martes, 9 de septiembre de 2025
Jugando con fuego
Cómo manejar los conflictos y las críticas
La esperanza: El ancla del alma
lunes, 1 de septiembre de 2025
En Dios confiamos
Un Dios en quien podemos confiar
jueves, 28 de agosto de 2025
La clave para escuchar
miércoles, 27 de agosto de 2025
Escuchar a Dios
martes, 26 de agosto de 2025
Cómo reconocer la voz de Dios
lunes, 25 de agosto de 2025
Justificación verdadera
La manera de no entrar al cielo
Juan 3.1-17
Si se le pregunta: “¿Por qué cree usted que entrará al cielo?”, la mayoría de las personas responderán que la razón para ser aceptadas por Dios es porque:
(a) son bastante buenas.
(b) no han hecho nada realmente malo; por tanto, no merecen ser condenadas.
Esto es una falacia teológica predominante en nuestro mundo de hoy.
En realidad, no importa qué clase de persona sea usted, lo importante es la sencilla verdad de la Palabra de Dios. La idea equivocada de que podemos ganar la salvación, tiene consecuencias desastrosas. Para empezar, si usted pudiera entrar al cielo basándose en sus méritos terrenales, la muerte de Jesús en el Calvario habría sido totalmente innecesaria.
Y si ese fuera el caso, resultaría que Dios Padre cometió un error terrible al enviar a su Hijo a una muerte cruel. Y además, si la salvación fuera posible aparte de Jesucristo, entonces usted podría tener una relación personal con Dios dejando igualmente de lado a Jesucristo.
No debemos desfigurar el gran amor que Dios nos tiene, utilizando una teología incorrecta. Somos perdonados únicamente por el increíble sacrificio de Jesucristo, que procede de un amor incondicional.
Es importante conocer bien la Biblia para reconocer la enseñanza falsa. Muchas personas van a iglesias que dicen: “Dios ama a todo el mundo, y por eso usted estará bien con Él si hace las cosas lo mejor que puede”. Si ese fuera el caso, la muerte de Cristo habría sido una equivocación.
jueves, 21 de agosto de 2025
¿Es suficiente la salvación?
miércoles, 20 de agosto de 2025
Vestidos para la batalla
El pecado de postergar las responsabilidades
lunes, 18 de agosto de 2025
Una batalla invisible
Efesios 6.10-12
Satanás sí existe, y nuestra destrozada sociedad es testigo de su realidad. Quienes lo ignoran, lo hacen por su cuenta y riesgo. Esto también es cierto para los cristianos, porque todos estamos en guerra contra él. La batalla espiritual es personal; Satanás crea con gran destreza ataques para cada persona. Aunque no puede robarle al creyente el Espíritu de Dios, si puede, y de hecho lo hace, molestarnos física, mental, emocional y espiritualmente. Cada ataque tiene el propósito de derrotar nuestro testimonio para que no podamos tener una vida victoriosa centrada en Cristo.
Nuestro enemigo no es omnisciente, pero sí astuto. Observa nuestras fortalezas y nuestras debilidades para determinar cómo atacarnos. Tan pronto como su presa se vuelve cómoda y lo que menos espera es tener problemas, el diablo acciona una trampa. Por ejemplo, puede tentar a un esposo para que tome una decisión financiera poco sabia, que enoje a la esposa y la haga sentir insegura. Pero el esposo no es su enemigo; él necesita el amor y el perdón de ella. El enemigo es siempre Satanás y su legión de demonios.
La primera regla de la batalla es conocer a nuestro enemigo, y gracias a las Sagradas Escrituras podemos hacer eso. La Biblia contiene también una garantía importante: “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Jn 4.4).
Las fuerzas unidas del infierno no pueden igualarse al poder sobrenatural que hay en un solo creyente. Tenemos a Cristo viviendo dentro de nosotros, el mismo Cristo que triunfó en la cruz y cuya victoria final sobre Satanás está profetizada en Apocalipsis. Por medio de Él, podemos vencer a Satanás.
domingo, 17 de agosto de 2025
Dar gracias en todo
jueves, 14 de agosto de 2025
Un mandato difícil
miércoles, 13 de agosto de 2025
El gozo espiritual
martes, 12 de agosto de 2025
La fuerza positiva del gozo
Respuestas a la oración
2 Crónicas 20.14-25
“Mi jefe es intolerable, Señor. Te ruego que me ayudes a conseguir otro empleo”.
“Señor, esta espalda me está arruinando la vida. ¡Ten misericordia de mí, y sáname!”
Todos los cristianos estamos de acuerdo con que Dios responde las oraciones. Sin embargo, hay quienes dirían: “Él responde la mayoría de las oraciones, pero no las mías”. Un creyente puede clamar a Dios con fervor sin recibir lo que considera una respuesta satisfactoria. El problema no es la falta de disposición o la imposibilidad de Dios de responder, sino más bien la palabra “satisfactoria”. Si venimos a Dios con una idea preconcebida de cómo debe resolverse nuestro problema, es probable que pasemos por alto la solución perfecta que Él tiene.
Supongamos que el rey Josafat hubiera determinado que Dios sólo podía responder su oración dándole a su ejército más aguante para la batalla que se avecinaba. Habría convocado a un consejo de guerra y armado a sus soldados. Pero la solución de Dios era enviar a un coro para cantar alabanzas y salvar a Israel. Si el ejército israelita hubiera ido a combate, habrían perdido Jerusalén.
A veces, no nos gustan las soluciones de Dios. Deseamos vernos libres de las dificultades, en vez de orar por una dosis extra de gracia para soportarlas.
Es normal querer que el Señor lo arregle todo, sin requerir esfuerzo de nuestra parte. Pero nuestra disposición de obedecer es clave para que la oración tenga respuesta. Cuando Dios nos diga cómo resolver nuestro problema, debemos actuar tal como Él dice, o nunca estaremos satisfechos.
viernes, 8 de agosto de 2025
Cómo aprender a esperar
Salmo 25.20-21
¿Qué debemos pensar cuando Dios no da respuesta a una oración? Lo más probable es que nos hayamos preguntado eso en algún momento. Como seres humanos limitados por el tiempo, podemos encontrar muy frustrante el tic-tac del reloj.
Debemos entender que Dios no nos ve simplemente en el aquí y el ahora; Él considera todo el panorama al mismo tiempo: dónde hemos estado, dónde estamos ahora, y hacia dónde nos estamos dirigiendo. Sabe exactamente qué efecto tendrán en nuestras vidas cada pequeña decisión, acción o bendición.
¿Piensa usted que Dios quiere darle algo que pueda destruirle? ¡Por supuesto que no! Él sabe que lo que puede ser para usted una bendición más tarde, puede arruinar totalmente su vida ahora. Por esta razón, Él se demora, con el fin de darle el tiempo de prepararse para recibir esa bendición.
Aprender a esperar en Dios exige por lo menos tres cosas de nosotros: primero, ser sensibles a Él y alimentar nuestra relación con el Padre para que podamos escucharlo; segundo, confiar en su juicio y sabiduría; tercero, ser obedientes al Señor. Si tratamos de hacer que algo suceda por nosotros mismos después de que Dios nos ha dicho que esperemos, nos estaremos dirigiendo al desastre. El Señor bendice la espera obediente.
Dios trabaja de acuerdo con su omnisciencia, su omnipotencia y su amor. Nunca olvide que el Señor está activamente a su lado, aun cuando le niegue una petición. No significa que Él no está prestando atención a sus necesidades; significa que está especialmente pendiente de usted.
jueves, 7 de agosto de 2025
La gracia para esperar
miércoles, 6 de agosto de 2025
Cómo sobrevivir a nuestra cultura
martes, 5 de agosto de 2025
Creados para amarnos unos a otros
Creados para amar a Dios
viernes, 1 de agosto de 2025
La fuente de la valentía
jueves, 31 de julio de 2025
Un momento para demostrar valentía
Josué 1.5-7
Aun antes de que los israelitas se pusieran en marcha para conquistar la Tierra Prometida, el Señor sabía todo lo que experimentarían, incluyendo la victoria nada convencional en Jericó, la derrota en Hai, y el engaño de los gabaonitas (Jos 6—9). Y también le dio una orden y una promesa a Josué, a quien Él había elegido como líder del pueblo. Dios sabe también qué deparará el futuro a los creyentes de hoy, y sus palabras se siguen aplicando a todos los que caminan con Él.
La orden: “Esfuérzate y sé valiente” (1.6, 7, 9). Son muchas las cosas de esta vida que amenazan con prevalecer sobre el corazón y la mente que temen a Dios. Los adversarios nos asaltan en nuestros lugares de trabajo, en nuestros vecindarios e incluso en nuestros hogares. Muchas veces tenemos la ocasión de preguntarnos si estamos tomando una buena decisión o siguiendo el modo más prudente de proceder. Al igual que los israelitas, enfrentamos batallas, enemigos y pruebas. Sin embargo, Dios nos dice que nos esforcemos y seamos valientes cuando enfrentemos el futuro.
La promesa: “Estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (v. 5). Sin su promesa, la orden del Señor sería imposible de obedecer. Nos apoyamos, no en nuestras propias fuerzas y firmeza, sino en el poder inmutable de Dios. Podemos apropiarnos de la presencia y la guía de Él.
El escritor del Salmo 118 confiaba en la orden y en la promesa de Josué, capitulo 1. “Jehová está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (v. 6). Nadie puede quitarnos el amor que Dios nos tiene, ni nuestra salvación, ni nuestro derecho de morar fielmente con Él por toda la eternidad.
Razones para las tormentas de la vida
2 Corintios 1.3-6
Al Señor nunca se le toma por sorpresa. Él sabe por todo lo que estamos pasando y está dirigiendo todas nuestras circunstancias tanto para nuestro bien como para su gloria, conforme a su buena voluntad.
Uno de los propósitos de las dificultades es limpiarnos. Por nuestra naturaleza “carnal”, y el mundo egocéntrico en que vivimos, es fácil desarrollar actitudes centradas en uno mismo, prioridades confusas y costumbres impías. Por tanto, las presiones que nos sobrevienen en situaciones tormentosas tienen el propósito de llevarnos al arrepentimiento. Nuestras pruebas no son para hundirnos, sino más bien para purificarnos y llevarnos de vuelta a la senda del temor a Dios.
Otra razón para la adversidad es enseñarnos cómo consolar a otros. La obra de Dios en nuestras vidas no es solamente para nosotros. Está diseñada para que alcancemos a un mundo que no conoce al Señor. Él usa las presiones que enfrentamos para prepararnos en cuanto al servicio a los demás. Cuando padecemos sufrimientos, descubrimos la suficiencia de Dios, su presencia consoladora y su provisión de fortaleza para ayudarnos a soportar. Nuestro testimonio durante los tiempos de dificultad será auténtico; aquellos a quienes ministramos reconocerán que conocemos y comprendemos su dolor.
Reflexionar en el propósito divino que hay detrás de nuestras dificultades, puede ayudarnos a responder a ellas de una manera que honre a Dios. Las lecciones del Señor normalmente se ponen en claro gradualmente, pero Él estará caminando al lado suyo a lo largo de todo el camino.
martes, 29 de julio de 2025
El propósito de Dios en nuestras dificultades
Romanos 8.28-29
Si pudiéramos elegir el número de dificultades que quisiéramos enfrentar en la vida, la mayoría de nosotros elegiríamos el cero. Pero Dios ve que los tiempos de dificultad tienen gran valor y los utiliza para llevar a cabo sus planes.
Uno de los propósitos que tiene Dios para nosotros, es hacer que nuestra relación con Él crezca. El Señor sabe que nos es difícil ponerlo a Él primero, muchos de nosotros damos más prioridad a la familia y a los amigos. Para otros, el dinero, el trabajo e incluso los placeres, son un obstáculo. Cuando el Señor ve que nuestra atención se está desviando de Él, puede usar las dificultades para que le demos el lugar debido.
Otra razón por la que Dios permite las dificultades, es para conformarnos a la imagen de Jesús. El dolor es una herramienta que saca a la superficie nuestra carnalidad, lo utiliza también para zarandearnos, moldearnos y podarnos. El proceso de santificación —de crear un carácter como el de Cristo en nuestras vidas— comienza en el momento de la salvación y terminará con nuestro último aliento.
Un tercer propósito es revelar nuestras verdaderas convicciones. Nuestra fe es probada en los tiempos difíciles. Es fácil decir: “Dios es bueno” cuando las cosas están tranquilas. Pero cuando todo se frustra, ¿revelan nuestras palabras y acciones una actitud de confianza?
El rey David soportó el desmoronamiento de su familia, ataques personales y la traición de algunos de sus seres queridos. Pero, gracias a esas pruebas, adquirió una fe más fuerte y un carácter más piadoso. ¿Dejará que el Señor utilice su situación actual para lograr los buenos propósitos que Él tiene para usted?
lunes, 28 de julio de 2025
Las recompensas del servicio
Hebreos 6.7-12
Algún día, usted y yo estaremos de pie en la presencia del Dios santo, y nuestra vida será evaluada. En ese día, nuestras obras serán juzgadas, y seremos recompensados como corresponda.
Será un momento muy solemne, porque algunos sufrirán grandes pérdidas, mientras que otros recibirán grandes recompensas. Aquí no estoy hablando de la salvación, porque la salvación nunca es una recompensa por el servicio; ella es, simplemente, un regalo que se da a todos los que reciben a Jesucristo como Salvador. Pero las recompensas son diferentes; están unidas al servicio.
Jesús nos dice mucho en la Biblia en cuanto a las recompensas que recibiremos por servir. También utilizó palabras fuertes para referirse al hombre que había escondido su talento en vez de ponerlo a producir. En la parábola, su amo lo llamó “malo y negligente”, y luego le quitó lo que le había dado antes (Mt 25.26).
El Señor nos hizo también otra advertencia: No debemos realizar el servicio cristiano para asegurarnos de que las personas que nos rodean nos vean. Cuando eso sucede, Él dice que perderemos nuestra recompensa en el cielo (6.1-6). Todo lo que pueda haber sido reservado para beneficio propio se perderá, y lo único que ganaremos será el reconocimiento de los demás.
La mejor manera de servir a Dios es hacerlo por amor a Él. Cuanto más conozca usted a Dios, más lo amará y más deseará servirlo. Y cuanto más lo sirva, más honrará Él su servicio. Esto nos lleva a amar más a Dios, y ese ciclo continuará por toda la eternidad.
viernes, 25 de julio de 2025
La clave para el servicio
jueves, 24 de julio de 2025
Los requisitos del Servicio
miércoles, 23 de julio de 2025
Viva el llamamiento de Dios
martes, 22 de julio de 2025
Cómo comprender el llamamiento de Dios
Cuando nos sintamos inferiores
lunes, 5 de mayo de 2025
Cuando se hace caso omiso a la conciencia
1 Timoteo 1.18-19; 4.1-2
¿Ha tomado alguna decisión en los últimos tiempos que su conciencia no le habría permitido en el pasado? Si es así, es posible que se haya vuelto insensible, lo cual es peligroso.
Como decíamos ayer, Dios nos ha dado un sentido interno de lo bueno y lo malo para que lo usemos junto con la guía del Espíritu Santo a la hora de tomar decisiones. La conciencia sirve como un “sistema de alarma”, que interviene cuando un cristiano está a punto de tomar parte en una conducta pecaminosa. De esa manera, ofrece protección. Pero el pecado puede alterar la sensibilidad del sistema.
El proceso dañino comienza si elegimos desobedecer, y después nos negamos a ocuparnos de nuestra rebelión. La conciencia nos avisa una y otra vez, pero con el tiempo se silenciará y se volverá ineficaz si persistimos en ignorar la señal de peligro. Cuando eso sucede, ya no hay señales del corazón que nos dirijan de regreso a la vida de santidad, en otras palabras, la conciencia se ha cauterizado.
Esta situación es similar a quitar todos los semáforos de una intersección muy transitada: es una receta para el desastre. Si esta es su situación, arrodíllese y arrepiéntase; sumérjase en la Palabra de Dios y en oración. Busque rendir cuentas a otros creyentes y congregarse con ellos.
Una conciencia sana bien vale el esfuerzo.
¿Funcionan bien sus señales internas o se han apagado? No espere más.
La Palabra de Dios nos advierte que tenemos un enemigo real que desea alejarnos de la vida de santidad y llevarnos a la destrucción. Dios usa una conciencia limpia para guiarnos, protegernos y conducirnos a su luz y paz.
Una conciencia limpia
Hechos 24.10-16
Cuando enfrenta decisiones difíciles, ¿le presta atención a su conciencia? ¿Cree usted que sea sabio confiar en esa voz interior?
Dios nos ha dado un sentido interno de lo bueno y lo malo. En realidad, reflejar la verdad del Señor en nuestro ser es una de las maneras que Él tiene para manifestarse a la humanidad. La conciencia es una alarma divina que nos advierte del peligro que se aproxima o de sus consecuencias. Su función principal es darnos protección y guía.
El problema, sin embargo, es que el pecado distorsiona la verdad y nos lleva por el mal camino.
Por tanto, es importante entender la diferencia que hay entre obedecer lo que nos dice nuestro corazón, y permitir que una conciencia limpia nos ayude a tomar decisiones. Antes de tomar una determinación, pregúntese: ¿Cómo influirá en mi moralidad? Si la opinión del mundo acerca de lo que es aceptable se ha infiltrado en su corazón, entonces su conciencia no es confiable. Pero si ha dejado que la Palabra de Dios impregne y transforme su manera de pensar (Ro 12.2), lo más seguro es que esa voz interior sea confiable.
El Espíritu Santo, junto con una conciencia instruida en santidad, guía a los creyentes. Para mantener saludable ese sistema interno de dirección, debemos meditar siempre en las Sagradas Escrituras. Los Diez Mandamientos son una base sólida para la moral, y somos sabios si los interiorizamos, en especial los dos que Cristo destacó: amar a Dios sobre todas las cosas y amar a los demás (Mt 22.36-40).
¿Qué diría usted que influye más en sus convicciones? ¿La verdad de la Biblia o la opinión del mundo en cuanto a lo bueno y lo malo? Dios sabe lo que es mejor para usted y le ha dado la conciencia para guiarle a tomar decisiones sabias.
No más yo, sino Cristo
Gálatas 2.20
Hudson Taylor fue un misionero que sirvió en la China a mediados del siglo XIX. En cierto momento, se sintió abrumado por los problemas económicos, la responsabilidad de dirigir una misión y el volumen de correspondencia que aguardaba su atención.
Todas las cartas que escribía a sus amigos y familiares estaban llenas de derrota y desaliento.
Al ver su necesidad, un amigo misionero le preguntó en una carta: “Hudson, cuando piensas en Cristo, ¿tiene Él el ceño fruncido? ¿Está preocupado y ansioso porque no sabe lo que sucederá, o si habrá suficiente dinero?”. Luego añadió: “Cuando tu vida se convierta en la de Cristo, no habrá necesidad de preocuparse, porque ya no será más Hudson quien soporte las cargas, sino el Señor; y Él nunca se verá abrumado por los problemas”.
Dios cambió a Hudson Taylor en ese momento.
Sus circunstancias eran las mismas; de hecho, los problemas aumentaron, pero la reacción de Taylor fue distinta. Antes estaba inquieto y luchando, ahora descansaba en el Señor y confiaba con un espíritu sereno, tranquilo y sosegado.
A veces pensamos que estar crucificado con Cristo se reduce a una vida de renuncia: a practicar la abnegación y decir no al pecado, a las tentaciones y a los placeres mundanos. Pero también incluye vivir en el poder de su vida resucitada. Jesucristo hace su morada en nosotros, dándonos poder para vencer el pecado y vivir en santidad. Pero, también lleva nuestras cargas y nos anima a confiar en Él.
Así como somos salvos por fe, también vivimos por fe, con confianza en el Señor, día tras día, para todas nuestras necesidades y preocupaciones.
Correr con perseverancia
Hebreos 12.1-3
Un maratón es una carrera agotadora. El corredor debe sobreponerse a los calambres musculares, las ampollas y el deseo de rendirse. Pero cada paso reafirma su compromiso de seguir adelante hasta cruzar en victoria la línea de llegada.
En muchos sentidos, la vida cristiana es así. No es una carrera a toda velocidad al cielo, sino un largo y obediente maratón. Hay obstáculos que podrían hacernos tropezar, y cargas que tenemos que dejar a un lado para poder correr sin obstáculos.
La palabra que resume nuestra carrera terrenal es perseverancia. Este término implica pasar por algo difícil sin darse por vencido. Incluye el concepto de soportar las dificultades con paciencia y constancia. Cristo no nos ha prometido una vida fácil. De hecho, les dijo a sus discípulos: “En el mundo tendréis aflicción” (Jn 16.33).
¿Cómo podemos seguir adelante? La respuesta es fijar nuestros ojos en Cristo, no en las dificultades y los obstáculos. Él estableció el ejemplo, al soportar la cruz por el gozo puesto delante de Él. Para enfocarnos en el Señor, debemos leer la Biblia. Entonces podremos ver lo que Él quiere que hagamos, cómo debemos reaccionar ante las diversas situaciones de la vida, qué recursos nos ha provisto para ayudarnos, y qué nos ha prometido en la línea de llegada.
El gozo puesto delante de nosotros incluye una herencia indestructible, inmarchitable, reservada en el cielo (1 P 1.4), y una gloria eterna mucho más abundante que nuestro sufrimiento terrenal (2 Co 4.17). Pero lo mejor de todo, cuando crucemos la línea de llegada, entraremos en la presencia de Cristo para estar con Él para siempre.
miércoles, 23 de abril de 2025
La cita inevitable
La brújula de Dios para el corazón y la mente
Proverbios 3.7-12
Ayer hablamos de la importancia de depender de la Palabra de Dios como nuestra brújula a lo largo de la vida. Obedecer las instrucciones del Señor cambiará nuestra conducta y desafiará nuestras actitudes, deseos y pensamientos. El Señor nos lleva a tener otra perspectiva de nosotros mismos, e incluso de las dificultades que enfrentamos.
Por naturaleza, queremos determinar nuestro rumbo en la vida. Eso nos parece ser el único camino lógico para llegar adonde queremos ir. Pero ser sabios a nuestros propios ojos es orgullo. Para enfrentar esta tendencia, el Señor nos dice que le temamos y nos apartemos del mal (Proverbios 3.7). Este “temor” no es miedo al Padre celestial, sino una actitud de respeto que nos motiva a obedecerlo, tanto por nuestro bien como para su gloria.
Por naturaleza, no nos gusta la disciplina de Dios. Su dolorosa corrección parece implicar que no nos ama. Pero nuestro Padre celestial dice que su disciplina es evidencia de su amor y deleite en nosotros como sus hijos (Proverbios 3.11-12).
A veces, por nuestro deseo de seguir al Señor, nos enfocamos en los actos de obediencia —haciendo lo que Él dice— pero olvidamos sus instrucciones en cuanto a nuestras actitudes y maneras de pensar. Para mantenernos en el camino de Dios, debemos corregir el rumbo, no solo de nuestra conducta sino también de nuestro corazón y nuestra mente.
Una brújula para el viaje de la vida
Una brújula para el viaje de la vida
Proverbios 3.1-6
Si alguna vez se ha perdido en un bosque, sabe la preocupación, la confusión y el pánico que causa tal situación. Piense ahora qué diferencia hubiera sido contar con una brújula en el bolsillo. En cuanto a lo espiritual, tenemos esa brújula: la Palabra de Dios. Pero no servirá de nada a menos que dejemos que nos guíe.
A veces, podemos dejar de seguir la guía de la Biblia por:
Negligencia. A veces, estamos tan ocupados, que nos olvidamos de mirar la brújula de Dios para asegurarnos de ir en la dirección correcta.
Orgullo. Por lo general, deseamos fijar nuestro propio destino. Muchas personas programan un plan de acción que depende de sus propias fuerzas, conocimientos y capacidades.
Distracciones. El camino de obediencia al Señor no siempre es fácil. Satanás ofrece otros senderos que prometen placer y comodidad, si tan solo ignoramos la brújula, y lo seguimos. Aunque estas rutas parezcan agradables al principio, conducen al sufrimiento y a la decepción.
Dificultades. Cada vez que aparecen obstáculos en el camino, nuestra tendencia natural es tratar de encontrar una manera de evitarlos. Pero si ignoramos la brújula de Dios y nos salimos del camino, perderemos las bendiciones que Él quiere darnos en medio de los momentos difíciles, beneficios tales como una fe fuerte y un carácter piadoso.
¿Por qué vagar cuando la brújula del Señor está disponible? Deje que las Sagradas Escrituras sean su guía en el viaje de la vida. Dios nos promete días productivos y años fructíferos si seguimos su sendero. Él dirigirá cada paso de nuestro camino, y su paz nos sostendrá, aun en los tiempos difíciles.