jueves, 26 de diciembre de 2024

La Navidad: Un tiempo para dar

La Navidad: Un tiempo para dar
 Lucas 2.1-20

La Navidad es una de las celebraciones más gozosas, ya que durante este tiempo la gente es más generosa que en cualquier otra época del año. La práctica de dar no es una tradición reciente pues comenzó en la primera Navidad, cuando nació el Señor Jesús, el regalo más maravilloso que ha existido. Todos los personajes de la historia tuvieron algo para dar.

Cuando María se sometió al plan de Dios, de ser la madre de Cristo, dio su cuerpo para ser la primera morada del Salvador encarnado (Lc 1.30-38).

También renunció a su buena reputación para cumplir con el llamado del Señor a su vida.

• José dio su amor y su protección a María, y al niño que no era suyo (Mt 1.18-25).

• Un ángel dio el anuncio del nacimiento del Mesías a unos humildes pastores que cuidaban sus rebaños durante la noche.

• Una hueste celestial de ángeles ofreció alabanza y gloria a Dios.

• Los pastores dieron el primer testimonio personal acerca del Mesías.

• Los magos renunciaron a sus comodidades para buscar al recién nacido Rey y obsequiarle regalos dignos de un rey (Mt 2.1-11).

A primera vista, puede parecer que estos regalos pertenecen solo a la primera Navidad, pero cada uno tiene una aplicación para nosotros hoy.

Lea la lista otra vez. ¿Qué regalos podría darle usted a Cristo hoy? Tal vez necesite someterse a su voluntad, o soportar malentendidos para obedecerle. ¿Y qué de los demás? ¿Quién necesita su protección, amor, o quizás buenas nuevas de salvación en Cristo?

lunes, 23 de diciembre de 2024

El Dador supremo

El Dador supremo
Romanos 11.33-36

En medio de todos los preparativos, de toda la ornamentación, y de todas las celebraciones de la temporada navideña, tenemos que apartar tiempo para reflexionar en cuanto a los regalos divinos que cambiaron para siempre el curso del destino humano. Cuando ese pequeño bebé entró en nuestro mundo en Belén, se desencadenó desde el cielo el primero de un flujo interminable de bendiciones.

Nos enfocamos, por lo general, en el regalo del Padre, el cual dio a su Hijo para ser el Salvador del mundo (1 Jn 4.14).

Pero los tres miembros de la Trinidad tuvieron parte en este despliegue divino de generosidad que continuará hasta la eternidad. El Señor Jesús vino a ofrecer su vida en rescate por muchos, y después de su muerte y resurrección, Él y el Padre enviaron al Espíritu Santo para morar dentro de los creyentes para siempre (Mr 10.45; Jn 14.16; 16.7).

El Espíritu, a su vez, da dones espirituales a todos los creyentes y produce su maravilloso fruto en sus vidas (1 Co 12.7-11; Gá 5.22, 23).

Pero estos regalos divinos no terminan en la Tierra. Seguirán en el cielo cuando el Señor evalúe a los cristianos y les recompense por las buenas obras que jamás habrían podido hacer sin el poder de Él (1 Co 3.13, 14; Jn 15.5). Todo el mérito y la gloria pertenecen a Cristo; sin embargo, el Señor cubrirá de alabanzas, por gracia, a los suyos (1 Co 4.5).

Adoramos a un Dios compasivo y generoso.

Piense en el derramamiento continuo de bendiciones desde su trono, y pregunte: ¿Cómo responderé hoy? Él no necesita nada de usted, pero quiere ser parte suya —no para controlarle, sino para mostrarle las “abundantes riquezas de su gracia en su bondad” (Ef 2.4-7).


viernes, 20 de diciembre de 2024

La oración en la vida del creyente

La oración en la vida del creyente
Isaías 57. 15

Las dos disciplinas más importantes en la vida de un creyente son el estudio de la Biblia y la oración. Es imposible crecer continuamente en Cristo sin la práctica de ambas.

La oración es el medio principal para hablar con Dios, y también una de las maneras que tiene para enseñarnos.

Cuando oramos, estamos pidiendo al Señor y confiando en su respuesta. De este modo, aprendemos a escucharle y a esperar su contestación. A Él le encanta que le honremos por medio del acto espiritual de adoración llamado oración.

En verdad, la oración es una de las mejores maneras de honrar a Dios. Cuando oramos a nuestro Padre celestial, estamos reconociendo que Él es Dios, que es verdaderamente “el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es Santo” (Is 57.15).

Solamente Dios merece gloria, y que le honremos al orar sin cesar (cf. 1 Ts 5.17).

Es decir, debemos mantener una actitud centrada en Dios a lo largo del día, pidiéndole continuamente que gobierne cada detalle de nuestra vida.

El pasaje de hoy dice que nuestro Padre celestial habita en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu.

Esto significa que nuestra motivación y la condición de nuestro corazón son muy importantes en la oración.

Simplemente recibir “lo que queremos” no es el espíritu de oración que honra a Dios. Además, no genera oraciones que Él responderá.

El Padre celestial anhela tener una relación estrecha con sus hijos. El tiempo dedicado a la comunicación con Dios es la mejor manera de crecer en intimidad con Él.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

Los pasos de la fe

Los pasos de la fe
Deuteronomio 10.12-13

La Biblia describe a la vida cristiana como un andar. Habla de andar en el Espíritu, en el camino del Señor, en amor, y en verdad. Nuestra vida, entonces, debe ser cada vez más como la del Señor Jesús. La Biblia llama a esto “santificación”.

Pero, ¿y si usted siente que está retrocediendo en vez de avanzar? ¿Sabe cómo dar un giro? Solamente por fe en Cristo podemos movernos en la dirección correcta.

He aquí la manera de cambiar de rumbo:

Primero, tenga la seguridad de que Dios cumple cada promesa. La Biblia contiene un increíble número de ellas, incluyendo la de darnos sabiduría, compañía constante de Dios y paz, cuando nos enfocamos en Él.

Segundo, espere con ilusión la respuesta del Padre. En otras palabras, tenga la gozosa seguridad en sus promesas, que resultarán en bendiciones para su vida.

Tercero, esté consciente cada día de la actividad de Dios en su vida. Al dedicar tiempo a la Palabra, a la oración y a la meditación, usted se volverá más sensible a lo que Él está haciendo.

Cuarto, ore con audacia, porque usted es hijo de Dios (He 4.16; Gá 3.26). Acercarse así al Padre no es arrogancia, sino una expresión de su fe en Él.
Por último, obedezca la guía del Espíritu. Esta es la verdadera prueba de su fe; de hecho, la Biblia dice que sin acción, la fe está muerta (Stg 2.17).

¿Siente que su vida está creciendo y madurando a imagen de Cristo? ¿O que las circunstancias y su carácter parecen haberla detenido? Dios promete seguir embelleciendo la vida de sus hijos. Usted puede resistirse, o cooperar con su obra de gracia en usted.

martes, 17 de diciembre de 2024

Andar por fe

Andar por fe
2 Corintios 5.6-8

En la comunidad cristiana, a menudo escuchamos hablar de la palabra fe. Sin embargo, cuando esa palabra se utiliza con frecuencia y de manera trivial, puede volverse familiar y perder así su profundo significado para nuestra vida. Hoy hablaremos de lo que implica en realidad la fe.

La fe es común a todas las personas. Por ejemplo, hace falta una medida de confianza para sentarse en una silla de lona sin probar primero su resistencia. Pero la confianza en el hecho de que esa silla soportará nuestro peso es muy diferente a confiarle a Dios nuestra vida. Un juicio equivocado en cuanto a lo primero puede resultar en una lesión física, mientras que lo segundo no solo determinará nuestro éxito en esta vida, sino también nuestro destino eterno.

¿Cuál es entonces la definición bíblica de fe? Hebreos 11.1 nos dice que es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Y sabemos que sin fe es imposible agradar a Dios (11.6). En realidad, no hay nada que podamos hacer para ganar la salvación; el único camino al cielo es tener confianza plena en la muerte expiatoria del Señor Jesús en la cruz, que pagó la deuda que debíamos por nuestro pecado. Además, la fe no es nada que podamos crear dentro de nosotros, la Biblia es clara en Efesios 2.8 cuando dice que la fe es un regalo de Dios.

¿Ha aceptado usted el regalo de fe del Padre celestial y emprendido el maravilloso viaje que le invita a tener con Él? Dios responde a los corazones que le buscan. Si usted no tiene claro si ha puesto su fe en Cristo, pídale que le guíe y le revele la verdad.

lunes, 16 de diciembre de 2024

La clave para sobrevivir en tiempos difíciles

La clave para sobrevivir en tiempos difíciles
Hebreos 11.23-29

En el pasaje de hoy, leemos cómo Moisés soportó tiempos difíciles: por medio de la fe. Todo creyente enfrentará tiempos de dificultades. Lo que hay que recordar es que los tiempos difíciles son . . .

Inevitables. “El hombre nace para la aflicción, como las chispas vuelan hacia arriba” (Job 5.7 LBLA). Todos experimentaremos tiempos difíciles.

Tendremos presiones económicas, problemas familiares y de salud, dificultades laborales, oposición dentro de la iglesia —la lista de problemas que podríamos enfrentar es interminable.
Por tanto, es esencial que aprendamos a reaccionar de la manera que Dios desea.

Capaces de destruirnos o de hacernos crecer. ¿Alguna vez ha notado usted cómo algunas personas reaccionan de manera diferente frente a las mismas situaciones? Algunas se vuelven más reflexivas, mientras que otras se desmoronan o incluso son destruidas por la prueba. Nuestra reacción dependerá de la perspectiva que tengamos.

Superables. La clave está en aprender a caminar conscientes de la presencia de Dios. Moisés fue una demostración de esto al buscar liberar al pueblo de Israel de la esclavitud egipcia. Había aprendido a “ver” al Dios invisible caminando a su lado, y a estar consciente de su presencia. Moisés no puso su atención en los egipcios, en el poder de Faraón, ni en los hijos de Israel. Su atención estuvo puesta en Dios.

¿Qué tan consciente está usted de la presencia del Señor? ¿Cree en su protección y suficiencia? Moisés no siempre tuvo tal conciencia; tuvo que desarrollarla. Nosotros, también, la tendremos si buscamos al Señor.

viernes, 13 de diciembre de 2024

La eficacia de la voluntad de Dios

La eficacia de la voluntad de Dios
Éxodo 3.1-22

Ayer vimos el fracaso de Moisés al tratar de liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto, pero hoy vemos que le fue dada una segunda oportunidad para hacer las cosas a la manera de Dios. Si podemos aprender las lecciones que aprendió Moisés en cuanto al peligro de confiar en uno mismo, y la importancia de depender del Señor, nos ahorraremos muchas dificultades.

Si decidimos someternos al plan de Dios, Él hará cosas grandiosas en y por medio de nosotros. A pesar del fracaso de Moisés, el Señor lo usó para llevar a cabo su plan divino, pero solo después de librarlo de su autosuficiencia.

Observe lo que Dios logró cuando Moisés lo obedeció:

Le mostró las grandes cosas que podía hacer por medio de una persona que depende de Él.

Hizo más cosas en menos tiempo, y con menos recursos, sin necesidad de ninguna insurrección ni guerra prolongada.

Demostró su superioridad en cuanto a la manera de hacer las cosas, librando a más de dos millones de personas sin la pérdida de una sola vida hebrea.

Los esclavos se marcharon libres y con las riquezas de sus captores (Éx 3.21, 22).

Demostró tanto a israelitas como a egipcios que solo Él es el Dios de los cielos y de la tierra.

Nuestros fracasos en el pasado nunca son un obstáculo para que Dios quiera o pueda usarnos. De hecho, nuestra debilidad es una gran oportunidad para que Él muestre su gloria


jueves, 12 de diciembre de 2024

A nuestra manera, o a la manera de Dios

A nuestra manera, o a la manera de Dios
Éxodo 2.11-25

Cada vez que se presentan problemas, tenemos dos maneras diferentes de actuar: a la manera de Dios, o a la nuestra. Moisés es ejemplo de un hombre que, en ocasiones, probó ambas opciones. En el pasaje de hoy, vemos lo que sucedió cuando tomó un asunto en sus manos.

Aunque su deseo era aliviar el sufrimiento de su pueblo, utilizó las vías incorrectas. Moisés cometió tres errores:

1. Se centró en la dificultad, no en el Señor. ¿Cuántas veces hemos hecho lo mismo? La injusticia o dolor de una situación se apodera de nuestra atención, y en la búsqueda de solución nos olvidamos de nuestro Dios todopoderoso.

2. Confió en sus propias fuerzas y entendimiento. Cuando surge un problema, la reacción más natural es hacer lo que esté en nuestro poder para solucionarlo.

3. Actuó impulsivamente en vez de esperar en el Señor. Si una situación nos parece urgente, es probable que nuestra prioridad sea solucionar el problema lo más rápido posible.

La manera nuestra puede parecer lógica en el momento, pero pensemos en qué tan eficiente fue Moisés en el logro de su objetivo. Un egipcio fue asesinado, pero el pueblo hebreo no reaccionó favorablemente.

Cuando Faraón se enteró de lo sucedido, lo buscó para matarlo, y Moisés tuvo que huir de Egipto.

Todos hemos seguido el ejemplo de Moisés en algún momento, y sufrido las consecuencias. Sin embargo, Dios no rechazó a Moisés ni anuló los planes que tenía para él. En vez de eso, depuró su carácter por medio de pruebas, y le dio otra oportunidad. ¿Acaso no hará Dios lo mismo con nosotros?

El llamado a tener valentía

El llamado a tener valentía
Josué 3.1-17

¿Qué diría usted si Dios le pidiera liderar a muchas personas, como le pidió a Josué? ¿Comunicar sus palabras a líderes prominentes, como le dijo a Daniel? ¿Convertirse en un misionero como Pablo?

Dios quiere que respondamos con valentía cuando nos llama a hacer frente a algo.

Nuestro primer paso para tener valentía es meditar en la Palabra de Dios; debemos escudriñar el significado de las Sagradas Escrituras como si estuviéramos buscando un tesoro. Con la ayuda del Espíritu Santo, entenderemos la Biblia y aprenderemos cómo aplicar su sabiduría.

Lo siguiente es la obediencia a la Palabra. Meditar en las verdades de Dios influye en nuestras acciones. La Biblia tiene el propósito de moldear nuestros pensamientos y hacer que sigamos los principios bíblicos. Cuanto más pensemos a la manera de Dios, más lo seguiremos.

Confiar en las promesas de Dios es lo tercero para desarrollar valentía. Josué cruzó el río Jordán hacia Jericó porque creyó lo que Dios le dijo.

El cuarto paso para superar el temor es recordar las victorias del pasado. El joven pastor David, hizo esto de manera efectiva. Recordar la protección de Dios en el pasado le dio valor para luchar contra el gigante filisteo Goliat (1 S 17).

Poner en práctica estos pasos nos dará poder para perder el miedo, centrarnos en la victoria en vez de la derrota y obedecer a Dios.
Dios desea que demos testimonio de Él en un mundo incrédulo y hostil.

¿Proclamará usted la verdad de la resurrección de Jesucristo, de su poder salvador del pecado, y de su prometido regreso? El Señor está llamando su nombre. ¿Cuál será su respuesta?

martes, 10 de diciembre de 2024

El poder positivo de la valentía

El poder positivo de la valentía
Josué 1.1-9

¿Qué tienen en común Josué, el líder de Israel; Daniel, el visionario; los doce discípulos de Jesús; y el apóstol Pablo? Tenían en común que, además de amar y obedecer a Dios, tuvieron que ser valientes. Obedecer al Señor requiere valentía, firmeza de espíritu que pueda hacer frente a las crisis sin retroceder.

Josué, designado por Dios, fue llamado a conducir a la nación de Israel a la tierra prometida.

Tal vez pensó: ¿Quién soy yo para tomar el lugar de Moisés? o ¿Y si el pueblo no me acepta como su líder? Dios habló tres veces para tranquilizarlo, diciéndole que fuera esforzado y valiente.

Josué reaccionó con fe, y confió en las dos promesas que recibió de su Padre celestial.

Promesa # 1 - Dios viaja con nosotros. El Señor prometió que estaría con los israelitas en la nueva tierra, y que nunca les desampararía o dejaría. En Hebreos 13.5, Él nos hace la misma promesa. De hecho, el Señor nos acompaña de una manera mucho más cercana —por medio de su Espíritu que habita en nosotros.

Promesa # 2 - Dios va delante de nosotros. Dios prometió encargarse del enemigo antes de que los israelitas llegaran. Todavía tendrían que enfrentar batallas, pero les aseguró la victoria si tenían fe y le obedecían. El Señor Jesús ha ido delante de nosotros al cielo con la batalla espiritual ya ganada. Nuestra redención ha sido asegurada por toda la eternidad, nuestro lugar en la familia de Dios establecida de manera permanente y nuestra herencia celestial garantizada. A pesar de que nuestras luchas terrenales continuarán, debemos recordar que ellas son solo temporales.

lunes, 9 de diciembre de 2024

Para descubrir la voluntad de Dios

Para descubrir la voluntad de Dios
2 Timoteo 3.14-17

El plan de Dios asegura a cada creyente el logro de su potencial. Él quiere que sus hijos vivan de cierta manera, y que tomen decisiones correctas; por tanto, acepta toda la responsabilidad de guiarlos. En efecto, el Señor promete: “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar” (Sal 32.8). No obstante, nuestra vida no está planificada en un manual de instrucciones, desde el día en que fuimos salvos, descubrimos la voluntad de Dios por fe.

Aprendemos a conocer la voluntad de Dios mediante la lectura de su Palabra. La Biblia nos ofrece una guía completa para cualquier situación.

Allí encontramos normas y mandamientos que nos llevan al éxito, y principios de aplicación diaria. La Biblia no detalla cada situación que pudiéramos enfrentar, pero sus principios nos preparan para tomar decisiones en cada situación que encontremos. El estudio de la Palabra de Dios es la única manera que tenemos de conocer su voluntad.

Descubrimos la voluntad de Dios por medio de las circunstancias. El Señor está guiando activamente cada cosa que nos sucede en la vida, con el fin de zurcir los “hilos” incompatibles para nuestro bien (Ro 8.28).

Los creyentes debemos estar alerta para el momento en que Dios nos revele su voluntad. Pídale cada día que le haga sensible a sus caminos.

viernes, 6 de diciembre de 2024

Enfocados en Dios, no en los obstáculos

Enfocados en Dios, no en los obstáculos
Números 13.25-14.10

El Señor dio a los israelitas el encargo de ir y conquistar la tierra de Canaán. Ellos necesitaban un lugar en el cual pudieran crecer como pueblo de Dios. Es por eso que esta región del mundo fue escogida con este propósito.

Dirigido por Dios, Moisés envió doce hombres a espiar la tierra. ¡Qué decepción debe haber sufrido al escuchar los comentarios negativos que la mayoría de estos espías compartieron al volver! Solamente estaban poniendo sus ojos en los obstáculos que habían visto. Sin embargo, Caleb estaba seguro de que iban a vencerlos fácilmente (Nm 13.30), pues tenía puesto sus ojos en las promesas de Dios, no en las dificultades. Basaba su confianza en las palabras que el Señor había dicho a Abraham: “A tu descendencia daré esta tierra” (Gn 12.7).

El resto del pueblo no pensaba igual. Todos esos relatos acerca de gigantes y fortalezas los atemorizaron.

Normalmente, obstáculos como esos podían haber asustado a cualquiera, pero no al pueblo de Israel, pues ellos servían a un Dios que les había probado lo que podía hacer. Dios había divido al mar Rojo para que escaparan de Faraón, y los había alimentado en el desierto.

Cuando nos enfocamos en los obstáculos, nuestra visión se distorsiona. Los problemas se hacen tan grandes que nos impiden dar el próximo paso de fe.

Cuando Dios nos pide hacer algo, podemos estar seguros de que también nos brindará su ayuda para vencer cualquier dificultad que esté frente a nosotros. Si imitamos a los israelitas y nos negamos a seguir adelante por el temor que sentimos, perderemos las bendiciones que el Señor ha preparado para quienes hacen su voluntad.

jueves, 5 de diciembre de 2024

El poder protector del discernimiento

El poder protector del discernimiento
2 Pedro 3.14-18

El discernimiento espiritual nos protege del engaño. El pecado se disfraza para parecer tentador y atractivo; si pensamos que lo que se ve y se siente bien tiene que ser bueno, entonces estamos en peligro de ser engañados por el enemigo. Cuando Satanás nos tienta, nunca menciona las consecuencias o efectos negativos.

Discernimiento espiritual es la capacidad que nos ha dado Dios para juzgar lo que es bueno o malo.

Nos protege del sufrimiento que acompaña a la desobediencia. No hacer caso a la agitación que se produce en nuestro espíritu —a la que llamo “estática espiritual”— es un paso en la senda del pecado. Cuando buscamos una estación de radio, queremos una recepción clara. Lo mismo sucede en nuestra vida.

Necesitamos tener una clara conexión con el Espíritu Santo para tener paz, y seguridad de que estamos haciendo lo correcto, alineados con la voluntad de Dios.

A veces, una oportunidad nos parece inofensiva o atractiva. Pero si el Espíritu Santo nos envía una señal de alto, no nos aventuremos; por alguna razón, Dios no quiere que sigamos adelante. Y aunque podemos especular, es posible que nunca sepamos qué peligro evitamos por haber sido obedientes.

El pecado no parece, al comienzo, la horrible y engañosa desobediencia que es; por el contrario, viene envuelto en un paquete bonito que es difícil resistir. Los hijos de Dios pueden ver más allá del brillo y de la belleza falsa si deciden escuchar al Señor. Esta sabiduría espiritual solo viene de un corazón limpio y de un espíritu de discernimiento.

Un creyente inteligente es aquel que hace de la oración, del arrepentimiento y de la capacitación bíblica, parte regular de su vida.

martes, 3 de diciembre de 2024

Cómo vencer la inseguridad

Cómo vencer la inseguridad
Romanos 8.33-39

No hay soluciones instantáneas para vencer la inseguridad. Primero, tenemos que reconocer que nos sentimos inseguros. Luego, debemos tratar de identificar qué circunstancias generan esos sentimientos. Por último, debemos decidir vencer ese estado mental.

Deslizarnos” hacia la seguridad es imposible; tenemos que esforzarnos para lograrla.

Sentir seguridad es más que mejorar la autoestima. Jesucristo es nuestra verdadera fuente de fortaleza y confianza. Si tratamos de vencer la inseguridad sin Él, simplemente la estaremos ocultando con nuestros esfuerzos.

La manera como nos vemos no es necesariamente la manera como somos en realidad. Más bien, tenemos que preguntarnos cómo nos ve el Señor. Para quitar nuestra atención de nosotros y de nuestros errores, tenemos que ir a la Palabra de Dios. Por tanto, para vencer la inseguridad tenemos primero que enfrentar cualquier duda que tengamos con la ayuda de la Biblia. Ella es tan efectiva, que cuando leemos lo que Dios dice acerca de nosotros, nuestros pensamientos comienzan a cambiar, y somos capaces de abandonar la destructiva manera de pensar que nos produce inseguridad.

Para continuar con el proceso, concéntrese en las cualidades positivas de su vida. Tome papel y lápiz, y pídale al Señor que le guíe para hacer una evaluación sincera de sus cualidades. Se sorprenderá de lo que Dios le mostrará. Pero es importante que no se fije en las capacidades de los demás para comparar las suyas. Nadie es como usted, y por eso es absurdo hacer comparaciones. Nuestra tarea es seguir a Jesús de la manera que Él nos llama individualmente; por consiguiente, podemos mirarlo y sentir seguridad.


La mina destructiva de la inseguridad

La mina destructiva de la inseguridad
Salmo 40.1-5

Es posible que la inseguridad no nos parezca tan destructiva como el orgullo, la envidia o los celos, pero también puede ser muy peligrosa.

La persona que habitualmente se siente insegura puede terminar muy afectada. Los sentimientos de inseguridad pueden desarrollarse a raíz de tragedias, como la pérdida de los padres en la niñez, o crecer en un ambiente violento. A veces nos sentimos inseguros por fracasos que hemos experimentado.

Cualquiera que sea la causa de nuestra inseguridad, los efectos son siempre los mismos.

Podemos sentirnos indecisos porque nuestro temor de tomar decisiones equivocadas nos lleva a evitar tomar decisiones del todo. A veces nos cuesta establecer relaciones duraderas porque creemos que no seremos buenos amigos. O podemos mantener distancia de los demás por temor al rechazo; pero la gente, con frecuencia, percibe esto como orgullo o engreimiento.

Tarde o temprano, nos convertiremos en críticos de los demás. Al mismo tiempo, podemos llegar a caer en la trampa de creer que el éxito depende de la aceptación de los demás. La verdad es que Dios tiene una senda especial para cada vida, en la que el éxito no puede medirse por la alabanza humana.

La inseguridad no es algo que podemos confesar y con eso ser libres. Más bien, es un mal que debe ser confrontado por un largo tiempo, y finalmente tomar la decisión de confiar en lo que Dios dice acerca de nosotros, no en lo que el enemigo nos susurra. Mañana veremos cómo Dios hace que recuperemos nuestra seguridad.


viernes, 29 de noviembre de 2024

Cómo andar con Dios

Cómo andar con Dios
Génesis 5.21-24

El caminar de Enoc con Dios era tan íntimo, que la Biblia dice que “desapareció, porque le llevó Dios” (Gn 5.24). Esto implica que Enoc no murió, sino que fue llevado directamente a la presencia de Dios. ¡Qué testimonio tan maravilloso!

Al buscar seguir a Dios con esa misma pasión, reflexionemos en cuanto a ciertos “pasos” específicos que nos ayudarán a mantenernos firmes en nuestro caminar con el Señor.

Reconciliación. Esta palabra significa fundamentalmente “Dios se mueve hacia nosotros”. El gozo de este paso es que la responsabilidad no es nuestra. Por medio de la cruz de Cristo, Dios ya tomó la iniciativa de moverse en dirección nuestra (2 Co 5.18).
Cuando venimos a Cristo, inmediatamente participamos en esa reconciliación.

Confianza en Dios. Debemos tener fe, no solo en que Dios está interesado en nuestro andar con Él, sino que también, por medio de Cristo, el Señor nos ha dado los medios para caminar estrechamente con Él.

Aceptación. Para poder apreciar la intimidad que Dios desea tener con nosotros, debemos aceptar lo que las Sagradas Escrituras enseñan acerca de su Hijo, su Palabra, la iglesia y nuestro pecado.

Comunión. Así como nuestras relaciones humanas desaparecen sin el contacto regular, nuestra intimidad con Dios se debilita si no pasamos tiempo con Él.

Caminar con Dios no es una misión imposible, pero sí requiere que prestemos especial atención a ciertos aspectos de la vida espiritual. Cuando tomamos en cuenta a Dios en todas nuestras acciones, Él nos ayuda a lo largo del camino (Pr 3.5, 6).

jueves, 28 de noviembre de 2024

¿Quién es este Jesús?

¿Quién es este Jesús?
Mateo 16.13-16

En toda la historia, nadie ha tenido una influencia más grande que Jesucristo, pero muchas personas simplemente no entienden quién es en realidad. Algunos creen que su vida comenzó en un pesebre en el antiguo pueblo de Belén, pero, lo cierto es que Él había existido desde hacía mucho tiempo antes (Jn 8.58). Como miembro de la Trinidad, Jesús es el Hijo eterno de Dios, lo que significa que no tiene principio ni fin (Jn 1.1). Su nacimiento en Belén no fue más que su entrada física al mundo que Él creó.

El Señor Jesús era el Mesías largamente esperado, que vino al mundo para llevar a cabo la misión que le había dado su Padre. En cierto momento, Él preguntó a sus discípulos: “Vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mt 16.15). Esta es la pregunta que cada uno de nosotros debe responder. No hay término medio cuando se trata de resolver quién es Jesús, porque el Señor dijo que Él es el único camino al Padre (Jn 14.6).

En Mateo 16.16, cuando Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús le dijo que el Padre le había revelado esta verdad (v. 17).

Nosotros, también, necesitamos la ayuda de Dios para comprender quién es Jesús. La mejor manera de entenderlo es analizando su nacimiento, vida y ministerio, tal como están detallados en las Sagradas Escrituras.

Saber simplemente lo que dice la Biblia acerca de Jesús, no es suficiente.

Después que usted llega a saber quién es Él, y qué vino a hacer, debe responder: ¿Qué hará con Jesús? Escuchar la verdad y rechazarla es suicidio espiritual, pero quienes creen y aceptan a Jesucristo, reciben vida eterna.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Para andar con confianza

Para andar con confianza
Hebreos 11.1-31

El deseo del Señor es que andemos por fe. Sin embargo, si reflexionamos sinceramente en cuanto a nuestra vida, la mayoría de nosotros descubrirá ciertos aspectos en los que nos resulta difícil tener confianza.

Algunos días es más fácil renunciar al control, mientras que en otros nos apresuramos a tomar las circunstancias en nuestras manos.

Felizmente, nuestro Padre celestial es paciente y amoroso. Su Palabra enseña que la santificación es el proceso de hacernos santos, no solo el resultado final.

Los niños son un magnífico ejemplo de cómo funciona esto. Cuando aprenden a caminar, empiezan agarrándose de algo, se levantan, y luego dan un paso.

Inevitablemente se caerán, y en ese momento los ayudamos a levantarse para que puedan seguir andando. Asimismo, Dios nos muestra cómo vivir conforme a nuestra fe en Él, aunque cometeremos errores. Caerse y levantarse de nuevo es parte del proceso de aprendizaje.

El Señor nos enseña que tenemos un rol en el aprendizaje.
Nuestra responsabilidad es estudiar las Sagradas Escrituras para conocer el carácter de Dios y sus promesas. Al hacer esto nuestra confianza en Él crece, lo que nos permite tomar decisiones que exigen que creamos y nos apoyemos en el Señor. Cuando damos un paso por fe y experimentamos la ayuda y la fidelidad de Cristo, nuestra confianza aumenta.

Piense en las respuestas, acciones y decisiones que tomó la semana pasada. ¿Cuántas de ellas fueron guiadas por el Espíritu Santo? ¿Y cuántas fueron reacciones humanas hechas con autosuficiencia? Vivir con confianza en Cristo exige fe y acción. Si usted permite que Él le dirija, su fe crecerá.

martes, 26 de noviembre de 2024

Valentía en tiempos difíciles

Valentía en tiempos difíciles
Romanos 8.28-34

Hace algún tiempo, dos mujeres chinas contaron la historia de su padre. Éste fue arrestado en una redada a miembros de la iglesia que se reunía en una casa, y le fue dada una opción: negar a Cristo o ir a la cárcel. El hombre pasó veinte años recluido en prisión por su fe.

Me sentí conmovido hasta las lágrimas por el fiel testimonio de este hermano. Él entendió que Dios tenía el control de su vida, y esa conciencia le dio la valentía para agradar a su Padre celestial, sin importar las consecuencias.

Romanos 8.28 enseña que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”. Las primeras palabras del versículo: “Y sabemos” ofrece un indicio en cuanto a cómo debemos confiar en que el Señor cumplirá su promesa.

Podemos enfrentar la adversidad con valentía cuando desarrollamos el hábito de encontrar las huellas de Dios en situaciones de nuestro pasado.

Aunque Dios hace que nuestras experiencias sean para bien, Él no origina necesariamente las pruebas. El Salmo 103.19 dice que “su reino domina sobre todos”. Hay otras fuerzas en actividad en el mundo, pero el poder del Padre es el que predomina. Satanás puede tocar nuestra vida con sufrimientos, pero solo porque el Señor le permite hacerlo. Y Dios le da permiso solo cuando una situación se ajusta a su propósito final.

No importa las tragedias que enfrentemos, el compromiso de Dios sigue siendo el mismo: sacar bien del mal. Pablo sabía que la promesa era verdadera, y yo también.

Examine su vida para encontrar evidencias de la actividad del Señor, y tendrá también esta seguridad.

lunes, 25 de noviembre de 2024

Confianza en los tiempos difíciles

Confianza en los tiempos difíciles
Romanos 8.35-39

La vida está en constante cambio. A veces pienso que si se resolvieran unos pocos asuntos, mis días serían más tranquilos. Pero, tan pronto como se solucionan esos problemas, surge uno nuevo. Incluso a nivel mundial ocurre lo mismo.

La economía mejora, y después cae. Algunos conflictos políticos se calman, y luego estallan nuevas guerras. Puesto que vivimos en un mundo caído, los problemas son parte de nuestra realidad.

La vida nunca se calmará hasta el punto de que podamos vivir con paz ininterrumpida.

Felizmente, Dios guía a los creyentes en los tiempos de turbulencia (Sal 23). Él es el Buen Pastor que permanece siempre con sus cansados corderos.

Jesús prometió a sus discípulos: “No os dejaré huérfanos” (Jn 14.18). Y su promesa se cumplió en la persona del Espíritu Santo, quien fue enviado a morar en cada uno de los seguidores del Señor, y a cuidar de ellos. Pablo describió al Espíritu Santo como un sello colocado en los creyentes, hasta que sean llamados a su hogar celestial. En otras palabras, Él es quien nos da una barrera protectora contra las fuerzas del mal que desean arrebatarnos de la mano de Dios.

En los versículos anteriores a la lectura de hoy, Pablo se refirió a sus destinatarios como hijos del Señor (Ro 8.16). Por tanto, permítame ser muy claro en que la promesa de una presencia santa y protectora, es solamente para quienes han recibido a Jesucristo como Salvador. Nadie puede vivir sin problemas. Pero los creyentes tienen la garantía de un Compañero en las horas oscuras. Usted puede tener la confianza de que el bien y la misericordia de Dios le rodearán hasta que vaya a vivir en su hogar para siempre (Sal 23.6).

viernes, 22 de noviembre de 2024

El proceso del quebrantamiento

El proceso del quebrantamiento
Romanos 8.29-31

Resulta muy tentador pensar que es muy poco lo que necesitamos mejorar. Pregunte y escuchará a muchas personas admitir que tal vez pudieran hacer un poquito de “mantenimiento” en uno o dos aspectos problemáticos de su vida. Pero la mayoría dirá: “Soy una persona buena”. No se engañe: el Padre celestial se niega a aceptar la pobre visión que tiene la persona de lo que significa “ser buena”.

Dios ve a cada creyente como la persona que será cuando esté plenamente rendida a Jesucristo.

Entonces, Él comienza a hacer esa renovación total transformándola a la imagen de su Hijo.
Podemos decir que Dios es nuestro “diseñador de interiores”. Un paso esencial en la remodelación implica la eliminación de todo lo innecesario, dañado o pasado de moda. En nuestro caso, lo que tiene que desaparecer es la rebeldía. Puedo decirle por experiencia propia que ser un hombre en construcción no es cómodo.

Dios apunta a costumbres, actitudes y relaciones en las que actuamos fuera de su voluntad, y luego aplica presión para que dirijamos nuestra atención a ellas.

El Señor se apodera de lo que amamos para extraernos la humilde pregunta: “¿Qué más quieres que te entregue?”
Conformar nuestra voluntad a la de Dios cambia lo que somos.

En medio de nuestra transformación, el dolor de lo que Él utiliza puede impedirnos ver temporalmente la belleza de su diseño. Pero no hay nada mejor para Dios que seamos sus seguidores fieles y obedientes a toda costa. Sométase al Señor para que Él pueda transformarle en el siervo que Él desea.

jueves, 21 de noviembre de 2024

La manera de adquirir sabiduría

La manera de adquirir sabiduría
Proverbios 2.1-7

Aunque el conocimiento es un bien preciado en el mundo, la sabiduría es aun más importante (Pr 8.11). Dios quiere que veamos la vida desde su perspectiva, y que evaluemos todo de acuerdo con los principios bíblicos.

Pero para ello, debemos buscar crecer en sabiduría; pues al igual que cualquier cosa valiosa, ella debe ser buscada y aprendida cuidadosamente de sus fuentes.

La primera fuente es la Biblia. Proverbios enseña que debemos prestar atención a las palabras de Dios, y guardar sus mandamientos en nuestro corazón (4.20-22). En estos días, la información se transmite de acuerdo a los intereses de las personas que la han preparado. La única manera de conocer la perspectiva correcta —es decir, la de Dios— es leer su Palabra y poner en práctica sus preceptos (8.33).

Otra fuente de sabiduría es el consejo de personas temerosas de Dios (12.15). Algunas veces, el Señor trae hermanos en la fe a nuestras vidas para brindarnos orientación bíblica, aliento o corrección. En el libro de Proverbios, quienes ignoran las palabras de una persona temerosa de Dios son etiquetados como “insensatos”. Así que no sea usted insensato. Rodéese de otros seguidores de Cristo que también estén buscando la sabiduría divina.

Nuestro Padre celestial asegura que quienes la busquen lo encontrarán a Él (8.12, 17). Los creyentes diligentes descubrirán que poseen un tesoro abundante:

Además de una perspectiva piadosa, tendrán conocimiento, discernimiento y prudencia —riquezas poco comunes en el mundo moderno. Utilícelas bien.


miércoles, 20 de noviembre de 2024

La prioridad de la oración

La prioridad de la oración
Lucas 5.15-16

¿Dejó usted de lado alguna vez su tiempo diario de oración, pensado: Estoy demasiado ocupado para orar hoy? Cada vez que renunciamos al tiempo del recogimiento con Dios para hacer otra cosa, estamos haciendo una declaración en cuanto a nuestras prioridades. Es una manera no tan sutil de decir: “Jesús, mi agenda es más importante para mí que tú, hoy. Tendré que ponerme al día contigo más tarde”.

Todos hacemos esto de vez en cuando, ¿verdad? Dejar de orar a veces es muy fácil porque, dado que sabemos que el Señor está siempre allí, pensamos que podemos recuperar el tiempo después. Es como si menospreciáramos la presencia interior y eterna de Dios, pensando: El Señor estará allí mañana, ¡pero yo tengo que hacer esto hoy!

Lo que olvidamos es que el tiempo a solas con Dios es lo que nos da el poder para hacer frente a las tareas del día. Por tanto, cuanto más ocupado vaya a estar nuestro día, ¡más tiempo debemos pasar en oración!

La Biblia enseña claramente que el Señor Jesús daba prioridad a su tiempo a solas con el Padre. No puedo imaginar a ninguna otra persona que tuviera más en su mente, que tuviera más cosas que hacer, o que fuera más buscado que el Señor Jesús. Sin embargo, las veces en que estaba más ocupado, eran las veces que lo vemos apartarse de las multitudes para orar.

Recordemos que Jesús es Dios; si Él consideraba necesaria la oración para prepararse para sus días más ocupados, ¡entonces ella es absolutamente esencial para el resto de nosotros!

martes, 19 de noviembre de 2024

Toda nuestra ansiedad

Toda nuestra ansiedad
1 Pedro 5.6-10

¿Se ha preguntado alguna vez por qué un pasaje que habla de la ansiedad describe a Satanás como un león rugiente? La ansiedad puede hacernos sentir deshechos por el temor, la frustración y la impotencia. La ansiedad es un sentimiento torturante y la lectura de hoy nos recuerda que el diablo la maneja hábilmente.

Sin embargo, no tenemos que vivir con ansiedad, pues Dios cierra la boca de los leones que amenazan a sus seguidores (Dn 6.22).

Pedro habló de cómo podemos mantenernos alejados de las mandíbulas de la ansiedad. Primero, humillándonos delante de Dios. Lo que causa la ansiedad es una sensación de impotencia en una situación; por tanto, la mejor respuesta es rendirse a Dios con la confianza de que tiene el poder de controlar su vida.

Además, nunca debe olvidar que Dios está siempre creando las circunstancias para el bien de usted y la gloria de Él (Ro 8.28).

Recuerde que la oración es una declaración de dependencia. Cuando usted se humilla, se está arrodillando delante del Dios omnipotente. Y puesto que nada es un impedimento para su poder, echar nuestra ansiedad sobre Él es la acción de confiar en que Dios se encargará de nuestros problemas. Él asume la responsabilidad de responder a las necesidades de los creyentes; y nosotros de obedecerle (Mt 6.31-33).

Por último, resistir a Satanás permaneciendo firme en la fe. En otras palabras, no arrebate esas preocupaciones de las manos de Dios para angustiarse por ellas otra vez. Cuando los planes de ataque del diablo le hagan temblar, rechace sus mentiras y tenga fe en que el Señor es suficiente para manejar la situación.

viernes, 15 de noviembre de 2024

Jesús: El Salvador que nos busca

Jesús: El Salvador que nos busca
Apocalipsis 3.14-22

Los cristianos de Laodicea se veían a sí mismos como ricos y autosuficientes cuando, en realidad, su ceguera espiritual y su fariseísmo les habían impedido reconocer su verdadera pobreza. A pesar de que habían cerrado la puerta entre ellos y el Señor Jesús, Él nunca renunció a ellos. Apocalipsis 3.20 enseña que Jesús . . .

Está a la puerta—Él Señor toma la iniciativa. Está listo y dispuesto a buscarnos, incluso cuando hayamos levantado una barrera.

Llama a la puerta—Él trata de llamar nuestra atención por varios medios, incluyendo circunstancias, sufrimientos, pruebas, convicción de pecado, insomnio o su Palabra. Luego espera con paciencia nuestra respuesta.

Nos invita a abrir la puerta—Aunque Cristo es omnipotente, nunca nos obliga a relacionarnos con Él.

Atraviesa la puerta—Si le abrimos nuestro corazón, Él entrará en nuestras vidas. Por medio de la presencia interior del Espíritu Santo, participamos efectivamente de la naturaleza divina de Cristo, y somos transformados a su imagen.

Cena con nosotros—Ahora que nada se interpone entre nosotros y Jesús, podemos comenzar a disfrutar de todos los beneficios de una relación estrecha con Él, y ser alimentados por su Palabra.

¿Dónde está usted en este proceso? ¿Ha levantado una barrera entre usted y el Señor? Los laodicenses nos enseñan lo infelices que somos cuando mantenemos a distancia al Señor Jesús. Solo si le permitimos un acceso irrestricto a nuestras vidas, experimentaremos el gozo de vivir con Él.

jueves, 14 de noviembre de 2024

Aceptados por el Señor

Aceptados por el Señor
Romanos 8.14-16

Nuestro Padre celestial sabe que anhelamos ser aceptados, y sentir que formamos parte de algo.

Él se encarga de ambas necesidades cuando recibimos a su Hijo Jesucristo como nuestro Salvador.

Por el pecado de Adán, se rompió nuestra conexión espiritual con el Señor (Ro 5.12). Por tanto, cada ser humano ha nacido desde entonces con una naturaleza “carnal” que mantiene al hombre separado de Dios. Pero el Padre tenía un plan para reconciliarnos con Él por medio de la sangre vertida por su Hijo (Col 1.20).

Debemos entender que somos pecadores incapaces de pagar la deuda por nuestro pecado —algo que solo la muerte de Jesús en la cruz pudo pagar.

Toda persona que acepta el sacrificio de Cristo, recibirá el perdón de sus pecados y la reconciliación con Dios.

Por haber sido justificados por la sangre del Salvador cada uno de nosotros llega a ser una nueva creación en Él.

En el momento de la salvación, somos aceptados en la familia de Dios, y recibimos el derecho de llamarlo nuestro Padre celestial.

Con esta aceptación viene un sentido de pertenencia. Ahora somos parte de una familia unida en Cristo. Exteriormente somos diferentes unos de otros; pero, interiormente, estamos unidos por el mismo Espíritu (1 Co 12.12-14).

Nuestra sociedad nos dice que la aceptación se basa en lo que hacemos y en cuánto logramos. Pero el mensaje de Dios nos dice lo contrario: la fe en Cristo es la única razón para ser aceptados por Él. La presencia del Espíritu Santo en nosotros nos da testimonio de que siempre perteneceremos al Señor.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Moldeados por el Maestro

Moldeados por el Maestro
Jeremías 18.1-6

Si usted ha observado alguna vez a un alfarero, como lo hizo Jeremías en el pasaje de hoy, conoce la fascinación que produce ver convertido a un trozo de arcilla en un vaso precioso. La lección de Dios al profeta fue para ayudarlo a entender que la nación de Israel había sido moldeada por su mano. Todos nosotros somos trozos de arcilla humana esperando el toque del Alfarero perfecto.

Cuando la arcilla se coloca en el torno, el alfarero ya tiene un diseño específico en mente. Lo mismo sucede con nosotros —Dios ha determinado cómo piensa trabajar en nuestra vida, y qué papel debemos tener en la edificación de su reino (Ef 2.10). Nos da forma con sus manos, y nos lija con sus herramientas para que nuestro carácter comience a asemejarse al de su Hijo Jesucristo.

Cada creyente será formado de manera diferente, para que realice el servicio especial que Dios tiene en mente para él.

Con mucha frecuencia, nos fijamos en los talentos y en las capacidades de quienes nos rodean, y deseamos ser como esas personas.

Pero hemos sido diseñados perfectamente para los propósitos que Dios tiene para nosotros, y Él no se equivoca. Si pasamos el tiempo deseando tener talentos que no se ajustan al plan de Dios, o si nos negamos a utilizar los dones espirituales que Él nos ha dado, desperdiciaremos su esfuerzo y nuestra oportunidad de servirle.

El Maestro está complacido con la manera que Él ha diseñado nuestra vida, y con las capacidades que nos ha dado. Para honrar al Alfarero —como debe hacerlo un vaso— debemos someternos a ser moldeados y utilizados como Él desee.

martes, 12 de noviembre de 2024

Dios es nuestro Padre amoroso

Dios es nuestro Padre amoroso
Lucas 15.11-24

La humanidad tiende a proyectar su propia conducta en Dios. Piense en cómo muchas personas dan por hecho que tenemos que negociar, suplicar o esforzarnos para ganarnos el favor del Señor. Cuando en realidad, así como lo aprendió el hijo pródigo, el amor del Padre es incondicional.

El joven descarriado volvió al hogar, sin esperar ser amado como antes; la única esperanza que tenía era un lugar entre los sirvientes de la familia.

Imagínese el recibimiento entusiasta de su padre.
Las acciones del joven no merecían una demostración de amor, pero el tema de la parábola de Jesús es el de un Padre que ama incondicionalmente.

Un amor basado en la conducta mantendría a las personas preguntándose: ¿He hecho lo suficiente? Por el contrario, Dios le ama simplemente por ser usted quien es, y Él no espera nada a cambio. Piense en cómo fue la vida del hijo pródigo después de la fiesta de bienvenida. No se alojó entre los sirvientes, ni tuvo que trabajar como ellos. Fue restituido a su lugar como el hijo de un hombre rico, con todos los privilegios que eso suponía. De la misma manera, los creyentes son los hijos del Señor (2 Co 6.18). Cuando Dios los mira, no se centra en sus fracasos, faltas o pecados del pasado. Ve a los herederos de su reino que lo aman y desean pasar la eternidad en su presencia.

No importa cuán lejos podamos desviarnos de la perfecta voluntad de Dios, siempre somos bienvenidos al regresar. La Biblia enseña que el amor de Dios no puede perderse, a pesar de nuestro pecado o de nuestras malas decisiones. Los brazos de nuestro Padre están siempre abiertos.

Una lección necesaria pero difícil

Una lección necesaria pero difícil
Salmo 27.14

¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué el salmista une al consejo de esperar al Señor, con la exhortación de esforzarse y ser valiente? La razón es que, a veces, esperar es lo más difícil de hacer. De hecho, la práctica de la paciencia es una de las lecciones más importantes de la escuela de la obediencia; es esencial que el creyente aprenda a esperar en Dios.

La cultura moderna vive con mucha prisa: ¡Tengo que tenerlo ya! ¡Tengo que hacerlo ya! Hemos sido enseñados a permanecer en un estado permanente de alerta. Se necesita valentía para mantenerse quietos cuando todo el mundo está apresurado.

Se necesitan fuerzas para obedecer cuando nuestro corazón nos dice: “¡Hazlo ya!”, mientras que Dios nos susurra: “Espera”.

Pero la gente se apresura a actuar porque tiene miedo de perderse de algo. Los creyentes que aceptan esa actitud se apresuran a hacer cosas, y después esperan que el Señor los bendiga.

Dios no deja nada al azar. No pone delante de nosotros una decisión teniendo la esperanza de que hagamos lo correcto.

Eso sería irresponsable y ajeno a su naturaleza. El Padre celestial está más que dispuesto a enseñarnos lo que debemos hacer, porque está interesado en nuestro bienestar. Pero hasta que el Señor deje claro cuál debe ser el camino a seguir, tenemos que hacer una pausa y esperar.

Esperar en Dios no es pasividad ni tampoco una excusa para evadir responsabilidades. De hecho, quienes buscan la voluntad de Dios son los que hacen una pausa para orar, escrudiñar la Palabra y ayunar antes de actuar; mientras siguen sirviendo a Dios dondequiera que puedan.

domingo, 10 de noviembre de 2024

La herencia de los hijos de Dios

La herencia de los hijos de Dios
Efesios 1.11-22

La palabra herencia nos hace pensar, por lo general, en dinero y en propiedades que pasan de una generación a otra.

Pero Dios tiene una herencia más grande para sus hijos —una que les da en el momento en que pasan a ser parte de su familia.

Gálatas 4.7 nos dice que los creyentes somos herederos de Dios. El primer tesoro de valor incalculable es una esperanza viva en Jesucristo que no nos puede ser quitada (1 P 1.3-4). Además, el Señor ha prometido atender nuestras necesidades conforme a sus riquezas (Fil 4.19). En otras palabras, ya tenemos todo lo que necesitamos para disfrutar de una vida victoriosa.

No obstante, algunas personas quedan atrapadas en la pobreza espiritual, porque se niegan a verse a sí mismas como hijos de Dios. Por no aprovechar la herencia que tienen, deambulan por el mundo con la esperanza de mantenerse aferrados a su poca fe, hasta tener la suerte de morir e ir al cielo. Si vivimos así, por supuesto que nos perdemos las bendiciones que pueden ser nuestras en esta vida, pues no las estamos buscando.

¡Qué diferente se ven a sí mismo las personas cuando ven las cosas a través de los ojos de Jesús! Los cristianos que viven como los herederos de Dios que son, utilizarán su herencia de gracia para bendecir a todo el mundo.

Dios nos promete a todos los creyentes una herencia de su gracia infinita. Somos ciudadanos del cielo ricos espiritualmente, y por eso no debemos temerle a nada en este mundo.

Decida vivir confiadamente en Cristo, y vea cuán abundante es la bendición de la herencia que su Padre celestial tiene ya reservada para usted.

jueves, 7 de noviembre de 2024

Lecciones de una buena vida

Lecciones de una buena vida
2 Timoteo 4.6-8

La segunda carta del apóstol Pablo a Timoteo fue escrita desde la cárcel. Esta vez, estaba seguro de que el emperador lo haría ejecutar. Pero el fiel siervo de Dios estaba preparado para dar el siguiente paso de fe.

No debe sorprendernos que Pablo enfrentara la muerte con esa tranquila aceptación. Él vivió cada día —desde su conversión en el camino a Damasco, hasta sus momentos finales— sirviendo a Dios, lo que significaba soportar cualquier adversidad en el nombre de Jesús. “He peleado la buena batalla”, escribió a Timoteo. Por sus cartas, sabemos que Pablo batalló con los mismos enemigos que nosotros enfrentamos —la carne, el mundo y Satanás (Ro 7.14-25; 1 Co 4.11-13; Ef 6.12). Por eso, cuando usted se sienta tentado a pensar que Pablo era más santo que usted, medite en estos pasajes. Él perseveró por fe, y lo mismo debemos hacer nosotros.

A pesar de su gran sabiduría y de su capacidad como apóstol, misionero y líder de la iglesia, Pablo no era muy diferente a nosotros. No fue perfecto, y tuvo derrotas espirituales. Pero no se quedaba caído.

Volvía de nuevo a la lucha. Por esta razón, y por la vida que había vivido, sabía que le aguardaba una rica recompensa en la eternidad. Dijo, además, que los tesoros del cielo eran no solamente para él, sino también para todos los que amaban la venida del Señor Jesús (cp. 2 Ti 4.8).

El apóstol Pablo tuvo las mismas luchas que tiene todo creyente. Pero conservó la fe, y usted puede hacer lo mismo.

Pelee la buena batalla, hermano. Enfrente sus enemigos eligiendo poner su confianza y obediencia en el Señor. Así lo honrará, y almacenará tesoros en el cielo.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

La oración en el Espíritu

La oración en el Espíritu
Romanos 8.26-27

Estoy convencido de que si los cristianos entendieran realmente lo que tiene lugar durante la oración, clamarían al Señor con más frecuencia y tendrían mejores resultados. La oración del creyente no es simplemente unas palabras dichas al vacío; el Espíritu Santo está con nosotros para guiarnos cuando presentamos nuestras peticiones al Señor.

El Espíritu Santo es parte de la Trinidad, por lo que conoce la mente del Padre íntimamente (1 Co 2.11).

Puesto que Él, al igual que el Padre, es omnisciente y omnipotente, entiende perfectamente la circunstancia por la que estamos orando —incluso las partes que no vemos o que son totalmente confusas para nosotros.

Asimismo, el Espíritu habita en cada creyente y conoce la mente y el corazón de cada uno de ellos. Con este conocimiento total, el Espíritu Santo lleva a cabo su responsabilidad de hacer que nuestras peticiones se ajusten a los deseos de Dios. A tal efecto, Él habla en nuestro espíritu y abre nuestra mente para que entendamos las Sagradas Escrituras.

El hecho de que Dios da su Espíritu a todos los creyentes, revela el valor que le da a la comunicación entre Él y sus hijos. Nuestro Padre nos da el mejor Ayudador posible para asegurarse de que podamos convertirnos en gigantes de la oración.

Por tanto, los cristianos jamás deberíamos tener sentimientos de culpa por no estar seguros de cómo orar. El Espíritu Santo que mora en nosotros conoce nuestras necesidades y nuestros deseos —como también la mente del Padre y los detalles de cada situación. Él habla a Dios a nuestro favor, y al mismo tiempo nos enseña a orar conforme a la voluntad del Padre.

martes, 5 de noviembre de 2024

Nuestro Ayudador en la oración

Nuestro Ayudador en la oración
Romanos 8.26-27

Los cristianos necesitamos la ayuda del Espíritu Santo en la oración. Algunas veces, en nuestra peregrinación de fe, nos damos cuenta de que no podemos . . .

• Encontrar las palabras adecuadas

• Discernir la voluntad de Dios

• Reconocer lo que Él está haciendo, o

• Entender una situación.

Los tiempos de lucha en oración son normales para los creyentes. Por eso, echemos un vistazo a dos ejemplos bíblicos de la oración en situaciones difíciles.

Primero, notemos que en la lectura de hoy, el apóstol Pablo reconoce su débil vida de oración. Su muy conocida petición era que Dios quitara un aguijón que había en su carne (2 Co 12.7). Pablo rogó con desesperación —y probablemente con gran esfuerzo— tener alivio.

Pero con la ayuda del Espíritu Santo, llegó a entender la decisión del Señor de que soportara con paciencia, a pesar del dolor.

Un segundo ejemplo es la angustiosa oración de Jesucristo la noche antes de su crucifixión. Aunque estaba determinado a hacer la voluntad de su Padre, lo aterrorizaba el monstruoso sufrimiento espiritual que se aproximaba. Al clamar a Dios desde el Getsemaní, el Salvador dijo: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mt 26.39).

Dios sabía que necesitaríamos ayuda en la oración. Con nuestra limitada perspectiva humana, no podemos conocer todos los aspectos de las situaciones que enfrentamos. Pero el Espíritu Santo entiende nuestras necesidades y nuestras cargas. Él lleva nuestras peticiones a Dios, aun cuando no podamos expresarlas adecuadamente.

lunes, 4 de noviembre de 2024

Un renovador encuentro con Dios

Un renovador encuentro con Dios
Isaías 6.1-9

Vivimos en tiempos llenos de actividades. Para muchos cristianos —es triste decirlo— la iglesia es un asunto más en su lista de cosas por hacer, y piensan que asistir a un servicio cumple con su “deber espiritual”. El resultado es que Dios les parece distante, por lo que no sienten ningún entusiasmo por la obra, y les falta compasión por los perdidos. A tales creyentes les resulta fácil comenzar a actuar de manera mundana.

Pero el Padre celestial desea tener una relación estrecha con sus hijos. Como en los tiempos de la Biblia, Él sigue teniendo encuentros personales con su pueblo —a veces para consolar o alentar, y en otros momentos para guiar o traer convicción de pecado.

En el pasaje de hoy, el profeta Isaías escribió de un encuentro que tuvo con el Señor. Su reacción ante la santidad de la presencia de Dios fue el profundo reconocimiento de su propio pecado: “¡Ay de mí! . . . porque siendo hombre inmundo de labios . . . han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” (v. 5).

Tal como lo experimentó el profeta, cuando Dios nos revela su presencia, somos propensos a ser abrumados por un temor reverente y por la sensación de nuestra indignidad. Pero después, si respondemos con arrepentimiento y obediencia, sabremos que nuestros pecados han sido perdonados (v. 7).

¿Está usted pasando tiempo con el Señor, orando y leyendo su Palabra?
Pídale a Dios un encuentro personal con Él. Pase tiempo alabándolo, confesando sus pecados, y rindiendo a Él todos los aspectos de su vida. Y después, esté atento, con confianza, a lo que Él hará.

viernes, 1 de noviembre de 2024

Un ancla en la tempestad

Un ancla en la tempestad
Hebreos 13.5-9

¿Qué hace usted cuando vienen las tormentas de la vida? ¿A quién acude? ¿Dónde busca alivio y seguridad?

Todos tenemos conciencia de que estamos sujetos a tormentas, sin previo aviso, a lo largo de la vida.

Sin embargo, aun cuando los problemas nos hagan tambalear, la Palabra de Dios nos asegura que podemos mantener un asidero firme, sin importar las circunstancias.

Hay una verdad maravillosa en la Biblia que, una vez que usted se aferre a ella, le mantendrá firme durante las situaciones más angustiosas. Esa ancla para las tormentas de la vida es Jesucristo, aquel que nunca cambia.

Usted podría preguntarse: ¿Qué quiere decir “ancla”? Piénselo de esta manera: Todas las cosas que hay en su vida —profesión, relaciones, finanzas— están sometidas a cambios constantes. De hecho, usted está creciendo, aprendiendo y cambiando cada día. No hay nada que alguien pueda hacer para detener este cambio continuo. Por eso, si tratamos de aferrarnos a cosas como el dinero, los amigos, el trabajo o el prestigio durante tiempos de dificultad, no podremos evitar ser tambaleados de un lado a otro. ¿Por qué razón? Porque nos hemos aferrado a un fundamento que no es estable.

En cambio, cuando fijamos nuestras esperanzas en Cristo, podemos estar seguros de que el ancla se sostendrá.

Él no se mueve, no cambia y no nos deja. No importa que todas las cosas de la vida puedan transformarse y cambiar, Él es el mismo de siempre. Jesús es el único asidero seguro en un mundo inestable, el cual también tiene el poder de mantenerle a usted estable.

jueves, 31 de octubre de 2024

La guía de Dios para las tormentas de la vida

La guía de Dios para las tormentas de la vida
Isaías 43.1-3

Las tormentas de la vida pueden hacernos sentir que hemos quedado a la deriva, e inseguros en cuanto a hacia dónde nos dirigimos. Los discípulos sabían que estaban en el Mar de Galilea, que se dirigían a Genesaret, pero en medio del violento vendaval no podían determinar su dirección o la distancia de la costa. La tormenta oscurecía las luces del cielo que les servían de guía, y al mismo tiempo atacaba sus sentidos. ¿Alguna vez se ha sentido usted así?

La soberanía de Jesús. El Señor demostró que controlaba totalmente la naturaleza y la vida de sus seguidores. No hay un solo momento en que no tenga el control absoluto de nuestras tormentas.

Jesús sabe exactamente dónde estamos, hacia dónde nos dirigimos, y qué tan fiera es la tormenta. Recuerde que Aquel que murió en nuestro lugar por amor, es Aquel que tiene al futuro en sus manos —y que también nos tiene a nosotros.

El poder protector de Jesús. El poder de Cristo para proteger fue evidente en esa tempestad. Estuvo pendiente de los discípulos que estaban en la barca, y cuidó también de Pedro sobre las aguas.

Pero preste atención a una lección de vital importancia: Él permitió que Pedro se hundiera lo suficiente para que reconociera su propia impotencia, de modo que se volviera al Señor para que lo salvara. Nos beneficia recordar que estamos absolutamente indefensos sin Jesús, y que debemos acudir a Él rápidamente.

La soberanía y la presencia protectora de Jesús llevaron a los discípulos a adorarle como el Hijo de Dios. ¿Están sus labios desbordando alabanza al Señor por su protección y su presencia?

miércoles, 30 de octubre de 2024

No tema

No tema
Mateo 14.22-34

Podemos esperar en algún momento de la vida ser sacudidos por las turbulencias. Tal vez ya hemos experimentado algunas, y podemos estar seguros de que vendrán más. Nuestra situación puede ser tan grave que nos preguntamos: ¿Cómo voy a salir de esto?

Piense en la vez que los discípulos se encontraban en las turbulentas aguas del Mar de Galilea. La Biblia nos dice que las olas golpeaban su embarcación, y que el viento les era contrario. En medio de la tormenta, los discípulos pensaron que veían a un fantasma que se les acercaba. Estos hombres adultos, algunos de los cuales eran experimentados pescadores, gritaron atemorizados. Su temor no disminuyó hasta que se dieron cuenta de que era Jesús caminando hacia ellos.

¿Qué sucedió cuando reconocieron que era el Señor? Recibieron . . .

• Consuelo en medio de la crisis. Se tranquilizaron cuando se dieron cuenta de que Jesús estaba con ellos y de que Él los cuidaría.

• Valentía para enfrentar la prueba. Pedro encontró la valentía para obedecer a Jesús y salir de la barca.

• Confianza para su futuro. Entendieron que la presencia de Jesús no podía alejarse por los severos vientos.

¿Qué olas o vientos le están azotando? ¿Tiene temor? Pídale al Señor que le muestre su presencia en su situación y que llene sus sentidos con esa conciencia. Cierre sus ojos, e imaginelo a su lado sosteniendole fuertemente. Deje que sus oídos escuchen su susurro de confianza y amor. Llene su mente con el conocimiento de sus promesas y sea fortalecido por la fuerza, el consuelo y el valor que Él ofrece.

martes, 29 de octubre de 2024

Cambio de enfoque

Cambio de enfoque
Juan 15.18-21

No hay nada que pueda tocar la vida de un creyente, a menos que le suceda porque Dios así lo haya permitido. Eso significa que Él tiene el control total, aun cuando parezca que se le ha permitido a Satanás desbocarse en nuestra contra.

Atrapado en una prisión romana, Pablo sabía que Dios podía rescatarlo; después de todo, Él había quitado las cadenas de Pedro (Hch 12.7). Pero Pablo no estaba esperando con impaciencia la liberación.

Porque creía que Dios permitía todo por alguna razón, Pablo seguía haciendo el trabajo del reino —incluso encadenado.

En efecto, el Señor tiene un propósito para todo lo que trae a la vida de una persona. Aunque podemos desear desesperadamente que nuestras circunstancias cambien, Dios permitirá que pasemos por una situación determinada para que esto traiga, al final, el resultado más favorable.

El tiempo que pasó Pablo en la prisión resultó ser un beneficio para el evangelio, aunque, lógicamente, la difusión de la Palabra debió haber sido severamente obstaculizada por el confinamiento de un predicador tan grande.

Durante dos años había estado custodiado por muchos de los selectos soldados pretorianos (Fil 1.13), y sabemos de lo que Pablo debió haberles hablado —¡de Cristo!

En la Biblia no hay ningún versículo que diga que a los creyentes se les ha prometido una vida fácil.

En realidad, la Palabra de Dios advierte lo contrario; dice que tendremos problemas (Jn 16.33).

Pero, al igual que Pablo, podemos elegir vivir por encima de nuestras circunstancias al comprender que Dios tiene un plan, con el fin de utilizar nuestras experiencias para nuestro bien y para el de los demás.

lunes, 28 de octubre de 2024

Vivir por encima de las circunstancias

Vivir por encima de las circunstancias
Filipenses 1.12-18

Pablo escribió su carta a los Filipenses durante un largo e injusto encarcelamiento. Sin embargo, esta corta epístola está llena de gozo. Nunca se queja o culpa a nadie de su situación, porque había aprendido a vivir por encima de sus circunstancias.

La mayoría de las personas reaccionan de otra manera a las dificultades. Primero, en un intento por sentirse mejor, tratan de culpar a otros por el problema.

Luego, se quejan para inspirar compasión, y por último, buscan una salida a la situación, y eso, por lo general, agrava las cosas.

Pablo sabía que había una estrategia para vivir por encima de sus circunstancias, que consistía en un cambio de enfoque. En vez de examinar su problema y quejarse del mismo, buscó fortaleza en Dios.

De sus labios brotó la alabanza: “Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (Fil 3.8).

Dios quiere escuchar nuestras aflicciones e incluso la ira o confusión que sentimos por nuestras pruebas, pero también quiere que confiemos en que Él nos sacará adelante.

Enfocarse en el Señor y alabarlo no significa fingir que nos agrada pasar por tiempos difíciles —porque eso no sería sincero. Pero podemos reconocer honestamente que Él está en control de la situación, y que guiará cada uno de nuestros pasos, tal como lo prometió (Pr 3.5-6).

Los creyentes tenemos dos opciones: Podemos regodearnos en la autocompasión, o podemos mirar a Jesucristo y aprender a vivir por encima de nuestras circunstancias. ¿Cuál de las dos elegirá usted?

viernes, 25 de octubre de 2024

El alcance de nuestra gratitud

El alcance de nuestra gratitud
1 Tesalonicenses 5.12-24

¿Se ha dado cuenta de que la Biblia contiene mandatos, pero no la explicación de cómo cumplir con ellos?

Sabemos que la Biblia contiene todo lo que necesitamos saber para obedecer a Dios. Sin embargo, a veces desearíamos recibir instrucciones detalladas.

Por ejemplo, el versículo 18 del pasaje de hoy dice simplemente: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.

Ahora bien, ¡esas sí que son palabras mayores! Nos apresuramos a dar gracias al Señor por las bendiciones, tales como un nuevo bebé, una nueva casa, o un nuevo trabajo, pero ¿qué de la enfermedad, del dolor, de las dificultades o de las pérdidas? ¿Cómo podemos estar agradecidos por tales cosas? La respuesta es que no podemos —a menos que reconozcamos que Dios trae o permite el dolor y las dificultades en la vida por sus buenos propósitos para con nosotros, y para su gloria.

José es un ejemplo de esta verdad. Sus hermanos lo vendieron como esclavo, pero Dios usó su difícil situación para salvar la vida de muchas personas, entre ellas a sus mismos hermanos (Gn 50.20).

Cuando elegimos la gratitud en vez de la amargura, reconocemos que el Señor es bueno, incluso cuando las circunstancias no lo sean.

Hay muchas cosas que nunca seremos capaces de entender en este mundo, pero hay algo de lo que podemos estar muy seguros: Nuestro Dios es bueno. Además, sus propósitos son buenos, y Él ha prometido estar con nosotros en cada circunstancia. Si creemos esto, podemos dar gracias en todo. 

Revestidos de poder

Revestidos de poder
Lucas 24.44-49

El poder del Espíritu Santo es el control dinámico, sobrenatural y la autoridad de Dios. Es el poder que nos hace capaces de servir. Pero lamentablemente, muchos creyentes tratan de realizar un trabajo sobrenatural confiando en sus fuerzas humanas.

El Espíritu de Dios habita en todos los creyentes.
Pero hay una diferencia considerable entre tener el Espíritu Santo en nosotros, y el derramamiento de su poder en nuestra vida. Pensemos en la diferencia que hay entre un automóvil de cuatro puertas y un auto de carreras. Ambos vehículos corren, pero el motor del auto de carreras hace que éste sea mucho más poderoso que el auto común. Cuando el Espíritu de Dios le dé su poder, su rendimiento será como el de ese auto de carreras.

Pensamos con frecuencia que el poder del Espíritu Santo es solamente para los pastores y los misioneros. Pero la verdad es que este poder se ofrece a toda persona que esté dispuesta a servir a Dios. Para ello, primero debemos estar convencidos de nuestra insuficiencia. Esto significa reconocer que no podemos trabajar para Dios sin la ayuda de su Espíritu. Luego, es necesario confesar nuestro pecado a Dios y arrepentirnos para mantener comunión con Dios. Cuando dejamos intencionalmente que el pecado entre en nuestras vidas, ponemos trabas al poder del Espíritu Santo.

Por último, cada persona que se apropie del poder divino necesita tener una vida de oración firme.

Cuando confiamos en que Dios nos dará lo necesario para realizar el trabajo que nos llama a hacer, somos revestidos de poder. ¿Está puesta su confianza en usted o en Él?

miércoles, 23 de octubre de 2024

Jesucristo: Obediente hasta la muerte

Jesucristo: Obediente hasta la muerte
Filipenses 2.5-11

Imagínese que alguien le pregunte si Jesucristo es el Señor de su vida. ¿Sabe cómo respondería? Después, piense en la última vez que Dios le ordenó hacer algo. Si obedecerlo fue demasiado difícil, es probable que aún no le haya dado a Cristo el señorío sobre su vida.

Cuando los cristianos sienten la necesidad de consultar con alguien antes de obedecer lo que saben que Dios está diciéndoles que hagan, es posible que se deba a algún ídolo en el camino, ya sea el orgullo, una relación o una aspiración.

Nuestro Padre sabe que obedecerle puede ser una prueba para todos, incluso para el Hijo. Podemos ser alentados por el ejemplo de Jesucristo en el huerto de Getsemaní, donde luchó en oración con la voluntad de su Padre. El Señor estaba comprometido a ser obediente, pero aún luchaba. ¿Se ha preguntado usted alguna vez qué vio el Señor en la “copa” cuando oró para que Dios la dejara pasar de Él, de ser posible? (Mateo 26.39). Al menos cuatro cosas habrían hecho a cualquiera de nosotros desear alejar esa copa:

1. El sufrimiento que soportaría Jesucristo al ser crucificado.

2. La carga del pecado del mundo entero.

3. La deserción de sus discípulos.

4. La separación que sentiría de su Padre.


Vemos a Cristo como Dios, y lo es, pero a veces olvidamos que no podemos separar su humanidad de su deidad.

Su sufrimiento y su dolor fueron más grandes de los que cualquiera de nosotros conocerá jamás.

Sin embargo, aunque afligido hasta la muerte, tomó la decisión de obedecer al Padre, enseñándonos que podemos realizar lo más difícil cuando vivimos en sumisión a Dios.