Pedro: Una persona común y corriente
Leer | Mateo 4.18-20
El apóstol Pedro fue una persona común y corriente que vivió en un tiempo extraordinario. La suya fue la generación en la cual Jesús vivió en la Tierra y murió por la salvación de la humanidad.
Fue Andrés quien trajo primero a su hermano Pedro (llamado originalmente Simón), para que conociera al Señor (Jn 1.40-42). Cuando Jesús los invitó a convertirse en sus discípulos, ambos hermanos dejaron de inmediato su actividad de la pesca, y se pusieron bajo la autoridad de Cristo (Mt 4.20).
Pedro se convirtió en un seguidor apasionado que demostró siempre el ansia de estar cerca del Salvador. Ya se tratara de encontrarse con el Señor Jesús en el agua durante una tormenta (14.27-29) o de hablar con Él durante su transfiguración (17.1-5), Pedro estuvo dedicado al servicio de su Maestro.
Al comienzo, el antiguo pescador era rápido para hablar y actuar, y esa impulsividad lo metió en problemas. Por ejemplo, cuando el Señor Jesús estaba hablando de su inminente sufrimiento y muerte, Pedro no estuvo de acuerdo, como si él supiera más que el Señor. La reprimenda de Cristo fue rápida y directa (16.21-23). El apóstol aprendió de sus errores, y más tarde le fue dada una gran responsabilidad. Pedro es un buen ejemplo de cómo debemos deshacernos de los deseos personales, aceptar de todo corazón la voluntad del Señor Jesús, y andar estrechamente con Él (Mr 8.34).
El Señor escoge a personas nada excepcionales como Pedro, usted y yo, para edificar su Reino. Cuando lo hacemos, Él hace por medio de nosotros más cosas de lo que jamás pudiéramos imaginar.
Enviado desde el Templo Cristiano Pasos de Fe
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