jueves, 21 de agosto de 2025

¿Es suficiente la salvación?

¿Es suficiente la salvación?
Romanos 14.7-12

Hay personas que a pesar de haber puesto su fe en Jesús como Salvador personal de sus vidas, siguen viviendo en rebeldía contra Él. ¿Por qué dicen seguir al Hijo de Dios pero se niegan a servirle?

La respuesta es que la salvación es solamente el primer paso. El destino eterno de cualquier persona que recibe a Jesucristo está sellado para siempre —irá al cielo. Pero la salvación no garantiza una vida piadosa o fructífera aquí en la Tierra.

La voluntad del Padre celestial es que vivamos bajo el señorío de su Hijo. Eso significa que debemos someternos a Jesús como el único que está a cargo de nuestra vida. Las decisiones de cada día y el liderazgo de aquellos que están bajo nuestro cuidado, están en última instancia en las manos de Dios, no de nosotros; Cristo nos da guía y dirección. Aunque algunas veces cometeremos errores, tenemos que recordar que la gracia de Dios es para personas imperfectas.

El problema es que normalmente queremos darle a Dios dominio solamente sobre ciertos aspectos de nuestra vida. Por ejemplo, muchos queremos que se aparte de nuestras finanzas, agendas y carreras. Pero, cuando nos encontramos en la cama de un hospital, ¿quiénes de nosotros le diría a Jesús que se desligara de nuestra salud? Por tanto, hágase esta pregunta: ¿Es Jesús el Señor de mi vida, o no?

La experiencia de salvación ocurre una sola vez, pero la vida cristiana continúa, porque el señorío de Jesucristo sigue. Habrá un momento cuando todo creyente deberá reconocer que el Hijo de Dios vino para más que salvarnos. Vino para ser el Dueño de nuestra vida, para nuestro bien y para su gloria.

miércoles, 20 de agosto de 2025

Vestidos para la batalla

Vestidos para la batalla
Efesios 6.13-18

Es importante que cada mañana nos vistamos para enfrentar el clima o las actividades del día, y lo mismo es espiritualmente.

Dios nos ha dado, por su gracia, lo necesario para hacer frente a todas las dificultades. Primero, debemos ceñirnos con el cinturón de la verdad —de quiénes somos en Cristo— santos con el poder sobrenatural que nos da el Espíritu de Dios que está en nosotros.

Luego, cuando seamos tentados a vivir con ira, temor o insatisfacción, la coraza de justicia puede desviar esas “flechas”, dándonos el poder para responder de una manera agradable a Dios.

Tercero, el calzado de la paz nos ayuda a mantenernos de pie, plantados firmemente en la serena voluntad del Señor.

Después, la fe, que ofrece la protección de Cristo contra los dardos de Satanás, es comparada con un escudo del tamaño de una puerta. La fe es también lo que nos trajo la salvación, cuando nuestra vieja manera de pensar fue sustituida por otra diferente. Por consiguiente, con el yelmo de la salvación nos ponemos la mente de Cristo, que nos da discernimiento y sabiduría.

Y, por último, tomemos la espada del Espíritu para que podamos combatir las mentiras de Satanás con la verdad de la Palabra de Dios.

No podemos saber con exactitud lo que enfrentaremos cada día, pero la Biblia nos advierte que se está librando una batalla espiritual. No salga hasta que esté vestido para la lucha. Y antes de levantarse, permita que su primera oración incluya la aplicación, paso a paso, de la armadura de Dios.


El pecado de postergar las responsabilidades

El pecado de postergar las responsabilidades
Hechos 24.24-27

A algunas personas les gusta decir que “viven atrasados”. Según la Biblia, eso es imposible para los hijos de Dios, pues vivir postergando las responsabilidades puede ser una forma de esclavitud, y el Señor no nos creó para que estuviéramos esclavizados.

Posponer las obligaciones tiene varias causas frecuentes. La primera, es el intento de evitarse molestias. Muchas personas posponen tomar acción porque les inquietan las consecuencias. En el pasaje de hoy, Félix despidió a Pablo por temor a las palabras del apóstol en cuanto a la justicia, el dominio propio y el juicio.

A veces damos vueltas a la lectura de la Biblia y a la oración, porque tememos que Dios saque a relucir algo que necesitamos confrontar. Problemas como el orgullo, la falta de control o los sentimientos de culpa, pueden ser incómodos de enfrentar, pero evadirlos obstaculiza el plan de Dios para nosotros.

El segundo motivo para aplazar las cosas, es la duda en cuanto a uno mismo. Quienes no se consideran competentes para realizar una tarea pueden decidir no iniciarla. Relacionado con esto hay otro factor: el temor a cometer un error o de fallar en una actividad, puede hacer que atrasarla parezca preferible.

Vivir postergando las obligaciones no es cosa de broma, especialmente en el ámbito espiritual, ya que dar vueltas a una tarea dada por Dios es lo mismo que desobedecerlo. ¿Tiene usted la propensión a dejar las cosas para después? Identifique los aspectos problemáticos y los sentimientos que los acompañan. Luego reconozca su tendencia, y confíe en el poder de Dios para vencerla.


lunes, 18 de agosto de 2025

Una batalla invisible

Una batalla invisible
Efesios 6.10-12

Satanás sí existe, y nuestra destrozada sociedad es testigo de su realidad. Quienes lo ignoran, lo hacen por su cuenta y riesgo. Esto también es cierto para los cristianos, porque todos estamos en guerra contra él. La batalla espiritual es personal; Satanás crea con gran destreza ataques para cada persona. Aunque no puede robarle al creyente el Espíritu de Dios, si puede, y de hecho lo hace, molestarnos física, mental, emocional y espiritualmente. Cada ataque tiene el propósito de derrotar nuestro testimonio para que no podamos tener una vida victoriosa centrada en Cristo.

Nuestro enemigo no es omnisciente, pero sí astuto. Observa nuestras fortalezas y nuestras debilidades para determinar cómo atacarnos. Tan pronto como su presa se vuelve cómoda y lo que menos espera es tener problemas, el diablo acciona una trampa. Por ejemplo, puede tentar a un esposo para que tome una decisión financiera poco sabia, que enoje a la esposa y la haga sentir insegura. Pero el esposo no es su enemigo; él necesita el amor y el perdón de ella. El enemigo es siempre Satanás y su legión de demonios.

La primera regla de la batalla es conocer a nuestro enemigo, y gracias a las Sagradas Escrituras podemos hacer eso. La Biblia contiene también una garantía importante: “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Jn 4.4).

Las fuerzas unidas del infierno no pueden igualarse al poder sobrenatural que hay en un solo creyente. Tenemos a Cristo viviendo dentro de nosotros, el mismo Cristo que triunfó en la cruz y cuya victoria final sobre Satanás está profetizada en Apocalipsis. Por medio de Él, podemos vencer a Satanás.

domingo, 17 de agosto de 2025

Dar gracias en todo

Dar gracias en todo
Efesios 5.15-21

¿Por qué nos ordena Dios que le demos gracias, a pesar de las circunstancias? Esta idea desafía a la lógica humana. Pero por otro lado, el Señor raras veces confirma las reglas hechas por los hombres. Los principios de la Biblia son para propósitos específicos en la vida del cristiano. La gratitud nos mantiene conscientes de la presencia de Dios, lo cual cimenta nuestra confianza, y al final fortalece nuestro testimonio.

Debemos entender que la gratitud no se basa en las emociones ni es el resultado de alguna situación. Podemos estar agradecidos aun en medio de las pruebas, porque Dios ha prometido hacer que todas las cosas obren para nuestro bien (Ro 8.28). Eso significa que tiene un propósito en mente para cada prueba.

Nuestra responsabilidad es confiar en que Dios sacará algún bien de ella, y que nos hará saber su plan, lo que da mayor razón para darle gracias. Comprender lo que Él se propone renueva nuestras fuerzas para enfrentar las circunstancias difíciles. Expresar gratitud cambia nuestra actitud en cuanto a Dios, a nosotros mismos y a nuestras situaciones. La mayoría de las personas permiten que las heridas y las tensiones les creen un estado de ánimo pesimista, lo cual afecta negativamente cada aspecto de sus vidas. Pero los creyentes tienen el Espíritu Santo trabajando en su interior para darles valor y un caudal de agradecimiento.

Cuando demostramos agradecimiento en las circunstancias difíciles, los compañeros de trabajo, la familia y los amigos desearán tener la paz y energía que obtenemos al demostrar agradecimiento hacia Dios. Por eso, no importa por lo que esté usted pasando, siga adelante y desafíe la lógica alabando al Señor.

jueves, 14 de agosto de 2025

Un mandato difícil

Un mandato difícil
1 Tesalonisenses 5.16-18

Algunos versículos, como el de hoy, son más fáciles de memorizar que de practicar. Dar gracias es fácil, pero dar gracias en todo es una tarea casi imposible. La gratitud, a veces, parece fuera de lugar al considerar la intensidad del dolor o del malestar que estamos experimentando. Pero tenemos un Consolador que nos ayuda a practicar la gratitud en todas las situaciones.

El Espíritu Santo nos capacita para que hagamos lo que Dios pide, y nos enseña que el hábito de la gratitud es parte de su obra. El Salmo 92 (NTV) dice: "Es bueno dar gracias al SEÑOR, cantar alabanzas al Altísimo. Es bueno proclamar por la mañana tu amor inagotable y por la noche tu fidelidad," (vv. 1- 2). En otras palabras, debemos esperar y recordar constantemente su ayuda. Pero cuando los creyentes toman conciencia de situaciones dolorosas que no tienen una razón lógica para estar agradecidos, nuestro Consolador da la motivación y las palabras.

Dar gracias en medio del dolor no se produce ni espontáneamente ni aparte de la oración. El pasaje de hoy entrelaza las disciplinas del gozo, la oración y la acción de gracias ya que tanto el regocijo como la gratitud dependen de la comunicación regular con Dios. Una persona que no ora, se mantendrá demasiado abrumada por sus problemas. Hablar con el Señor obliga a los problemas a alejarse, para que puedan ser reemplazados por la paz.

¿Por qué nos dice el Señor que practiquemos la gratitud? Porque sabe que cuando nos enfocamos en su actividad en nuestra vida, nuestro espíritu es fortalecido, entonces nos regocijamos más, oramos con mayor fervor y aprendemos a dar gracias en todo.

miércoles, 13 de agosto de 2025

El gozo espiritual

El gozo espiritual
Hechos 16.16-34

Pablo escribió mucho acerca del gozo espiritual; él sabía que podía tenerse aun en las situaciones más desesperantes. Es así, porque el gozo se origina interiormente mediante el Espíritu Santo.

Pero los creyentes pueden perder su gozo por varias razones:

Por un enfoque equivocado. Pablo y Silas fueron capaces de alabar a Dios a pesar de su severa prueba, porque tenían su mirada puesta en Jesús.

Por la desobediencia. El pecado nos roba el gozo, porque nos separa del Señor. Si recibimos su perdón, y le obedecemos, el gozo volverá.

Por el remordimiento. Echamos fuera el gozo cuando seguimos sintiéndonos mal por pecados del pasado. Dios quiere que creamos que Él nos perdona (1 Jn 1.9). También desea que decidamos vivir en su gracia, y que sigamos adelante.

Por el temor. Muy a menudo, dejamos que las preocupaciones en cuanto al futuro condicionen nuestro estado de ánimo. Pero el Señor nos llama a vivir por fe, a que le pidamos que supla nuestras necesidades hoy, y a que le confiemos nuestro futuro.

Por el sufrimiento de alguien. La Biblia dice que debemos llorar con los que lloran (Ro 12.15), pero también ofrecerles la esperanza de la presencia, el gozo y la ayuda de Dios. Un espíritu abatido es un mal testimonio para dar esperanza (Sal 42.11).

Porque había pasado por el “fuego” de los azotes, de los rechazos y de los arrestos, el apóstol Pablo estaba calificado para decir que ese confiado gozo es posible para el creyente rendido. ¿Carece usted de gozo? Fije su mirada en el Salvador, y permita que el gozo de Él sea también el suyo.

martes, 12 de agosto de 2025

La fuerza positiva del gozo

La fuerza positiva del gozo
Juan 15.9-17

Jesús nos prometió su gozo, pero ese gozo se le escapa a muchos cristianos.

Hay ciertas cuestiones importantes que debemos entender en cuanto al gozo. Este regalo para cada creyente en Cristo tiene una fuente espiritual, el Espíritu Santo, y se produce internamente por medio de Él. Puesto que el gozo divino es sobrenatural, existe independientemente de nuestras circunstancias. En cambio, la felicidad se origina de causas externas, es terrenal por naturaleza, y aumenta o disminuye con el cambio de las circunstancias.

El gozo emanará del Espíritu Santo si…

Nos enfocamos en nuestra relación con Jesús. Gracias al Señor, nuestros pecados han sido perdonados, nuestros nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero, y le pertenecemos eternamente a Él. Nada podrá separarnos de Dios, ni ahora ni en la eternidad.

Vemos su obra transformadora en otros. Observa y se complace por lo que Dios está haciendo: rescatando a las personas de la esclavitud del pecado, y moldeándolas a la semejanza de su Hijo.

Servimos a aquellos a quienes Él nos envía. El cuidado obediente y amoroso de los demás trae gozo espiritual.

Meditamos en la Palabra de Dios. Por medio de ella, recibimos el derramamiento del Señor y de sus preciosas verdades sobre las cuales edificamos nuestras vidas.

El Espíritu Santo desea producir su gozo en usted. Aparte unos minutos para contemplar la maravilla de su nuevo nacimiento, compartir el gozo espiritual de alguien, servir como Dios le dirija, o recibir dirección de su Palabra. Revise después su barómetro emocional. ¿No está diciendo todavía ¡aleluya!?

Respuestas a la oración

Respuestas a la oración
2 Crónicas 20.14-25

“Mi jefe es intolerable, Señor. Te ruego que me ayudes a conseguir otro empleo”.

“Señor, esta espalda me está arruinando la vida. ¡Ten misericordia de mí, y sáname!”

Todos los cristianos estamos de acuerdo con que Dios responde las oraciones. Sin embargo, hay quienes dirían: “Él responde la mayoría de las oraciones, pero no las mías”. Un creyente puede clamar a Dios con fervor sin recibir lo que considera una respuesta satisfactoria. El problema no es la falta de disposición o la imposibilidad de Dios de responder, sino más bien la palabra “satisfactoria”. Si venimos a Dios con una idea preconcebida de cómo debe resolverse nuestro problema, es probable que pasemos por alto la solución perfecta que Él tiene.

Supongamos que el rey Josafat hubiera determinado que Dios sólo podía responder su oración dándole a su ejército más aguante para la batalla que se avecinaba. Habría convocado a un consejo de guerra y armado a sus soldados. Pero la solución de Dios era enviar a un coro para cantar alabanzas y salvar a Israel. Si el ejército israelita hubiera ido a combate, habrían perdido Jerusalén.

A veces, no nos gustan las soluciones de Dios. Deseamos vernos libres de las dificultades, en vez de orar por una dosis extra de gracia para soportarlas.

Es normal querer que el Señor lo arregle todo, sin requerir esfuerzo de nuestra parte. Pero nuestra disposición de obedecer es clave para que la oración tenga respuesta. Cuando Dios nos diga cómo resolver nuestro problema, debemos actuar tal como Él dice, o nunca estaremos satisfechos.

viernes, 8 de agosto de 2025

Cómo aprender a esperar

Cómo aprender a esperar
Salmo 25.20-21

¿Qué debemos pensar cuando Dios no da respuesta a una oración? Lo más probable es que nos hayamos preguntado eso en algún momento. Como seres humanos limitados por el tiempo, podemos encontrar muy frustrante el tic-tac del reloj.

Debemos entender que Dios no nos ve simplemente en el aquí y el ahora; Él considera todo el panorama al mismo tiempo: dónde hemos estado, dónde estamos ahora, y hacia dónde nos estamos dirigiendo. Sabe exactamente qué efecto tendrán en nuestras vidas cada pequeña decisión, acción o bendición.

¿Piensa usted que Dios quiere darle algo que pueda destruirle? ¡Por supuesto que no! Él sabe que lo que puede ser para usted una bendición más tarde, puede arruinar totalmente su vida ahora. Por esta razón, Él se demora, con el fin de darle el tiempo de prepararse para recibir esa bendición.

Aprender a esperar en Dios exige por lo menos tres cosas de nosotros: primero, ser sensibles a Él y alimentar nuestra relación con el Padre para que podamos escucharlo; segundo, confiar en su juicio y sabiduría; tercero, ser obedientes al Señor. Si tratamos de hacer que algo suceda por nosotros mismos después de que Dios nos ha dicho que esperemos, nos estaremos dirigiendo al desastre. El Señor bendice la espera obediente.

Dios trabaja de acuerdo con su omnisciencia, su omnipotencia y su amor. Nunca olvide que el Señor está activamente a su lado, aun cuando le niegue una petición. No significa que Él no está prestando atención a sus necesidades; significa que está especialmente pendiente de usted.

jueves, 7 de agosto de 2025

La gracia para esperar

La gracia para esperar
Salmo 62.1-2

No hay duda de que una de las cosas que menos nos gustan es esperar en fila. Llegamos a la cita del médico a tiempo o un poco antes, para no tener que esperar. Vamos al supermercado para comprar apenas unas cosas, y nos quedamos anclados en una fila interminable en la caja. Y todos hemos tenido la experiencia de esperar para usar un cajero automático del banco.

Cuando llevamos algo al Señor en oración, también traemos con nosotros nuestra impaciencia. Normalmente hacemos una petición, y esperamos la respuesta al instante. Si Dios no se pone en acción de inmediato, muchas personas comienzan a pensar: Bien, traté de orar, pero el Señor simplemente no hizo nada. En realidad, la oración no funciona.

¡Qué trágico! Comparemos esa actitud con la del rey David. Cuando él tenía apenas 16 años de edad, Dios envió al profeta Samuel a ungirlo como el rey. Pasarían dieciséis años más para que esa promesa se cumpliera. ¿Qué hizo David durante ese tiempo? ¿Se quejaba exigiéndole su reino? De ningún modo. David entendía que Dios era fiel. También sabía que su Padre celestial no solo era el Dios del quién y el qué, sino también del cuándo y el cómo. David quería tener el reinado solamente cuando el Señor estuviera dispuesto a dárselo. Por tanto, esperó.

¿Hay algo en su vida por lo cual le resulta difícil mantenerse paciente? ¿Esperará en el Señor como uno espera en el banco, o al igual que el rey David confiará en el tiempo de Dios? El Padre celestial conoce cada faceta de su situación, y su “demora” es, porque Él quiere, en realidad, lo mejor para usted.

miércoles, 6 de agosto de 2025

Cómo sobrevivir a nuestra cultura

Cómo sobrevivir a nuestra cultura
1 Corintios 3.1-3

Cuando somos llamados a tener una nueva vida con Cristo, encontramos obstáculos. Uno de los más grandes es la cultura en la cual vivimos. Es posible que no reconozcamos el peligro en que estamos, hasta que caigamos. Demos una mirada a nuestro mundo.

Primero, es una cultura secular, lo cual significa que tiene poco interés en los asuntos espirituales o en la Biblia. Enseña a confiar en nosotros mismos y en las cosas que podemos ver, en vez de hacerlo en nuestro Dios trino.

Nuestro mundo es también materialista. Su interés principal es acumular cosas y tener riquezas, no en ocuparse de los demás y dar sacrificialmente. Trágicamente, muchas de las cosas que nuestra cultura valora están en oposición con la manera que Jesús nos llama a vivir. Cuando la Biblia contradice lo que la sociedad cree, no es raro que las personas menosprecien nuestro estilo de vida como estrecho y radical.

En muchos sentidos, nuestra sociedad es espiritualmente rebelde, ya que desafía tanto las leyes de Dios como las leyes de los hombres; la obediencia es considerada opcional. Un gran porcentaje de la población rechaza el criterio de Dios en cuanto a las relaciones sexuales y el matrimonio, porque han sido engañados al hacerles creer que pueden violar las leyes de Dios sin sufrir ninguna consecuencia.

Si no estamos alerta, podemos ser presa de las trampas del mundo. La clave para evitar sus lazos es la Palabra de Dios. Cuando estudiamos la Biblia, el Espíritu Santo identificará las mentiras en que estemos creyendo, y nos mostrará cómo podemos aplicar la verdad de las Sagradas Escrituras para ser libres.

martes, 5 de agosto de 2025

Creados para amarnos unos a otros

Creados para amarnos unos a otros
Juan 13.34-35

Jesús pasó su última noche antes de la crucifixión recordándole a los discípulos principios fundamentales. Cuando se arrodilló para lavar sus pies, les dio un nuevo mandamiento, de amarse unos a otros. Repetiría esta frase cinco veces (Jn 13.34, 35; 15.12, 17). Enfatizó el mandamiento porque sabía que no solo era fundamentalmente importante, sino además uno de los más difíciles de obedecer.

Lo natural es que pongamos nuestros propios intereses antes que las necesidades de los demás. Pero, dado que el viejo yo del creyente ha sido crucificado, el Espíritu de Dios puede vivir en y a través de toda persona. Dar de nosotros mismos a favor de alguien, armoniza con quienes somos en Cristo. De hecho, mostramos el amor de Dios cuando nos amamos unos a otros, especialmente a quienes son difíciles de amar.

Pablo recogió en sus cartas la insistencia de Jesús de “amaos los unos a los otros”, y habla de maneras específicas de cómo obedecerlo. Dijo que debemos recibirnos o aceptarnos unos a otros (Ro 15.7), sobrellevar mutuamente las cargas (Gá 6.2), y vivir en paz entre nosotros (1 Ts 5.13).

Al enseñar a las iglesias, Pablo se basaba en los mismos principios que Jesús enseñó: amor a Dios y amor de los unos a los otros. Eso es lo que significa ser una iglesia que honra el nombre de Dios, y que resulta atrayente para los no creyentes.

Puesto que el atributo más grande de Dios es su amor, su plan es utilizar a sus hijos para que atiendan las necesidades emocionales, materiales, físicas y espirituales que existen. Por eso, debemos llenar con el amor de Dios los corazones y las manos de aquellos que están en nuestra esfera de influencia.

Creados para amar a Dios

Creados para amar a Dios
Lucas 10.25-28

Los fariseos y los saduceos dedicaban mucho tiempo y esfuerzos para analizar la ley de Moisés, y para discutir sobre el valor de sus 613 normas. Pero el Señor Jesús fue al grano de la discusión al resumir la ley en dos principios clave: “Amarás al Señor con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Dt 6.5; Lv 19.34).

Aun antes de decirle a su pueblo que lo amara, Dios se identificó a sí mismo por medio de varios nombres que revelaban su carácter. Por ejemplo, Jehová se refiere a su ser y a ser fiel guardador del pacto, y Elohim se refiere a su poder infinito. Por medio de sus nombres, Dios estaba llamando la atención en cuanto a lo digno que era de ser amado por encima de todos y de todo, y también de su disposición de amarnos sin medida. Él nos hace promesas inquebrantables, y tiene el poder para cumplir cada una de ellas.

La Biblia no exagera el deseo de Dios de que sus hijos lo amen con todo su ser. Cuando Él se llama a sí mismo Dios celoso y exige nuestra devoción, está señalando nuestra absoluta necesidad de Él (Éx 20.5). Cualquier cosa que tenga más prioridad en nuestra vida, es un ídolo y, por tanto, nada debe ser más importante o más fundamental para nuestra existencia que Dios.

Fuimos creados para ser amados por Dios, y para amarlo a Él en reciprocidad. No adorarle con todo nuestro ser obstruye su propósito para con nosotros. El fiel Guardador del Pacto, que es infinito en poder, nos hizo para relacionarnos con Él, de modo que podamos conocerlo, servirle y honrarlo.

viernes, 1 de agosto de 2025

La fuente de la valentía

La fuente de la valentía
Josué 1.8-9

El mensaje de Josué, capítulo 1, es para todos los hijos de Dios. Los principios eternos de la Palabra de Dios son tan pertinentes para nosotros hoy como lo fueron para el antiguo pueblo hebreo. La orden del Señor de esforzarnos y ser valientes sigue estando vigente, ya que su promesa está con nosotros en todas las circunstancias. Además, sigue siendo cierto que la fe y la valentía se desarrollan en los creyentes que meditan con regularidad en la Palabra.

El temor, la antítesis de la valentía, nace de la desobediencia al Señor, de la falta de fe en Él, y de las dudas acerca de su voluntad o sus caminos. El peso y el inhibidor poder del temor pueden paralizar a una persona como los grilletes a un preso. Pero la Biblia contiene verdades, promesas y principios que rompen esas cadenas.

¿Ha notado usted alguna vez que enfocar la mente en la Palabra de Dios sosiega su espíritu? En ese silencio, la fe hace que el temor se esfume. Las revelaciones de Dios en cuanto a sí mismo en la Biblia son capaces de agudizar nuestra percepción en cuanto a todo lo que estemos enfrentando. Podemos ver la verdadera naturaleza de un asunto, que no es más grande que nuestro Dios. Como resultado, nos quitamos el peso de nuestras cargas y, en vez de eso, desarrollamos una confianza arraigada profundamente en la bondad y la soberanía de Dios. Esa es la definición de valentía.

La exhortación de Dios a Josué: “Esfuérzate y sé valiente” (Jos 1.9), es también para los creyentes de hoy. Al igual que los israelitas, luchamos contra enemigos poderosos. No ceda al temor, sino rompa su control con las poderosas palabras de la Biblia, y viva con confianza.

jueves, 31 de julio de 2025

Un momento para demostrar valentía

Un momento para demostrar valentía
Josué 1.5-7

Aun antes de que los israelitas se pusieran en marcha para conquistar la Tierra Prometida, el Señor sabía todo lo que experimentarían, incluyendo la victoria nada convencional en Jericó, la derrota en Hai, y el engaño de los gabaonitas (Jos 6—­9). Y también le dio una orden y una promesa a Josué, a quien Él había elegido como líder del pueblo. Dios sabe también qué deparará el futuro a los creyentes de hoy, y sus palabras se siguen aplicando a todos los que caminan con Él.

La orden: “Esfuérzate y sé valiente” (1.6, 7, 9). Son muchas las cosas de esta vida que amenazan con prevalecer sobre el corazón y la mente que temen a Dios. Los adversarios nos asaltan en nuestros lugares de trabajo, en nuestros vecindarios e incluso en nuestros hogares. Muchas veces tenemos la ocasión de preguntarnos si estamos tomando una buena decisión o siguiendo el modo más prudente de proceder. Al igual que los israelitas, enfrentamos batallas, enemigos y pruebas. Sin embargo, Dios nos dice que nos esforcemos y seamos valientes cuando enfrentemos el futuro.

La promesa: “Estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (v. 5). Sin su promesa, la orden del Señor sería imposible de obedecer. Nos apoyamos, no en nuestras propias fuerzas y firmeza, sino en el poder inmutable de Dios. Podemos apropiarnos de la presencia y la guía de Él.

El escritor del Salmo 118 confiaba en la orden y en la promesa de Josué, capitulo 1. “Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (v. 6). Nadie puede quitarnos el amor que Dios nos tiene, ni nuestra salvación, ni nuestro derecho de morar fielmente con Él por toda la eternidad.

Razones para las tormentas de la vida

Razones para las tormentas de la vida
2 Corintios 1.3-6

Al Señor nunca se le toma por sorpresa. Él sabe por todo lo que estamos pasando y está dirigiendo todas nuestras circunstancias tanto para nuestro bien como para su gloria, conforme a su buena voluntad.

Uno de los propósitos de las dificultades es limpiarnos. Por nuestra naturaleza “carnal”, y el mundo egocéntrico en que vivimos, es fácil desarrollar actitudes centradas en uno mismo, prioridades confusas y costumbres impías. Por tanto, las presiones que nos sobrevienen en situaciones tormentosas tienen el propósito de llevarnos al arrepentimiento. Nuestras pruebas no son para hundirnos, sino más bien para purificarnos y llevarnos de vuelta a la senda del temor a Dios.

Otra razón para la adversidad es enseñarnos cómo consolar a otros. La obra de Dios en nuestras vidas no es solamente para nosotros. Está diseñada para que alcancemos a un mundo que no conoce al Señor. Él usa las presiones que enfrentamos para prepararnos en cuanto al servicio a los demás. Cuando padecemos sufrimientos, descubrimos la suficiencia de Dios, su presencia consoladora y su provisión de fortaleza para ayudarnos a soportar. Nuestro testimonio durante los tiempos de dificultad será auténtico; aquellos a quienes ministramos reconocerán que conocemos y comprendemos su dolor.

Reflexionar en el propósito divino que hay detrás de nuestras dificultades, puede ayudarnos a responder a ellas de una manera que honre a Dios. Las lecciones del Señor normalmente se ponen en claro gradualmente, pero Él estará caminando al lado suyo a lo largo de todo el camino.

martes, 29 de julio de 2025

El propósito de Dios en nuestras dificultades

El propósito de Dios en nuestras dificultades
Romanos 8.28-29

Si pudiéramos elegir el número de dificultades que quisiéramos enfrentar en la vida, la mayoría de nosotros elegiríamos el cero. Pero Dios ve que los tiempos de dificultad tienen gran valor y los utiliza para llevar a cabo sus planes.

Uno de los propósitos que tiene Dios para nosotros, es hacer que nuestra relación con Él crezca. El Señor sabe que nos es difícil ponerlo a Él primero, muchos de nosotros damos más prioridad a la familia y a los amigos. Para otros, el dinero, el trabajo e incluso los placeres, son un obstáculo. Cuando el Señor ve que nuestra atención se está desviando de Él, puede usar las dificultades para que le demos el lugar debido.

Otra razón por la que Dios permite las dificultades, es para conformarnos a la imagen de Jesús. El dolor es una herramienta que saca a la superficie nuestra carnalidad, lo utiliza también para zarandearnos, moldearnos y podarnos. El proceso de santificación —de crear un carácter como el de Cristo en nuestras vidas— comienza en el momento de la salvación y terminará con nuestro último aliento.

Un tercer propósito es revelar nuestras verdaderas convicciones. Nuestra fe es probada en los tiempos difíciles. Es fácil decir: “Dios es bueno” cuando las cosas están tranquilas. Pero cuando todo se frustra, ¿revelan nuestras palabras y acciones una actitud de confianza?

El rey David soportó el desmoronamiento de su familia, ataques personales y la traición de algunos de sus seres queridos. Pero, gracias a esas pruebas, adquirió una fe más fuerte y un carácter más piadoso. ¿Dejará que el Señor utilice su situación actual para lograr los buenos propósitos que Él tiene para usted?

lunes, 28 de julio de 2025

Las recompensas del servicio

Las recompensas del servicio
Hebreos 6.7-12

Algún día, usted y yo estaremos de pie en la presencia del Dios santo, y nuestra vida será evaluada. En ese día, nuestras obras serán juzgadas, y seremos recompensados como corresponda.

Será un momento muy solemne, porque algunos sufrirán grandes pérdidas, mientras que otros recibirán grandes recompensas. Aquí no estoy hablando de la salvación, porque la salvación nunca es una recompensa por el servicio; ella es, simplemente, un regalo que se da a todos los que reciben a Jesucristo como Salvador. Pero las recompensas son diferentes; están unidas al servicio.

Jesús nos dice mucho en la Biblia en cuanto a las recompensas que recibiremos por servir. También utilizó palabras fuertes para referirse al hombre que había escondido su talento en vez de ponerlo a producir. En la parábola, su amo lo llamó “malo y negligente”, y luego le quitó lo que le había dado antes (Mt 25.26).

El Señor nos hizo también otra advertencia: No debemos realizar el servicio cristiano para asegurarnos de que las personas que nos rodean nos vean. Cuando eso sucede, Él dice que perderemos nuestra recompensa en el cielo (6.1-6). Todo lo que pueda haber sido reservado para beneficio propio se perderá, y lo único que ganaremos será el reconocimiento de los demás.

La mejor manera de servir a Dios es hacerlo por amor a Él. Cuanto más conozca usted a Dios, más lo amará y más deseará servirlo. Y cuanto más lo sirva, más honrará Él su servicio. Esto nos lleva a amar más a Dios, y ese ciclo continuará por toda la eternidad.

viernes, 25 de julio de 2025

La clave para el servicio

La clave para el servicio
Juan 13.3-16

Algunos cristianos aún no han entendido que el verdadero servicio es más que asistir a la iglesia; implica dedicar nuestras vidas al servicio de los demás. Jesús demostró esto cuando lavó los pies de los discípulos en el aposento alto durante la Última Cena.

El ejemplo del Señor nos enseña que la clave es la humildad. A menos que estemos dispuestos a inclinarnos y a ensuciarnos las manos para servir a los demás, no habremos entendido cuál es la clave del servicio. Además, un siervo verdadero…

- No espera que le pidan ayuda. Nadie le pidió a Jesús que fuera y lavara los pies de los discípulos. Así como Él vio e hizo lo que era necesario, un siervo verdadero está alerta para identificar la necesidad y luego servir como voluntario para atenderla. Lo hará calladamente sin buscar ningún reconocimiento o recompensa. Está satisfecho y muy gozoso por el simple hecho de ayudar.

- Debe aprender a recibir y también a dar. Esto es, por lo general, muy difícil para un siervo. Jesús dijo a sus discípulos que si no le permitían que les lavara los pies, no tendrían parte con Él. Pedro se había negado rotundamente porque era demasiado orgulloso para recibir tal atención (v. 8). No debemos estar tan atados a los convencionalismos o al orgullo, que digamos no a alguien que, por amor, desee “lavar nuestros pies”.

Como seguidores de Jesús, debemos verlo a Él como nuestro ejemplo de siervo. Si Dios mismo tomó “la naturaleza de siervo” (Fil 2.6-7 DHH) para hacer una tarea tan humilde para sus discípulos, ¿qué excusa podemos presentar nosotros para no servir a los demás?

jueves, 24 de julio de 2025

Los requisitos del Servicio

Los requisitos del Servicio
Lucas 19.1-10

Con el tiempo, los creyentes debemos ser más como Cristo. Y para eso debemos entender las necesidades de los demás y al mismo tiempo...

- Mantenernos conscientes. Jesús se detuvo debajo del sicómoro porque estaba consciente de que Zaqueo estaba en el árbol. ¿Cuántas personas necesitadas están “ocultas en los árboles” mientras nosotros pasamos al lado de ellas sin darnos cuenta?

- Estar disponibles. Al notar al cobrador de impuestos, Jesús no hizo una cita para ir a verlo varias semanas después. Estar disponible era una prioridad tan grande, que fue en ese mismo momento a la casa de Zaqueo.

- Aceptar a las personas. Jesús no esperó que Zaqueo estuviera limpio y hubiera enderezado su vida. El Señor lo aceptó tal y como era. Nunca debemos olvidar cómo nos aceptó Jesús, sucios y cubiertos de pecados.

- Permanecer en Cristo. Cuando fuimos salvos, fuimos injertados en la vid de Jesucristo. Permanecer en Él es la única manera de encontrar los recursos que necesitamos para servir de la misma manera a las personas que necesitan ser ayudadas.

- Abandonar el egoísmo. Dios nos llama a abandonar nuestros deseos egoístas. Solo cuando dejamos atrás nuestro egocentrismo somos libres para servir de verdad a los demás.

Jesús vino, no para ser servido, sino para dar su vida en rescate por muchos (Mt 20.18). Él nos dice que vayamos y hagamos lo mismo. Cuando lo recibimos como Salvador y nos entregamos a Él, nuestras vidas se convierten en una expresión viva de Aquel que vino para ser siervo de todos.

miércoles, 23 de julio de 2025

Viva el llamamiento de Dios

Viva el llamamiento de Dios
1 Pedro 2.9-12

¿Qué término describe mejor su vida como cristiano: creyente o seguidor de Cristo? Un creyente puede creer en ciertas cosas, sin necesidad de ponerlas en práctica. Pero decir: “Soy seguidor de Jesucristo” enrumba la vida en un solo camino.

¿Cómo podemos seguir el camino al que Dios nos llama? 

Primero, debemos creer en Él (Jn 14.1), porque no seguiremos a alguien si no creemos en esa persona. La fe crece a medida que permanecemos en Cristo y descubrimos la hermosura de su carácter, la profundidad de su amor y la perfección de su plan.

Segundo, seguir significa obedecer al Señor (Jn 14.15). Cuando se trata de obedecer a Dios, solo hay dos respuestas: lo haré o no lo haré. Un verdadero seguidor de Jesucristo combina la fe con la obediencia, y se esforzará en decir “Sí, lo haré”, aunque algo sea difícil. “Sí, lo haré”, cuando sea impopular, y “Sí, lo haré”, aunque eso pueda causarle dolor o sufrimiento.

Por último, seguir significa servir a Jesucristo. Como hijos de Dios, no debemos ser simplemente observadores; debemos participar activamente en la obra del Señor. Los espectadores se sientan para ver, pero hemos sido llamados a usar nuestros dones espirituales y a servir todo el tiempo. En el cuerpo de Cristo, cada miembro, hombre o mujer, está llamado a hacer su parte (1 Co 12.27, 18).

Jesucristo confió en su Padre por completo, lo obedeció sacrificialmente (Fil 2.8) y tuvo una vida de servicio (Mt 20.28). Estamos llamados a imitarlo. ¿En cuál de estos aspectos necesita usted seguir a Cristo más de cerca? Pídale al Espíritu Santo que le dé el corazón de un siervo obediente.

martes, 22 de julio de 2025

Cómo comprender el llamamiento de Dios

Cómo comprender el llamamiento de Dios
Lucas 9.57-62

Nuestro Padre celestial tiene planes específicos para cada uno de sus hijos. Con ese objetivo, ha hecho un triple llamamiento a la vida de cada creyente:

- Somos llamados a salvación en Jesús. Poner la fe en Cristo como nuestro Salvador da comienzo a una relación personal con Él por medio del Espíritu Santo que mora en nosotros. El Señor quiere que dejemos a un lado la carga de tratar de ganar la salvación por nosotros mismos. Por el contrario, Él nos invita a poner nuestra fe en Él, para que haga su obra de transformación en nosotros (Mt 11.28-29).

- Somos llamados a permanecer en Jesús. Es decir, a escucharle cuando nos habla por medio de la Biblia; vivir en una dependencia cada vez mayor de Él; aprender a conocerlo más íntimamente; y hacer uso de su poder para tener una vida recta. Jesús nos llama a hacer que nuestra relación con Él sea lo más importante en nuestra vida, y a permanecer en Él todos los días de nuestra vida.

- Somos llamados a seguir a Jesús. Seguir a alguien requiere conocer su carácter, sus planes, y cómo desea que los llevemos a cabo. La Biblia nos dice claramente todo lo que necesitamos saber para vivir bajo la dirección de Jesús. La evidencia de que lo estamos siguiendo se mostrará en la actitud, conducta, carácter, conversación y relaciones que tengamos.

Sin la presencia del Espíritu Santo, que recibimos en el momento de la salvación, no podemos permanecer en Jesús (Jn 15.4, 26). Si no permanecemos en Él, no lo conoceremos lo suficiente como para seguirlo. Si decidimos no seguirlo, perderemos el gozo que Dios ha dispuesto para nosotros.

Cuando nos sintamos inferiores

Cuando nos sintamos inferiores
Efesios 2.10

Muchos cristianos luchan con un paralizante sentimiento de inferioridad. Tal sentimiento es un obstáculo para mantener buenas relaciones y satisfacción verdadera. Pero afortunadamente hay esperanza para el creyente, pues los sentimientos de inferioridad pueden ser sanados.

Después de ser salvo, el primer paso para la sanidad es que tenga de sí el mismo concepto que tiene el Creador de usted. Efesios 2.10 dice claramente que usted es hechura de Él —Dios está trabajando en usted, y Él no hace nada que no sea de calidad. De hecho, la palabra hechura significa aquí “obra maestra”. ¿Permitiría Él que su obra maestra resultara siendo algo inferior? ¡Por supuesto que no! Su obra en usted es perfecta. Puede que usted constantemente se sienta que no está a la a la altura de las personas que le rodean. Y claro que no es así, pues Dios le ha creado para ser diferente a los demás. Usted es único; no hay nadie con quien pueda compararse. Dios le está formando para un propósito distinto al de cualquier otra persona.

Otro paso en el proceso de sanidad implica entender lo que Dios espera de usted. Muchos creyentes se fijan metas más altas que las que Dios ha escogido, pues creen que ya están listos para cumplirlas. Dios quiere, por supuesto, que crezcamos al máximo, pero no espera que eso suceda de la noche a la mañana.

Nuestro Creador conoce cada una de nuestras debilidades, y es supremamente paciente con nosotros. Cuando caemos, Él espera que vengamos a Él para ser limpiados y seguir adelante. Cada uno de nosotros es un “proyecto en desarrollo”, y a su debido tiempo el Señor perfeccionará su obra maestra.

lunes, 5 de mayo de 2025

Cuando se hace caso omiso a la conciencia

Cuando se hace caso omiso a la conciencia
1 Timoteo 1.18-19; 4.1-2

¿Ha tomado alguna decisión en los últimos tiempos que su conciencia no le habría permitido en el pasado? Si es así, es posible que se haya vuelto insensible, lo cual es peligroso.

Como decíamos ayer, Dios nos ha dado un sentido interno de lo bueno y lo malo para que lo usemos junto con la guía del Espíritu Santo a la hora de tomar decisiones. La conciencia sirve como un “sistema de alarma”, que interviene cuando un cristiano está a punto de tomar parte en una conducta pecaminosa. De esa manera, ofrece protección. Pero el pecado puede alterar la sensibilidad del sistema.

El proceso dañino comienza si elegimos desobedecer, y después nos negamos a ocuparnos de nuestra rebelión. La conciencia nos avisa una y otra vez, pero con el tiempo se silenciará y se volverá ineficaz si persistimos en ignorar la señal de peligro. Cuando eso sucede, ya no hay señales del corazón que nos dirijan de regreso a la vida de santidad, en otras palabras, la conciencia se ha cauterizado.

Esta situación es similar a quitar todos los semáforos de una intersección muy transitada: es una receta para el desastre. Si esta es su situación, arrodíllese y arrepiéntase; sumérjase en la Palabra de Dios y en oración. Busque rendir cuentas a otros creyentes y congregarse con ellos.

Una conciencia sana bien vale el esfuerzo.
¿Funcionan bien sus señales internas o se han apagado? No espere más.

La Palabra de Dios nos advierte que tenemos un enemigo real que desea alejarnos de la vida de santidad y llevarnos a la destrucción. Dios usa una conciencia limpia para guiarnos, protegernos y conducirnos a su luz y paz.


Una conciencia limpia

Una conciencia limpia
Hechos 24.10-16

Cuando enfrenta decisiones difíciles, ¿le presta atención a su conciencia? ¿Cree usted que sea sabio confiar en esa voz interior?
Dios nos ha dado un sentido interno de lo bueno y lo malo. En realidad, reflejar la verdad del Señor en nuestro ser es una de las maneras que Él tiene para manifestarse a la humanidad. La conciencia es una alarma divina que nos advierte del peligro que se aproxima o de sus consecuencias. Su función principal es darnos protección y guía.

El problema, sin embargo, es que el pecado distorsiona la verdad y nos lleva por el mal camino.

Por tanto, es importante entender la diferencia que hay entre obedecer lo que nos dice nuestro corazón, y permitir que una conciencia limpia nos ayude a tomar decisiones. Antes de tomar una determinación, pregúntese: ¿Cómo influirá en mi moralidad? Si la opinión del mundo acerca de lo que es aceptable se ha infiltrado en su corazón, entonces su conciencia no es confiable. Pero si ha dejado que la Palabra de Dios impregne y transforme su manera de pensar (Ro 12.2), lo más seguro es que esa voz interior sea confiable.

El Espíritu Santo, junto con una conciencia instruida en santidad, guía a los creyentes. Para mantener saludable ese sistema interno de dirección, debemos meditar siempre en las Sagradas Escrituras. Los Diez Mandamientos son una base sólida para la moral, y somos sabios si los interiorizamos, en especial los dos que Cristo destacó: amar a Dios sobre todas las cosas y amar a los demás (Mt 22.36-40).

¿Qué diría usted que influye más en sus convicciones? ¿La verdad de la Biblia o la opinión del mundo en cuanto a lo bueno y lo malo? Dios sabe lo que es mejor para usted y le ha dado la conciencia para guiarle a tomar decisiones sabias.

No más yo, sino Cristo

No más yo, sino Cristo
Gálatas 2.20

Hudson Taylor fue un misionero que sirvió en la China a mediados del siglo XIX. En cierto momento, se sintió abrumado por los problemas económicos, la responsabilidad de dirigir una misión y el volumen de correspondencia que aguardaba su atención.

Todas las cartas que escribía a sus amigos y familiares estaban llenas de derrota y desaliento.

Al ver su necesidad, un amigo misionero le preguntó en una carta: “Hudson, cuando piensas en Cristo, ¿tiene Él el ceño fruncido? ¿Está preocupado y ansioso porque no sabe lo que sucederá, o si habrá suficiente dinero?”. Luego añadió: “Cuando tu vida se convierta en la de Cristo, no habrá necesidad de preocuparse, porque ya no será más Hudson quien soporte las cargas, sino el Señor; y Él nunca se verá abrumado por los problemas”.
Dios cambió a Hudson Taylor en ese momento.

Sus circunstancias eran las mismas; de hecho, los problemas aumentaron, pero la reacción de Taylor fue distinta. Antes estaba inquieto y luchando, ahora descansaba en el Señor y confiaba con un espíritu sereno, tranquilo y sosegado.

A veces pensamos que estar crucificado con Cristo se reduce a una vida de renuncia: a practicar la abnegación y decir no al pecado, a las tentaciones y a los placeres mundanos. Pero también incluye vivir en el poder de su vida resucitada. Jesucristo hace su morada en nosotros, dándonos poder para vencer el pecado y vivir en santidad. Pero, también lleva nuestras cargas y nos anima a confiar en Él.

Así como somos salvos por fe, también vivimos por fe, con confianza en el Señor, día tras día, para todas nuestras necesidades y preocupaciones.

Correr con perseverancia

Correr con perseverancia
Hebreos 12.1-3

Un maratón es una carrera agotadora. El corredor debe sobreponerse a los calambres musculares, las ampollas y el deseo de rendirse. Pero cada paso reafirma su compromiso de seguir adelante hasta cruzar en victoria la línea de llegada.

En muchos sentidos, la vida cristiana es así. No es una carrera a toda velocidad al cielo, sino un largo y obediente maratón. Hay obstáculos que podrían hacernos tropezar, y cargas que tenemos que dejar a un lado para poder correr sin obstáculos.

La palabra que resume nuestra carrera terrenal es perseverancia. Este término implica pasar por algo difícil sin darse por vencido. Incluye el concepto de soportar las dificultades con paciencia y constancia. Cristo no nos ha prometido una vida fácil. De hecho, les dijo a sus discípulos: “En el mundo tendréis aflicción” (Jn 16.33).

¿Cómo podemos seguir adelante? La respuesta es fijar nuestros ojos en Cristo, no en las dificultades y los obstáculos. Él estableció el ejemplo, al soportar la cruz por el gozo puesto delante de Él. Para enfocarnos en el Señor, debemos leer la Biblia. Entonces podremos ver lo que Él quiere que hagamos, cómo debemos reaccionar ante las diversas situaciones de la vida, qué recursos nos ha provisto para ayudarnos, y qué nos ha prometido en la línea de llegada.

El gozo puesto delante de nosotros incluye una herencia indestructible, inmarchitable, reservada en el cielo (1 P 1.4), y una gloria eterna mucho más abundante que nuestro sufrimiento terrenal (2 Co 4.17). Pero lo mejor de todo, cuando crucemos la línea de llegada, entraremos en la presencia de Cristo para estar con Él para siempre.

miércoles, 23 de abril de 2025

La cita inevitable

La cita inevitable
Hebreos 9.27-28

En la vida hay muchas opciones, en especial para quienes viven en un país libre. Dónde vivir, con quién casarnos y qué tipo de carrera seguir —todo esto es muy influenciado por nuestros deseos y decisiones. Pero hay un hecho sobre el cual no tenemos ningún control: nuestra cita con la muerte.

Adán y Eva, los primeros seres humanos, tuvieron una opción en cuanto a la vida y la muerte. Cuando Dios dio a Adán el mandamiento de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, le dijo: “Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2.17). 

Pero Adán y Eva comieron del árbol prohibido, y el pecado y la muerte se convirtieron en el compañero constante de la especie humana desde ese día. En la genealogía de la humanidad, como está registrado en Génesis 5, una frase recalca esto una y otra vez: “Y murió”.

Aunque ya no podemos elegir si vivir o morir, hubo otro hombre que sí pudo hacerlo. Su nombre es Jesucristo. En el Evangelio de Juan, Él dijo: “Yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita” (Juan 10.17-18). 

Cristo, el Hijo eterno de Dios y la fuente de toda vida, eligió hacerse hombre para morir en la cruz como sacrificio por los pecados de la humanidad.

Gracias a que Cristo eligió la muerte, el hombre puede vivir al creer en Él. Nuestro cuerpo humano morirá algún día, pero si hemos confiado en la muerte de Cristo como el pago por nuestros pecados, resucitaremos como Él e iremos al cielo para estar con Dios para siempre.

La brújula de Dios para el corazón y la mente

La brújula de Dios para el corazón y la mente
Proverbios 3.7-12

Ayer hablamos de la importancia de depender de la Palabra de Dios como nuestra brújula a lo largo de la vida. Obedecer las instrucciones del Señor cambiará nuestra conducta y desafiará nuestras actitudes, deseos y pensamientos. El Señor nos lleva a tener otra perspectiva de nosotros mismos, e incluso de las dificultades que enfrentamos.

Por naturaleza, queremos determinar nuestro rumbo en la vida. Eso nos parece ser el único camino lógico para llegar adonde queremos ir. Pero ser sabios a nuestros propios ojos es orgullo. Para enfrentar esta tendencia, el Señor nos dice que le temamos y nos apartemos del mal (Proverbios 3.7). Este “temor” no es miedo al Padre celestial, sino una actitud de respeto que nos motiva a obedecerlo, tanto por nuestro bien como para su gloria.

Por naturaleza, no nos gusta la disciplina de Dios. Su dolorosa corrección parece implicar que no nos ama. Pero nuestro Padre celestial dice que su disciplina es evidencia de su amor y deleite en nosotros como sus hijos (Proverbios 3.11-12).

A veces, por nuestro deseo de seguir al Señor, nos enfocamos en los actos de obediencia —haciendo lo que Él dice— pero olvidamos sus instrucciones en cuanto a nuestras actitudes y maneras de pensar. Para mantenernos en el camino de Dios, debemos corregir el rumbo, no solo de nuestra conducta sino también de nuestro corazón y nuestra mente.

Una brújula para el viaje de la vida

Una brújula para el viaje de la vida

Proverbios 3.1-6

Si alguna vez se ha perdido en un bosque, sabe la preocupación, la confusión y el pánico que causa tal situación. Piense ahora qué diferencia hubiera sido contar con una brújula en el bolsillo. En cuanto a lo espiritual, tenemos esa brújula: la Palabra de Dios. Pero no servirá de nada a menos que dejemos que nos guíe.

A veces, podemos dejar de seguir la guía de la Biblia por:

Negligencia. A veces, estamos tan ocupados, que nos olvidamos de mirar la brújula de Dios para asegurarnos de ir en la dirección correcta.

Orgullo. Por lo general, deseamos fijar nuestro propio destino. Muchas personas programan un plan de acción que depende de sus propias fuerzas, conocimientos y capacidades.

Distracciones. El camino de obediencia al Señor no siempre es fácil. Satanás ofrece otros senderos que prometen placer y comodidad, si tan solo ignoramos la brújula, y lo seguimos. Aunque estas rutas parezcan agradables al principio, conducen al sufrimiento y a la decepción.

Dificultades. Cada vez que aparecen obstáculos en el camino, nuestra tendencia natural es tratar de encontrar una manera de evitarlos. Pero si ignoramos la brújula de Dios y nos salimos del camino, perderemos las bendiciones que Él quiere darnos en medio de los momentos difíciles, beneficios tales como una fe fuerte y un carácter piadoso.

¿Por qué vagar cuando la brújula del Señor está disponible? Deje que las Sagradas Escrituras sean su guía en el viaje de la vida. Dios nos promete días productivos y años fructíferos si seguimos su sendero. Él dirigirá cada paso de nuestro camino, y su paz nos sostendrá, aun en los tiempos difíciles.

sábado, 29 de marzo de 2025

La adoración que glorifica a Dios

La adoración que glorifica a Dios
Salmo 95

Dios nos creó para adorar, y ha puesto esta inclinación en cada corazón. Si las personas no adoran a su Creador, centrarán su devoción en algo o alguien más. Por eso hay tantas religiones en el mundo.

Como cristianos, podemos suponer que, dado que el Dios nuestro es el de la Biblia, debe estar satisfecho con la adoración que le rendimos. Pero puede que no sea el caso. Hebreos 9 se refiere al antiguo pacto, en el que el Señor dio instrucciones muy precisas acerca de cómo acercarse a Él. 

Aunque ahora tenemos acceso directo al Padre mediante Jesucristo, debemos adorarlo de maneras que lo glorifiquen.

Si queremos adorar a Dios en verdad, debemos evitar las siguientes trampas:

Conocimiento incorrecto de Dios. Si hemos imaginado a Dios de acuerdo con nuestros deseos, entonces nuestra adoración no tiene valor. Por eso es tan importante conocer al Señor como se ha revelado Él en su Palabra.

Adoración de labios. Cuando nuestros corazones están lejos de Dios, podemos adorarle de forma mecánica, sin pensar en lo que decimos o cantamos.

Enfoque equivocado. Si venimos a la iglesia solo para tener una experiencia emocional placentera, no comprendemos el verdadero sentido de la adoración.
La adoración tiene que ver con honrar, reverenciar y adorar a Dios con todo nuestro ser: mente, voluntad y corazón.

El Salmo 95 es un cántico maravilloso de alabanza. Pero el salmista incluyó una advertencia para no ser como los israelitas en el desierto, que erraron en sus corazones y no conocieron los caminos de Dios (Salmo 95.10). En vez de eso, que nuestro deseo sea conocer a Dios para glorificarlo con nuestra adoración.

La adoración de toda la vida

La adoración de toda la vida
Romanos 11.33—12.8

Para muchos cristianos, la palabra adoración es sinónimo de la música que cantamos en la iglesia. A menudo, esto está implícito cuando los directores de alabanza le dicen a la congregación: “Pongámonos de pie y adoremos”. Pero cantar alabanzas a Dios es solo un aspecto de lo que significa adorar: incluye mucho más, y no se limita al domingo por la mañana en el recinto de una iglesia.

Cuando la mujer samaritana le habló al Señor acerca de esto, Él le dijo que llegaría la hora en que el lugar no sería importante. Ese día, la adoración se haría en espíritu y en verdad (Juan 4.20-24), como parte integral de todo en nuestra vida cotidiana.

Consideremos las maneras de adorar a Dios:

Con nuestras palabras (Romanos 11.33-36). Luego de explicar acerca de la doctrina a la iglesia en Roma, el apóstol Pablo alabó al Señor. En la medida en que nuestra mente esté llena de las verdades de Dios, nuestra adoración se desbordará en oración y cánticos de alabanza y reverencia.

Con vidas entregadas (Romanos 12.1-2). En vez de adorar con sacrificios de animales, nos ofrecemos al Señor por medio de una vida de santidad y obediencia. Esto es posible gracias a que la verdad de Dios renueva nuestra mente y transforma nuestra vida.

Con el servicio a los demás (Romanos 12.3-8). Todo lo que hagamos puede ser un acto de adoración mientras lo hagamos como para el Señor. Por su gracia, nos ha dado dones espirituales que nos permiten servirnos unos a otros.

Piense en sus decisiones, acciones y palabras, tanto hacia Dios como hacia los demás. ¿Cómo pueden ser transformadas en adoración?

El objetivo principal de la Iglesia

El objetivo principal de la Iglesia
Hechos 2.37-47

Si alguien le preguntara cuál es el objetivo principal de la Iglesia, ¿qué respondería usted? Hay muchas opiniones con respecto a este tema, y dado que todas las actividades que realiza son vitales, resulta difícil señalar cuál es la más importante. Para ayudarnos a encontrar una respuesta, veamos lo que dice la Biblia acerca de la iglesia, la cual nació en la cruz.

El pasaje de hoy describe lo que sucedió después de que Pedro (y los apóstoles) pronunciara su primer sermón: muchos judíos creyeron en Cristo, y la iglesia pasó de 120 a 3.000 personas (Hechos 1.15; 2.41). De esto, podemos concluir que predicar sobre Jesucristo es una actividad esencial de la Iglesia. Pero, ¿es la más importante?

Después vemos que los cristianos solían reunirse y estudiar las enseñanzas de los apóstoles, la comunión, la Cena del Señor y la oración. Además, se reunían en los hogares para compartir comidas y ayudar a creyentes necesitados.

Estas actividades, en verdad, hacen atractiva a una comunidad de fe, pero había otras actividades vitales que se llevaban a cabo en aquella congregación.

El amor y la generosidad para con los demás eran testimonios poderosos para los observadores, así como su fe y su alabanza a Dios. Hechos 2.47 dice que el Señor seguía aumentando el número de los creyentes, por lo que podemos decir que esta iglesia tenía un poderoso ministerio de evangelización.
Entonces, ¿acaso no es ese el objetivo primordial de la iglesia?

La respuesta es que todo esto junto puede resumirse como adoración a Dios y a su Hijo Jesucristo. La adoración es la función principal de la iglesia, siempre y cuando todo en ella se realice de acuerdo con la Palabra de Dios, y con el propósito de glorificar al Señor.

Buenos testigos de Cristo

Buenos testigos de Cristo
Filipenses 2.12-16

Algunos de los mejores testigos de Cristo son quienes han pasado por circunstancias dolorosas y difíciles. Piense en cómo se ha extendido el evangelio en algunas partes del mundo donde se vive bajo pobreza, opresión y dificultades. O en las historias de excriminales, de víctimas de abusos, o de encarcelados por la fe. El poder de Dios se manifiesta en los momentos de más debilidad del ser humano.

El que los creyentes se conviertan en testigos más firmes del Señor como resultado de las dificultades, dependerá de cómo reaccionen ante las crisis. Muchas personas cometen el error de enfocarse en la voluntad del hombre, en vez de hacerlo en la soberanía de Dios. Y, por tanto, les parece imposible creer que Dios sacará resultados positivos de su sufrimiento.
Quienes ven más allá de sus circunstancias entienden que Dios usa cada experiencia para bendición (vea Gn 50.20).

Para confiar en ese principio, debemos estar conscientes de que todo está bajo la autoridad de un Padre celestial bueno y misericordioso. La temporada del apóstol Pablo en la cárcel dio un fruto mejor y más abundante del que podría haber producido de otra manera (Fil 1.13). Extendió el evangelio a la guardia romana, porque estuvo encadenado a soldados día a día durante años. Cuando dirigimos nuestra atención a Cristo, Él nos muestra oportunidades para alcanzar a las personas con el evangelio. Son, con frecuencia, oportunidades que no habríamos tenido de no haber sido por las circunstancias difíciles.

Recuerde que estamos en las manos de Dios, y aunque no es fácil enfocarse en su voluntad soberana en medio de las pruebas, el Señor nunca permite que algo nos ocurra sin que sea de bendición para nosotros y para el reino.

jueves, 20 de marzo de 2025

Clamar a Dios

Clamar a Dios
Salmo 34.15-17

En medio de las crisis, el Señor está dispuesto a ayudarnos, y tiene el poder de hacerlo. Pero antes de que intervenga y libere su poder en nuestra situación, exige un corazón recto.

Esto, por supuesto, no significa que debamos ser perfectos, lo que nuestro Padre sabe que sería imposible. Cuando un pecador acude a Dios para salvación, el Señor limpia de iniquidad el corazón de la persona y le da una nueva naturaleza (2 Co 5.17). Sin embargo, habrá momentos en que el creyente seguirá los viejos patrones carnales, por eso el Señor nos pide que confesemos nuestras faltas y nos arrepintamos cuando fallemos. Entonces, Él nos limpiará de toda injusticia (1 Jn 1.9). Por fortuna, Dios nos escucha a pesar de nuestras imperfecciones, si deseamos andar en sus caminos. No obstante, el problema surge cuando el cristiano vive en pecado de manera intencional, y decide no apartarse de él. En momentos como esos, el Señor no escuchará un corazón que no se ha arrepentido.

El pasaje de hoy enseña que el Padre celestial desea que sus hijos clamen a Él. En las pruebas, tendemos a orar con más enfoque, fervor y sinceridad. Ana es un buen ejemplo. Angustiada por su esterilidad, fue al templo e imploró al Señor con tanto sentimiento, ¡que el sacerdote pensó que estaba ebria! Dios respondió su ruego y abrió su matriz (1 S 1.1-20).

Cuando venga una crisis, clame a nuestro Dios todopoderoso, pero asegúrese de hacerlo con un corazón recto.

Entonces Él escuchará y responderá, ya sea concediéndole la petición que esperaba, o dándole una solución diferente. Por ser Dios omnisciente, amoroso y soberano, podemos confiar en que su respuesta será la mejor para nosotros.


miércoles, 19 de marzo de 2025

Razones para orar

Razones para orar
Salmo 25

¿Qué le motiva a hablar con Dios? A lo largo de la Biblia se nos ordena orar. De hecho, Cristo consideraba que la oración era tan esencial que se apartaba con regularidad de las multitudes para pasar tiempo a solas con su Padre (Mr 1.35; Lc 5.16). Cualquier relación requiere comunicación para crecer y florecer, y eso incluye nuestra relación con Dios.

David era un hombre que conocía al Señor de manera personal. Dado que puso por escrito sus oraciones en los salmos, podemos echar una ojeada a su corazón cuando derramaba su alma ante el Señor. El pasaje de hoy nos muestra cinco razones por las cuales debemos acudir a Dios en oración:

1. Guía (Salmo 25.4, 5). Si le preguntamos, el Señor nos guiará y enseñará.

2. Perdón (Salmo 25.7, 11). Cada día necesitamos la purificación de Dios por el pecado, y su poder para arrepentirnos y regresar a Él.

3. Decisiones (Salmo 25.12). Cuando tenemos temor reverente a Dios, Él nos dice qué camino debemos elegir.

4. Problemas (Salmo 25.16-18). Cuando nos sentimos abrumados por las dificultades, nadie puede consolarnos como el Señor.

5. Protección (Salmo 25.19-20). Dios es quien guarda nuestra alma y nos salva de los ataques del enemigo.

Cuando buscamos al Señor, Él se convierte en nuestro refugio. Dios entiende nuestras debilidades, y nos invita a acudir a Él con todas nuestras preocupaciones.

Es en la intimidad de la oración que aprendemos a conocer su fidelidad, su compasión y su amor. Entonces podemos decir, como David: “Dios mío, en ti confío” (Salmo 25.2).

Para eliminar la duda

Para eliminar la duda
Mateo 21.20-22

A medida que maduramos espiritualmente, nos arraigamos más en la confianza de que Dios es fiel. Pero, a veces, la duda debilitará nuestra fe. Para no retroceder, tenemos que actuar con decisión para reducir los temores. He aquí tres pasos que debemos dar:

1. Recordar la fidelidad de Dios en el pasado y sus promesas. Cuando dedicamos tiempo a dar gracias a Dios por su intervención en situaciones anteriores, recordamos su amor y su provisión. Meditar en las promesas de las Sagradas Escrituras nos asegura también que Él atenderá cada necesidad. Por ejemplo, Salmo 41.12 dice que el Padre celestial está siempre presente con sus hijos, y que nos ha dado su Espíritu Santo para fortalecernos y dirigirnos (Jn 16.13; Ef 3.16).

2. Regar la fe en crecimiento con la Palabra de Dios. Si usted pide dirección bíblica, el Señor le dirigirá a los pasajes que tienen que ver con su situación, y que le darán la ayuda emocional y espiritual que necesite. Pase tiempo meditando en esos versículos, y pensando en cómo aplicarlos a sus circunstancias.

3. Decida creer en Dios y sus promesas. El Señor ha demostrado ser fiel desde el primer momento de la creación hasta el presente. Somos sabios al poner nuestra confianza en Él.

Desarrollar una fe firme y bien arraigada, requiere que cooperemos con el Padre celestial. Nuestra naturaleza humana complica las cosas haciéndonos propensos a dudar. Pero cuando decidimos confiar en Dios, la incertidumbre no puede reducir nuestra fe.

Bendita seguridad

Bendita seguridad
Hebreos 10.22-23

¿Cómo podemos saber si nuestra salvación es real? ¿Hay manera de estar seguros, o debemos vivir en la incertidumbre, con temor a hacer o decir algo que pudiera anular la aceptación de Dios?

Aunque la Biblia nos asegura que podemos estar seguros de que somos salvos, muchos cristianos viven llenos de dudas. A veces, el pecado provoca la idea de que esta vez hemos ido demasiado lejos, o confiamos en las emociones cambiantes como confirmación de nuestra posición con Dios. Quizás nos hemos estado comparando con otros creyentes que parecen más consagrados, y concluimos que no podemos ser salvos. O tal vez hemos escuchado enseñanzas falsas que dicen que la vida eterna puede perderse.

Nuestra falta de seguridad se reduce a dos asuntos: no creemos lo que dice la Palabra de Dios, y creemos que somos nosotros quienes debemos aferrarnos a nuestra salvación. El Señor Jesús dijo que nadie puede arrebatar sus ovejas de su mano (Jn 10.27-29). Él es quien nos sostiene, y ha prometido que no perderá a ninguno de los que el Padre le ha dado (Jn 6.39). Si comenzamos a dudar por cualquier motivo, debemos volver a las Sagradas Escrituras y dejar que el Señor nos asegure su amor y provisión.

Los que somos salvos tenemos garantizada la vida eterna, pero ¿cómo podemos estar seguros de que nuestra salvación es real? Una evidencia es la perseverancia. Dios usa las experiencias dolorosas para probar nuestra fe (1 P 1. 6-7). Cuando llegan las pruebas y no nos derrumbamos, entonces nuestra fe ha demostrado ser genuina. Además de esto, Romanos 8.16 nos dice: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”.

viernes, 14 de marzo de 2025

Predica: La vida eterna


https://youtube.com/watch?v=ECeHCxtFLX0&si=6WWDWrajXq1P9CDJ

Ira justa a la vista de todos

Ira justa a la vista de todos
Números 25.1-18

Piense en las veces que se ha sentido airado. ¿Cuáles fueron las causas? Con toda franqueza, la mayoría de nosotros tendríamos que reconocer que nuestra irritación suele ser por razones egoístas.

El libro de Santiago nos dice que “la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago 1.20). Sin embargo, existe la indignación justa, y puede ejercerse para favorecer el trabajo de Dios.

En el pasaje de hoy, encontramos un excelente ejemplo de esto en Finees, quien se levantó para ejecutar a Zimri y Cozbi por sus inicuas acciones.

Gracias a este acto, fue elogiado por Dios con las siguientes palabras: “Finees… ha apartado mi furor de los hijos de Israel porque demostró su celo por mí entre ellos” (Números 25.11). Dios miró el corazón de Finees, vio su pasión, y la llamó “su celo por mí”. Por supuesto, no podemos tomar la ley en nuestras manos y comenzar a ejecutar a las personas, pero podemos tener la misma actitud de corazón que tuvo Finees. Este era un hombre que amaba a Dios con tanto ardor que no podía evitar odiar el mal. Mostró la misma ira que llevó al Señor a atravesar el templo con un látigo de cuerdas. (Vea Jn 2.13-17). En ambos casos, el celo por los asuntos de Dios fue demostrado con ira.

¿Cómo podemos hacer lo mismo? Se trata de tener la perspectiva de Dios, y dar la cara por lo correcto. Podemos situarnos en la puerta de nuestro corazón y matar cualquier pensamiento pecaminoso que intente entrar a él. Asimismo, podemos echar fuera los ríos de suciedad e inmoralidad que nos rodean, que intentan entrar en nuestros hogares. A medida que nuestro amor por Dios crezca, también lo hará nuestro aborrecimiento del mal.

El peligro de la ira 😡

El peligro de la ira
Efesios 4.26-27

La ira es una emoción poderosa que a menudo causa daño, aunque también puede ser justa. En Isaías 64.9 (LBLA), el profeta ora, diciendo: “No te enojes en exceso, Señor”. Este versículo implica que Dios mide su ira de una manera que se ajusta a cada situación. El pasaje de hoy nos enseña que el Señor también espera que aprendamos a controlar nuestra ira para que esta sea adecuada y no nos lleve a pecar.

Hay una línea que no debemos cruzar si queremos evitar la ira pecaminosa. Es obvio que aquí no están incluidos el abuso verbal y la violencia física, pero la ira puede conducir a otros pecados que son igual de letales.

Hemos cruzado la línea cuando observamos lo siguiente en nuestra vida:

Peleas. Proverbios 29.22 (DHH) dice: "El que es violento e impulsivo, provoca peleas...”. Aunque las peleas pueden tomar muchas formas, siempre hacen que una persona se enfrente a otra.

Ira. Salmo 30.5 dice que la ira del Señor es por un momento, y Efesios 4.26 nos advierte en contra de irnos a la cama enojados hasta el día siguiente. El enojo envenena, y luego conduce a la ira.

Aislamiento. El abrigar ira nos separa de las personas. Proverbios 16.28 dice que “el chismoso separa a los mejores amigos”.

Venganza. Romanos 12.19 (LBLA) se refiere a esto: “Amado, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios”.

¿Qué debe hacer si reconoce alguna de estas cosas en su vida? El primer paso es confesarla como pecado, y hacer el esfuerzo firme de apartarse de él. Cada vez que surja en usted un pensamiento airado, arrepiéntase y entrégueselo al Señor.