Un ancla en la tempestad
Leer | Hebreos 13.5-9
¿Qué hace usted cuando vienen las tormentas de la vida? ¿A quién acude? ¿Dónde busca alivio y seguridad?
Todos tenemos conciencia de que estamos sujetos a tormentas, sin previo aviso, a lo largo de la vida. Sin embargo, aun cuando los problemas nos hagan tambalear, la Palabra de Dios nos asegura que podemos mantener un asidero firme, sin importar las circunstancias.
Hay una verdad maravillosa en la Biblia que, una vez que usted se aferre a ella, le mantendrá firme durante las situaciones más angustiosas. Esa ancla para las tormentas de la vida es Jesucristo, aquel que nunca cambia.
Usted podría preguntarse: ¿Qué quiere decir “ancla”? Piénselo de esta manera: Todas las cosas que hay en su vida —profesión, relaciones, finanzas— están sometidas a cambios constantes. De hecho, usted está creciendo, aprendiendo y cambiando cada día. No hay nada que alguien pueda hacer para detener este cambio continuo. Por eso, si tratamos de aferrarnos a cosas como el dinero, los amigos, el trabajo o el prestigio durante tiempos de dificultad, no podremos evitar ser tambaleados de un lado a otro. ¿Por qué razón? Porque nos hemos aferrado a un fundamento que no es estable.
En cambio, cuando fijamos nuestras esperanzas en Cristo, podemos estar seguros de que el ancla se sostendrá. Él no se mueve, no cambia y no nos deja. No importa que todas las cosas de la vida puedan transformarse y cambiar, Él es el mismo de siempre. Jesús es el único asidero seguro en un mundo inestable, el cual también tiene el poder de mantenerle a usted estable.
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