Mateo 18.21-35
Usted está en una situación difícil, y sus amigos han desaparecido. Ahora el dolor es peor porque está sufriendo solo.
¿Por qué le abandonaron? Hay muchas razones posibles. Por ejemplo, puede ser porque no se sintieron competentes para ayudarle. O tal vez no pudieron soportar verle sufrir. Pero quizás algunos tenían en mente sus propios intereses, y tuvieron temor de caer en problemas parecidos o de involucrarse en una situación socialmente inaceptable.
Usted podría preguntarse cómo responderles. Cualquiera que haya sido la razón de su deserción, solo hay una respuesta bíblica adecuada —el perdón. La razón es que, como personas que hemos sido perdonadas, nunca tendremos el derecho de dejar de perdonar.
Después de haber sido abandonado durante su encarcelamiento en Roma, Pablo escribió lo siguiente en cuanto a quienes lo habían desamparado: “No les sea tomado en cuenta” (2 Ti 4.16). En otras palabras, los perdonó. El apóstol probablemente recordó lo que sucedió cuando Esteban fue apedreado.
Pablo había estado presente, después de todo, como uno de sus acusadores, y oído al moribundo clamar: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado” (Hch 7.60).
Pero es posible que Pablo tuviera en mente un acto de perdón mayor: la muerte expiatoria de Cristo y su actitud hacia sus verdugos. Jesús oró, diciendo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23.34).
Porque Dios perdona de todos sus pecados a quienes se vuelven a Él, no tenemos el derecho de negar el perdón a nadie, y eso incluye, sin duda, a nuestros amigos. ¿Hay alguien a quien usted necesite perdonar? Si es así, hágalo hoy.
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