Cómo encontrar el favor de Dios
Leer | Génesis 6.7-9
La gente se esfuerza por ganarse la aprobación y el apoyo de los jefes, los padres o los amigos. Como creyentes, anhelamos el favor de Dios, y qué bendición tan grande es que Él nos lo concede libremente: “Cuán grande es tu bondad, que atesoras para los que te temen, y que a la vista de la gente derramas sobre los que en ti se refugian” (Sal 31.19 NVI).
Lamentablemente, muchos no prestan atención a las evidencias de la bondad de Dios. Él provee para las necesidades, pone un límite a los sufrimientos, escucha y responde las oraciones y concede los deseos del corazón. La ayuda, el aliento y la provisión son bendiciones del Todopoderoso. Todo lo bueno que se nos cruza en el camino procede de su mano (Stg 1.17).
Pero el favor de Dios no es caprichoso, como algunos creen; Él no muestra bondad a algunos, y la niega a otros por capricho. Las acciones de un creyente como resultado de la fe son las que marcan la diferencia. Pensemos en Noé, quien “caminó con Dios” (Gn 6.9). El deseo de Noé de mantener una relación correcta con el Señor cada día, y su adoración a Él, tuvieron como resultado que toda su familia fue salvada del diluvio que limpió a la Tierra. Ese es un ejemplo verdaderamente impresionante del favor divino.
Otra manera que tenemos para encontrar el favor de Dios es acatando sus mandamientos (Pr 3.1-4). Los creyentes deben deleitarse en la Palabra de Dios para conocer la voluntad del Señor y poner en práctica sus preceptos. Cuando nuestro corazón está inclinado hacia nuestro Padre celestial, nos volvemos más como Él. Por tanto, su favor se vierte en cada rincón de la vida del creyente.