas Iscariote, uno de los doce discípulos de Jesús, ministró en estrecha colaboración con el Señor durante tres años, pero al final decidió traicionarlo. Aunque Él sabía lo que haría Judas, Jesús nunca lo rechazó. Por amor, el traicionado fue clemente con el traidor.
En otro ejemplo, una mujer sorprendida en adulterio estaba a punto de ser muerta a pedradas por su transgresión. Fue condenada por los líderes religiosos, pero Jesús intervino para protegerla. Luego, por amor, le ordenó que no pecara más (Jn 8.11).
Además tenemos a Pedro, quien amaba al Señor Jesús y deseaba seguirlo siempre. Sin embargo, en un momento de debilidad negó incluso conocerlo. Aunque Jesús sabía de antemano que el discípulo iba a hacer esto, su amor por este hombre no menguó. Él demostró esta realidad al aparecerse a Pedro después de la resurrección.
Dos ejemplos finales son Zaqueo, el codicioso cobrador de impuestos que se aprovechaba de sus compatriotas; y la mujer samaritana que, tras una serie de relaciones destruidas, estaba involucrada en un estilo de vida inmoral. Nada de esto impidió que Jesús se acercarse a ambos para brindarles su amor perdonador.
Por la fe en Jesús, cualquier persona —aun el peor pecador— puede convertirse en un hijo de Dios y experimentar la abundancia de su amor. Nadie está más allá de su alcance.
martes, 12 de septiembre de 2017
El amor perfecto de Dios
El amor perfecto de Dios
Leer | 1 Juan 4.7-9
Fuimos creados para ser miembros de la familia de Dios y recibir su amor perfecto. De hecho, por el sacrificio de su Hijo Jesucristo, Él demostró lo mucho que nos ama.
Cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, nos convertimos en hijos de Dios y experimentamos su amor incondicional. El amor que Dios nos tiene no varía en calidad ni cantidad. Nunca terminará, y ni aun disminuirá. Ninguna circunstancia puede hacer que el Señor deje de amarnos. Varios relatos del Nuevo Testamento ejemplifican esto:
• Pensemos en el centurión romano que le pidió a Jesús que sanara a su criado. ¿Fue ignorada la petición del soldado, porque no era uno del pueblo elegido de Dios —los judíos? No. Al ver la fe genuina del hombre, el Señor le concedió su petición por amor a él (Lc 7.2-10).
• Jesús dio su perdón al ladrón en la cruz, que puso su fe en Él (23.39-43).
• Antes de su conversión, Saulo de Tarso estaba convencido de que Jesús no era el Mesías prometido, y de que sus seguidores debían ser reprimidos. Por eso, el futuro apóstol Pablo persiguió a los judíos cristianos, y profirió amenazas de muerte contra la iglesia. El amor de Dios no dejó fuera ni siquiera a un enemigo de sus hijos. En el camino de Damasco, el Señor se le apareció con un ofrecimiento de salvación, y le encomendó un gran trabajo —la evangelización de los gentiles (Hch 9.15).
La mente humana no puede comprender plenamente el amor divino. En Cristo, los ladrones, los perseguidores y quienes puedan parecer los menos probables, son todos amados por igual.
lunes, 11 de septiembre de 2017
La oración marca la diferencia
La oración marca la diferencia
Leer | 1 Timoteo 2.1-8
Después de observar el rumbo pecaminoso que está tomando nuestra nación, reconocemos fácilmente la necesidad de un cambio. Pero la solución de Dios para nuestro problema es sorprendente. Pablo le ordena a Timoteo que establezca algunas prioridades en la iglesia, y lo primera en la lista es orar “por los reyes y por todos los que están en autoridad” (1 Ti 2.2).
Pablo no habría dado esta orden a Timoteo, de no haber creído que las oraciones de la iglesia marcarían la diferencia para el logro de los propósitos de Dios para su nación. Al enfocarnos en la magnitud de los problemas o en el poder de quienes gobiernan, perdemos de vista a nuestro soberano Dios, que espera que le pidamos que intervenga de la manera en que solamente Él puede hacerlo.
Las políticas y la legislación de una nación no están determinadas en última instancia en las salas de conferencias y en las cámaras del gobierno, sino en los lugares de oración. Las voces que definen la dirección de una nación no son necesariamente las que se escuchan en las salas donde se escriben las leyes, sino las que se acercan al trono celestial con una fe confiada (He 4.16). Cuando la iglesia cree y ora, el Señor responde.
Si de verdad cree que Dios puede cambiar a una nación, es posible que usted se esté preguntando por qué ha esperado tanto tiempo para hacerlo. Quizás Él le está haciendo a usted una pregunta parecida: “¿Por qué has esperado tanto tiempo para orar?” Toda autoridad en la Tierra puede ser tocada por el poder de la oración, si estamos dispuestos a pedir y creerle a Dios.
sábado, 9 de septiembre de 2017
Pedro: Una persona común y corriente
Pedro: Una persona común y corriente
Leer | Mateo 4.18-20
El apóstol Pedro fue una persona común y corriente que vivió en un tiempo extraordinario. La suya fue la generación en la cual Jesús vivió en la Tierra y murió por la salvación de la humanidad.
Fue Andrés quien trajo primero a su hermano Pedro (llamado originalmente Simón), para que conociera al Señor (Jn 1.40-42). Cuando Jesús los invitó a convertirse en sus discípulos, ambos hermanos dejaron de inmediato su actividad de la pesca, y se pusieron bajo la autoridad de Cristo (Mt 4.20).
Pedro se convirtió en un seguidor apasionado que demostró siempre el ansia de estar cerca del Salvador. Ya se tratara de encontrarse con el Señor Jesús en el agua durante una tormenta (14.27-29) o de hablar con Él durante su transfiguración (17.1-5), Pedro estuvo dedicado al servicio de su Maestro.
Al comienzo, el antiguo pescador era rápido para hablar y actuar, y esa impulsividad lo metió en problemas. Por ejemplo, cuando el Señor Jesús estaba hablando de su inminente sufrimiento y muerte, Pedro no estuvo de acuerdo, como si él supiera más que el Señor. La reprimenda de Cristo fue rápida y directa (16.21-23). El apóstol aprendió de sus errores, y más tarde le fue dada una gran responsabilidad. Pedro es un buen ejemplo de cómo debemos deshacernos de los deseos personales, aceptar de todo corazón la voluntad del Señor Jesús, y andar estrechamente con Él (Mr 8.34).
El Señor escoge a personas nada excepcionales como Pedro, usted y yo, para edificar su Reino. Cuando lo hacemos, Él hace por medio de nosotros más cosas de lo que jamás pudiéramos imaginar.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe
viernes, 8 de septiembre de 2017
Los deseos equivocados
Los deseos equivocados
Leer | Salmo 145.18-21
Todas las personas, incluso los seguidores de Cristo, podemos llegar a desear cosas que estén fuera de los planes de Dios —deseos que con mucho esfuerzo podemos hacer realidad.
Tener deseos es bueno, pues las metas nos estimulan y dan dirección a nuestra vida. Pero queremos que nuestros objetivos coincidan con los que Dios tiene para nosotros. Los anhelos contrarios a los propósitos del Señor tienen el poder de corromper el cuerpo, la mente y el espíritu, y hacer que los creyentes caigamos en tentaciones (2 P 2.9, 10; 1 Ti 6.9).
¿Cómo podemos saber si nuestros deseos son correctos? Un objetivo piadoso suele ser específico y firme, y resistirá una evaluación que se haga con oración y estudio de la Biblia. Por el contrario, un deseo equivocado no cumple con estos criterios. Por ejemplo, algunas personas tienen solo una vaga sensación de lo que quieren de la vida, o su anhelo se convierte fácilmente en otro con el cambio de las circunstancias. Pero lo más peligroso es la meta incompatible con el estilo de vida de un creyente. En tales casos, el creyente no ha considerado dos preguntas vitales: ¿Quiere Dios esto para mí? y ¿Puedo seguir a Cristo y este objetivo al mismo tiempo?
Muchas de las cosas que deseamos no son mencionadas específicamente en la Biblia; no nos dice: “Haz esto”, “No hagas esto”. Es por eso que Dios nos ha dado acceso a la sabiduría y al discernimiento del Espíritu Santo. Debemos evaluar en oración nuestros deseos para asegurarnos de que estemos dentro de la voluntad del Señor, y concentrados en su propósito para nuestra vida.
jueves, 7 de septiembre de 2017
Los deseos de nuestro corazón
Los deseos de nuestro corazón
Leer | Salmo 37
El Señor nos ha dado muchas promesas maravillosas. Pero, lamentablemente, una de ellas es malinterpretada con frecuencia. No es raro que alguien me hable de algo que pidió en oración, y que añada después: “Dios ha prometido concederme los deseos de mi corazón”.
Esto hace que el Señor parezca más una tienda de juguetes que un Padre sabio. Cuando se interpreta el Salmo 37.4, dentro del contexto correcto, podemos entender el principio de Dios en cuanto a concedernos los deseos de nuestro corazón.
Deleitarse en el Señor (v. 4) significa gozarse en conocer más a Dios y en obedecer su voluntad. Pasar tiempo con el Padre celestial aprendiendo lo que le agrada, y pidiéndole discernimiento para tomar decisiones sabias, tiene dos resultados. Primero, el Espíritu Santo armoniza los deseos de nuestro corazón con las Sagradas Escrituras; y, segundo, nos preparamos para recibir bendiciones.
El deleite en Dios se deriva de la dedicación a Él. Cuando encomendamos nuestro camino al Señor (v. 5), permitimos que su voluntad y sus mandatos moldeen nuestros pensamientos, estilo de vida y metas. En otras palabras, reconocemos su derecho a determinar si nuestro anhelo se ajusta a su plan.
Tal vez la parte más difícil para que nos sean concedidos los deseos de nuestro corazón, sea esperar que se materialicen. No obstante, la Palabra de Dios insiste en que descansemos en el Señor y que esperemos pacientemente en Él (v. 7).
Dios promete concedernos los deseos de nuestro corazón en el tiempo de Él, siempre y cuando nuestras peticiones estén en armonía con su voluntad.
Para vencer el desánimo
Para vencer el desánimo
Leer | Nehemías 2.1-9
A lo largo de la vida, el desánimo nos causará sentimientos temporales de desilusión. Pero si sufrimos una y otra vez contrariedades, el desánimo puede alojarse en nosotros y afectarnos de diversas maneras.
Primero, se produce una división en nuestra mente. Nos resulta difícil concentrarnos, no importa dónde estemos o quiénes estén con nosotros, seguimos pensando en la desilusión.
Luego, buscamos a alguien a quien culpar. Es fácil pensar que nos sentiremos mejor diciendo que el problema es por causa de otra persona, e incluso señalar a Dios por permitir la prueba.
A medida que nuestra actitud empeora, comenzamos a enfocarnos en lo que no nos gusta o no tenemos, hasta que estallamos de cólera porque personas o circunstancias nos han fallado.
Con el tiempo, el desánimo conduce a tomar decisiones poco sabias. Con una mente dividida, un enfoque equivocado, una actitud negativa e ira en el corazón, no pensaremos con claridad ni actuaremos de una manera agradable a Dios.
De la historia de Nehemías podemos aprender cómo vencer el desánimo. Después de orar, debemos esperar en Dios con la confianza en lo que Él hará. El Señor movió el corazón del rey, quien se mostró solidario con su copero dándole los soldados y lo que iba a necesitar. Nehemías aceptó la ayuda y se adelantó para reconstruir Jerusalén.
Dios moverá los corazones y enviará a las personas necesarias para ayudarnos en los momentos de desánimo. ¿Acudirá usted al Señor con esperanza, y aceptará la ayuda que Él le envíe?
martes, 5 de septiembre de 2017
Lidiar con el desánimo
Lidiar con el desánimo
Leer | Nehemías 1.1-11
El desánimo puede sentirse como un gran peso sobre nuestros hombros. Pone freno a nuestros pasos, hace más difícil el trabajo, y reduce nuestro gozo.
El que otros consideren insatisfactorios nuestros mejores esfuerzos, normalmente, nos afecta. La crítica constante de los demás puede afectar la manera en que nos sentimos en cuanto a nosotros mismos.
La insatisfacción en cuanto a nuestro desempeño puede también desanimarnos. Además, los fracasos del pasado nos pueden hacer sentir, a veces, con pocas esperanzas en cuanto al futuro. Las presiones económicas, las enfermedades y los conflictos, pueden también tener un alto costo emocional.
La vida de Nehemías nos enseña una lección importante en cuanto al manejo del desánimo. Él era un hebreo que vivía en Persia, y que servía como copero del rey. Cuando recibió noticias en cuanto al mal estado de Jerusalén y de la difícil situación del remanente judío que vivía allí se sintió profundamente afligido. En su tristeza por la situación, Nehemías acudió al Señor en oración. Sabía que solamente su gran Dios era capaz de cambiar la situación. De la misma manera, cuando nosotros nos sintamos desanimados, nuestra primera prioridad debe ser clamar a nuestro Padre celestial.
En su oración, Nehemías alabó el maravilloso carácter de Dios, confesó sus pecados y los pecados de los demás, recordó las promesas divinas, y presentó su petición. Sigamos el ejemplo de Nehemías, llevando nuestras tristezas al Señor en oración.
lunes, 4 de septiembre de 2017
Orar con la actitud correcta
Orar con la actitud correcta
Leer | Proverbios 16.5
En lo que se refiere a nuestra capacidad de escuchar la voz de Dios, pocas cosas tienen más importancia que nuestra actitud. Si venimos a Él con rebeldía u orgullo no podremos escucharle, pues estaremos totalmente desenfocados del Señor. No podemos esperar verle si estamos mirando en la dirección equivocada. Por tanto, necesitamos reexaminar la manera en que nos acercamos a Dios. Específicamente, tenemos que estar conscientes de tres aspectos cruciales:
Primero, debemos venir sumisamente a nuestro Padre celestial, inclinándonos con humildad delante de Él, y dándole las gracias por su accesibilidad. Como dice el versículo de hoy, el orgullo es algo que Dios aborrece absolutamente. Él no tolerará que vengamos a su presencia con arrogancia en nuestros corazones.
Segundo, debemos tener confianza en Dios, sabiendo que Él nos guiará en la dirección correcta, y nunca nos dirigirá por el camino equivocado. Recordar su fidelidad en el pasado puede hacer crecer nuestra confianza.
Tercero, debemos estar agradecidos y expresarlo con palabras, demostrando que reconocemos y apreciamos las innumerables bendiciones que ha derramado sobre nosotros. Debemos demostrar, como se dice, una “actitud de gratitud”.
Si venimos al trono de Dios con sumisión, confianza y gratitud, escucharemos a nuestro Padre. Pero si estas características no están presentes en nuestra vida, es posible que no lleguemos a conocer su mensaje. Piense en su actitud en cuanto a estos tres aspectos, y pídale al Señor que reoriente su corazón y su mente hacia su perfecta voluntad.
sábado, 2 de septiembre de 2017
Las recompensas de pasar tiempo con Dios
Las recompensas de pasar tiempo con Dios
Leer | Salmo 63.1-8
Comunicarse con Dios es siempre una bendición, pues el creyente que pasa tiempo a solas con el Padre celestial puede esperar grandes recompensas. Por ejemplo, los salmos del rey David hablan a menudo de la paz de su alma y de las energías renovadas que experimentaba por su tiempo en la presencia de Dios. Nuestro espíritu se aquieta con la oración, de modo que la preocupación y la frustración se mitigan. Cuando el Señor nos renueva interiormente, podemos sentir que desaparece la tensión de nuestros músculos. Ni siquiera el poeta David puede explicar cómo sucede, pero la adoración al Señor resulta en nuevas energías en nuestro ser.
Y como si eso no fuera suficiente, nuestras emociones sufren el mismo efecto. Luego de salir del trabajo, termino agotado. Sin embargo, he descubierto que la cura perfecta es sentarme con la Palabra, y pedirle al Señor una renovada sensación de su presencia y de su amor.
A pesar de las grandes recompensas que resultan de pasar tiempo en la presencia de Dios, muchos cristianos evitan hacerlo –especialmente cuando están tratando de ignorar el pecado de sus vidas. Por eso hay que recordar que el Señor está resuelto a purificar nuestros corazones para que podamos ser conformados a la imagen de su Hijo.
De manera que, el deseo de hacer frente a cualquier cosa que ponga estorbos a nuestra conexión con el Padre celestial, llevará a una relación personal más íntima con Él, y traerá muchas otras bendiciones. El tiempo invertido en su presencia siempre es recompensado.
viernes, 1 de septiembre de 2017
El perdón de nuestros pecados
El perdón de nuestros pecados
Leer | Salmo 103.1-5
A lo largo de los años he oído a cristianos decir: “Creo que he cometido un pecado imperdonable”. Y, tal vez, usted también haya dicho lo mismo.
Con base en la autoridad de la Biblia, puedo decirle sin reservas que Dios le ama, y que Él perdona a todos los que ponen su fe en Cristo como Salvador. La Biblia dice que:
• Con su sangre, Jesús pagó toda nuestra deuda de pecado (Mt 26.28). Todo pecado —sin excepción (Col 2.13, 14).
• El perdón es dado a toda persona que cree en Jesús (Hch 10.43), y se mantiene al alcance de todos los creyentes (1 Jn 1.9).
• Nuestro perdón por el pecado se basa en la abundancia de gracia de nuestro Padre celestial, que supera siempre al agravio (Ef 1.7, Ro 5.20).
• Dios no mantiene un registro de los pecados pasados, presentes o futuros para usarlos en nuestra contra (Ro 8.1; 2 Co 5.19).
Para reconciliarnos con Él, envió a su Hijo para morir en nuestro lugar. Aceptó el sacrificio de Cristo como pago total por nuestros pecados. Él ofrece el perdón únicamente sobre la base de nuestra relación con Jesús, no de nuestros méritos. Gracias a nuestra fe en la obra de Cristo en la cruz, podemos estar seguros de que hemos recibido y que seguiremos recibiendo su misericordia divina.
La Biblia nos asegura que no existe transgresión imperdonable para Dios. Esto no es una licencia para pecar, ¡muy al contrario! El perdón divino debe motivarnos a buscar la santidad. Si usted duda del perdón de Dios, lea otra vez los versículos mencionados anteriormente, y agradézcale a Dios por ese regalo tan grande.
Algo tiene que cambiar
Algo tiene que cambiar
Leer | Efesios 4.22-32
¿Por qué es difícil seguir el camino de obediencia? Como dijimos la semana pasada, dentro de todo creyente hay dos tendencias en conflicto: El viejo yo –o “la carne”– y la santidad de la nueva naturaleza en Cristo. Las características de estas inclinaciones opuestas están retratadas en los versículos de hoy. La calidad del perdón, o la falta del mismo, determinarán en gran medida la tendencia que predomina en nuestra vida.
El resultado inevitable de la falta de perdón es la ira, la amargura y el rencor. Al negarnos a perdonar, dejamos que la vieja naturaleza domine y produzca su venenoso fruto. Todos los aspectos de nuestra vida son afectados cuando nos negamos a brindar el perdón que Cristo nos dio con tanta generosidad —en esencia, estamos tratando a quienes nos rodean como no quisiéramos jamás que el Señor nos tratara.
Aunque un agravio puede rompernos el corazón o herir nuestra autoestima, el negarnos a perdonar le impide a Dios redimir la herida. Queremos que Él trasforme a la persona que nos hizo daño y que le haga lamentar lo que hizo, pero a veces, el Señor lo que quiere es transformarnos. El perdón nos ayuda a vivir a la manera de Cristo, y nos permite ver a los demás con ojos de gracia y misericordia.
Lea de nuevo los versículos 31 y 32. ¿Cuál le describe? Como creyentes, anhelamos demostrar las cualidades de nuestra nueva naturaleza, pero el Señor puede producirlas solamente si estamos dispuestos a sustituir ofensas y resentimientos con el perdón de nuestro corazón. Algo tiene que cambiar —deje que sea usted.
miércoles, 30 de agosto de 2017
El regalo del perdón
El regalo del perdón
Leer | Colosenses 3.12-17
Algunos diccionarios definen regalo como “algo que se da para demostrar amistad, afecto, ayuda, etc.” Según esta definición, parece lógico dar regalos solamente a las personas que amamos, no a quienes nos lastiman o maltratan. Sin embargo, la Biblia nos dice claramente que demos uno de los regalos más grandes –el perdón– a quienes nos traten mal.
Perdonar significa “renunciar a todo derecho a castigar o exigir castigo por un agravio”. El perdón debe ser sin condiciones; de lo contrario, dejaría de ser perdón. Efesios 2.8, 9 hace un contraste entre el regalo de la salvación y las obras. Ni la salvación ni el perdón pueden ganarse; ambos deben darse gratuitamente. Dios nos concedió un perdón que no merecíamos ni podíamos ganar. De igual manera, nosotros debemos liberar a quienes nos han hecho mal de cualquier tipo de condena.
El resentimiento es una esclavitud emocional que consume la mente con recuerdos de agravios, distorsiona las emociones por la venganza, y llena al corazón de desasosiego. Penetra profundamente en el alma, afectando tanto la salud física como la espiritual. Pero la persona que decide revestirse de amor y ofrecer perdón está lista para recibir la paz de Cristo. Permita que la Palabra de Dios le ayude a poner sus heridas y su ira en las manos de Dios, hasta que los pensamientos de venganza se transformen en alabanza y gratitud al Señor.
Afortunadamente, el regalo del perdón nos es dado gratuitamente por el Salvador, y nuestra tarea es simplemente compartirlo con los demás.
martes, 29 de agosto de 2017
¿Quién es su amo?
¿Quién es su amo?
Leer | Mateo 16.21-27
Nadie es totalmente libre. Romanos 6.16 dice que somos esclavos de aquel a quien obedecemos —o somos esclavos del pecado, o lo somos de la obediencia al Señor. Ya que todo ser humano nace con una naturaleza caída, ser el amo de nuestra propia vida es lo mismo que ser esclavo del pecado.
La solución de nuestro Padre celestial para esta malsana situación es el sometimiento a Él. Pero a menudo pensamos: Si le doy el control al Señor, entonces lo pierdo yo –lo cual me aterroriza. Dios podría llevarme en una dirección que no quiero ir.
Cuando el miedo se filtre en su corazón, piense en los atributos del Señor. Él es santo y puro; tiene sabiduría infinita, conocimiento perfecto y comprensión eterna de las cosas; Él le ama y tiene el poder para cambiar todas las cosas para bien (Gn 50.20).
Si el Señor tiene autoridad plena sobre usted, todos los demás amos tienen que ser destronados. El Espíritu Santo no se moverá en la vida de creyentes que toleren el pecado. La gracia de Dios cubre la culpa de nuestras transgresiones, pero no puede utilizarse para justificar la desobediencia constante (Ro 6.1, 2). Entristecemos al Espíritu cuando decimos sí al pecado, y lo apagamos cuando decimos no a Dios (Ef 4.30; 1 Ts 5.19).
No se desanime por la magnitud de este llamado al sometimiento a Dios. Ninguno de nosotros puede alcanzar la perfección, pero cada vez que demos un paso de obediencia, disminuirá el poder del pecado sobre nosotros. Si persevera comenzará pronto a vivir libre de la esclavitud y vivir para el Amo más maravilloso.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)