lunes, 22 de agosto de 2011
Banco del tiempo
Imagínate que existe un banco, que cada mañana acredita en tu cuenta, la suma de $86,400. No arrastra tu saldo día a día. Cada noche borra cualquier cantidad de tu saldo que no usaste durante el día. ¿Qué harías? Retirar hasta el último centavo, ¡por supuesto! Cada uno de nosotros tiene ese banco. Su nombre es tiempo.
Cada noche, este banco te acredita 86,400 segundos. Cada noche, este banco borra, y da como perdido, cualquier cantidad de ese crédito que no has invertido en un buen propósito. Este banco no arrastra saldos. Ni permite sobregiros. Cada día te abre una nueva cuenta. Cada noche elimina los saldos del día. Si no usas tus depósitos del día, la perdida es tuya. No se puede dar marcha atrás. No existen los giros a cuenta del depósito de mañana. Debes vivir en el presente con los depósitos de hoy. Invierte de tal manera, de conseguir lo mejor en salud, felicidad y éxito. El reloj sigue su marcha. Consigue lo máximo en el día.
Para entender el valor de un año, pregúntale a algún estudiante que perdió el año de estudios.
Para entender el valor de un mes, pregúntale a una madre que alumbró a un bebé prematuro.
Para entender el valor de una semana, pregúntale al
editor de un semanario.
Para entender el valor de una hora, pregúntale a los
amantes que esperan a encontrarse.
Para entender el valor de un minuto, pregúntale a una persona que perdió el tren.
Para entender el valor de un segundo, pregúntale a una persona que con las justas evitó un accidente.
Para entender el valor de una milésima de segundo, pregúntale a la persona que ganó una medalla de plata en las olimpiadas.
Atesora cada momento que vivas. Y atesóralo más si los compartiste con alguien especial, lo suficientemente especial como para dedicarle tu tiempo. Y recuerda que el tiempo no espera por nadie.
Génesis 5; Comentario Bíblico de Matthew Henry
Versículos 1—5. Adán y Set
6—20. Los patriarcas desde Set a Enoc.
21—24. Enoc.
25—32. Matusalén a Noé.
Vv. 1—5. Adán fue hecho a imagen de Dios; pero estando caído engendró un hijo a su propia imagen, pecador y corrupto, frágil, miserable y mortal, como él mismo. No solamente hombre como él mismo, compuesto de cuerpo y alma, sino pecador como él mismo. Esto es lo contrario de la semejanza divina en que fue hecho Adán; habiéndola perdido, no podía transmitirla a su simiente. —Adán vivió 930 años en total; y entonces murió, conforme a la sentencia dictada: “al polvo volverás”.
Aunque no murió el día en que comió el fruto prohibido, ese mismo día se volvió mortal. Entonces empezó a morir; toda su vida posterior no fue sino una ejecución demorada, una vida condenada y perdida; fue una vida moribunda y desolada. La vida del hombre no es sino un morir gradualmente.
Vv. 6—20. Se dice ‘y murió’ de cada uno de estos, salvo de Enoc. Bueno es observar la muerte de los demás. Todos ellos vivieron mucho; ni uno solo de ellos murió sino hasta tener casi ochocientos años y, algunos vivieron mucho más que eso; un tiempo muy largo para que un alma inmortal esté presa en una vivienda de barro. Seguramente la vida presente no era para ellos tanta carga como lo es corrientemente ahora, de otro modo se hubieran cansado de ella. Tampoco la vida futura había sido entonces tan claramente revelada como ahora bajo el evangelio, de lo contrario hubieran estado urgidos por irse a ella. Todos los patriarcas que vivieron antes del diluvio, salvo Noé, nacieron antes que muriera Adán. De él deben de haber recibido un relato total de la creación, la caída, la promesa y los preceptos divinos sobre la adoración y la vida religiosa. Así, Dios mantuvo en su iglesia el conocimiento de su voluntad.
Vv. 21—24. Enoc fue el séptimo contando desde Adán. La piedad es caminar con Dios: lo cual muestra la reconciliación con Dios, pues dos no pueden andar juntos si no estuvieren de acuerdo, Amos 3.
3. Incluye todas las partes de una vida santa, recta y sobria. Caminar con Dios es tener a Dios siempre delante de nosotros, actuar como estando siempre bajo su mirada. Es preocuparse constantemente de agradar a Dios en todas las cosas y en nada ofenderle. Es ser seguidores de él como hijos amados. El Espíritu Santo dice que caminó Enoc con Dios en lugar de decir vivió Enoc (con Dios). Esta fue su preocupación y trabajo constante; mientras los demás vivían para sí mismos y el mundo, él vivió para Dios. Era el gozo de su vida. —Enoc fue llevado a un mundo mejor. Como él no vivió como el resto de la humanidad, él no salió del mundo por la muerte, como los demás. No fue hallado porque lo traspuso Dios, Hebreos 11,
5. Él había vivido sólo 365 años que, según la edad de los hombres de aquel entonces, era solo la mitad de la vida de ellos. A menudo Dios se lleva más pronto a los que Él ama; el tiempo perdido en la tierra lo ganan en el cielo, inefable ventaja para ellos. Vea cómo se expresa la trasposición de Enoc: desapareció porque le llevó Dios.
Ya no estuvo más en este mundo; fue transformado, como lo serán todos los santos que estén vivos en la segunda venida de Cristo. —Quienes empiezan a caminar con Dios cuando son jóvenes tienen la esperanza de caminar con Él larga, cómoda y servicialmente. La marcha constante en santidad del cristiano verdadero, por muchos años, hasta que Dios lo lleve, es la mejor recomendación para la religión a la que muchos se oponen y contra la cual muchos abusan. Caminar con Dios concuerda bien con las preocupaciones, consuelos y deberes de la vida.
Vv. 25—32. Matusalén significa “cuando él muera, vendrá como un dardo”, o ‘un envío’ a saber el diluvio que vino el año en que murió Matusalén. Vivió 969 años la vida más larga de un hombre sobre la tierra; pero aun el que viva más debe morir al fin. —Noé significa descanso; sus padres le dieron ese nombre, con la perspectiva de que él fuera una gran bendición para su generación. Observe la queja de su padre acerca del estado calamitoso de la vida humana, debido a la entrada del pecado y a la maldición por el pecado. Toda nuestra vida se gasta en trabajar y nuestro tiempo se llena con esfuerzo continuo. Por haber maldecido Dios a la tierra, lo más que algunos pueden hacer, con el mayor cuidado y aflicciones, es obtener una dura manutención de ésta. Lamec esperaba alivio por el nacimiento de este hijo: “Este nos aliviará de nuestras obras”. Eso significa no sólo el deseo y expectativa que generalmente tienen los padres tocante a sus hijos, de que ellos sean consuelo y ayuda para ellos, aunque a menudo resultan ser otra cosa; sino que también significa una perspectiva de algo más. ¿Cristo es nuestro? ¿El cielo es nuestro? En nuestro afán y aflicción necesitamos mejores consoladores que las más caras relaciones y la más prometedora descendencia; podemos buscar y hallar consuelo en Cristo.
jueves, 18 de agosto de 2011
¿Qué es un Cristiano?
Antioquía (sur de la actual Turquía, en la frontera siria) era la tercera ciudad del imperio romano, después de Roma y Alejandría. Era una ciudad del imperio romano, después de Roma y Alejandría. Desempeñaba un papel clave para el comercio de la época. Era una ciudad muy corrupta, en la cual reinaba una gran inmoralidad. Fue en esa ciudad difícil en donde unos sencillos creyentes anónimos anunciaron la Buena Nueva de la salvación por Jesucristo. Muchas personas creyeron este mensaje y se convirtieron al Señor (Hechos 11:21). Su vida cambió tanto que el nombre de cristianos, “los que son de Cristo”, fue empleado por primera vez en ese momento.
Dos mil años después el término cristiano sigue empleándose, aun cuando su sentido a menudo, y por desdicha, haya sido desfigurado. Para ser cristiano, para ser de Cristo, es necesario haber nacido de nuevo, haber nacido del Espíritu(Juan 3:3, 7). Este nuevo nacimiento no se recibe mediante el bautismo, sino por la fe en Jesús, muerto y resucitado. Es un nuevo comienzo. El que ha nacido de nuevo tiene una nueva vida que le permite conocer a Jesús, amarle, honrarle y vivir en comunión con él.
Le transcribimos un pensamiento de un cristiano que vivió hace cuatro siglos: «El cristiano es un hombre que no vive para sí mismo, sino para Cristo y para su prójimo. Para Cristo por la fe, para su prójimo por el amor. Mediante la fe se eleva por encima de sí mismo hasta Dios. Para Dios, él se dedica por amor a su prójimo. Sin embargo, siempre mora en Dios y en su amor».
miércoles, 17 de agosto de 2011
Tesoros de David: Salmo 26 Charles Spurgeon
Titulo: «Salmo de David.» El dulce cantor de Israel está delante de nosotros en este Salmo como alguien que sufre reproche; en esto era el tipo del gran Rijo de David, y un ejemplo alentador para que llevemos la carga de la calumnia al trono de la gracia. Es una suposición ingeniosa la de que esta apelación al cielo fue escrita por David en el tiempo del asesinato de Is-boset por Baaná y Recab, para protestar su inocencia de toda participación en aquel asesinato a traición.
El tenor del Salmo ciertamente está de acuerdo con la supuesta ocasión, pero no es posible ir más allá de la conjetura con datos tan endebles.
Vers. 1. Júzgame, oh Jehová. Una apelación así no debe hacerse de modo precipitado en ninguna ocasión; y en toda nuestra vida no debería hacerse en modo alguno, a menos que estemos justificados en Cristo Jesús; una oración mucho más apropiada para un mortal pecador es la súplica: «No entres en juicio con tu siervo.» C. H. S.
Como un ejemplo de apelación al cielo podemos citar la del gran predicador de la Palabra,George Whitefield: «Aunque algunos me consideren un saltabanco o un entusiasta, uno que va a haceros dar vueltas a la cabeza con método, y pueden lanzarme toda clase de invectivas, con todo, Cristo lo sabe todo; El lo observa, y le dejo a El que defienda mi causa, porque es un Amo misericordioso. Ya he visto que lo es, y estoy seguro que seguirá siéndolo. La venganza es suya, El pagará.» George Whitefield
Porque yo en mi integridad he andado. David tenía la integridad como principio, y andaba en ella como práctica. No había usado medios solapados o torcidos para ganar la corona y conservarla;
sabía perfectamente que era guiado por los principios más nobles del honor en todas sus acciones referentes a Saúl y su familia.
¡Qué consuelo es tener la aprobación de la conciencia propia! Si hay paz dentro del alma, las borrascas de la calumnia que tanto aúllan alrededor de nosotros no tienen mucha importancia.
Cuando el pajarillo en mi seno canta una canción alegre, no me importa si ululan alrededor de mí cien lechuzas.
He confiado asimismo en Jehová sin titubear. ¿Por qué debo robar, cuando Dios ha prometido suplir mi necesidad? ¿Por qué debo vengarme, cuando sé que el Señor ha adoptado mi causa?
La confianza en Dios es la seguridad más efectiva contra el pecado.
Por tanto, no resbalaré. El camino es resbaladizo, de modo que ando como sobre el hielo; pese a ello, la fe guarda mis pies de caer y seguirá haciéndolo. Los caminos dudosos más tarde o más
temprano harán caer al que camina por ellos, pero los caminos de honradez y sinceridad, aunque sean ásperos, son siempre seguros. No podemos confiar en Dios si andamos por caminos
torcidos, o sea, usando medios turbios; pero los caminos rectos y la fe simple llevan al peregrino al término feliz de su jornada. C. H. S.
Vers. 2. El Salmista usa tres palabras: «examina», «escudriña», «prueba». Estas palabras tienen por objeto incluir todos los modos en que la realidad de algo puede ser puesta a prueba; e
implican, juntos, que deseaba que se hiciera la más concienzuda investigación; no trataba de esquivar la prueba. Albert Barnes
Examina, escudriña, prueba. Como el oro es purificado de la escoria por el fuego, así la sinceridad del corazón y la simplicidad del verdadero cristiano se ven mejor y se hacen más
evidentes en las tribulaciones y la aflicción. En la prosperidad todo hombre parece piadoso, pero las aflicciones hacen salir del corazón lo que hay en él, sea bueno o malo. Robert Cawdray
Vers. 3. Y ando en tu verdad. Algunos hablan de la verdad; es mejor andar en ella. Algunos prometen obrar bien en el futuro, pero sus resoluciones se desmoronan; sólo el hombre regenerado puede decir: «Ando en tu verdad.» C. R. S.
Vers. 3, 4. Dios no va a dar la mano al inicuo, como dice la Vulgata (Job 8:20), ni tampoco debe hacerlo el hombre piadoso. David demuestra la sinceridad de su curso por el cuidado con que evita estas compañías. George Swinnock
Vers. 4. No me he sentado con hombres hipócritas. Lejos de ser un ofensor abierto contra las leyes de Dios, el Salmista ni aun se había asociado con los amadores del mal. Se había mantenido aparte de los hombres de Belial. Un hombre se conoce por sus compañeros, y si nos hemos mantenido a distancia de los malos, siempre será una evidencia a favor nuestro, caso que nuestro carácter sea impugnado. El que nunca se ha embarcado no puede ser el que ha hundido el barco.
Los verdaderos ciudadanos no tienen tratos con los traidores. David no se había sentado con hombres hipócritas. No eran sus amigos en las fiestas, ni sus consejeros en los consejos, ni sus amigos en la conversación. Tenemos necesidad de ver, hablar y tratar con los hombres del mundo, pero no hemos de tener nuestro esparcimiento y solaz en una sociedad frívola. No sólo el hombre de palabra soez, sino también el vano e hipócrita deben ser evitados. Todos los que son superficiales,charlatanes y frívolos, son indignos de la amistad de un cristiano.C. H. S.
¿Qué tienen que hacer las palomas de Cristo entre las aves de presa? ¿Qué tienen que ver las vírgenes con las rameras?
La compañía de los malos contamina; es como pasearse entre los que tienen la plaga. «Se mezclaron con los paganos y aprendieron sus obras.» Si mezclas una armadura brillante con otra herrumbrosa, la bruñida no hará brillante a la herrumbrosa, sino que la herrumbrosa echará a perder a la otra. Faraón enseñó a José a jurar, pero José no enseñó a Faraón a orar. Thomas Watson
Ni entré con los que andan simuladamente. La congregación de los hipócritas es tal que no merece que tengamos comunión con ella. Dejemos de relacionarnos con ellos pronto, pues más
adelante quizá no sintamos el deseo de hacerlo. C. H. S.
El hipócrita tiene mucho de ángel por fuera, pero más de diablo por dentro. Es ardiente en palabras, helado en obras; habla a varas, hace bien a pulgadas. Es un estercolero hediondo
cubierto de nieve; un molino que sigue girando pero no muele nada; una gallina que cacarea, pero que no pone. Thomas Adams
Vers. 4, 5. «Es difícil, incluso en caso de un milagro, guardar los mandamientos de Dios y tener malas compañías a la vez.» Lewis Stuckley
Vers. 5. Aborrecí la reunión de los malignos. Una frase severa, pero no demasiado severa. Un hombre que no aborrece el mal a fondo no ama el bien de corazón. A los hombres, como hombres, siempre hemos de amarlos, porque son nuestros prójimos, y por tanto hemos de amarlos como a nosotros mismos; pero los malhechores, como tales, son traidores al gran Rey, y ningún súbdito leal puede amar a los traidores. Lo que Dios aborrece hemos de aborrecerlo nosotros. La congregación o asamblea de los malhechores significa hombres violentos, aliados para derrocar al inocente; estas sinagogas de Satanás han de ser aborrecidas.
Qué reflexión tan triste es la de que debería de haber una congregación de malhechores, así como una congregación de justos; una iglesia de Satanás, y una iglesia de Dios; una simiente de la serpiente, así como una simiente de la mujer; una antigua Babilonia, así como una nueva Jerusalén; una gran ramera sentada sobre las muchas aguas, para ser juzgada en ira, así como una casta esposa del Cordero que sea coronada a su venida. C. H. S.
El odio a los enemigos en cuanto enemigos (sí, el tenerles verdadero odio), tan por completo opuesto al indiferentismo de nuestros días, siempre ha sido una marca de sus siervos antiguos.
Piénsese en Fineés (Salmo 106:31): «Y le fue contado por justicia de generación en generación para siempre»; Samuel con Agag; Elías con los sacerdotes de Baal. Y notemos el elogio del
ángel de Efeso: «Tú no puedes tolerar a los malos» (Apocalipsis 2:2). J. M. Neale
Y con los impíos nunca me senté. Los santos tienen un asiento en otra mesa, y nunca dejan las viandas del Rey por las cáscaras de la pocilga. Es mejor estar sentado con los ciegos, cojos y mancos en la mesa de la misericordia que con los inicuos en sus fiestas impías; sí, mejor estar sentado en la ceniza con Job que con Faraón en el trono. Que cada lector procure la buena compañía, porque la que tengamos en este mundo es probable que sea la misma que tendremos en el próximo.C.H.S.
¡Cuán pocos son los que consideran que su contacto con los inicuos les endurece, en tanto que el apartarse de ellos podría dar por resultado que se sintieran avergonzados! Mientras que nos divertimos con ellos, les hacemos creer que su condición no es deplorable, que su peligro no es grande; por el contrario, si les evitamos, como evitamos una pared que se desploma, en tanto que siguen siendo enemigos del Señor, esto podría hacerles bien, pues les sobresaltaría y despertaría de la seguridad y engaño en que ahora se encuentran. Lewis Stuckley
Vers. 6. La varé en inocencia mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová. Digan lo que quieran los psicólogos de Roma haciendo ver el poder de la naturaleza y la libre voluntad, a nosotros, miserables pecadores, se nos enseña a damos mejor cuenta de nuestra propia debilidad.
El mismo apóstol de Cristo, el fuerte Tomás, falló en la fe de su resurrección; Pedro (cuya cátedra ahora se quiere hacer ver que es la sede de infalibilidad) negó a su Maestro; David, «un
hombre según el corazón de Dios», tuvo necesidad de ser purificado; y ¿quién puede decir: «Soy puro a la vista del Señor»? Ciertamente, oh Señor, ninguna carne es justa ante tu vista. Isaac Bargrave
Vers. 7. Y contando todas tus maravillas. El pueblo de Dios no debería tener la lengua trabada. Las maravillas de la gracia divina son bastantes para hacer hablar a up mudo. Las obras del amor de Dios son maravillosas si consideramos el poco valor de sus objetos, el coste de su método y la gloria de su resultado. Y si como hombres hallamos gran placer en hablar de cosas notables y asombrosas, de la misma manera los santos se regocijan contando las grandes cosas que el Señor ha hecho por ellos. C. H. S.
Vers. 8. Jehová, la habitación de tu casa he amado. «Tengo en mi congregación» dijo un ministro venerable del evangelio «una señora anciana que durante muchos años ha sido sorda como una
tapia, pero siempre es de las primeras en sentarse a la hora de la reunión.» Al preguntarle la razón de su asistencia constante, aunque no pudiera oír el sermón, contestó:
"Aunque no puedo oírle, vengo a la casa de Dios porque quiero hacerlo, y quiero que se me halle en sus caminos; y Dios me da pensamientos dulces sobre el texto cuando se me indica; otra razón es que estoy entre la mejor compañía aquí, en la presencia más inmediata de Dios, y entre sus santos, los dignos de la tierra. No estoy satisfecha de servir a Dios en privado; mi deber y privilegio es honrarle regularmente en público"» ¡Qué reprensión hay aquí para los que pueden oír, si es que se presentan y no acuden a destiempo al lugar de adoración, si es que acuden! K. Arvine
Vers. 9. No juntes con los pecadores mi alma. «¡No juntes mi alma con los pecadores» por causa del lagar de tu ira eterna! Marción, el hereje, viendo a Policarpo, se admiraba de que no le reconociera. «¿No me conoces, Policarpo?» «Sí» contestó Policarpo», «te conozco como al primogénito del diablo», y le despreció. George Swinnock
La muerte es el momento de la cosecha para Dios, en que recoge las almas que le pertenecen y el diablo recoge las que le pertenecen a él. Un tiempo han ido juntas, pero luego se separan; y los santos son llevados a la congregación de los santos, y los pecadores a la congregación de los pecadores.
Y lo que nosotros hemos de decir es: «No juntes con los pecadores mi alma.» Sean cuales sean los nuestros aquí, el pueblo de Dios o el del diablo, la muerte va a juntar nuestras
almas con ellos.
Será algo horrible verse juntado a los pecadores en el otro mundo. El mero hecho de pensar que nuestras almas puedan ser juntadas a ellos, basta para erizarle a uno los cabellos.
Hay ahora muchos que se juntan de buena gana con los pecadores; es el deleite de sus corazones; su vida es atrevida, divertida a sus ojos. Les es una carga juntarse con los santos, ocuparse del Señor y sus cosas los domingos.
Pero el ser juntado con ellos en el otro mundo es algo terrible.
A) Los santos lo temen, como en el texto. David nunca temió tanto la compañía de los enfermos, los perseguidos, etc., como la de los pecadores. Estaba contento al reunirse con los santos de cualquier condición; pero, «Señor» dice-, «no juntes mi alma con los pecadores».
B) Los malvados mismos tienen horror ante la perspectiva. «Déjame morir la muerte de los justos» dice el inicuo Balaam-, «y que éste sea mi fin» (Números 23:10). Aunque están contentos viviendo con ellos en la vida, sus conciencias les dan testimonio de que están horrorizados ante la idea de estar con ellos en la muerte. Quieren vivir con los pecadores, pero morir con los santos. Una idea pobre, que se condena a sí misma.
Thomas Boston
Vers. 10. Sobornos. ¿Con qué pueden hacerse todas las doctrinas
Claras, honestas y aceptables? Muy sencillo.
Basta con doscientas libras anuales.
¿Y si es necesario demostrar Que lo recto es torcido, o viceversa?
¡Fácil! ¡Doscientas libras más!
SAMUEL BUTLER en Hudibras
lunes, 15 de agosto de 2011
Génesis 4; Comentario Bíblico de Matthew Henry
Versículos 1—7. El nacimiento, labor y religión de Caín y Abel.
8—15. Caín mata a Abel—La maldición de Caín.
16—18. La conducta de Caín—Su familia.
19—24. Lamec y sus esposas—La destreza de los descendientes de Caín.
25, 26. El nacimiento de otro hijo y nieto de Adán.
Vv. 1—7. Cuando nació Caín, Eva dijo: He engendrado un varón del Señor. Quizá pensó que era la simiente prometida. De ser así, tuvo una amarga desilusión. Abel significa vanidad: cuando ella pensó que tenía la simiente prometida en Caín, cuyo nombre significa posesión, ella se absorbió tanto con él que otro hijo era como vanidad para ella. —Fíjese que cada hijo tenía un llamamiento. La voluntad de Dios para todos es que cada uno tenga algo que hacer en este mundo. Los padres deben criar a sus hijos para trabajar. Déles una Biblia y un llamamiento, decía el buen señor Dod, y Dios sea con ellos. Podemos suponer que, después de la caída, Dios mandó a Adán que derramara la sangre de animales inocentes y, una vez muertos, quemara parte o todo los cuerpos con fuego. Así fueron prefigurados el castigo que merecen los pecadores, esto es, la muerte del cuerpo, y la ira de Dios, de la cual el fuego es un emblema bien conocido, además de los sufrimientos de Cristo. Observe que la adoración religiosa de Dios no es un invento nuevo. Fue desde el comienzo; es el buen camino antiguo, Jeremías vi, 16.
Las ofrendas de Caín y Abel fueron diferentes. Caín demostró un orgulloso corazón incrédulo. En consecuencia, él y su ofrenda fueron rechazados. Abel llegó en calidad de pecador y, conforme a lo establecido por Dios, por medio de su sacrificio expresaba humildad, sinceridad y obediencia y fe. De este modo, al buscar el beneficio del nuevo pacto de misericordia, por medio de la Simiente prometida, su sacrificio tenía una expresión que Dios aceptó. Abel ofrendó en fe pero no Caín, Hebreos xi, 4. En todas las épocas ha habido dos clases de adoradores, a la manera de Caín y Abel; a saber, los orgullosos y endurecidos que desprecian el método de salvación del evangelio, que intentan agradar a Dios con métodos diseñados por ellos mismos; y, los creyentes humildes que se acercan a él por el camino que él ha revelado. —Caín se entregó a la ira maligna contra Abel. Albergó un espíritu maligno de descontento y rebelión contra Dios. Dios nota todas nuestras pasiones y descontentos pecaminosos. No hay mirada de enojo, envidia o de fastidio que escape a su ojo vigilante. El Señor razonó con este hombre rebelde; si tomaba el camino correcto, sería aceptado. Algunos entienden esto como un anuncio de misericordia. “Si no hicieres bien, el pecado, esto es, la ofrenda por el pecado está a la puerta y tú pudieras beneficiarte de ella”. La misma palabra significa pecado y sacrificio por el pecado. “Aunque no hayas hecho bien, no te desesperes todavía; el remedio está a la mano”. Se dice que Cristo, la gran ofrenda por el pecado, está a la puerta, Apocalipsis iii, 20. Bien merecen perecer en sus pecados los que no van a la puerta a pedir el beneficio de esta ofrenda por el pecado. La aceptación de la ofrenda de Abel por parte de Dios no cambió el derecho de primogenitura haciéndolo suyo; entonces, ¿por qué había de enojarse tanto Caín? Los apasionamientos e inquietudes pecaminosas se desvanecen cuando se busca en forma estricta y justa la causa.
Vv. 8—15. La maldad del corazón termina en el asesinato hecho con las manos. Caín mató a Abel, su propio hermano, el hijo de su propia madre, a quien debiera haber amado; a su hermano menor, a quien debiera haber protegido; un hermano bueno, que nunca le había hecho nada malo. ¡Qué efectos fatales del pecado de nuestros primeros padres fueron estos, y cómo deben de haberse llenado de angustia sus corazones! Observe el orgullo, la incredulidad y la soberbia de Caín. Niega el crimen, como si pudiera ocultarlo de Dios. Trata de tapar un homicidio deliberado con una mentira deliberada. El asesinato es un pecado que clama. La sangre pide sangre, la sangre del asesino por la sangre del asesinado. —¿Quién conoce el alcance y el peso de una maldición divina, cuán lejos llega, cuán profundo penetra? Los creyentes se salvan de ella sólo en Cristo, y heredan la bendición. Caín fue maldecido por la tierra. Él halló su castigo ahí donde eligió su suerte y puso su corazón. Toda criatura es para nosotros lo que Dios la haga, un consuelo o una cruz, una bendición o una maldición. La maldad del malo trae maldición a todo lo que hacen y a todo lo que tienen. —Caín se queja, no de su pecado, sino de su castigo. Se muestra gran dureza de corazón cuando nos preocupan más nuestros sufrimientos que nuestros pecados. Dios tiene propósitos sabios y santos al prolongar las vidas hasta de los hombres más malos. Vano es inquirir cuál fue la señal puesta sobre Caín. Indudablemente era conocida tanto como marca de infamia sobre Caín, y como señal de Dios para que no lo mataran. —Abel hablaba aún estando muerto. Habla de la odiosa culpa del crimen y nos avisa que debemos reprimir los primeros accesos de ira y nos enseña que el justo debe esperar persecución. También, que hay un estado futuro y una recompensa eterna para disfrutar, por fe en Cristo y su sacrificio expiatorio. Él nos habla de la excelencia de la fe en el sacrificio y la sangre expiatoria del Cordero de Dios. Caín mató a su hermano porque sus propias obras eran malas y las de su hermano, justas, 1 Juan iii, 12. Como consecuencia de la enemistad puesta entre la Simiente de la mujer y la simiente de la serpiente estalló la guerra, que se ha librado continuamente desde entonces. En esta guerra estamos todos comprometidos, nadie es neutral; nuestro Capitán ha declarado que él que no es conmigo, contra mí es. Apoyemos decididamente, pero con mansedumbre, la causa de la verdad y justicia contra Satanás.
Vv. 16—18. Caín desechó todo el temor de Dios y no quiso escuchar los mandatos de Dios. Los profesantes hipócritas que fingen y se niegan a tomar en serio a Dios, son justamente abandonados a su suerte para que hagan algo extremadamente escandaloso. Así, pues, se desprenden de aquella forma de santidad para la cual han sido reproche y cuyo poder niegan. Caín se fue de la presencia del Señor y nunca encontramos que haya regresado, para su consuelo. La tierra en que habitó Caín fue llamada la tierra de Nod, que significa ‘estremecimiento’ o ‘tembloroso’ que, de ese modo, muestra la inquietud e incomodidad de su espíritu, o ‘la tierra de un vagabundo’: Quienes se apartan de Dios nunca pueden hallar reposo en ninguna otra parte. —Los que en la tierra buscaban la ciudad celestial, optaron por morar en tabernáculos o carpas; pero Caín, por no importarle esa ciudad, edificó una en la tierra. Así, todos los maldecidos por Dios procuran su estabilidad y satisfacción aquí abajo.
Vv. 19—24. Uno de la perversa raza de Caín es el primero que se registra quebrantando la ley del matrimonio. Hasta aquí, un hombre tenía sólo una esposa a la vez; pero Lamec tomó dos. —Las únicas cosas sobre las que pone su corazón la perversa gente carnal son las cosas de este mundo, y son sumamente astutos y diligentes al respecto. Así ocurrió con la raza de Caín. Aquí había un padre de pastores y un padre de músicos, pero no un padre de fieles. Aquí hay uno que enseña sobre el bronce y el hierro, pero no hay quien enseñe el buen conocimiento del Señor: aquí hay recursos para enriquecerse y para ser poderoso y estar alegres, pero nada de Dios, de su temor y su servicio. Las cosas presentes llenan las cabezas de la mayoría. —Lamec tenía enemigos, a quienes había provocado. Hace una comparación entre él mismo y su antepasado Caín; y se elogia por ser mucho menos criminal. Parece abusar de la paciencia de Dios al dispensar a Caín, tomando eso como una estímulo para tener la expectativa de pecar y no recibir castigo.
Vv. 25, 26. Nuestros primeros padres fueron consolados en su aflicción por el nacimiento de un hijo, al que llamaron Set, esto es: ‘sustituto’, ‘establecido’ o ‘colocado’; en su simiente la humanidad continuaría hasta el fin del tiempo, y de él descendería el Mesías. Mientras Caín, la cabeza de la apostasía, es hecho un errante, Set, de quien iba a venir la iglesia verdadera, es uno establecido. En Cristo y su iglesia está el único establecimiento verdadero. Set anduvo en los pasos de su martirizado hermano Abel; fue partícipe de una fe igualmente preciosa en la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo y, así, llegó a ser un nuevo testigo de la gracia e influencia de Dios Espíritu Santo. Dios concedió a Adán y Eva que vieran el avivamiento religioso en su familia. —Los adoradores de Dios empezaron a hacer más en religión; algunos, por una profesión franca de la verdadera religión, protestaban contra la maldad del mundo circundante. Mientras peores sean los demás, mejores debemos ser nosotros, y más celosos. Entonces empezó la distinción entre profesantes y profanos, la cual ha seguido desde entonces y seguirá mientras haya mundo.
jueves, 11 de agosto de 2011
Dios Escucha Nuestras Oraciones
A él clamé con mi boca…
Ciertamente me escuchó Dios;
atendió a la voz de mi súplica.
Salmo 66:17, 19.
El primer versículo arriba citado expresa el agradecimiento hacia Dios por parte de una persona que atravesó una prueba muy dolorosa. No conocemos las situaciones que padeció, ni siquiera sabemos de quién se trata. Este caso es un ejemplo entre muchos otros, y es frecuente. Tal vez sea el del lector: usted se halla en una situación muy difícil. Le parece que todo está en su contra y no sabe cómo arreglárselas. Entonces hay un recurso: la oración. Por eso el autor del salmo escribió: “Me escuchó Dios; atendió a la voz de mi súplica”.
Es extraordinario: el Dios creador, todopoderoso, justo y santo, escuchó y contestó. Es una experiencia que hemos hecho personalmente y a menudo. Él presta atención hasta a la voz de nuestra súplica; es decir, no necesita que le expliquemos cuál es nuestro estado ni nuestra situación. Él nos ve y nos conoce.
Si el autor del Salmo 66 hubiese acariciado el mal en su corazón, el Señor no le “habría escuchado” (v. 18). Pero consciente de sus pecados se atreve a pedir el socorro de Dios. Tanto él como todos nosotros somos pecadores, pero felizmente Dios nos ama y dio a su Hijo para que nuestros pecados fueran borrados. Pero para gozar de este privilegio es necesario depositar nuestra fe en la obra de Cristo. Finalmente, no olvidemos agradecer siempre a Dios por su ayuda y decir como el afligido del salmo: “Bendito sea Dios, que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia” (v. 20).
El Cielo para Mañana
Con la expresión «cielo cubierto» o «cielo despejado» a menudo la radio anuncia el tiempo previsible para el día siguiente. Pero, hay otro cielo que sería necesario observar. Algunas gotas de lluvia e incluso un tiempo no muy clemente en general no tienen una importancia vital. Pero no preocuparse por este otro cielo y por lo que Dios previó puede acarrear trágicas consecuencias.
En un porvenir más o menos cercano cada uno tendrá que rendir cuentas de su vida y de la respuesta que dio a la salvación ofrecida por Dios. Jesucristo murió en la cruz para que el porvenir del ser humano no estuviese cargado de incertidumbre.
El creyente sabe que Cristo abrió el camino hasta Dios y que le prepara un lugar en su maravillosa presencia.
A veces las predicciones meteorológicas no se confirman, e incluso fallan. En cambio lo que la Palabra de Dios declara es infalible.
Si no escuchamos el pronóstico meteorológico podemos decir: –Ya veremos mañana. En cambio, el asunto de nuestro porvenir eterno es demasiado serio para que permanezcamos indiferentes.
Al contrario de todos los seres humanos, Dios conoce el porvenir y en consecuencia puede hablar de él. Lo que dice se cumple invariablemente. Es, pues, indispensable que usted inquiera acerca del cielo para mañana, es decir, que se preocupe por su eterno porvenir y por su relación con Dios. Para ello lea la Biblia, la revelación de Dios.
martes, 2 de agosto de 2011
Estudio Génesis 3, Comentario Bíblico de Matthew Henry
Versículos 1—5. La serpiente engaña a Eva.
6—8. Adán y Eva transgreden el mandamiento divino, y caen en el pecado y la miseria.
9—13. Dios llama a Adán y Eva para que respondan.
14, 15. Maldición a la serpiente—La Simiente prometida.
16—19. El castigo de la humanidad.
20, 21. La primera vestimenta de la humanidad.
22—24. Adán y Eva son expulsados del paraíso.
Vv. 1—5. Satanás atacó a nuestros primeros padres para llevarlos a pecar; la tentación les resultó fatal. El tentador fue el diablo, en la forma y semejanza de una serpiente. El plan de Satanás era arrastrar a nuestros primeros padres al pecado y, así, poner separación entre ellos y su Dios. De este modo el diablo fue desde el comienzo un homicida y gran obrador de maldades. La persona tentada fue la mujer: la táctica de Satanás fue entablar una conversación con ella mientras estaba sola. Hay muchas tentaciones en las que el estar a solas da gran ventaja al tentador; en cambio, la comunión de los santos cuida en gran medida la fortaleza y seguridad de ellos. Satanás sacó ventaja de hallar a la mujer sola cerca del árbol prohibido. —Satanás tentó a Eva para, a través ella, poder tentar a Adán. Su táctica es enviar las tentaciones por medios que no sospechamos, y por quienes tienen la mayor influencia sobre nosotros. Satanás puso en duda si era o no era pecado comer de este árbol. No dejó al descubierto su designio al comienzo, pero planteó una pregunta que parecía inocente. El que quiera estar a salvo debe cuidarse de no hablar con el tentador. Citó mal el mandamiento. Él habló en forma sarcástica. El diablo, así como es un mentiroso, es también un escarnecedor desde el principio; y los escarnecedores son sus hijos. El arte de Satanás consiste en hablar de la ley divina como dudosa o irracional y, así, atrae la gente al pecado; nuestra sabiduría consiste en mantener firme nuestra creencia en el mandamiento de Dios y un elevado respeto por Él. ¿Conque Dios dijo: ¿No mentiréis, no tomaréis su nombre en vano, no os emborracharéis, etc.? Sí, estoy seguro que lo dijo, y está bien dicho; y, por su gracia, yo lo cumpliré. —El entablar esta conversación con la serpiente fue debilidad de Eva: por su pregunta debió notar que no tenía buenas intenciones, y por tanto, debió retroceder. Satanás enseña primero a los hombres a dudar y, luego, a negar. Les promete beneficios si comen de este fruto. Su objetivo es introducir el descontento con su estado presente, como si no fuera tan bueno como pudiera y debiera ser. Ningún estado por si mismo dará contento a menos que la mente sea puesta en ello. Los tienta para que busquen ascender como si fueran dignos de ser dioses. Satanás se arruinó a sí mismo cuando deseó ser como el Altísimo, luego, procuró infectar a nuestros primeros padres con el mismo deseo para arruinarlos también. El diablo sigue aún atrayendo a la gente a su esfera de interés sugiriéndoles pensamientos malos acerca de Dios y falsas esperanzas de lograr beneficios por medio del pecado. Por tanto, pensemos siempre bien de Dios como el sumo bien y pensemos mal del pecado como el sumo mal: así resistiremos al diablo y él huirá de nosotros.
Vv. 6—8. Observe los pasos de la transgresión: no son pasos ascendentes sino descen-dentes hacia el abismo.
—1. Ella vio. Una gran cantidad de pecado viene por los ojos. No miremos aquello que trae consigo el riesgo de estimular la concupiscencia, Mateo v. 28.
—2. Ella tomó. Fue su propio acto y obra. Satanás puede tentar pero no puede obligar; puede persuadirnos a que nos arrojemos al precipicio pero no puede arrojarnos, Mateo iv. 6.
—3. Ella comió. Cuando miró quizás no tuviera la intención de tomarlo; o cuando lo tomó no tuviera la intención de comer; pero acabó en eso. Es sabiduría detener los primeros movimientos del pecado, y abandonarlo antes de verse comprometido con él. —4. También dio a su marido. Quienes han hecho mal, están dispuestos a arrastrar a otros a hacer lo mismo.
—5. Ella comió. Al no tomar en cuenta el árbol de la vida. Del cual se le permitía comer, y al comer del árbol del conocimiento, que estaba prohibido, Adán claramente muestra su desdén por lo que Dios le ha otorgado, y su deseo por lo que Dios consideró prudente no darle. Deseaba tener lo que quería y hacer lo que le placiera. En una palabra su pecado fue la desobediencia, Romanos v, 19; la desobediencia a un mandato claro, simple y expreso. No tenía una naturaleza pecaminosa que lo traicionara; en cambio tenía libertad de voluntad, con toda su fuerza, no debilitada ni desequilibrada. Se apartó con mucha prontitud. Arrastró a toda su posteridad al pecado y a la miseria. Entonces, ¿quién puede decir que el pecado de Adán en sí causó poco daño? —Ya era demasiado tarde, cuando Adán y Eva vieron la necedad de comer la fruta prohibida. Vieron la felicidad de la cual cayeron y la miseria en que se hundieron. Vieron a un Dios amante irritado, y la pérdida de su gracia y su favor. Véase aquí qué deshonra y trastorno produce el pecado; hace maldad doquiera se introduce y destruye todo consuelo. Tarde o temprano acarrea la vergüenza; sea la vergüenza del arrepentimiento verdadero, que termina en gloria, o la vergüenza y confusión perpetua, en la cual despertarán los malos en el gran día. Véase aquí en qué consiste corrientemente la necedad de quienes han pecado. Cuidan más de salvar su crédito ante los hombres que obtener el perdón de Dios. Las excusas que dan los hombres para cubrir y restar importancia a sus pecados, son vanas y frívolas; como los delantales de hojas de higuera que se hicieron, no logran mejorar las cosas: no obstante, todos tenemos la tendencia a cubrir nuestras transgresiones como Adán. Antes de pecar ellos acogían con gozo humilde las bondadosas visitas de Dios; ahora Él se convertía en un terror para ellos. No cabe asombrarse de que se convirtieran en terror para sí mismos y se llenaran de confusión. Esto muestra la falsedad del tentador y el fraude de sus tentaciones. Satanás prometió que estarían a salvo. Pero ¡ellos no pueden ni pensar que sea así! Adán y Eva eran, ahora, consoladores desdichados el uno para el otro!
Vv. 9—13. Observe la sorprendente pregunta: ¿Adán, dónde estás tú? Aquellos que se descarrían de Dios por el pecado deben considerar seriamente donde están: están lejos de todo bien, en medio de sus enemigos, esclavizados a Satanás, y en el camino real a la ruina total. Esta oveja perdida hubiera vagado sin fin si el buen Pastor no la hubiera buscado y le hubiera dicho que el lugar donde estaba descarriado, no podría ser fácil ni cómodo. Si los pecadores quisieran considerar donde están, no descansarían hasta regresar a Dios. —Es falla y necedad común de quienes han hecho mal cuando se les pregunta al respecto, el reconocer sólo lo que es tan evidente que no se puede negar. Como Adán tenemos razón para tener miedo de acercarnos a Dios si no estamos cubiertos y vestidos con la justicia de Cristo. El pecado aparece más claro en el espejo del mandamiento, así que, Dios lo puso ante Adán; y en ese espejo debemos mirar nuestro rostro. Pero en lugar de reconocer el pecado en toda su magnitud, y asumir la vergüenza en ellos mismos, Adán y Eva justificaron el pecado y cargaron la vergüenza y la culpa en otros. En quienes son tentados existe una extraña tendencia a decir que son tentados por Dios; como si nuestro abuso de los dones de Dios disculpara nuestra transgresión de las leyes de Dios. Los que están prontos a aceptar el placer y ganancia del pecado son tardos para asumir la culpa y la vergüenza de ello. Aprendamos entonces, que las tentaciones de Satanás son todas seducciones; sus argumentos, todos engañosos; sus incentivos son todos trampas; cuando habla bien, no hay que creerle. Es por el engaño del pecado que el corazón se endurece. Vea Romanos vii. 11; Hebreos iii, 13. Aunque la sutileza de Satanás pudiera arrastrarnos al pecado, de ninguna manera nos justifica que estemos en pecado. Aunque él es el tentador, nosotros somos los pecadores. Que no disminuya nuestro pesar por el pecado el que hayamos sido engañados; antes bien, que aumente nuestra indignación con nosotros mismos por haber permitido ser engañados por un conocido tramposo y enemigo jurado, que quiere la destrucción de nuestra alma.
Vv. 14, 15. Dios dicta sentencia; y comienza donde empezó el pecado, con la serpiente. Los instrumentos del diablo deben compartir los castigos del diablo. Bajo el disfraz de la serpiente el diablo es sentenciado a ser degradado y maldecido por Dios; detestado y aborrecido por toda la humanidad: también a ser destruido y arruinado al final por el gran Redentor, cosa significada por el aplastamiento de su cabeza. Se declara la guerra entre la Simiente de la mujer y la simiente de la serpiente. El fruto de esta enemistad es que haya una guerra continua entre la gracia y la corrupción en los corazones del pueblo de Dios. Satanás, por medio de sus corrupciones los abofetea, los zarandea y procura devorarlos. El cielo y el infierno nunca pueden ser reconciliados, tampoco la luz y las tinieblas; no más que Satanás y un alma santificada. Además, hay una lucha continua entre los malos y los santos de este mundo. Se hace una promesa bondadosa sobre Cristo, como el libertador del hombre caído del poder de Satanás. Esta era la aurora del día del evangelio: tan pronto como fue hecha la herida se proveyó y reveló el remedio. Esta bondadosa revelación de un Salvador llegó sin que la pidieran ni la buscaran. Sin una revelación de misericordia, que da esperanzas de perdón, el pecador convicto se hundiría en la desesperación y se endurecería. Por fe en esta promesa fueron justificados y salvados nuestros primeros padres, y los patriarcas anteriores al diluvio. Se dan detalles sobre Cristo. —1. Su encarnación o venida en la carne. Que su Salvador sea la Simiente de la mujer, hueso de nuestro hueso, da gran aliento a los pecadores, Hebreos ii. 11, 14. —2. Sus sufrimientos y muerte; señalados en que Satanás heriría su calcañar, esto es, su naturaleza humana. Los sufrimientos de Cristo continúan en los sufrimientos de los santos por su nombre. El diablo los tienta, los persigue y los mata; y así, hiere el calcañar de Cristo, que es afligido en las aflicciones de los santos. Pero mientras el calcañar es herido en la tierra, la Cabeza está en el cielo. —3. Su victoria sobre Satanás. Cristo frustró las tentaciones de Satanás, rescató almas de sus manos. Por su muerte asestó un golpe fatal al reino del diablo, una herida incurable en la cabeza de esta serpiente. A medida que el evangelio gana terreno, Satanás cae.
Vv. 16—19. Por su pecado la mujer es condenada a un estado de pesar y sumisión; castigo adecuado de ese pecado en que ella procuró satisfacer la concupiscencia de los ojos y de la carne, y su orgullo. El pecado trajo dolor al mundo; hizo del mundo un valle de lágrimas. No es de extrañar que nuestros dolores se multipliquen cuando nuestros pecados se multiplican. Él se enseñoreará de ti, es sólo el mandamiento de Dios: Esposas, someteos a vuestros maridos. —Si el hombre no hubiera pecado, siempre se hubiera enseñoreado con sabiduría y amor; si la mujer no hubiera pecado, ella siempre hubiera obedecido con humildad y mansedumbre. Adán culpó a su esposa, pero aunque había sido falta suya el convencerlo para que comiera el fruto prohibido, fue falta de Adán el haberle hecho caso. Así que las frívolas excusas de los hombres se volverán contra ellos en el día del juicio de Dios. Dios puso marcas de desagrado en Adán.
—1. Maldice su habitación. Dios dio la tierra a los hijos de los hombres para que fuera una morada cómoda, pero ahora está maldita por el pecado del hombre. Sin embargo, Adán mismo no es maldecido, como lo fue la serpiente, sino tan sólo el suelo por amor a él.
—2. Sus esfuerzos y placeres le son amargos. El trabajo es nuestro deber y debemos realizarlo fielmente; es parte de la sentencia del hombre, cosa que la ociosidad desafía atrevidamente. La incomodidad y el cansancio en el trabajo son nuestro justo castigo, al cual debemos someternos con paciencia, puesto que son menos que lo merecido por nuestra iniquidad. El alimento del hombre se le volverá desagradable. Pero el hombre no es sentenciado a comer polvo como la serpiente, solamente a comer la hierba del campo.
—3. Su vida también es acortada; pero considerando cuán llenos de problemas están sus días, es un favor que sean pocos. La muerte es espantosa por naturaleza, a pesar de que la vida es desagradable, y con eso concluye el castigo. El pecado introdujo la muerte al mundo: si Adán no hubiera pecado, no habría muerto. Él cedió a la tentación pero el Salvador la resistió. ¡Cuán admirablemente la satisfacción de nuestro Señor Jesús, por su muerte y sufrimientos, respondió a la sentencia dictada contra nuestros primeros padres! ¿Entraron los dolores de parto a causa del pecado? Leemos del fruto de la aflicción del alma de Cristo, Isaías, liii, 11; y los dolores de la muerte que lo retuvo, son así llamados, Hechos ii, 24. ¿Entró el quedar bajo la ley con el pecado? Cristo nació bajo la ley, Gálatas iv, 4. ¿Entró la maldición con el pecado? Cristo fue hecho maldición por nosotros, y murió una muerte maldita, Gálatas iii, 13. ¿Vinieron las espinas con el pecado? Él fue coronado con espinas por nosotros. ¿El sudor llega a causa del pecado? Él sudó por nosotros, y su sudor fue como grandes gotas de sangre. ¿Llegó el dolor con el pecado? Él fue un varón de dolores; en su agonía su alma estuvo sobre manera dolorida. ¿Vino la muerte con el pecado? Él se hizo obediente hasta la muerte. Así, la venda es tan grande como la herida. Bendito sea Dios por su Hijo nuestro Señor Jesucristo.
Vv. 20, 21. Dios le puso nombre al hombre y lo llamó Adán, que significa tierra roja; Adán le puso nombre a la mujer y la llamó Eva, esto es, vida. Adán lleva el nombre del cuerpo mortal, Eva el del alma viva. Probablemente Adán haya tenido en cuenta la bendición de un Redentor, la Simiente prometida, al llamar Eva o vida a su esposa; pues Él sería la vida de todos los creyentes, y en Él serían benditas todas las familias de la tierra. —Véase, además, el cuidado de Dios por nuestros primeros padres a pesar de su pecado. La vestimenta se introdujo con el pecado. Poca razón tenemos al enorgullecernos de nuestras ropas que no son sino la insignia de nuestra vergüenza. Cuando Dios hizo ropa para nuestros primeros padres, las hizo abrigadoras y fuertes, rústicas y muy sencillas; no mantos de escarlata sino túnicas de pieles. Que quienes están pobremente vestidos aprendan de aquí a no quejarse. Teniendo comida y abrigo, que estén contentos; ellos están tan bien como Adán y Eva. Que aquellos que están finamente vestidos, aprendan a no hacer de las vestimentas su adorno. —Se supone que las bestias, de cuyas pieles los vistió Dios, fueron muertas, no para comida del hombre, sino para sacrificio, para tipificar a Cristo, el gran Sacrificio. Adán y Eva se hicieron delantales de hojas de higuera, cubierta demasiado estrecha para envolverlos, Isaías xxviii, 20. Tales son todos los trapos de nuestra justicia propia. Pero Dios les hizo túnicas de pieles, grandes, firmes, durables y de su medida: tal es la justicia de Cristo; por tanto, vestíos del Señor Jesucristo.
Vv. 22—24. Dios expulsó al hombre; le dijo que ya no debía ocupar ni disfrutar ese huerto: pero al hombre le gustaba el lugar y no estaba dispuesto a irse, por tanto, Dios lo hizo salir. Esto significó la exclusión de él y toda su raza culpable de la comunión con Dios, que era la bendición y la gloria del paraíso. Pero el hombre fue solamente enviado a labrar el suelo del cual fue tomado. Él fue enviado a un lugar de trabajo arduo, no a un lugar de tormento. Nuestros primeros padres fueron excluidos de los privilegios de su estado de inocencia, aunque no fueron librados a la desesperación. —Se cerró el camino al árbol de la vida. De ahí en adelante sería en vano que él y los suyos esperaran rectitud, vida y felicidad por el pacto de obras; porque al quebrantar el mandamiento de ese pacto, su maldición cobra plena vigencia: somos todos destruidos si somos juzgados por ese pacto. Dios reveló esto a Adán, no para llevarlo a la desesperación, sino para animarlo a buscar la vida y la felicidad en la Simiente prometida, por quien se abre ante nosotros un camino nuevo y vivo hacia el lugar santísimo.
TESOROS DE DAVID "SALMO 25" Charles Spurgeon
Título: «Salmo de David». David es retratado en este Salmo como en una miniatura fiel. Su confianza santa, sus muchos conflictos, su gran trasgresión, su amargo arrepentimiento, su profunda aflicción están aquí; de modo que podemos ver el mismo corazón del «hombre según el propio corazón de Dios». Es, evidentemente, una composición de los últimos días de David, por la mención a los pecados de su juventud, y por las penosas referencias a la astucia y crueldad de sus muchos enemigos, no sería una teoría especulativa el referiría al período en que Absalón
capitaneó una gran rebelión contra él. Este ha sido llamado el segundo de los siete Salmos Penitenciales. La marca del verdadero santo es que sus aflicciones le recuerdan sus propios pecados, y su pena por el pecado le lleva a su Dios. C. H. S.
En estos cuatro Salmos, que se siguen el uno al otro, podemos hallar el alma de David presentada en todas las diferentes posturas: postrado, de pie, sentado y de rodillas. En el Salmo veintidós está echado, postrado sobre su rostro, gimiendo en el suelo, incluso casi entrando en un grado de desesperación; hablando de sí mismo en la historia de Cristo en el misterio: «Dios mío, ¿por qué me has desamparado?»
En el Salmo veintitrés está de pie, y en pleno favor de Dios, a pesar de sus enemigos, erguido y triunfando sobre toda oposición: «El Señor es mi pastor, nada me faltará.»
En el Salmo veinticuatro están sentado, como un doctor en su silla o un profesor en su cátedra, dando una conferencia sobre la divinidad y describiendo el carácter del hombre «que asciende el santo monte», y cómo ha de realizarlo, y después participa de su felicidad.
En este Salmo veinticinco está de rodillas y levanta su voz a Dios, y sobre estos dos goznes gira todo el Salmo; por una parte ruega de todo corazón a Dios suplicando misericordia; por otra, humildemente lamenta su propia miseria. Thomas Fuller
Vers. 1. A Ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Ved cómo el alma santa vuela a su Dios como una paloma a su cobijo. Cuando los vientos de la tempestad están desatados, los navíos del Señor amainan las velas y se dirigen al bien recordado puerto de refugio. ¡Qué misericordia la del Señor al condescender a escuchar nuestro clamor en tiempo de tribulación, aunque nosotros podamos habemos casi olvidado de El en nuestras horas de supuesta prosperidad! Muchas veces el alma no puede levantarse; ha perdido sus alas, y se siente pesada, pegada a la tierra; más semejante a un topo que hurga que a una águila que se remonta. En estas temporadas nubladas no hemos de renunciar a la oración, sino que, con la ayuda de Dios, hemos de ejercer todas nuestras
potencias para levantar nuestros corazones. Que la fe sea la palanca, y la gracia el brazo, y la masa muerta se moverá.
Pero ¡qué alivio sentimos a veces! A pesar de este tirar y este esfuerzo, hemos sido totalmente derrotados, hasta que la piedra imanada celestial del amor de nuestro Salvador ha desplegado sus atracciones omnipotentes, y entonces nuestros corazones han subido a nuestro amado como en llamas de fuego. C. H. S.
El elevar el corazón presupone un abatimiento previo del alma. El alma del hombre es oprimida por el pecado y los cuidados de este mundo, que, como los plomos a la red, la hacen hundir, y no puede subir hasta que Dios envía oraciones espirituales, como corchos a la red, para ponerla a flote; las cuales proceden de la fe, como la llama del fuego, y que han de librarnos de los cuidados seculares y todas las cosas que nos oprimen, y que nos dan evidencia de que los mundanos no pueden orar, como el topo no puede volar. Pero los cristianos son como águilas que se remontan hacia el cielo.
Viendo, pues, que el corazón del hombre, por naturaleza, está fijado a la tierra, y que por sí mismo no es capaz de levantarse de ella, como una piedra que está fija en el suelo, hasta que Dios la levanta con su poder, la Palabra y sus obreros, nuestra petición principal ha de ser al Señor para que se complazca en atraemos, y que podamos correr hacia El; que quiera exaltarnos y elevar nuestros corazones al cielo, y no seguir echados en el charco de esta tierra. Archibald Symson
Un hombre piadoso ora igual que un albañil edifica. Ahora bien, un albañil pone un fundamento, y como no puede terminar en un día vuelve al día siguiente y halla que el trabajo del primer día está firme; y luego añade un día más de trabajo; después viene el tercer día, y encuentra firme el trabajo de los dos primeros días; y trabaja un tercer día y hace las paredes, y así sucesivamente hasta que todo el edificio ha terminado.
Del mismo modo, la oración es la edificación del alma, hasta que alcanza el cielo; por tanto, un corazón piadoso ora y va llegando más v más alto en la oración, hasta que al fin sus oraciones llegan a Dios. William Fenner
Una oración sin la intención del afecto es como un cuerpo sin alma con todo, su devoción es algo externo, dijo uno: una cabeza sin cerebro, y un cuerpo sin alma: «Este pueblo se acerca a mí con sus labios, pero su corazón está lejos de mi» (Isaías 29:13). Un hombre carnal puede levantar su corazón en oración lo mismo que un topo puede volar. David halla la tarea difícil; pues el mejor de los corazones es pesado, y empuja hacia abajo, como el peso de un reloj o el plomo de una red. Por tanto, poniendo a un lado todo peso y el pecado que nos asedia, orando a Dios,
acerquémonos a El, como el hierro al imán. John Trapp
Vers. 2. Dios mío, en Ti confío. La fe es el cable que amarra nuestro bote a la orilla, y al tirar de él nos acerca a la tierra; la fe nos une a Dios, y entonces tira de nosotros hacia El. En tanto que el anda de la fe se mantiene firme no hay temor de la peor tempestad; si falla, no nos queda esperanza. Hemos de procurar que nuestra fe sea sana y tuerte, pues de otro modo la oración no puede prevalecer ante Dios. Ay del guerrero que tira su escudo; ¿qué defensa tendrá el que no halla defensa en su Dios? C. H. S.
Vers. 3. Ciertamente ninguno de cuantos esperan en Ti será confundido. El sufrimiento ensancha el corazón, al crear poder para simpatizar. Si oramos sinceramente por nosotros mismos, no seguiremos mucho tiempo dejando en el olvido a nuestros compañeros de sufrimiento. No hay ninguno que tenga compasión del pobre como los que han sido pobres o aún lo son; ninguno tiene tanta ternura para con cl enfermo como el que tiene mala salud. Hemos de estar agradecidos por las penas ocasionales si nos preservan de la dureza crónica del corazón, porque de todas las aflicciones, el corazón desabrido es la peor; es una plaga para el que lo tiene y un
tormento para los que le rodean.
Sean avergonzados los que se rebelan sin causa. David no había provocado a sus enemigos; el odio de ellos era inmerecido. Los pecadores no tienen razón justificable o excusa válida para transgredir; no benefician a nadie, ni aun a ellos mismos, con sus pecados; la ley contra la cual faltan no es dura ni injusta; Dios no es un amo tiránico; la providencia no es esclavitud; los hombres pecan porque quieren pecar, no porque sea provechoso o razonable hacerlo.
De ahí que la vergüenza sea la retribución apropiada. Sonrójense con vergüenza penitencial ahora, pues de otro modo no podrán escapar al desprecio perdurable y la vergüenza amarga que es el destino de los necios en el mundo venidero. C. H. S.
Que la vergüenza recaiga sobre el que la merezca, incluso los que obran con deslealtad, sin ser provocados por mi parte. Y así fue; porque Ahitófel se ahorcó; Absalón fue colgado por la mano de Dios y Joab le dio muerte; los que conspiraron con él perecieron, en parte, por la espada, y en parte huyeron, avergonzados de su empresa. ¡Oh el poder de la oración! ¿Qué hay que no consigan los santos si lo piden? John Trapp
Vers. 4. Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Hay los caminos de los hombres y los caminos de Dios; las sendas del pecado y las sendas de la justicia; hay tus caminos y mis caminos; los tuyos son caminos de verdad, los míos son caminos de error; los tuyos son buenos ante tus ojos, y los míos son buenos ante mis ojos; los tuyos llevan al cielo, y los míos llevan al infierno. Por tanto: «Muéstrame tus caminos, oh Señor; enséñame tus sendas», para que, equivocadamente, no vaya por mis caminos en vez de por los tuyos; sí, guíame en la verdad,
y enséñame, para que no me desvíe de tus caminos y entre en los míos; «muéstrame tus sendas» mediante el ministerio de tu Palabra; «enséñame tus sendas» con la guía de tu Espíritu; «guíame en tu verdad» mediante la ayuda de tu gracia. Robert Mossom
Vers. 4, 5, 9. Haz lo que sepas, y Dios te enseñará lo que has de hacer. Haz lo que sepas es tu deber presente, y Dios te dará a conocer u deber futuro cuando pase a ser presente. Ocúpate en evitar las omisiones conocidas, y Dios te guardará de las comisiones temidas. Samuel Annesley
Vers. 5. Encamíname en tu verdad, y enséñame. David sabía mucho, pero se daba cuenta de su ignorancia y deseaba seguir en la escuela del Señor; cuatro veces en estos dos versículos solicita ser admitido a la escuela de la gracia. Sería bueno que muchos que enseñan a otros, en vez de seguir sus propios métodos y trazar nuevos caminos de pensamiento para si mismos, inquirieran sobre los antiguos y buenos caminos de la propia verdad de Dios, y solicitaran al Espíritu Santo que les diera entendimientos santificados y deseosos de aprender. C. H. S.
Aquel cuya alma es insaciable en la oración, avanza, se acerca a Dios, gana algo y termina con su corazón más elevado. Así como un niño que ve a su madre con una manzana en la mano y le gustaría poseerla va a su madre y se la pide con disimulo: ahora le agarra un dedo, luego se lo deja; otra vez tira del dedo, y lo tiene apretado, y así sigue tirando y llorando hasta que consigue lo que desea.
Así el hijo de Dios, viendo todas las gracias que hay en El, se acerca al trono de la gracia pidiéndolas, y con sus oraciones sinceras y fieles abre las manos de Dios hacia él; Dios trata a sus hijos como hacen los padres, y retiene lo deseado un tanto; no porque no esté dispuesto a darlo, sino para hacer más vivo el anhelo; para acercar al que desea a El. William Fenner
Porque Tú eres el Dios de mi salvación. Jehová Trino es el autor y perfeccionador de la salvación de su pueblo. Lector, ¿es El el Dios de tu salvación? ¿Hallas en la elección del Padre, en la expiación del Hijo y en el avivamiento del Espíritu la base de tus esperanzas eternas? Si es así, puedes usar esto como argumento para obtener nuevas bendiciones; si el Señor ha ordenado que seas salvo, sin duda no va a rehusarte instrucción en sus caminos. Es dichoso que podamos dirigirnos al Señor con la confianza que David manifiesta aquí; nos da gran poder en la oración y
consuelo en la prueba. C. H. S.
En Ti he esperado todo el día. El esperar en Dios es:
1) Vivir una vida de deseo hacia Dios; esperar en El como el mendigo espera en su benefactor, con deseo sincero de recibir provisiones, como el enfermo del estanque de Betesda observaba cuándo serían agitadas las aguas, y esperaba en los pórticos con deseo de que le ayudaran a entrar en ellas y ser sanado.
2) Es vivir una vida en Dios, como el amante espera a la amada. El deseo es amor en movimiento, como el pájaro al volar; el deleite es amor en reposo, como el pájaro en su nido; ahora bien, aunque nuestro deseo debe ser hacia Dios de tal forma que aún deseemos más de Dios, sin embargo nuestro deleite ha de ser tal en Dios que nunca deseemos más de Dios. Condensado de Matthew Henry en Comunión con Dios
En Ti he esperado. Esperado para oír la voz secreta de tu Espíritu, poniendo paz en mi conciencia; esperado para sentir el vigor renovador de tu gracia, avivando mi obediencia; esperado para ver el poder subyugador de tu Espíritu Santo, apagando mi pecado rebelde; esperado para sentir la virtud alentadora de tus consuelos celestiales, como refrigerio para mi alma que desmaya; esperado todas estas bendiciones. Robert Mossom
Vers. 6. Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias. Hay una santa osadía que se atreve a tratar así con el Altísimo. Cultivémosla. Pero hay también una incredulidad no santa que sugiere nuestros temores. Esforcémonos contra ella con toda nuestra fuerza. ¡Qué joyas son estas dos expresiones: «tus piedades y tus misericordias»! Son como la miel del lenguaje; su suavidad no hay palabra que la supere; pero en cuanto a los favores de la misericordia que implican, la lengua falla en poder describirlos. C. H. S.
¡Oh, en qué forma un abismo llama a otro abismo! ¡La profundidad de mis múltiples miserias dama, en voz alta, a la profundidad de tus múltiples misericordias!; incluso esta misericordia por la cual Tú perdonas mis pecados y ayudas mis debilidades; esta misericordia por la cual me santificas por tu gracia y me confortas con tu Espíritu; esta misericordia por la cual me libras del infierno y me aceptas en el cielo. «Recuerda, oh Jehová», que tus piedades y tus misericordias
han sido «desde antiguo» para tus santos. Robert Mossom
Que son perpetuas. David era un creyente sano en la doctrina del amor eterno de Dios. Las bondades del Señor no son una novedad. Cuando le rogamos que nos las conceda, podemos poner énfasis en el uso y costumbre que vienen de muy antiguo. En los tribunales de justicia los hombres hacen mucho hincapié sobre los precedentes, y nosotros podemos invocarlos en el trono de la gracia. «La fe» -dijo Dickson- «tiene que hacer uso de las experiencias y repetirlas ante Dios, desde el registro de una memoria santificada, como un recordatorio que El no puede olvidar.» C. H. S.
El amor divino es una fuente eterna, que nunca deja de manar en tanto que hay una vasija vacía o capaz de recibir algo más; y está a disposición de todos los que llegan: por tanto, acudamos; y si no tenemos bastantes vasos para almacenaría, vayamos a pedir prestados vasos vacíos, y no pocos; «paga tus deudas con ello, y vive del resto» (2ª Reyes 4:7) hasta la eternidad. Elisha Coles
en La soberanía de Dios
Vers. 7. De los pecados de mi juventud, y de mis transgresiones, no te acuerdes. El mundo no hace caso de los pecados de los jóvenes, pero no son tan pequeños, después de todo; los huesos de los festines de nuestros jóvenes en la mesa de Satanás van a quedarles dolorosamente atragantados en el cuello cuando sean mayores. El que presume de su juventud está envenenando su edad madura y su ancianidad. ¡Cuántas lágrimas van a mojar estas páginas cuando algunos se
reflejen en su pasado! C. H. S.
Antes de llegar al punto principal, primero hemos de quitar del texto el estorbo de una doble objeción. La primera es: Parece (pueden decir algunos) muy improbable que David hubiera tenido pecados en su juventud si consideramos los principios en que transcurrió su pasado.
El primero era la pobreza. Leemos que su padre Isaí era tenido como anciano, no como un hombre rico; y es probable que sus siete hijos fueran la parte principal de su riqueza.
Segundo: penas. David, aunque era joven, no era mimado, sino que trabajaba de firme; enviado por su padre a seguir las ovejas con crías, donde parece haber aprendido la inocencia y simplicidad de las ovejas que guardaba.
Tercero: piedad (Salmo 71:5): «Porque Tú eres mi esperanza, oh Dios; Tú eres mi confianza desde mi juventud.» Y de nuevo en el versículo 17 del mismo Salmo: «Oh Dios, Tú me has enseñado desde mi juventud.» David empezó a ser bueno pronto, un santo aunque joven. Y lo que es más, se hallaba constantemente en el horno de la aflicción (Salmo 88:15): «Aun desde mi juventud estoy afligido y enfermizo; me han abrumado tus terrores, y estoy amedrentado.»
De lo que se trata es, pues: ¿Cómo podía ser corrupta esta agua que era clarificada diariamente?
¿Cómo podía oxidarse un pedazo de acero que era bruñido con regularidad? ¿Cómo podía el alma de David en su juventud estar ensuciada por el pecado, si era rascada constantemente por el sufrimiento? Pero la respuesta es fácil: porque aunque David, en general, era un hombre según el corazón de Dios (la mejor trascripción de la mejor copia), con todo, especialmente en su juventud, tuvo sus faltas y debilidades; sí, sus pecados y transgresiones.
Si la juventud de David, que fue pobre, penosa y pía, era culpable de pecados, ¿qué diremos de la de aquellos cuya educación ha sido rica, despreocupada y pecaminosa? Y afirmo que la del resto está llena de oprobio, pena y silenció en la conciencia de todos. Thomas Fuller
Y de mis transgresiones. Otra palabra para los mismos males. El penitente sincero no puede pasar por las confesiones a galope; se ve obligado a lanzar muchos gemidos, porque los muchos pecados le abruman con innumerable aflicción.
Un sentimiento penoso de algún pecado provoca en el creyente un arrepentimiento por la masa entera de sus Iniquidades. No hay nada que satisfaga del todo una conciencia despierta, como no sea el perdón más pleno y claro. David no quiere que sus pecados sean perdonados, sino olvidados.
Conforme a tu misericordia acuérdate de ml, por tu bondad, oh Jehová. David y el ladrón moribundo exhalan la misma oración, e indudablemente están basados en la misma alegación, a saber, la gracia gratuita y la bondad de Jehová, inmerecida por nuestra parte. No nos atrevemos a pedir que se nos mida nuestra porción en las balanzas de la justicia, sino que pedimos que se nos trate con la mano de la misericordia.
Vers. 8. Bueno y recto es Jehová; por tanto, Él enseñará a los pecadores el camino. No es menos verdadero que maravilloso el que, por medio de la expiación, la justicia de Dios ruega tan insistentemente como su gracia para la salvación de los pecadores, para salvar a aquellos por los que Cristo murió. Además, tal como un buen hombre de modo natural se esfuerza en hacer a los demás como él mismo, así también el Señor nuestro Dios, en su compasión, traerá a los pecadores al camino de la santidad y los modelará a su propia imagen; así, la bondad de nuestro Dios nos lleva a esperar que sean reclamados los pecadores.
No lleguemos, sin embargo, a la conclusión de que la bondad de Dios salvará a todos los pecadores que siguen descarriándose por sus propios caminos; pero podemos estar seguros de que El renovará el corazón de los transgresores y los guiará al camino de la santidad. Que los que deseen ser librados del pecado se consuelen en esto: Dios mismo condescenderá a ser el maestro de los pecadores. ¡Qué escuela es ésta que Dios quiere enseñar en ella! La enseñanza de Dios es práctica; El enseña a los pecadores no solamente la doctrina, sino el camino. C. H. S.
Como la elección es el efecto de la soberanía de Dios, nuestro perdón es el fruto de su misericordia, nuestro conocimiento una corriente de sabiduría, nuestra fuerza una impresión de su poder; así que nuestra pureza es un rayo de su santidad. Stephen Charnock
Vers. 10. Todas las sendas de Jehová. ¡Qué frecuentes, qué marcadas y qué numerosas son las huellas para cada familia y cada individuo! Adondequiera que vamos, vemos que la misericordia y la verdad de Dios han pasado por allí, por las profundas huellas que han quedado detrás. Adam Clarke
Vers. 11. Por amor de tu nombre, oh Jehová, perdonarás también mi pecado, que es grande. Aquí hay un ruego bendito que no falla nunca. No por nuestros propios méritos, sino para glorificar tu misericordia y para mostrar la gloria de tus atributos divinos.
Perdona mi pecado que es grande. Es confesado; es aborrecido; está consumiendo mi corazón de pena. Señor, perdónalo; pronuncia con tus labios la absolución. Pesa muchísimo, y te ruego que lo quites. Su tamaño no es una dificultad para Ti, porque Tú eres un Dios grande, pero la miseria con que me oprime es el argumento que uso para pedirte perdón rápido.
Señor, el paciente está muy enfermo; sánalo, pues. El perdonar a un gran pecador te va a acarrear gran gloria; por tanto, por amor a tu nombre, perdóname.
Observa en qué forma este versículo ilustra la lógica de la fe, que es lindamente contraria al espíritu legal; la fe no mira los méritos en la criatura, sino que considera la bondad del Creador; y en vez de quedar aplastado por los méritos negativos del pecado, mira a la preciosa sangre y suplica con más vigor debido a la urgencia del caso. C. H. S.
Entre las obras divinas no hay ninguna que establezca mejor su gloria que la de la remisión.
El pecado, al ser cometido, es causa de mucha deshonra para Dios, y, con todo, al perdonarlo, Dios levanta para si un gran honor. Como Dios perdona los pecados por amor a su nombre, estará dispuesto a perdonar muchos pecados lo mismo que pocos, grandes y pequeños; en realidad, cuanto mayores y en mayor número son los pecados, mayor es el perdón y, como resultado, mayor la gloria de Dios; y, por tanto, David, sobre esta consideración del nombre y la gloria de Dios, hace de la grandeza de su iniquidad un motivo de perdón.
En realidad, el incurrir en pecados graves para que Dios pueda glorificarse más al perdonarlos es una aborrecible presunción, pero el esperar que estos pecados graves en que hemos incurrido serán perdonados por Dios si sentimos verdadero arrepentimiento, por amor a su nombre, es una expectativa bien fundada, y puede ser apoyada en nuestros espíritus contra las mayores tentaciones de sentirnos abatidos. Nathanael ARDÍ
David alega la grandeza de su pecado, y no la pequeñez del mismo; refuerza su oración con esta consideración: que sus pecados son muy graves. Cuando un mendigo pide pan, alegará lo extremo de su pobreza y su necesidad. Cuando un hombre afligido dama misericordia, ¿qué puede haber más apropiado que alegar la extremosidad de su caso? Y Dios permite este ruego porque El es movido a misericordia hacia nosotros, no por nada que haya en nosotros, sino por lo miserable de nuestro caso.
El honor de Cristo es salvar a los mayores pecadores que acuden a El, como el honor de un médico es curar los casos más desesperados de enfermedades y heridas. Por tanto, no dudemos que Cristo ya a estar dispuesto a salvar a los mayores pecadores que acudan a El; porque El está deseoso de glorificarse a sí mismo y exaltar el valor y virtud de su propia sangre. Viendo que El está así dispuesto a redimir a los pecadores, no se negará a mostrar que puede redimir hasta lo sumo. Jonathan Edwards
Los pecadores que acuden a Dios en busca de perdón consideran sus pecados como muy
grandes; porque frente a un gran Dios -grande en poder, en justicia, en santidad- yo soy un gusano, y además peco, y esto atrevidamente contra un Dios tan grande. ¡El que un gusano se levante frente a un Dios grande e infinito, hace que cada pecado sea grande, y reclama la venganza máxima de un Dios tan grande!
Debido a que han pecado contra la gran paciencia, despreciando la bondad y longanimidad de Dios, que se dice «atesora su ira» (Romanos 2:4, 5).
Los pecados parecen grandes porque dan lugar a grandes misericordias. ¡Oh, contra qué
misericordias tan grandes y bondades pecan los pecadores, y hacen pecado de estas
misericordias!
Lo que hace mayor el pecado a los ojos de los pobres pecadores que claman pidiendo perdón es que han pecado contra una gran luz -la luz de la conciencia-; esto aumenta el pecado en alto grado, especialmente para aquellos que están bajo la influencia del evangelio; y es en realidad el pecado de todos en esta nación.
Aun así, no hallamos que la juventud de David sea pecaminosa en grado notable; pero el que no ocupara su juventud para obtener conocimiento y servir al Señor de modo pleno fue su carga y su queja delante del Señor; cuánto más penoso y abominable a sus almas ha de ser para aquellos cuya juventud ha transcurrido sólo en la vanidad, las palabras vanas, el mentir, jurar, profanar el día del Señor con diversiones y excesos de todas clases, cuando el Señor lo pone sobre sus conciencias. Anthony Palmer en La nueva criatura del Evangelio «¡Oh!» -dijo Faraón-, «¡quitad estas ranas asquerosas, este trueno horroroso!» Pero, ¿qué dice David? «Señor, ¡quita la iniquidad de tu siervo!» El uno quería verse libre de castigo. Y es muy verdadero que un cristiano más bien suele perturbarse por el pecado que por las ranas y el trueno; ve más inmundicia en el pecado que en las ranas y sapos, y más horror que en el trueno y el relámpago. Jeremiah Dyke
Faraón lamentaba más los golpes que recibía que la dureza de corazón de dentro. Esaú se lamentaba, no porque había vendido el derecho de nacimiento, que era su pecado, sino porque había perdido la bendición, lo cual era su castigo.
Esto es lo mismo que llorar por aplicarse una cebolla; el ojo derrama lágrimas porque duele. Un marinero lanza un fardo durante una tempestad, que desea recoger al regreso, cuando los vientos hayan amainado. Muchos se quejan más de las aflicciones con las cuales han nacido que de los pecados con que han nacido; tiemblan más ante la venganza del pecado que ante el veneno del pecado; el uno los deleita, el otro los aterra. William Secker
Vers. 12. ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El temor presente engendra seguridad eterna; teme a Dios, que está sobre todas las cosas, y no tendrás que temer a los hombres en absoluto. AGUSTÍN
El le enseñará el camino que ha de escoger. Aquellos cuyo corazón es recto no errarán por falta de dirección celestial. Cuando Dios santifica el corazón, ilumina la mente. Todos deseamos escoger nuestro camino; pero, ¡qué misericordia cuando el Señor dirige esta elección y hace que la elección libre sea la elección buena! Si hacemos nuestra la voluntad de Dios, Dios nos permitirá tener nuestra voluntad.
Dios no fuerza nuestra voluntad, sino que deja mucho a nuestra elección; sin embargo, El instruye nuestra voluntad, y por ello escogemos lo que es agradable a su vista. La voluntad debe estar sometida a la ley; hay una manera en que podemos escoger, pero somos tan ignorantes que necesitamos ser enseñados, y somos tan voluntariosos que sólo Dios puede enseñarnos de modo efectivo. C. H. S.
Vers. 13. El que teme a Dios no tiene que temer nada más. Gozará de bienestar. Ocupará la estancia del contentamiento. Uno puede dormir tan bien en un camastro como en la cama más mullida; no es la abundancia, sino el contentamiento, lo que nos da la verdadera comodidad. C. H. S.
El temor santo de Dios va a destruir los temores pecaminosos de los hombres, tal como la serpiente de Moisés devoró las serpientes de los magos. Robert Mossom
Vers. 14. El secreto de Jehová es para los que le temen. Algunos dicen aquí «la amistad»; significa relación familiar, intimidad, confidencias, y amistad selecta. Este es un gran secreto.
Las mentes carnales no pueden ni imaginarse lo que significa, y aun los creyentes no pueden explicarlo en palabras, porque es necesario sentirlo para conocerlo.
La vida espiritual más elevada es por necesidad una senda que el ojo del águila no conoce y que el cachorro del león no puede seguir; ni la sabiduría ni la fuerza natural pueden forzar la puerta de esta cámara interior. Los santos tienen la clave de los jeroglíficos del cielo; sólo ellos pueden descifrar los enigmas celestiales. Son los iniciados en la comunión de los cielos; han oído las palabras que no es posible que repitan a sus compañeros. C. H. S.
Hay un sentido vital en que «el hombre natural no discierne las cosas del Espíritu de Dios» y en que todas las realidades de la experiencia cristiana quedan por completo fuera de sus percepciones. El hablarle de la comunión con Dios, del sentimiento de perdón, de la viva expectativa del cielo, del testimonio del Espíritu Santo, de las luchas de la vida espiritual, sería como razonar con un ciego sobre colores o con un sordo sobre armonía musical. John Morison
¡Ah!, pero tú dices: ¿No conocen el evangelio muchos hombres carnales y hablan de las cosas del mismo con la fuerza del entendimiento, etc.? Contesto con el texto de Colosenses 1:26, 27 que, aunque puedan conocer las cosas que revela el evangelio, no conocen las riquezas y gloria del mismo; que el mismo conocimiento rico del que habla la Palabra ellos no lo tienen, y por tanto no lo conocen; un niño y un joyero miran los dos una perla y la llaman igual; pero el niño no la conoce como una perla en cuanto al valor y riqueza de la misma, como el joyero, y por tanto no se puede decir que la conozcan igual. Thomas Goodwin
El andar con Dios es la mejor manera de conocer la mentalidad de Dios; los amigos que andan juntos se comunican los secretos. El secreto de Jehová es para los que le temen. Noé anduvo con Dios y el Señor le reveló un gran secreto: que destruiría al viejo mundo, y le quería a él en un arca.
Abraham anduvo con Dios, y Dios le dejó entrar en su consejo privado: «¿Esconderé de
Abraham lo que voy a hacer?» (Génesis 18:17 y 24:40). Dios algunas veces hace conocer los secretos de su seno al alma en oración, y en la Santa Cena, como Cristo se dio a conocer a sus discípulos en el partimiento del pan (Lucas 24:35). Thomas Wattson
Vers. 15. Mis ojos están siempre vueltos hacia Jehová. El escritor dice que está fijo en su confianza y constancia de su expectativa; mira con confianza y aguarda con esperanza. Podemos añadir a esta mirada de fe y de esperanza la mirada obediente de servicio, la mirada humilde de reverencia, la mirada de admiración y asombro, la mirada diligente de la meditación, y la tierna mirada de afecto. Felices aquellos cuyos ojos no se apartan nunca de su Dios. «El ojo» -dice Salomón- «nunca está satisfecho de ver»; pero esta vista es la que más satisface en el mundo.
Porque El sacará mis pies de la red. Observa la condición conflictiva en que un alma llena de gracia se ha colocado; sus ojos están en el cielo, y, con todo, sus pies están a veces en la red; su naturaleza más noble no cesa de contemplar las glorias de Dios, en tanto que su parte inferior está sufriendo las miserias del mundo.C.H.S.
Una desgraciada paloma cuyas patas habían caído en el lazo del cazador es un perfecto emblema del alma, entrampada en los cuidados y placeres del mundo, que siente el deseo de tener el poder de la gracia para huir y estar en reposo con su Redentor glorificado. George Horne
Vers. 16. Sus propios ojos estaban fijos en Dios, pero temía que el Señor, airado, hubiera apartado su rostro de él. A veces la incredulidad sugiere que Dios dirige su mirada apartándola de nosotros. Si nosotros estamos vueltos hacia Dios, no tenemos por qué temer que él se vuelva de nosotros, sino que podemos exclamar con osadía: «Vuélvete a mi.»
Vers. 17. Las angustias de mi corazón se han aumentado. Cuando la tribulación penetra en el corazón, es verdaderamente tribulación. En el caso que tenemos delante el corazón estaba tumefacto de pena, como un lago relleno a causa de grandes avenidas; esto lo usa como argumento en favor de la liberación, y es un argumento potente.
Cuando llega la hora más oscura de la noche esperamos la aurora; cuando el mar está en su punto más bajo, en la marea, ésta tiene que cambiar, y cuando nuestras tribulaciones han aumentado en extremo, entonces podemos orar confiados: ¡Oh Señor, sácame de mis congojas! C. H. S.
Que ningún hombre se sorprenda de que su aflicción sea grande y para él inexplicable. Siempre ha sido así entre el pueblo de Dios. El camino hacia el cielo está húmedo de lágrimas y sangre de los santos. William S. Plumer
No podemos quejarnos de Dios, pero podemos quejarnos a Dios. Con sumisión a su santa
voluntad, podemos pedir sinceramente ayuda y liberación. William S. Plumer
Vers. 18. Mira mi aflicción y mis trabajos, y perdona todos mis pecados. Nota las muchas pruebas de los santos; aquí tenemos no menos de seis palabras, todas ellas para describir aflicción: «Aflicción, angustias, congojas, trabajos, tribulaciones, pena.» Pero también el espíritu sumiso y creyente de un verdadero santo; todo lo que pide es: «Señor, mira mi aflicción y mis trabajos.» No pronuncia ni aun expresa una queja; una mirada de Dios le deja contento, y habiendo sido concedida, no pide más.
Aún más notable es la forma en que el creyente bajo la aflicción descubre la verdadera causa de lo que sufre y pone el hacha a la raíz de la misma. «Perdona todos mis pecados» es el clamor de un alma que está más acongojada por el pecado que por el dolor y quiere más bien ser perdonada que curada. Bienaventurado el hombre para quien el pecado es más insoportable que la enfermedad; no tardará mucho antes que el Señor le haya perdonado la iniquidad y curado la enfermedad. Los hombres son lentos en darse cuenta de la íntima conexión entre el pecado y la aflicción; solamente un corazón enseñado por la gracia se da cuenta de ello. C. H. S.
Es a causa de la enfermedad del alma que Dios nos visita con la enfermedad del cuerpo. Su objetivo es curar el alma al tocar el cuerpo. Y, por tanto, en este caso, cuando Dios nos visita con la enfermedad, deberíamos pensar que nuestra tarea está más bien en el cielo con Dios que entre los hombres y los médicos. Richard Sibbes
Vers. 19. Considera mis enemigos. O sea, míralos; pero con otra clase de mirada; tal como miraba a través de la columna de fuego sobre los egipcios y los perturbó (Éxodo 14:24), con una mirada de ira y de venganza. John Gill
Dios no necesita hacer uso de muchas criaturas para disciplinar al hombre; lo hace por su cuenta.
No hay ninguna criatura tan perjudicial para el hombre como él mismo. Algunas dañan a otras especies y dejan en paz a la propia, pero la humanidad se destruye con toda clase de medios. Los hombres son más astutos contra los hombres que una zorra, más crueles que un tigre, más fieros que un león; en una palabra, si dejamos al hombre en manos de otro hombre, éste se comporta como un diablo. William Struther
Vers. 20. Guarda mi alma del mal, y líbrame cuando caigo en él. Esta es otra versión de la oración: «No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. »
No sea yo avergonzado. Este temor es como un espectro que gira alrededor de la mente del Salmista. Tiembla para que su fe no sea objeto de ridículo a causa de lo extremo de su aflicción.
Los corazones nobles no pueden tolerar la vergüenza. David tenía un espíritu caballeroso, que podía resistir cualquier tormento, antes que el de la deshonra. C. H. S.
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