Nuestro Ayudador en la oración
Leer | Romanos 8.26, 27
Los cristianos necesitamos la ayuda del Espíritu Santo en la oración. Algunas veces, en nuestra peregrinación de fe, nos damos cuenta de que no podemos . . .
- Encontrar las palabras adecuadas
- Discernir la voluntad de Dios
- Reconocer lo que Él está haciendo, o
- Entender una situación.
Los tiempos de lucha en oración son normales para los creyentes. Por eso, echemos un vistazo a dos ejemplos bíblicos de la oración en situaciones difíciles.
Primero, notemos que en la lectura de hoy, el apóstol Pablo reconoce su débil vida de oración. Su muy conocida petición era que Dios quitara un aguijón que había en su carne (2 Co 12.7). Pablo rogó con desesperación —y probablemente con gran esfuerzo— tener alivio. Pero con la ayuda del Espíritu Santo, llegó a entender la decisión del Señor de que soportara con paciencia, a pesar del dolor.
Un segundo ejemplo es la angustiosa oración de Jesucristo la noche antes de su crucifixión. Aunque estaba determinado a hacer la voluntad de su Padre, lo aterrorizaba el monstruoso sufrimiento espiritual que se aproximaba. Al clamar a Dios desde el Getsemaní, el Salvador dijo: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mt 26.39).
Dios sabía que necesitaríamos ayuda en la oración. Con nuestra limitada perspectiva humana, no podemos conocer todos los aspectos de las situaciones que enfrentamos. Pero el Espíritu Santo entiende nuestras necesidades y nuestras cargas. Él lleva nuestras peticiones a Dios, aun cuando no podamos expresarlas adecuadamente.
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