viernes, 20 de septiembre de 2024

El ajetreo del domingo

El ajetreo del domingo
Salmo 100.1-5

Para muchos creyentes, la mañana del domingo comienza apagando la alarma del reloj, para luego seguir durmiendo, porque la diversión de la noche del sábado parecía más emocionante que las responsabilidades de las primeras horas del domingo. Luego saltan apurados de la cama. Despiertan a sus hijos a gritos. Corren por toda la casa, sacan a las mascotas, toman dos o tres mates apurados y hacen planes para el almuerzo con algún familiar. Escoltan a los hijos (medios dormidos aún) mientras intentan responder a la pregunta: “¿Por qué siempre estamos retrasados?” Tratan de encontrar un lugar  en la iglesia. Entran corriendo al santuario. Se desploman en un banco. Empiezan a cantar las alabanzas por la mitad porque llegaron tarde.

Escuchan la predicación. Salen de la iglesia para encontrarse con los parientes.
Vuelven a casa y toman una siesta.

¿Le suena familiar? Obviamente, algo no está bien en este escenario: ¿Dónde está la adoración? Sí, claro; esta familia fue a la iglesia, pero el tiempo apartado para la alabanza y el estudio de la Palabra fue simplemente algo más en su lista de actividades. Fue algo que hicieron porque sintieron que tenían que hacerlo. No hubo espacio para un encuentro con Dios, ya que el tiempo de adoración parecía ser una interrupción de su domingo, no el eje del mismo.

El Salmo 100.1-5 nos dice: “Entrad . . . por sus atrios con alabanza”. ¿Caracteriza esta admonición su entrada a la adoración cada semana? No deje que el “ajetreo del domingo” se convierta en un problema para su familia. Recuerde que la adoración no es algo que usted tiene que hacer; es algo que usted quiere hacer.

Por tanto, planifique con anticipación y prepare su corazón, mente, y familia para encontrase con el Rey.

jueves, 19 de septiembre de 2024

La gracia para seguir adelante

La gracia para seguir adelante
2 Corintios 12.7-10

Cuando usted escucha hablar a alguien, ¿qué da peso a las palabras de esa persona? ¿Qué le hace escuchar lo que dice?

Casi siempre, medimos el mensaje de una persona a la luz de su experiencia, rechazando las palabras que no concuerdan con la historia personal de quién habla.

Por consiguiente, cuando llegamos al argumento de Pablo en cuanto a la suficiencia de Dios, preguntamos: “¿Es esto algo de lo que Pablo puede realmente hablar?” Podemos leer la Biblia y ver por medio de la vida del apóstol que la respuesta es un rotundo sí.

El testimonio de Pablo describe las dificultades que enfrentó (2 Co 11.22-28). Fue encarcelado, golpeado, amenazado, apedreado, robado, sufrió naufragios y fue perseguido.
Además, tenía un aguijón implacable que lo afligía (12.7, 8).

Uno pensaría que Dios mantiene a sus servidores en perfectas condiciones y con una salud inmejorable. Sin embargo, aquí vemos que, aunque Pablo oró pidiendo ser sanado, la respuesta de Dios no fue la esperada. En vez de recibir una magnífica y total sanidad, Pablo recibió una respuesta más profunda: “Bástate mi gracia” (v. 9).

Por medio de esa dificultad, Dios le enseñó a Pablo una lección vital: no importa lo débil que pensemos ser, o qué tan oprimidos o heridos estemos, en las manos de Dios, nuestra debilidad significa que hay espacio para su poder. Y es por medio de su poder —y solo por su poder— que somos capaces de hacer cosas asombrosas.

La fe para seguir adelante

La fe para seguir adelante
Santiago 1.2-12

Cuando llegan tiempos difíciles, ¿cuál es su reacción?

Aunque puede parecer tentador querer salir del problema, lo que Dios quiere en realidad es que sus hijos nos mantengamos sujetos a Él, aunque no le ponga fin a nuestro sufrimiento. Pero es la voluntad del Señor que mantengamos la cabeza en alto, y que sigamos adelante en medio del dolor.

Esto es algo que sorprende a muchos nuevos creyentes.

Después de poner su fe en Jesús, se asombran cuando aparece alguna dificultad inesperada.

Es incorrecto esperar una vida fácil después de poner nuestra fe en el Hijo de Dios como Señor. De hecho, la Biblia nos asegura todo lo contrario.

Jesús mismo declaró que si estamos con Él, seremos afligidos por el mundo (Jn 16.33).
En Santiago 1.2, se nos dice que consideremos nuestras luchas como una fuente de “sumo gozo”. Esto tiene sentido solo cuando vemos nuestras dificultades a través de los ojos de Dios como oportunidades para crecer. Una fe no probada es débil e ineficaz. Al igual que nuestros músculos, nuestra fe debe ser ejercitada contra cierta resistencia. Si enfrentamos las pruebas con sabiduría, y soportamos con piadosa paciencia, descubriremos bendiciones que nunca imaginamos.

Al final de la lucha, veremos a Dios esperándonos con nuestra recompensa: la corona de la vida (v. 12). Utilizando una imagen del mundo del deporte, la “corona de la vida” es básicamente la medalla de oro que Dios nos da por un trabajo bien hecho.

¿Quiere usted tener el reconocimiento del Señor por su victoria espiritual? Entonces, siga adelante en medio de las dificultades, y descubra lo que hay más allá de la prueba.

martes, 17 de septiembre de 2024

La clave para las cosas buenas de la vida

La clave para las cosas buenas de la vida
Esdras 8.22

El título de la meditación de hoy suena como el de un libro de autoayuda, que promete fama, riqueza y prestigio si usted sigue diez pasos sencillos. Pero Dios define a las cosas buenas de una manera totalmente diferente, que solo se consiguen buscándolo a Él.

Cuando hacemos del Señor la prioridad absoluta de nuestra vida, podemos esperar las bendiciones de . . .

Una estrecha relación de amor. Quienes buscan a Dios con pasión aprenden a conocerle genuinamente, y experimentan un sentimiento de unidad con Él. El Señor no es ya una deidad distante, sino un amigo íntimo. Y a medida que crezca su consagración, sentirá un amor que trasciende a cualquier relación humana.

Satisfacción. El vacío que hay en todo corazón puede ser llenado únicamente por el Señor. Toda la búsqueda terrenal de placer o propósito palidece en comparación con la satisfacción de su presencia.

Gozo. Cuando buscar con afán al Señor se convierta en la prioridad de su vida, encontrará un gozo que nada podrá quitarle. Los sufrimientos y las dificultades no le destruirán, porque verá todo desde la perspectiva del Señor.

La ayuda de Dios. Como dice el versículo de hoy, la compasiva mano de Dios está sobre aquellos que lo buscan con ahínco.

De hecho, Él se complace en ayudar y suplir sus necesidades.

¿Qué ocupa la prioridad en su vida? Aquello en lo que piensa revela sus verdaderas prioridades. Si usted puede pasar el día sin pensar en Dios es porque no lo está buscando fervientemente. Pero, si el Señor es la delicia de su vida, usted no podrá olvidarse de Él.

Cómo correr la carrera de la fe

Cómo correr la carrera de la fe
Hebreos 12.1-3

Los corredores en un maratón deben seguir una ruta claramente marcada. Supongamos que uno de los atletas decide tomar su propia ruta. Recorre los 42 km y pone su línea de llegada en el mismo punto de la oficial, pero corre a través de alrededores con menos colinas y menos gente. Su plan le parece excelente a él, pero cuando cruza la línea de llegada, no le espera ninguna cinta o medalla.

¡Lo que hizo es una tontería! Sin embargo, los creyentes caen en esta trampa cuando deciden cuál será el curso que tomarán sus vidas, en vez de correr la carrera que Dios dispone. Cuando nos sometemos a su voluntad, haciendo lo que dice, y yendo hacia donde nos dirige, nos mantenemos en el camino correcto.

Pero en el momento que volvemos a nuestros viejos hábitos y comenzamos a tomar decisiones basadas en nuestro propio criterio, tomamos un camino alejado de Dios.

Para los creyentes, la línea de llegada es la misma —el cielo—, ya sea que corran a la manera de Dios, o a su manera. Sin embargo, la diferencia estará en lo que habremos de mostrar al llegar allí.

Nadie quiere decir: No logré nada de valor. No importa cuán grandiosa sea la herencia que alguien deje, lo único que realmente vale la pena es lo que hizo para el Señor, en el poder del Espíritu Santo.

Y podemos estar seguros de que sin importar cuán lejos nos apartemos de la ruta, el Espíritu Santo seguirá presente. Nos recordará el camino correcto, como también la posibilidad de volver a ella y perseverar. La ruta ya está marcada, y usted sabe lo que tiene que hacer. Corra la carrera que tiene por delante, y termine bien.

viernes, 13 de septiembre de 2024

Valentía para obedecer

Valentía para obedecer
Josué 1.1-9

La mayoría de las personas se deleitarían en aceptar el honor de dirigir una nación. Quizás Josué se sintió así, aunque estaba consciente de la enorme tarea y responsabilidad que sería ser el líder de los israelitas al salir del desierto.

El pueblo hebreo no era nada fácil. No solamente se quejaba de la comida, el agua, la seguridad y las normas; también cuestionaba el liderazgo de Moisés, y casi tan pronto como él se daba vuelta, se rebelaba contra Dios. Ahora Josué, un hombre a quien una vez trataron de apedrear (Nm 14.10), debía introducir en la tierra, sanos y salvos, a estos rebeldes nómadas del desierto. Su tarea era realmente colosal.

Pero Josué, al final asumió el manto de liderazgo con valentía.

Cualquier incertidumbre fue sustituida por valentía y determinación. Puso su fe en Dios, quien nunca le había fallado al pueblo.

Josué esperaba que el Señor fuera fiel a su palabra una vez más, y los introdujera en la tierra prometida. No sé qué problema esté usted enfrentando, pero sí sé que Dios le permitirá encararlo con valentía y calma, para que salga victoriosamente. Si usted es una mujer que está sufriendo en su matrimonio; o un padre de familia que está pensando en retomar sus estudios; o una persona en las garras de una enfermedad terrible, Dios le dice: “Esfuérzate y sé valiente” (Jos 1.9).

La valentía de Josué se debía a los muchos años de fidelidad de Dios en su vida. No importa si usted es cristiano desde hace cinco minutos o cincuenta años, puede tener la misma confianza. La Biblia promete que Él es suficiente para saciar sus necesidades y sacarle adelante en su andar hasta que llegue al cielo (Fil 4.19).

jueves, 12 de septiembre de 2024

Los pasos de obediencia

Los pasos de obediencia
 Juan 14.3, 15-17

Cuando estudiábamos ayer la necesidad de aumentar nuestra confianza en Dios, fuimos desafiados a hacer de la espera en Él parte de nuestra vida cotidiana.

Hoy veremos tres cualidades más que son esenciales.

Meditar. Si queremos saber qué piensa Dios, tenemos que meditar en su Palabra. No tenemos necesidad de buscar los versículos bíblicos “correctos” para poder conocer la voluntad del Señor. Él tiene el poder para darnos dirección mediante cualquier pasaje. A nosotros nos corresponde buscar conocimiento por medio de la Palabra, durante un período de tiempo prolongado.

Escuchar. Aprenda a escuchar el silencioso impulso del Espíritu Santo, quien es nuestro Ayudador. La Palabra de Dios es el principal recurso que utiliza el Espíritu Santo. Si estamos estudiando un pasaje de la Biblia, Él nos iluminará la mente para que podamos comprender la manera en que nos está dirigiendo. O traerá a nuestra memoria un pasaje para ayudarnos a entender cómo se aplica a nuestra situación.

Ir. La lección final que debemos aprender acerca de la obediencia es que a veces debemos ir, aunque el camino no sea claro.

Abraham es un buen ejemplo de esto. Dios le dijo que se marchara de su tierra, pero no le especificó el destino.

Abraham obedeció por fe (He 11.8). Podemos obedecer sin tener que saberlo todo, porque Dios se hace responsable de las consecuencias.

Nuestra única responsabilidad es obedecer. ¡Esa es una buena noticia!

Al llegar al final de nuestra lección, ¿de qué aspecto le está pidiendo Dios que se ocupe primero: confiar, esperar, meditar, escuchar o ir?

miércoles, 11 de septiembre de 2024

La escuela de la obediencia

La escuela de la obediencia
Proverbios 3.5-6

Bienvenido a la Escuela de la Obediencia a Dios. Hoy y mañana estudiaremos una lección llamada “Introducción a la obediencia”. Para algunos, será un material nuevo; para otros, un buen repaso. Trataremos de profundizar en cuanto a los elementos fundamentales para tener una vida obediente y que honre a Dios.

Confiar. Este es un requisito fundamental que el Señor espera de nosotros (Pr 3.5). Él sabe que la respuesta obediente es el resultado de la fe, mientras que la mayoría de las rebeliones se derivan de la falta de ella. Por tanto, para tener vidas obedientes debemos creer que Dios es quién ha dicho ser.

También debemos aceptar sus planes, métodos y tiempo. Podemos sentir más confianza obedeciendo y estando atentos a la respuesta del Señor. Recuerde que Dios se goza en bendecir a aquellos que hacen lo que Él dice.

Esperar. La paciencia es la que parece desafiarnos más. Muchas veces, cuando no sabemos qué hacer, actuamos confiando en nuestro juicio, esperando que Dios apruebe y bendiga nuestras acciones, lo cual no es bíblico. Dios está muy dispuesto a mostrarnos la manera en que debemos actuar. Nos ha dado su Espíritu como nuestro maestro, porque quiere que sepamos cómo proceder. Debemos esperar con una actitud de confianza hasta que estemos seguros de su voluntad.

Dios se hace totalmente responsable de dirigirnos. El Señor desea indicarnos el siguiente paso que debemos dar, pero tenemos que venir a Él con un corazón confiado y con la disposición de esperar antes de que nos indique lo que debemos hacer.

martes, 10 de septiembre de 2024

La lucha con el sentimiento de culpa

La lucha con el sentimiento de culpa
1 Juan 1.5-9

Durante una vacaciónes hace varios años atrás, tuve problemas para relajarme.

Tenía sentimientos de culpa: ¿Por qué no estás estudiando más? ¿No deberías estar testificando de Cristo? El sentimiento de culpa se había colado en mi mente y me estaba impidiendo disfrutar de la vida.

Hay dos tipos de culpa: la bíblica y la falsa. La primera se origina por la violación de una ley bíblica. Este no es un sentimiento sino una realidad: hemos pecado y debemos arrepentirnos.

La segunda se refiere al sentimiento de culpa después de haber confesado un pecado, y no está basada en la Palabra de Dios. El Señor nos ha perdonado, por lo que no hay necesidad de sentirse culpable.

Las personas padecen de culpa por muchas razones. La enseñanza legalista, por ejemplo, presenta a la vida como una serie de reglas; sus seguidores a menudo se sienten mal porque les resulta imposible cumplirlas. También está la autocondenación, que puede crear expectativas demasiado difíciles de lograr. Y, por último, la baja autoestima.
Satanás utiliza el falso sentimiento de culpa para paralizarnos.

Inevitablemente, la culpa lleva a dudar del amor de Dios y de la salvación, lo cual prepara el terreno para el temor y la incapacidad de disfrutar de la vida.

El Señor quiere que vivamos libres de culpa. Si usted la está experimentando, pídale al Señor que le ayude a identificar su origen.

Después, recuerde que fue hecho a imagen de Dios y redimido por Él, amado por el Creador del universo y perdonado. Rechace, en el nombre de Jesús, cualquier culpa falsa que tenga.

viernes, 6 de septiembre de 2024

Dios trabaja dentro de nosotros

Dios trabaja dentro de nosotros
Efesios 3.20-21

Que estas palabras se sumerjan lentamente en su entendimiento: “poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (v. 20). ¡Qué maravillosa descripción de la capacidad de Dios para trabajar dentro de nosotros! Pero, muy a menudo, nuestra atención se centra principalmente en lo que queremos que Él haga a nuestro favor. Si Dios cambiara esta situación o arreglara ese problema, entonces mi vida sería mejor. Pero Él nos invita a pensar y a pedir algo más grande: ¡Quiere transformarnos!

El Espíritu Santo tiene poder para cambiarnos por dentro, pero hacer ese cambio interior es, por lo general, un proceso lento.

El fruto espiritual necesita tiempo para crecer y madurar. Es por eso que necesitamos paciencia y fe para creer que Él está trabajando, incluso cuando no veamos los resultados de inmediato.

Dios nunca tiene prisa, y jamás nos dejará.

El Señor tiene un propósito para nuestra vida, y Él trabaja constantemente para lograrlo. Aunque tiene un plan específico para cada uno de sus hijos, también tiene un objetivo superior: conformar a todos los creyentes a la imagen de su Hijo Jesucristo. Para lograr esto, nos hará experimentar luchas y angustias. Es posible que esto no tenga sentido para nosotros, pero Dios sabe perfectamente lo que está haciendo.

¿Qué le gustaría ver al Señor hacer dentro de usted? Al leer la Biblia, busque las cualidades que Dios considera preciosas, y pídale que las desarrolle en su vida. Confíe después en su promesa maravillosa de que Él hará más de lo que usted ha pedido o imaginado.

jueves, 5 de septiembre de 2024

Dar al Señor Jesús el primer lugar

Dar al Señor Jesús el primer lugar
Filipenses 2.9-11

Cuando Jesucristo tiene el primer lugar en nuestra vida, experimentamos muchas bendiciones, entre ellas:

Un espíritu reposado. Cuando dirigimos nuestra atención al Señor y meditamos en su Palabra, hallamos descanso para nuestra alma (Sal 23.2). El Espíritu Santo nos ayuda a dejar las distracciones para darnos la seguridad del amor y el sostén de nuestro Padre celestial. Con una mente clara y un corazón reposado podemos discernir lo que Dios nos dice.

Una fe más fuerte. El estudio de la Biblia ensancha nuestra visión de Dios y nos da discernimiento y dirección. El leer la manera como el Señor ha ayudado a otros, nos da la confianza de que Él está a nuestro lado, permitiéndonos enfrentar las exigencias de la vida. Nuestra fe crece a medida que obedecemos su dirección y observamos la manera como actúa a favor nuestro.

Un corazón purificado. Al igual que un espejo, la Biblia nos refleja lo que realmente somos, y revela lo que necesitamos cambiar. Si confesamos nuestro pecado, Dios promete limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1.9).

Una mente preparada. No sabemos lo que acontecerá en el futuro, pero Dios sí. Él quiere prepararnos, tanto para los tiempos felices como para los difíciles. Por medio del Espíritu Santo, estaremos equipados para lo que nos depare la vida (2 P 1.3).

La vida de Pablo demuestra lo que significa dar al Señor Jesús el primer lugar (Gá 2.20); él conoció el gozo en medio de las pruebas, y recibió fuerzas para enfrentar crisis y dificultades.

Nosotros tendremos también estas bendiciones si hacemos de la relación con el Señor Jesús nuestra prioridad absoluta.