Lidiar con el desánimo
Leer | Nehemías 1.1-11
El desánimo puede sentirse como un gran peso sobre nuestros hombros. Pone freno a nuestros pasos, hace más difícil el trabajo, y reduce nuestro gozo.
El que otros consideren insatisfactorios nuestros mejores esfuerzos, normalmente, nos afecta. La crítica constante de los demás puede afectar la manera en que nos sentimos en cuanto a nosotros mismos.
La insatisfacción en cuanto a nuestro desempeño puede también desanimarnos. Además, los fracasos del pasado nos pueden hacer sentir, a veces, con pocas esperanzas en cuanto al futuro. Las presiones económicas, las enfermedades y los conflictos, pueden también tener un alto costo emocional.
La vida de Nehemías nos enseña una lección importante en cuanto al manejo del desánimo. Él era un hebreo que vivía en Persia, y que servía como copero del rey. Cuando recibió noticias en cuanto al mal estado de Jerusalén y de la difícil situación del remanente judío que vivía allí se sintió profundamente afligido. En su tristeza por la situación, Nehemías acudió al Señor en oración. Sabía que solamente su gran Dios era capaz de cambiar la situación. De la misma manera, cuando nosotros nos sintamos desanimados, nuestra primera prioridad debe ser clamar a nuestro Padre celestial.
En su oración, Nehemías alabó el maravilloso carácter de Dios, confesó sus pecados y los pecados de los demás, recordó las promesas divinas, y presentó su petición. Sigamos el ejemplo de Nehemías, llevando nuestras tristezas al Señor en oración.
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