Prefacio
Cuando lea la historia de Carolyn, que aparece en la Introducción, se dará cuenta de que al igual que la mayoría de los implicados en un ministerio directo de guerra espiritual no escogí tomar parte en esta dimensión de la actividad del reino. Nos fue escogida por otro, de quien somos servidores. A medida que siga leyendo, descubrirá que la cosmovisión del Occidente a partir de la Ilustración ha «escurrido» de nuestro entendimiento mucho de lo que la Biblia revela acerca del mundo de los espíritus malos. En la Escritura se nos revela la Iglesia, no sólo como el pueblo de Dios y el cuerpo de Cristo, sino también como parte del reino guerrero de Dios en constante conflicto con el mal interno (la carne), el mal social (el mundo) y el mal sobrenatural (el mundo de los espíritus). A esto lo llamo una guerra multidimensional de pecado.
Hoy en día Dios parece estar despertando otra vez a su Iglesia a la clara realidad de que estamos en guerra. Estamos en guerra con el mal. Y ese mal es personal, no impreciso, sobrenatural, el reino de Satanás. Jesús, el Cordero (el Salvador manso y sacrificado) y León (el guerrero poderoso), nos llama a salir de nuestra complacencia para convertirnos en soldados de la cruz. Ceñidos de toda la armadura de Dios debemos vencer al maligno, desafiar a los principados y potestades que mantienen cautivos a individuos y naciones con la autoridad que tenemos en Cristo mediante la declaración y la intercesión (véase Hechos 26.18).
Este libro ha surgido de
• el dolor: Mis propios encuentros con la maldad personificada y mi labor para libertar a los cautivos.
• la confusión: ¿Por qué son tan reacios los líderes de la iglesia a guiar al pueblo de Dios a que se trabe en combate con las potestades? ¿Cuál es la razón de que no hayan captado el lugar predominante que la guerra espiritual tiene en la revelación bíblica de Dios?
• la convicción: Toda la revelación de la Biblia en cuanto a la actividad redentora de Dios (la historia de la salvación) se sitúa en el contexto de la guerra entre los dos reinos.
• la preocupación: De que recuperemos el estilo de vida bíblico del guerrero genuino que conquistó ciudades y comunidades para Cristo en los primeros siglos. De que Dios reavive a su Iglesia a nivel mundial. De que no contemporicemos con el mal ni vivamos para nosotros mismos, sino para el Señor, para los perdidos y para la sanidad de los heridos entre nosotros. De que nuestra enseñanza y nuestra práctica de la guerra espiritual brote de una reflexión reverente de la Escritura, la historia de la iglesia y la experiencia válida, no de la teología dogmática por un lado y del sensacionalismo por el otro.
• el aprecio: Por todos los fieles guerreros espirituales de todas las naciones que se enfrentan al enemigo con la autoridad que es nuestra en Cristo y mediante la intercesión (a menudo llamada «oración de guerra»).
• la oración: Para que nuestro entronizado Señor, a quien están sujetos todos los principados y potestades, vuelva otra vez, por medio de su Iglesia, a:
[ … ] dar buenas nuevas a los pobres[ … ] sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; y a predicar el año agradable del Señor (Lucas 4.18).
Como misionero llevo muchos años combatiendo con las potestades, desde 1958. Por desgracia, durante la mayor parte de aquellos años, no estaba preparado para ser un guerrero espiritual. Como misiólogo, todos mis estudios de posgraduación se centraron en cómo llevar a panta tha ethne (todas las naciones) de Satanás a Dios, y en la práctica he experimentado tanto éxitos como fracasos. Como pastor y consejero he ministrado a cientos de personas, una a una o en grupos, afligidas por el diablo. Algunas de las historias aparecen en este libro. Como maestro, quiero expresar lo que he aprendido de Dios, de mis colegas que ministran de continuo a los lastimados entre nosotros y de los afligidos que me han ministrado a mí al tiempo que hacían lo mismo con ellos.
Esta es una obra en desarrollo, un intento inicial de profundizar en la dimensión bélica de la vida cristiana y en cierta medida en el evangelismo. Pero el enfoque en primer lugar es pastoral y en segundo lugar evangelístico.
He intentado tanto ampliar como profundizar los estudios ya realizados en este campo de la guerra, en particular con el mundo espiritual, para producir una obra completa sobre el tema. Y ya que el conflicto espiritual afecta a todas las dimensiones de la vida humana, me he visto forzado a entrar en áreas de estudio y en experiencias que se hallan fuera de mi especialidad. Pido a aquellos de mis lectores que sean expertos en dichas áreas que tengan esto en cuenta al descubrir los fallos que pueda tener esta obra.
Escribo este prefacio después de terminar el libro. Estoy satisfecho de la mayor parte de lo que he escrito en él e insatisfecho con algunas cosas. Si el tiempo me lo hubiera permitido, me habría gustado reescribir ciertas porciones exegéticas con más información de los eruditos bíblicos, pero los plazos lo han hecho imposible. De modo que publico el libro con la esperanza de que abra las compuertas e inspire a otros con más conocimiento y mejor dotados que yo, a escribir y ayudar al ejército de Dios a pelear la buena batalla en estos últimos años del presente siglo y, si el Señor tarda en venir, en los primeros del siguiente.
Por su misma naturaleza, se trata de un libro polémico. Algunas dimensiones de la guerra espiritual son controversiales tanto teológicamente como en la práctica. Mi misión, O.C. International (antes Overseas Crusades) cree que el choque de poder es una dimensión válida del evangelismo y de la vida cristiana, y que la guerra espiritual forma el contexto de la vida y la misión de la Iglesia. Sin embargo, las opiniones expresadas en este libro son mías. No representan forzosamente los puntos de vista de O.C., de su liderazgo o sus misioneros. Agradezco a la misión el haberme concedido el tiempo necesario para escribirlo.
También expreso mi reconocimiento a tantas editoriales, escritores y particulares que me han permitido citar su material. Dado el carácter amplio de este libro, me ha parecido correcto y necesario mencionar a muchos de los expertos y no confiar en mi limitado conocimiento y experiencia.
Estoy agradecido asimismo a mi antigua auxiliar administrativa, la Sra. Betty Sparks, quien mecanografió el primer borrador de este libro, que era tres veces mayor que lo que ven aquí. A su querido esposo, Charles, se le diagnosticó un cáncer incurable cuando empezábamos a trabajar, sin embargo Betty siguió prestándome su apoyo hasta que la tensión física y emocional se le hizo insoportable. Charles pasó a la presencia del Señor antes de que el libro fuera terminado, y la hija de Betty, la Sra. Melissa Parle, junto con una de las fieles componentes del personal de O.C., la Sra. Lois Vogen y otros, llenaron el hueco y acabaron el manuscrito. No hubiera podido hacer este trabajo sin Betty, Charles, Melissa, Lois y Loretta, mi fiel esposa que de nuevo soportó mis meses de ausencia hasta que la labor concluyó. Gracias a todos en el querido nombre de Jesús.
Mi más sincero agradecimiento a la Sra. Dolly McElhaney y a mi editor, Sr. Mark E. Roberts, por condensar todo el material que presenté en un primer momento hasta lograr este tamaño más adecuado. Tenía suficiente para tres volúmenes y mi deuda con ellos es inmensa por sus desinteresados esfuerzos y su ayuda crítica. También les doy las gracias en el querido nombre de Jesús.
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